Hacia el viernes de la semana pasada (2 de julio) se le vino abajo el tinglado a Francisco Encina. Unos tres días antes de la sesión inaugural -recuerdan en La Moneda-, el secretario ejecutivo de la convención tuvo que sincerar que los preparativos a su cargo no llegaban.
Una pila de problemas logísticos, con proveedores y otros -hay relatos cruzados, uno que otro lo exculpa- salieron a superficie entonces. Hay testigos que dicen haberlo visto venir, que en reuniones de semanas anteriores había aspectos a medio cumplir. Y que a Encina lo asistieron desde la Secom, la Cancillería y otras unidades del Ejecutivo.
Una versión dice que en Relaciones Exteriores se sorprendieron cuando el equipo del joven cientista político pensó en definir vía tómbola los lugares de los constituyentes en la sesión inaugural y apuntan a que no les prestaba suficiente atención a detalles formales que sí podían ser relevantes.
Después, Palacio etiquetaría en público de “problemas técnicos” otro de los líos políticos que dejó esta primera semana de labor constituyente: el incómodo asunto que implica tener encima la obligación legal (Art. 133 de la Constitución) de velar porque la asamblea funcione, y tomar distancia, prudencia, prescindencia o como le llamen ante un proceso al que -admiten- no están invitados.
El debut operativo del lunes fue un fiasco, con un ex Congreso sin directrices sanitarias, ni señal en vivo óptima para el debate, ni comunicación telemática entre las distintas salas y otros pendientes. Cundieron acusaciones opositoras de que Palacio saboteaba la asamblea, que el Ejecutivo negó con firmeza.
Con el Presidente Piñera, además, muy molesto -dijeron allá- por el obvio impacto que esto acarrearía sobre el gobierno, la caída de Encina era un hecho. Pero no podía irse hasta que la convención funcionara y menos sin un sucesor: versiones afirman que así se le habría ‘regalado’ ese vacío a la mesa de Elisa Loncón. Su papel arrastraba al ministro Segpres, Juan José Ossa (a los días el PC anunciaría una acusación constitucional en su contra).
La Casa de Gobierno enmudeció ante el lío. El Mandatario -en una decisión política, dicen en su equipo- no volvió a hacer vocerías ni hablar del caso. Tampoco hubo entonces un statement oficial de nadie para aclarar todo, “porque no teníamos cómo explicarlo, las críticas tenían toda la razón”, dice un personero de Palacio. El subsecretario Segpres, Máximo Pavez, puso la cara en algunos puntos de prensa.
Así, a las 15.48 del miércoles, los canales de TV interrumpieron la transmisión desde la convención para darle pantalla a La Moneda, que eligió ese momento para anunciar la salida de Encina y el fichaje de Catalina Parot. “Una audacia”, describía con confeso eufemismo una autoridad.
Sebastián Piñera tuvo a la vista al menos otros cuatro nombres, la mayoría mujeres -según su gente-, pero eligió a la derrotada candidata a gobernadora, entre otras razones por una cuestión táctica: apostar por alguien no confrontacional y a que la mesa de la asamblea no se atreviera a vetarla.
La semana dejó un sabor amargo en La Moneda. El anillo presidencial dice que el fail del lanzamiento fue porque “pecamos de exceso de prudencia, que no se nos acusara de entrometernos”. En la semana, Presidencia mandó enviar equipos de amplificación y producción al ex Congreso para evitar que nuevos fracasos les rebotaran. Ahora, hay voces que dicen que cumplirán con su obligación, pero que en lo demás “tomaremos palco”.
Les alarma que la convención pretenda, dicen, erigirse como otro poder del Estado. Este y otros aspectos institucionales son los que más le inquietan al Presidente, quien está al tanto de lo que va sucediendo en la asamblea. ¿Próximos episodios? Cuando la mesa quiera auditar el manejo financiero, y el caso indulto.
Pese a las dificultades técnicas, los ciudadanos vivieron en tiempo real y casi in situ los pormenores vía las redes sociales de los convencionales, que transmitían minuto a minuto los detalles casi como un reality. El lunes, Jorge Baradit improvisó un tour por el Palacio Pereira mostrando la remodelación del histórico inmueble y destacando su belleza. “Soy la versión Acuenta de Federico Sánchez”, bromeaba. Al día siguiente, y en otro live, Bárbara Sepúlveda (PC) no contuvo la risa al contar que intentó ir al baño en el edificio, pero que no pudo, porque “no había papel confort”.
Acuerdo Loncón-Provoste
El martes, cerca de las cuatro de la tarde, Yasna Provoste recibió un llamado de Elisa Loncón, en el que le solicitaba el salón plenario del Senado en Santiago y ayuda logística para iniciar la primera sesión constituyente. “Es la última opción antes de irnos a la Universidad de Chile”, le dijo la presidenta de la convención, precisando que esa decisión, que muchos a esa hora empujaban con brío, podría producir una fractura con el gobierno.
La presidenta del Senado coordinó el apoyo y al día siguiente a primera hora ambas autoridades revisaban las instalaciones en el salón en donde se había trabajado hasta altas horas de la madrugada. “Mari mari kom pu che (saludo que significa reciprocidad), dijo la profesora mapuche probando uno de los micrófonos de la testera. “Jallalla”, respondió la presidenta del Senado en aimara, que significa “estamos de acuerdo”.
