“De niña pensé que iba a ser académica investigadora, como de hecho fui durante muchísimos años. Pero siempre me acompañó la convicción de transformar México en un país más justo y solidario, con libertad y democracia. (...) Mi liderazgo dependerá de mi personalidad y será como el que ejercía en el gobierno de la Ciudad de México, basado en los resultados, la entrega y la honestidad (...) (Mi liderazgo) será distinto. López Obrador es insustituible. A mí me va a tocar ser presidenta en un periodo diferente”, anticipó la candidata presidencial oficialista Claudia Sheinbaum, durante una entrevista con el diario El País el miércoles, en vísperas de las elecciones de este domingo en México, a las cuales llega como favorita, según las encuestas.
Sheinbaum ha sido una figura prominente en la política mexicana, conocida por su gestión progresista como alcaldesa de Ciudad de México y su colaboración codo a codo con el mandatario Andrés Manuel López Obrador. De hecho, en el cierre de su campaña aseguró: “Me comprometo a guardar el legado de López Obrador”.
Graduada en Ingeniería Ambiental por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), obtuvo su doctorado en Ingeniería Energética por la UNAM y la Universidad de California, Berkeley. Antes de entrar en la política, Sheinbaum se destacó como investigadora en el Instituto de Ingeniería de la UNAM, donde realizó estudios sobre energía y cambio climático.
“Desde que era estudiante universitaria estuvo involucrada con causas de la izquierda, en aquella época, una izquierda más cardenista que obradorista. Con la mutación última de la izquierda mexicana, del liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas al de López Obrador, Sheinbaum quedó localizada como una de las más leales dirigentes del obradorismo”, explica a La Tercera Rafael Rojas, académico del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México (Colmex) y autor de más de 20 libros sobre historia intelectual y política de América Latina, México y Cuba.
Su carrera científica destacó por diversos proyectos y publicaciones en temas de sustentabilidad y medioambiente. Luego se unió al gobierno de López Obrador en Ciudad de México, donde sirvió entre 2000 y 2006 como secretaria de Medio Ambiente del Distrito Federal. Durante su gestión promovió importantes proyectos, como el Metrobús y el programa de reforestación urbana.
Renunció a su cargo en mayo de 2006 para unirse al equipo de campaña de AMLO como su vocera para las elecciones presidenciales de ese año. En 2008, coordinó el Movimiento en Defensa del Petróleo, formando brigadas de mujeres llamadas “Adelitas”, que realizaron movilizaciones de resistencia civil pacífica en protesta contra la presunta privatización de Pemex. En 2011 participó en la constitución del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) como Asociación Civil.
Posteriormente, fue jefa delegacional de Tlalpan de 2015 a 2017. Durante ese período enfrentó varios desafíos, destacando su gestión ante el terremoto del 19 de septiembre de 2017, que dejó 370 muertos, y donde su liderazgo fue crucial en los operativos de rescate y reconstrucción. Aunque también recibió críticas por la respuesta inicial a los daños en edificios y la atención a las comunidades afectadas.
En 2018 se convirtió en la primera mujer electa como jefa de gobierno de Ciudad de México, ganando la elección con el 47,08% de los votos. Este fue un hito clave, que daría cuenta de la posición en la que hoy se encuentra. “Ciudad de México tiene 25 millones de personas. El gobernar esta ciudad muchas veces ha catapultado a muchos jefes de gobierno de Ciudad de México a la presidencia, o mínimo como candidatos presidenciales”, señala Lila Abed, directora interina del Instituto México del Wilson Center, un think tank con sede en Washington.
“Haber sido escogida para gobernar Ciudad de México fue un espaldarazo muy fuerte, sobre todo porque no era cualquier momento político del país. Es decir, ser la segunda a bordo en el movimiento político de López Obrador, cuando él finalmente llega a la presidencia (tras haber perdido dos veces), creo que fue el momento en el que muchos pudimos visualizar que Claudia podía llegar a ser, digamos, la candidata de Morena en las elecciones de 2024″, explica José del Tronco, investigador de la Sede México de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) a La Tercera.
