Al contrario de la genial novela de Charles Dickens, Grandes Esperanzas, en la que Pip, su protagonista, debe finalmente aceptar morigerar sus aspiraciones y al hacerlo descubrir que ambiciones aparentemente menos brillantes tienen también un valor no despreciable en la vida, mis esperanzas para este año son de partida modestas, como las que descubre Pip al final.
No podemos pensar que el año terrible que acaba de quedar atrás, marcado por la epidemia, por terribles retrocesos económicos y sociales , por tanto dolor y tan pocas alegrías, por tantas malas noticias y tan pocas buenas nuevas, con la vuelta de hoja del calendario se transformará mágicamente de un horrendo sapo en un gallardo príncipe como sucede en los cuentos de hadas.
Mejorar lentamente, regresar a la vida que llevábamos antes de la pandemia será un proceso pausado y esforzado, sobre todo porque antes de la pandemia no estábamos en jauja.
Solo refiriéndonos a nuestro país antes de la pandemia, estábamos con una economía lenta y despistada de las demandas de la gente, con una fractura social exacerbada por actos violentos e irracionales, con altos niveles de desconfianza, con un gobierno desvalorizado y una oposición fragmentada y sin brújula, con instituciones venidas a menos.
Cuando llegó el virus, ya estábamos mal, solo el patrimonio de gobernanza acumulada durante los decenios que reemplazaron la dictadura le ha permitido enfrentar al país, con errores y retardos por cierto, pero también con recursos, la pandemia y evitar males y dolores peores.
Tal como nuestro sistema sanitario resultó mejor de lo que creíamos, nuestra estructura económica y social, con todas las inequidades que aún conserva, no se vino abajo como un castillo de naipes , pese a sus dificultades ha resistido y debería resistir, en los próximos meses, tiempos nefastos.
No existe un equilibrio óptimo entre el cuidado sanitario y la recuperación económica. Hay países en otras latitudes que parecen haberlo logrado a través de medidas autoritarias impracticables en un sistema democrático. Otros, a través de un nivel de cohesión social y disciplina social encomiables, pero son muy pocos.
El mundo entero vivió una nueva ola de infecciones del virus apenas la disciplina social se relajó, se pagó al poco tiempo un precio terrible.
América Latina podría terminar siendo la región que mas retrocedió en este escenario, gobiernos de pacotilla, oposiciones irresponsables, instituciones democráticas debilitadas o anuladas, corrupción y de criminalidad en aumento, han dejado poco de los avances del decenio pasado.
La esperanza sanitaria hoy se llama vacuna, contra la opinión de negacionistas y médicos brujos, la investigación científica, en un esfuerzo enorme, ha producido vacunas sólidas que podrían cambiar la situación . El gobierno parece haber sido previsor en este terreno y las vacunas, de acuerdo a lo señalado por las autoridades, están aseguradas para toda la población.
Será necesario un esfuerzo considerable para que el proceso de vacunación se lleve a cabo con prioridades específicas y un gran espíritu de colaboración, para que cambie el rostro del país, para que ciudades tan golpeadas como Valparaíso no caigan aún más en el marasmo de la penuria.
La pregunta es ¿qué Chile veremos en 2021?
Por más esfuerzos que se hagan, por más compresión que tengamos de la sed de afectos, consumo y encuentros sociales, si se sigue repitiendo en verano el espectáculo de masas de personas transpiradas, en bermudas, con las mascarillas debajo de la nariz, apelotonadas en torno a tiendas, ferias , playas y malls, generando más aglomeración que en tiempos normales, la recuperación será más larga y penosa.
Resulta curioso al respecto cómo nuestros conciudadanos fingen demencia cuando los reporteros televisivos interrogan con aguda inventiva a peatones y conductores : “¿No le parece que anda mucha gente por la calle?”, la respuesta suele ser: “Sí, la gente es muy irresponsable, es el colmo que no se cuiden”, como si ellos mismos fueran apariciones incorpóreas.
La recuperación económica será más larga aún si el gobierno no realiza un esfuerzo en impulsar acciones que generen trabajos formales y protegidos sanitariamente.
Un gobierno mal querido como el actual debe olvidar su ego y su excesiva presencia comunicacional y trabajar de la misma manera como parece haber asegurado las vacunas, sin ruido y con eficacia. Si lo hace, no creo que termine siendo muy popular, pero ganará en respeto.
Tenemos una triste oposición, donde la popularidad se busca en el halago de la gente, no es de extrañar entonces que personajes de la farándula, de alto colorido, de tonos viperinos, estruendosos o que sueñan con la aventura política a costa de que todos sean objeto de admiración acentuando así los tiempos de decadencia, que son precisamente eso, reemplazar la construcción seria del futuro por un carnaval en el presente.
Necesitamos de todos los políticos otra actitud, como agua necesita el sediento en el desierto.
Las esperanzas, aunque sean modestas, para un mejor 2021 en Chile se apoyan en dos aspectos básicos. Un proceso de vacunación ordenado y consistente, cuyos resultados generen un estado de ánimo positivo, que permitan una disciplina social capaz de enfrentar una eventual segunda ola sabiendo que hay una salida y que no estamos frente a un horror sin fin.
El otro aspecto es la reorganización del funcionamiento democrático, que permita cambiar la Constitución, desterrando sin doble lenguaje la violencia y aislando a sus promotores. La democracia sólo funciona en base a la adversariedad y los acuerdos pacíficamente logrados.
Se trata hoy de poner en el centro el debate constitucional y lograr un texto que proteja las libertades individuales y los derechos sociales al mismo tiempo.
Como dice el pensador italiano Ezio Mauro, “un texto preparado por gente sobria que sirva cuando la sociedad se emborracha”.
La vacuna será voluntaria, así debe ser en un régimen democrático. Sería importante, sin embargo, que aquellos que la rechazan por miedos, suposiciones y prejuicios, se informaran y conocieran el enorme cambio recorrido por la ciencia desde que el médico inglés Edward Jenner realizara la primera vacunación en 1796 .
Él observó que la viruela de las vacas era mucho menos grave que la viruela humana e inyectó a un niño la viruela vacuna, lo que le permitió a este crear los anticuerpos necesarios para no contraer la viruela humana al inyectársela posteriormente.
Desde entones son millones de vida que han sido salvadas gracias al mismo principio; la poliomielitis, el sarampión, la difteria, la rabia, la rubéola, el tétanos, la influenza, entre otras , algunas se han erradicado.
Las actuales vacunas tienen un alto nivel de seguridad, han significado un salto inmenso en el avance de la biotecnología que permiten esperar un futuro con menos tragedias.
Chile ha recorrido históricamente con éxito el camino de la vacuna para mejorar a través de los años la seguridad de nuestra población y podrá resistir también ahora a las supersticiones que aún persisten en nuestra modernidad.