Probablemente pensó mucho tiempo en la obra. Hasta lo puede haber consultado con su esposa, Lucía; con sus hijos y con sus colaboradores más directos en La Moneda. ¿Qué técnica y colores debía usar? ¿Cual sería la mejor pose? ¿Cómo debía vestirse? Algo tan importante no podía quedar al azar.
Era su propio retrato, una pieza pagada de su bolsillo.
Augusto Pinochet aparece erguido en la cima de la Cordillera de los Andes luciendo un traje militar, la banda presidencial y una larga capa gris que le llega hasta los pies. En la mano derecha sostiene la Sagrada Biblia y en la izquierda, un sable. Posee unos ojos celestes y exhibe un leve rubor en las mejillas. Es como si fuera una especie de santo patrono.
Según el libro La familia: historia privada de la familia Pinochet, el encargo se realizó en 1987 al pintor Francisco Jara Quiñones. El general se quejó, en broma, de que había quedado medio "avejentado." Por esos días estaba confiado en ganar el plebiscito del año siguiente y continuar gobernando.
Treinta años después, el óleo, de 1,80 metros, estaba en la casa de un coleccionista que lo vendió en Mercado Libre, el 9 de agosto de 2017, y que tenía un certificado de autenticidad con la firma de Quiñones.
Al vendedor parecían no importarles el Golpe de Estado, las violaciones a los derechos humanos, las causas por corrupción ni los 17 años en el poder. En la publicación no aceptaba preguntas y advertía: "Te hago presente que este sitio es de compra y venta y no un sitio político, por tanto, te puedes guardar tu resentimiento, saludos cordiales".
Aparentemente, la transacción se completó, aunque nunca se supo la identidad de los involucrados. El precio final fue de $ 2.200.000.
Hace pocos días, la pintura volvió a aparecer en la misma página. Ahora la oferta es de $ 1.800.000.
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Una recopilación de sus portadas en Revista Caras a $ 24 mil; fotografías autografiadas junto a Lucía Hiriart a $ 120 mil; un lápiz Mont Blanc con su nombre a $ 400 mil y el uniforme oficial blanco a cuatro millones de pesos.
En internet se encuentran todo tipo de objetos que -según sus vendedores- pertenecieron a Augusto Pinochet. Un mercado extraño y anónimo, formado por coleccionistas que pagan grandes cifras por artículos que para ellos tienen alto valor histórico.
También hay artículos de Salvador Allende, aunque, por razones obvias, se ofrecen en menor cantidad. Muchos se perdieron tras el Golpe. En MercadoLibre solo hay monedas que circularon en el gobierno de la Unidad Popular y artículos de la campaña del No. En eBay, un sitio de ventas internacional, se comercializan fotos inéditas del expresidente desde Islandia y Rusia.
Jaime Espinosa tiene 20 años trabajando como anticuario. Ha pasado por Arica, Coyhaique y Santiago en el rubro. Ahora atiende un local en el barrio Franklin que abre los fines de semana. Su método de búsqueda es minucioso. Coloca avisos en radios vecinales y carteles en los paraderos. Recorre barrios preguntando por cualquier cosa que parezca vieja y en desuso. Muchas veces sus dueños no saben el valor real y los terminan vendiendo a un bajo precio. Y ahí la reventa resulta conveniente.
Espinosa no distingue entre piezas de Allende y Pinochet. Dice haber sido seguidor de ambos en distintos momentos de su vida. En una ocupación estrictamente material como la suya, las discrepancias históricas son banales. Lo importante son las ventas y ahí, en su experiencia, el militar es más rentable. Tampoco ve conflictos éticos en hacer negocios con figuras tan opuestas. "Siempre me han cuestionado, de los dos lados. Algunos se enojan, pero yo no los pesco. Vendo nomás. Hubo un tiempo en que fui admirador de Allende, pero me bastaron dos años de democracia para darme cuenta de que la democracia valía callampa. Ahora soy pinochetista", dice.