Su administración en Ciudad de México estuvo marcada por una serie de políticas enfocadas en la sustentabilidad, la movilidad y la equidad social. Entre sus iniciativas destacó la implementación de ciclovías, la expansión del sistema de transporte público y la creación de espacios públicos verdes. Dejó su cargo en junio de 2023, después de presentar una solicitud al Congreso de la Ciudad de México. Allí es cuando inició su proceso con Morena para la candidatura presidencial, la cual consiguió.
Durante toda esta semana, en la recta final de la campaña, las encuestas mostraron a Sheinbaum como la favorita para dar continuidad a la denominada “Cuarta Transformación” promovida por AMLO. El martes, Sheinbaum tenía una ventaja de más de 20 puntos sobre su rival más cercana, Xóchitl Gálvez, quien pertenece a la coalición opositora llamada “Fuerza y Corazón por México”, y muchos analistas coincidían en que la científica y política de izquierda estaría a punto de hacer historia como la primera mujer en gobernar México.
De hecho, un sondeo realizado por la agencia Enkoll entre los días 19 y 23 de mayo subió la intención de voto de la candidata, posicionándola en el primer lugar de la preferencia efectiva con 23 puntos (56% de apoyo) por encima de Gálvez, quien alcanzaba solamente el 33% de los votos.
Sin embargo, el último sondeo de El Financiero, elaborado por Alejandro Moreno, quien anticipó con precisión el triunfo de López Obrador en 2018, le otorgó a Sheinbaum un respaldo del 51% entre probables votantes, 10 puntos arriba de Gálvez. Si resulta victoriosa este domingo, la candidata oficialista, con 61 años, sería la primera jefa de Estado mujer, científica y judía.
Para Abed, uno de los atributos que tiene Sheinbaum que podrían explicar por qué se mantuvo arriba en las encuestas, es que hay “mucha más confianza” en ella que en la otra candidata. “Por más que Gálvez quiera vender su candidatura como una candidatura ciudadana independiente, detrás de ella está el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que son los tres partidos políticos tradicionales en México que sí muchos ciudadanos ven como los partidos más corruptos en el país”, comenta la analista.
“Sheinbaum vive en una casa muy sencilla. Es una mujer a la que no le han podido atribuir ningún caso real de corrupción. A veces hacen muchos señalamientos a diferentes líderes de su coalición, pero nunca le han podido pegar a ella, entonces creo que eso es lo que alienta a la ciudadanía mexicana. Porque si hay algo de lo que están hartos es de la corrupción”, añade la experta del Wilson Center.
Cercana a AMLO hace 24 años
Nacida el 24 de junio de 1962 en Ciudad de México, Sheinbaum es la segunda hija del matrimonio del químico Carlos Sheinbaum Yoselevitz y la bióloga Annie Pardo Cemo, ambos participantes del movimiento estudiantil en México de 1968.
Sheinbaum se involucró en la política desde muy pequeña, como lo que comenzó en su etapa como estudiante en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Plantel Sur. Allí se involucró en las movilizaciones por los derechos de los jóvenes aspirantes a la UNAM que eran rechazados.
Se casó en 1987 con Carlos Imaz Gispert, miembro fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD), pero se separaron en 2016. Juntos tuvieron una hija: Mariana Imaz Sheinbaum. En noviembre de 2023 contrajo matrimonio con Jesús María Tarriba, doctor en ciencia física por la UNAM y excompañero universitario.
López Obrador y Sheinbaum se conocieron a través del académico José Barberán, quien aparentemente era amigo o conocido de Annie Pardo Cemo, mamá de la política, según contó el mandatario en una de sus conferencias mañaneras realizadas en septiembre pasado. Barberán recomendó a la científica para el cargo de la Secretaría del Medio Ambiente, ya que en ese momento la contaminación era uno de los temas prioritarios para el entonces jefe de gobierno del Distrito Federal, por lo cual necesitaba a alguien ad hoc para la cartera.
