El martes, momentos después de que la Cámara de Diputados aprobara por una amplia mayoría el proyecto que reduce de 45 a 40 horas la jornada laboral, los Republicanos se dejaron caer con toda su fuerza en Twitter.
“No hay que ser economista para saber que el proyecto de 40 horas es una idea populista que va a afectar particularmente a las pymes. No estamos en momentos de bajar esa productividad. El país se construye trabajando”, publicó el candidato republicano al Consejo Constitucional por la Región Metropolitana Luis Silva, una de las grandes apuestas de José Antonio Kast para disputar el primer lugar en la capital a los representantes de Chile Vamos, Rodrigo Delgado (UDI) y Gloria Hutt (Evópoli).
Kast retuiteó el mensaje de Silva y abrió un hilo (serie de tuits) con un provocador texto que, sin duda, apuntaba a diferenciarse de Chile Vamos, que apoyó en bloque (salvo un par de descolgados) la iniciativa: “Felicito a la bancada republicana por su coraje y convicciones al votar en contra y defender de verdad a los trabajadores... Es en este tipo de proyectos, aparentemente populares, donde nos jugamos nuestro futuro”.
La misma tensión entre ambos bloques se había producido la semana pasada durante la discusión de la Ley Nain-Retamal, cuando el diputado de la UDI Juan Antonio Coloma denunció que sus pares de Republicanos, junto a los del Frente Amplio y el Partido Comunista, habían votado en contra el artículo 7 -que consagra la legítima defensa privilegiada para funcionarios policiales y de orden público-, apoyado en bloque por RN, la UDI y Evópoli.
“Gracias por darle tan poco a Carabineros. La Moneda y el INDH se los agradecen (...) Nosotros no nos fuimos a dar abrazos con Teillier por pactar una Convención 2.0″, respondió a Coloma el diputado republicano Benjamín Moreno.
El brusco final de un pacto
Abierta la nueva negociación constituyente -tras el plebiscito del 4 de septiembre pasado- se terminó de inmediato la exitosa alianza entre Chile Vamos y Republicanos en torno al Rechazo.
Mientras los partidos de la derecha tradicional acudieron enseguida al llamado del Presidente Boric, Kast -apoyándose en el 62% que había votado en contra la propuesta de la Convención- decidió marginarse.
Meses después, ya suscrito el acuerdo para redactar una nueva propuesta constitucional, Chile Vamos intentó reeditar la alianza para enfrentar unidos los comicios del próximo 7 de mayo, pero Kast se negó hasta el final.
Para los Republicanos estas elecciones son una gran oportunidad para generar identidad, convertirse en el partido más votado del país y disputar el rol hegemónico y el relato de la derecha chilena. Y comenzó la disputa.
A principios de marzo, un estudio del Instituto Libertad –ligado a RN- concluyó que en redes sociales existía una gran cantidad de mensajes de desprestigio hacia dirigentes de la UDI, RN y Evópoli, con fines electorales, originados desde el Partido Republicano.
Según los datos recogidos en Twitter, Facebook e Instagram -del 4 de septiembre pasado hasta enero de este año-, el 72,7% de los mensajes difundidos por Republicanos fue en contra de Chile Vamos y sólo un 27,3% contra del gobierno.
En el informe se advertía una “campaña de ataque a Chile Vamos” con 1,3 millones de usuarios viralizando epítetos como “traidores”, “vende patrias”, “cómplices del comunismo” y “cocina política”.
Pero en medio de una agenda política dominada por el tema de la seguridad, que favorece a la derecha, y ante un evidente desinterés de la ciudadanía por las elecciones de los 50 miembros (25 mujeres y 25 hombres) del Consejo Constitucional, los dirigentes de Chile Vamos definieron no enfrentarse con Republicanos durante la campaña.
“Serán los chilenos los que juzguen... Hoy, nosotros no estamos pendientes de la discusión pequeña ni la pelea chica, sino que en obtener el mayor respaldo ciudadano posible”, afirma el presidente de RN, Francisco Chahuán.
Sin embargo, la disputa sigue viva en redes sociales y en las campañas en terreno de los respectivos candidatos, aunque en forma más silenciosa.
Aunque nadie se atreva a decirlo públicamente, desde Chile Vamos transmiten que sus exsocios irán a boicotear este nuevo proceso, además de estar en una constante dinámica de impedir acuerdos con el oficialismo para avanzar en temas claves, como es -para ellos- una nueva Constitución que reemplace a la actual.
