¿Llegará Gustavo Petro y su izquierdista Pacto Histórico al poder en Colombia, o será el millonario Rodolfo Hernández quien ocupe el Palacio de Nariño en los próximos cuatro años? Para los expertos, sería un lance de moneda: antes de que se “apagaran” los sondeos el fin de semana pasado, la diferencia entre uno y otro candidato era mínima, y el ganador del balotaje de hoy en Colombia podría ser cualquiera.
Petro, que podría convertirse en el primer presidente de izquierda de la historia de Colombia, no tenía una tarea fácil cuando ganó la primera vuelta con el 40% de los votos, a pesar de la amplia ventaja que le sacó a Hernández (28%). El 24% conseguido por el derechista Federico Gutiérrez se movería, sin mucha discusión, al exalcalde de Bucaramanga.
Estricto empate técnico
En este período entre vueltas, que duró tres semanas, la ventaja táctica con la que arrancó el populista Hernández se fue desinflando, y hoy lo único cierto es la incertidumbre y el cambio: pase lo que pase hoy en las urnas, el próximo 7 de agosto el derechista -y uribista- Iván Duque le pasará el poder a un gobierno radicalmente distinto a lo que se acostumbraba en Colombia hasta ahora.
De las últimas seis encuestas, publicadas hasta el domingo pasado, Hernández ganaba cuatro y Petro las otras dos. Para peor, los dos sondeos que más acertaron en la primera vuelta ahora dan resultados distintos: el Centro Nacional de Consultoría le daba una victoria de 44,9% a 41% al candidato del Pacto Histórico, mientras que Invamer un cerrado triunfo de 48,2% a 47,2% al exalcalde de Bucaramanga.
Felipe Botero, cientista político de la Universidad de los Andes, en Bogotá, explica: “Las encuestas, en las últimas dos semanas, desde la primera vuelta para acá, han mostrado un empate técnico. Eso quiere decir que la diferencia entre ambos candidatos es menor al margen de error de las encuestas. Algunas dan como ganador a Petro, otras dan como ganador a Hernández, pero como esa diferencia es menor que el margen, básicamente el resultado es igual: es decir, están empatados”.
“Las últimas que se pudieron registrar durante el mes pasado muestran lo que por lo general sucede en los balotajes. El voto se distribuye de tal manera que la diferencia es muy cerrada, hay empate técnico, y eso porque la polarización en Colombia es muy alta”, opina, por su parte, Vicente Torrijos, profesor de Ciencia Política en la Academia de Guerra de Colombia.
Donde Rodolfo Hernández sí ha tenido una ventaja clara, todo este tiempo, ha sido en el mercado mundial de apuestas: justo después de la primera vuelta, sus posibilidades de ser presidente saltaron de 19% a 70%, y hoy se mantienen por encima del 65%. Torrijos señala que lo visto en Google Trends es que hay un tira y afloja entre ambos candidatos. “En cualquier caso, tenemos que referirnos a un empate técnico, y yo creo que hay mucho votante que no se ha manifestado en las encuestas, por cuanto solamente lo harán en el último momento”, señala el académico. Según el diario El País, esos indecisos podrían llegar a ser dos millones y medio de colombianos.
Respecto de la repartición de los votos en la segunda vuelta, Torrijos comenta que el “santismo”, que responde al liderazgo del expresidente Juan Manuel Santos, es de los pocos sectores políticos que se cuadra con el Pacto Histórico: “Recoge buena parte de los votos que dejó el centro de Sergio Fajardo: yo diría que un 50% de esa votación hacia Fajardo se está canalizando a Petro. El otro 50% del centro tiene más que ver con el uribismo y Gutiérrez, que aunque no son la misma cosa, de todas maneras son votantes de opinión que van a Hernández. Entonces, no ha habido mayores sorpresas: la derecha se ha alineado por completo con Hernández, sin que él quiera aparecer como un candidato de derecha, y habiendo dicho expresamente que no es el candidato uribista, y que el uribismo ha sido sepultado ya en la historia”.
En materia económica, las propuestas de ambos candidatos son radicalmente opuestas: el candidato de izquierda propone una reforma tributaria que recaude un 5% del PIB, además del avance hacia una economía de producción en vez de una basada en el extractivismo, lo que lo ha enemistado con el sector petrolero del país.En tanto, Hernández descarta la reforma tributaria y propone la reducción del 19%al 10% del IVA. De todos modos, ambos coinciden en la necesidad de incentivar la producción interna de alimentos y combatir la inflación.
En tanto, en miras a combatir la corrupción, Hernández propone “reemplazar por funcionarios eficientes y no corruptos a aquellos que han sido puestos en gobiernos anteriores” y “reducir la corrupción en los procesos de contratación”. Para limitar el gasto fiscal, también promete eliminar embajadas, suprimir ministerios y dejar de usar vehículos oficiales. Petro, por su parte, plantea una “comisión internacional e independiente de investigación judicial” que se encargue de los delitos más graves en este ámbito.