“Sheinbaum ha sido muy cercana a AMLO en los últimos 24 años, desde que se incorporó al gobierno de Ciudad de México, y muy probablemente fue siempre su primera opción como sucesora. A pesar de que su estilo es muy distinto, más pragmático e institucionalista, en su programa de gobierno, Sheinbaum se ha esforzado por proyectar una continuidad cerrada”, afirma Rojas a La Tercera.
Para Del Tronco, en tanto, Sheinbaum “ha sido políticamente obediente. Eso no significa hacer todo lo que dice López Obrador, sino más bien políticamente es no sacar nunca los pies del plato, digamos. No dar señales de que su proyecto político personal puede ir en contra de un proyecto político más amplio, ir en contra de esto que López Obrador denomina la Cuarta Transformación”.
En una entrevista con El País, la candidata oficialista fue consultada sobre si le molestaba que siempre la situaran a la sombra de un hombre, tanto por su primer marido como por el mandatario, a lo que Sheinbaum respondió: “Me molestaría si yo no estuviera segura de mí misma. Eso que dice responde, en parte, a una cultura machista y, por otro lado, es la crítica habitual de la oposición. Como no tienen nada contra mí, absolutamente nada, entonces inventan cosas como que voy a cerrar iglesias o acabar con la propiedad privada o que voy a estar a la sombra de López Obrador. Algo que no es cierto, porque, entre otras cosas, quien va a gobernar soy yo”.
Sobre dichas críticas, Del Tronco considera que AMLO “lejos de ser un lastre para Claudia en términos electorales, es una ventaja. O sea, el apoyo y la popularidad de López Obrador es como un activo para Claudia. Más que un problema, creo que ha sido una gran ventaja con la que ella ha contado para poder posicionarse. Esta misma Claudia, como candidata de la oposición, frente a otra candidata expuesta por López Obrador, no tengo dudas de que perdería la elección”.
Concuerda Abed, que explica una estrategia electoral comúnmente utilizada en México. “Tradicionalmente se le llama ‘el dedazo’. Andrés Manuel López Obrador no es el primero en usarlo y él no lo denomina como tal, pero vamos, él la escogió. En la historia de México el presidente en turno siempre ha utilizado ese mecanismo del dedazo, en que el presidente finalmente es el que escoge a su candidato. Y en este caso no es que ella sea mejor o peor de los otros candidatos que vinieron antes que ella, pero, sin duda, sin el apoyo de López Obrador no pudo haber llegado ella ni nadie más que él”.
En su campaña, como candidata del partido Morena (cuyas políticas son caracterizadas como de izquierda), Sheinbaum se ha identificado como feminista, aliada de la comunidad LGBTQ y en pro de los derechos de comunidades indígenas. En 2021, retiró una estatua de Cristóbal Colón en Ciudad de México.
En cada uno de los debates, Sheinbaum aprovechó para promover el proyecto de Cuarta Transformación de López Obrador, que implica poner en primer lugar a la población más rezagada y hacer efectivo el derecho a la protección de la salud. Defendió sus políticas como democráticas, no autoritarias, afirmando que la actual presidencia está construyendo una nación digna del presente y del futuro por parte de esta iniciativa.
Sheinbaum ha prometido mantener los programas sociales de AMLO y terminar sus proyectos emblemáticos de infraestructura, como el Tren Maya -a pesar de las críticas por su lógica económica cuestionable y su gran costo ambiental- y ha defendido el papel mucho más ampliado de los militares, que ahora están involucrados en la seguridad nacional, la construcción de infraestructuras y la gestión aduanera.
Pero también ha enfrentado críticas por apoyar la polémica agenda de reformas constitucionales de AMLO. Pretende reducir el poder del Tribunal Supremo, al que acusa de tener una agenda política contra la izquierda; reformar el Instituto Nacional Electoral, que vela por la transparencia democrática; a la vez que lanza fuertes ataques contra los grandes medios de comunicación que se oponen a sus políticas. “La Corte Suprema se ha extralimitado”, dijo Sheinbaum durante el último debate televisado. “Que (los jueces) no se dediquen a la politiquería”.