Columna de Pablo Ortúzar: Invierno, Covid, influenza y gripe aviar

Outbreak of the coronavirus disease (COVID-19) in Santiago


Los elementos para que Chile se vea afectado por una peligrosa tormenta sanitaria este invierno están todos a la vista, pero la lenta retirada otoñal del verano hace que sea fácil ignorarlos. Sigue ahí, para empezar, el Covid-19. Todos los meses mueren personas, especialmente miembros de grupos de riesgo, por causa de él. Y las cifras de contagio, aunque ya no se le entrega mucha importancia a su medición, siguen siendo importantes. La tasa de positividad de los exámenes fluctuó en los últimos meses entre un 11% y un 5%. Está claro que la mayoría de los contagiados pasa la enfermedad en su casa: de las 133 camas habilitadas en residencias sanitarias, hay 81 disponibles. Pero la cifra más relevante en términos del sistema de salud es el de camas críticas: de las 1.770 habilitadas hay sólo 269 disponibles. Cada mes, miles de personas entran y salen de la enfermedad en pocos días, pero los casos complicados tienen otro ritmo: van quedándose en camas críticas por semanas y meses.

Ahí es donde entra en juego la influenza estacional: no es un virus específico, sino una variedad de ellos que va cambiando año a año. Eso explica que la vacuna para enfrentarla sea modificada también cada temporada. Muchos confundimos la influenza con el resfrío común, pero lo cierto es que varios de los casos que se complican pueden terminar en hospitalización e incluso en muerte. Las vacunas, aunque tienen una efectividad moderada (40%-60%) debido a la constante mutación y rotación de los virus, previenen que muchos casos terminen en el hospital. Los más expuestos a ese desenlace son los menores de cinco años, las embarazadas, los mayores de 65 años y quienes sufren de enfermedades crónicas. Por eso, cada año las campañas de vacunación tienen a esos grupos como objetivo central, pero lo cierto es que mientras más personas se vacunen, menor será la circulación del virus y menos personas terminarán ocupando camas de hospital.

Finalmente, tenemos la gripe o influenza aviar rondando. El virus H5N1 tiene una letalidad por sobre el 50%. Sin embargo, hasta ahora su transmisión se ha mostrado lenta y excepcional (entre 2020 y 2022 se reportaron siete casos en el mundo y dos fallecidos), y nunca de humano a humano. Por eso el llamado este pasado verano a reportar y alejarse de aves y animales muertos en las playas. No se espera que esta situación se modifique, pero los virus están en constante mutación y siempre se pueden pegar el salto pandémico (así fue con la “gripe porcina”, que causó una pandemia entre 2009-2010). Habiendo tenido ya un caso de contagio humano de H5N1 en Chile este año, a mediados de marzo, es claro que más vale prevenir y estar atentos.

La temporada invernal recién pasada en el hemisferio norte fue sanitariamente intensa: los casos saltaron rápida y tempranamente (diciembre) y la influenza estacional se combinó con el virus sincicial respiratorio y el Covid-19, para terminar poniendo al límite los sistemas de salud. Las cifras de exceso de muertes, que ya venían cargadas por los atrasos y complicaciones generados por los peores momentos de la pandemia, volvieron a subir. Esto significa que mucha gente que podría haberse salvado con una atención oportuna terminó muriendo debido al colapso del sistema de salud.

¿Qué hacer para prevenir un escenario así en Chile? Lo primero es vacunarse contra la influenza (y contra el Covid, en caso de dosis pendientes o riesgo). Eso debe hacerse ahora: la campaña ya empezó en casi todos los municipios de Chile y es necesario que, al menos, la población de riesgo quede cubierta. Mayo equivale al diciembre del hemisferio norte, y la vacuna se demora entre dos y cuatro semanas en generar inmunidad. Todo el que pueda vacunarse debe hacerlo en abril, por él y por los demás. No sirve un cálculo de utilidad individual.

El resto de las medidas ya las conocemos: lavarse las manos constantemente, mantener los espacios ventilados, usar mascarilla en el transporte público o si se tienen síntomas, consumir vitamina D a diario y tener un stock de cuarentena en casa. También alejarse de pájaros, caca de pájaro, animales muertos y, en lo posible, del smog. Todos podemos aportar para proteger al sistema de salud de un colapso este invierno.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.