El resultado de la primera vuelta, en la que Hernández sorpresivamente eliminó a Federico Gutiérrez, más cercano al oficialismo, puso a Petro en una situación inesperada: durante meses se esperaba que el candidato de la coalición Equipo por Colombia llegara al balotaje, y era evidente que ganarle a un candidato asociado con el impopular gobierno actual era mucho más fácil que a un outsider relativamente desconocido. Siendo el fuerte de Rodolfo Hernández las redes sociales, y alegando problemas de seguridad, el candidato de la Liga de Gobernantes Anticorrupción también se había negado a participar en debates, en los que la preparación de Petro –tras tres campañas presidenciales seguidas– podía dejarlo en evidencia.
Más que las propuestas de uno u otro candidato, lo que ganó portadas durante el período entre vueltas fue un escándalo: los “Petrovideos”, la filtración de reuniones online del equipo de campaña del izquierdista, en la que sus estrategas acordaban una “campaña B”, sacando memes y generando contenido que atacase a los rivales del Pacto Histórico. “Esta segunda vuelta ha sido un poco rara, y ha tenido dos características principales, siendo una de ellas la campaña negativa. Ha habido muchos ataques de lado a lado, salieron los ‘Petrovideos’, y parte de los ‘Petrovideos’ no es solo el contenido de lo que se discute en ellos, sobre atacar a otro candidato, sino que también hubo la infiltración, y no se sabe cómo se obtuvieron los videos. Y bueno, ahí hubo un malintencionado”, señala Botero.
“El período entre primera y segunda vuelta ha sido un período sumamente tenso, traumático, polarizante y desgastante, en el sentido de que ha habido una serie de descubrimientos, hallazgos que han impregnado a fondo la candidatura de Gustavo Petro, por unas maniobras antiéticas en el manejo de la información, que han conducido a la desinformación, a ataques deliberados”, opina Torrijos, que también señala que la candidatura de Rodolfo Hernández ha tenido que superar la imagen y prejuicios contra el de Bucaramanga, “acerca de su machismo, de sus intemperancias y su carácter autoritario o populista”.
“Digamos que todo ha estado muy marcado por la desinformación y el escándalo, así que esa es una apreciación que es importante tener en cuenta para el momento decisivo”, comenta Torrijos.
Como es habitual en segunda vuelta, indica Botero, la movida de ambos candidatos es la de intentar seducir al centro político. “Ha sido una segunda vuelta un poco desapacible, y el tono ha sido de los ataques, pero eso más en las bodegas de cada candidato, de sus ejércitos en redes sociales más que los candidatos mismos. Y los candidatos han tratado de mostrarse mucho menos radicales, han tratado de moverse hacia el centro para conquistar ese sector del electorado que hace la gran mayoría de los indecisos. Yo creo que los indecisos son gran parte de esas personas que están en el centro, que no son muy simpatizantes ni de la izquierda ni de la derecha, pero que les parece que deben tomar una decisión. El discurso está dirigido a ese sector de la población”.
Más que el voto a favor de Petro o de Hernández, lo que será crucial este domingo es el voto en contra de Petro. En un contexto de creciente polarización, y con una histórica posibilidad de tener por primera vez un gobierno de izquierda en Colombia, el que llegó primero al balotaje tiene en su contra a todos los partidos tradicionales. “Esa polarización se da más que nunca en términos ideológicos, en términos programáticos, por cuanto no hay duda de que el candidato Petro ha consolidado, a lo largo de las últimas elecciones, un proyecto político muy sólido, pero también digamos que ha inspirado muchos temores respecto del cambio de las reglas del juego en materia económica, y por su proximidad ideológica con la izquierda continental, y la chavista en particular”, considera Torrijos.
A fin de cuentas, la candidatura outsider del irascible Rodolfo Hernández, cuyo primer momento de fama nacional se debió a la cachetada que le propinó a un concejal de su alcaldía, es la referencia sin condiciones de la derecha en contra del proyecto Petro.
Respecto de los debates, la negativa a participar en ellos vino de Hernández, que ni siquiera en primera vuelta tomó parte en alguno. “Más que a los candidatos, esto ha afectado a la ciudadanía, porque nos vemos privados de entender las propuestas de ambos candidatos, y en particular las de Hernández, porque Petro participó en múltiples debates antes de la primera vuelta. Hernández se ha negado a hacerlo, y creo que lo hace porque siente que es muy débil en un debate, no tiene la experiencia ni el fogueo que tiene un político tradicional. Petro es estupendo en lo que son los debates, en cómo se comporta y cómo argumenta, y en un debate yo creo que habría sido muy interesante, muy informativo para la ciudadanía, pero que podría afectar negativamente a Hernández”, señala Botero.
De todos modos, lo que se tiene más o menos seguro es que serán más los colombianos que participarán en estos comicios. Torrijos opina: “Lo que sí puede esperarse una altísima participación: de hecho, en la primera vuelta ya fue histórica, casi el 55%, y yo pienso que en esta ocasión podría llegar a batirse el récord. Este grado de polarización llevará, en resumen, a que en el último momento muchos tengan que decidir. Pero digamos que la incertidumbre y el grado de tensión es muy alto, más que en cualquier situación precedente”.