El anticuario asegura haber conocido a un general cercano a Augusto Pinochet que le vendió varias cosas y le podía legitimar su procedencia.
"Se sentía defraudado del Ejército, porque lo habían acusado de un tráfico de armas robadas y salió absuelto. El Ejército le dio la espalda y él vendió todas sus cosas", recuerda Espinosa. "Lo único que guardó este hombre fue su uniforme de militar. Para que cuando muriera, lo enterraran con ese traje".
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A los coleccionistas no les gusta hablar sobre su obsesión. Saben que Pinochet abre heridas que aún duelen en Chile. Que es un gusto cuestionado. Se conforman con mantener sus objetos en orden y en privado. Admirarlos en soledad o junto a personas de confianza, pero no hablar demasiado con el resto.
Rodrigo Cifuentes fue cadete en la Escuela Militar cuando Pinochet aún era comandante en jefe. Aunque no lo conoció personalmente, se hizo amigo de algunas personas que le fueron regalando cosas: diplomas y nombramientos militares.
"Entonces empezó un hobby que se hizo cada vez más interesante", reconoce.
Cifuentes conoció aficionados que lo introdujeron en el mundo de los artículos militares. Empezó a buscar más objetos militares. Fue casi una obsesión. Compraba y vendía. Las cosas más valiosas las dejaba para su colección personal.
"Tengo un corvo con su nombre (Augusto Pinochet). Yo lo vendería en $ 500 mil y $ 600 mil y los pagan", asegura.
En internet actualmente tiene en venta un diploma militar con la firma del excomandante en jefe. Dice que los ofrecimientos por ese tipo de objetos llegan todas las semanas.
Un miembro de la familia Pinochet confirmó a La Tercera que los coleccionistas regularmente piden precio por objetos que pertenecieron al excomandante. Algunos de ellos han vendido; otros no. Esto explica que haya tanta oferta de artículos en el mercado. Incluso desde el extranjero.
"Desde el exterior consultan mucho. Hay interés de todos lados. Muchos no se fijan en el precio. Me han consultado de EE.UU. y Europa. Pero por un tema de envío se complica. Si se extravían en el trayecto sería una pérdida grande", dice Cifuentes.
En 2017, una página británica de subastas remató varias pertenencias de Pinochet. La oferta incluía una identificación usada en una asamblea en la OEA; un bastón de mando de bronce en una caja de madera envuelta en terciopelo rojo, y una chaqueta usada por el militar en 1981. El valor era € 25.000, unos 17 millones de pesos en ese año.
Por internet han llegado ofertas de compradores europeos, especializados en colecciones sobre dictaduras latinoamericanas.
"Vendo mucho al extranjero cosas de Salvador Allende y Pinochet. Les he vendido a diplomáticos. Hay una foto oficial que me la compró un agregado cultural de la embajada del Reino Unido (...). No puedo dar nombres, pero le he vendido a gente del mundo de la televisión, del mundo empresarial y político", dice el anticuario Mauricio Bravo, quien vende por internet y también tiene una colección propia de la Unidad Popular y del gobierno militar.
"Pinochet y Allende deben ser los chilenos más conocidos en todo el mundo. Empecé por un tema de inversión. Son cosas que ya valen y en el futuro van a valer más. Uno compra y colecciona desde ese punto de vista. Para el día de mañana podría vender las cosas o donarlas a un museo. Lo que te apasiona es la historia".
Un día, a su tienda en Providencia, llegó Augusto Pinochet Hiriart, hijo mayor del general. Miró las antigüedades y conversaron por un rato. Es una de las mejores anécdotas que tiene como vendedor.
También recuerda los continuos cuestionamientos que recibe por su hobby. Pero no se inmuta.
"Se da mucho eso en internet. Cuando uno coloca cosas de Pinochet y de Allende te llegan insultos. Por qué colocas cosas de ese asesino en el caso de Pinochet; por qué colocas cosas de Salvador Allende, comunista tal por cual. Eso pasa por un tema de poca tolerancia, de no saber la historia. Yo no tengo tendencia política", asegura el anticuario.