“La UDI trabaja todos los días para ser una oposición efectiva. Defendemos ideas de derecha, pero lo hacemos sin simplismo y sin violencia verbal o polarización. No estamos en política para proyectos que aspiran a crecer dividiendo a los chilenos. Ningún país ha progresado en el mundo a partir de los purismos que exigen los extremos. Al contrario, se hunden en la miseria o en el autoritarismo”, señala el presidente de la UDI, Javier Macaya.
Los Republicanos, en tanto, transmiten que los partidos tradicionales de la derecha han abandonado su rol opositor y han dado aire y “triunfos” al gobierno de Gabriel Boric en distintos temas, entre ellos, la concreción de un nuevo proceso constituyente. “Y que es el mejor momento para ser Republicano”, como ha repetido Kast durante esta campaña en todo el país.
“Nuestros candidatos, una vez electos, probablemente sean los únicos que no habiendo formado parte del acuerdo político que nos llevó a un segundo proceso constitucional podrán decidir con total libertad si aprueban o rechazan el borrador en razón exclusiva del mérito del texto. Tiendo a pensar que esa libertad no la tendrá el resto, porque cargarán con la presión de contar a todo evento con una nueva Constitución, de lo contrario el costo político para ellos será muy alto”, afirma el presidente del Partido Republicano, Arturo Squella.
Pero ¿a qué irán los constituyentes republicanos electos?, ¿tienen asidero las acusaciones de sus exsocios?
“Nosotros no queríamos esta elección ni este proceso. Pero las cúpulas políticas de Chile Vamos, el Partido Comunista y el Frente Amplio decidieron que querían prolongar el proceso constitucional, lo cual no favorece a la patria, y se aprobó una ley, sin nuestros votos, que para nosotros no sólo es un tema legal, sino un deber cívico ir a votar en una elección obligatoria”, explicó Kast la semana pasada en su programa Reconoce a tu candidato -transmitido en su canal de YouTube- realizado en Coquimbo.
Reconfiguración de fuerzas
Ambos bloques saben que dentro de tres semanas se juegan algo más que su influencia en la redacción de la nueva propuesta de Constitución, para muchos ya definida por los 24 expertos elegidos previamente por la Cámara y el Senado.
“Probablemente, el Partido Republicano surja como el más grande de Chile. Y por harto”, dice el senador republicano Rojo Edwards, agregando, que por defecto, el peso relativo de su colectividad en la derecha será mucho mayor a partir del 7 de mayo.
En Chile Vamos reconocen que los republicanos pueden transformarse en el partido más votado de la derecha, y quizás del país, pero que ello se deberá exclusivamente a que compiten en una sola lista y llevan 72 candidatos en todo el país. Ellos, en cambio, tienen la misma cantidad de competidores, pero repartidos en tres partidos, al igual que las colectividades oficialistas que compiten divididas en dos pactos.
“Nuestro parámetro para medir el éxito electoral será el número de consejeros electos. Nuestro objetivo no es ganarle a Republicanos, sino que ser la lista más votada de todas las que compiten”, señala Chahuán.
En la misma línea, Gloria Hutt, presidenta y candidata de Evópoli por la RM, señala que lo más importante para ellos es “tener mayoría en el Consejo para instalar nuestra visión de país en el nuevo texto”.
Respecto a la votación individual que obtenga cada partido, la exministra cree que efectivamente se producirá una reconfiguración de fuerzas en la derecha, pero que está “tenderá a fortalecer el centro político”.
A río revuelto...
Mientras tanto, el Partido de la Gente –que también compite en forma individual- busca sacar provecho al duelo entre Chile Vamos y Republicanos, mostrándose “como un partido de centro, que apunta a la clase media y a la inmensa mayoría de la gente que no vota”, en palabras de su secretario general, Emilio Peña.
“En La Araucanía, por ejemplo, nosotros apostamos al quinto cupo, entendiendo que la izquierda y la derecha se repartirán los votos y que la UDI está compitiendo con Republicanos”, agrega Peña, quien señala que aspiran a tener tres asientos en el Consejo.
Así como van las cosas, todo indica que la noche del 7 de mayo cobrará más fuerza que nunca el axioma nacido en Estados Unidos y que hace años importó Genaro Arriagada al escenario local: “Las elecciones no se ganan ni se pierden, se explican”.