"Quisieron encarcelar una idea y las ideas no se encierran, no se matan", fue lo primero que dijo Luiz Inácio Lula da Silva tras abandonar la cárcel el viernes en Curitiba. El expresidente brasileño, de 74 años, estuvo preso durante 580 días y recuperó su libertad gracias a un fallo de la Corte Suprema conocido el jueves. Lula, que fue declarado culpable por corrupción pasiva y lavado de dinero, aún tiene cuentas pendientes con la justicia, y eventualmente podría volver a la cárcel. Aunque la ley le impide ocupar cargos públicos por los próximos 19 años, su figura es hace rato la cara más visible de la oposición al Presidente Jair Bolsonaro. Y ahora, con más tribuna, podría ayudar a reagrupar al Partido de los Trabajadores (PT) y eventualmente empañar la reelección del mandatario en 2022.

Quien no lo está pasando precisamente bien es Evo Morales. Las denuncias de supuesto fraude electoral lo mantienen contra las cuerdas. Incluso sus bastiones, como El Alto, Oruro, Potosí y Cochabamba, se han levantado contra el mandatario, a quien exigen su dimisión. Las protestas han dejado al menos tres muertos y decenas de heridos.

Otro que está en una encrucijada, aunque netamente electoral, es el presidente en funciones de España, el socialista Pedro Sánchez. Los españoles concurrirán hoy a las urnas por cuarta vez en cuatro años. Pero el panorama que le espera al PSOE es incierto.

Y en la efeméride de la semana, el sábado se cumplieron 30 años de la caída del Muro de Berlín, uno de los mayores hitos del siglo XX que derivó, dos años más tarde, en el colapso de la Unión Soviética. Para algunos el muro sigue ahí, ya que en Alemania aún persisten las diferencias sociales entre este y oeste.