Todo parecía comenzar a marchar, hasta que un representante de los pueblos originarios se acercó a Loncón señalándole, en voz alta, que no podían abrir la sesión bajó una pintura como la que estaba en el techo. “¡Españoles subyugando a los indígenas!”, dijo el constituyente indicando el fresco El descubrimiento de Chile, de Fray Pedro Subercaseaux, donde aparece Diego de Almagro -con armadura- montado en un caballo blanco en una posición dominante ante oriundos del lugar.
El reclamo no pasó a mayores y más tarde, ya iniciada la primera sesión, los representantes de los pueblos originarios volvían a imponerse en la discusión asegurando dos vicepresidencias de las siete nuevas aprobadas esa tarde, en una discutida -y desordenada- votación a mano alzada.
Al término de esa agotadora sesión, en que las votaciones debieron repetirse varias veces, la machi Francisca Linconao se acercó a Loncón y le señaló, con rudeza, que ella no tenía por qué atender los requerimientos de los políticos, refiriéndose a la disposición de la mesa de escuchar los reclamos de constituyentes de Chile Vamos, quienes cuestionaron el cambio de la pregunta y anulación de la votación inicial.
“¡Aquí no queremos a los políticos, ellos tienen que aprender que las cosas cambiaron!”, señalaba la machi Linconao, ante el rostro cansado del vicepresidente de la convención, Jaime Bassa (Frente Amplio).
“Pero machi, hemos ido avanzando...”, le respondió Loncón.
Pese a los triunfos anotados por los pueblos originarios en esta primera semana, entre ellos las medidas anunciadas por Catalina Parot (intérpretes de lenguas ancestrales y una sala especial para los 17 convencionales indígenas) se produjeron las primeras fricciones internas, básicamente por el protagonismo de los representantes mapuches en desmedro de las otras etnias.
“Estamos dialogando entre los 17 escaños, intentando llevar una sola voz, pero no fue fácil”, afirma Lidia González, constituyente del pueblo yagán (Magallanes).
La izquierda se muestra los dientes
El miércoles, la discusión de la declaración sobre el indulto a los presos del estallido social y del conflicto mapuche enfrentó por primera vez a los sectores de izquierda que dominan la convención. Esa tarde se mostraron los guantes algunos líderes de cada bloque, entre ellos, Jorge Baradit (Colectivo Socialista), Fernando Atria (FA), Hugo Gutiérrez (PC), Manuel Woldarsky (Vocería de Los Pueblos).
Finalmente, el grupo integrado por los socialistas y Apruebo Dignidad (PC+FA) se impuso a la Lista del Pueblo y las constituyentes de pueblos originarios.
“Creo que el Frente Amplio y el Partido Socialista han aparecido como el grupo más orgánico. La vicepresidencia de Bassa se transformó en un factor clave que está marcando el desarrollo, el tono y el estilo de la convención. En cambio, veo que la Lista del Pueblo y los pueblos originarios hacen mucha declaración, pero con escasa capacidad de articulación”, afirma el analista Roberto Méndez.
Pero antes del triunfo hubo algunas escaramuzas, como la protagonizada por los tres miembros del colectivo socialista -Jorge Baradit, Malucha Pinto y Claudio Gómez-, quienes tras suscribir un borrador elaborado por el Frente Amplio y el PC, donde se mencionaba el indulto a presos en el marco del conflicto mapuche y se hablaba de “presos políticos”, encontraron resistencia entre algunos “compañeros” socialistas y otros miembros de la Lista del Apruebo e Independientes No Neutrales.
Otro punto clave del arranque de la convención fue el escaso protagonismo de los representantes de la ex Concertación. Uno de ellos, que prefiere no aparecer, resume así la semana: “Las carreras de Fórmula 1 parten con una vuelta de reconocimiento a la pista. Los pilotos prueban neumáticos, toman la temperatura ambiente y aceleran el motor. Algo así sucedió esta semana con el inicio de la Convención Constituyente”.
Quien sí entrega su sensación es Eduardo Castillo (71), uno de los tres representantes que tiene el PPD en la convención: “Hay que acomodarse a esta nueva realidad, donde han entrado a la política muchos jóvenes, muchas mujeres, muchos integrantes de los pueblos indígenas, que igual son políticos. Lo importante es que nadie tiene una mayoría asegurada, lo que obliga a mucho diálogo”
Uno de esos “políticos jóvenes” a los que se refiere Castillo es Francisco Javier Caamaño (31 años), constituyente de la Lista del Pueblo por el distrito 14, quien posa para un fotógrafo en los jardines del Congreso.
“Lo más complejo para mí ha sido la coordinación con el resto de mis compañeros (de la Lista del Pueblo), donde ha servido mucho el WhatsApp ante la falta de instalaciones técnicas. Pero han sido días mucho más intensos para los compañeros y compañera de regiones, que han tenido que hacer largos viajes y adaptarse a esta realidad santiaguina que es muy diferente a la vida en regiones”.
El corral de la derecha
Jueves 8 en la tarde. Falta poco para la primera votación sobre la declaración en favor de las personas privadas de libertad por delitos relacionados con las protestas sociales iniciadas el 18/O -y en contra de la “militarización” de La Araucanía y los territorios mapuches- y el constituyente de Evópoli Hernán Larraín Matte camina por los jardines del ex Congreso fumando un cigarrillo con ganas.
A unos metros, bajo el gran pórtico de la entrada, Cristián Monckeberg (RN) habla por teléfono con cara de preocupado. El exintendente de la IX Región Luis Mayol (RN) se da tiempo para explicar a los periodistas que la resolución sería aprobada por más de dos tercios.
Y así fue. Entrada la tarde y cuando el frío se colaba por los pasillos de la ex Cámara de Diputados, con 105 votos a favor, 43 en contra y 10 abstenciones, la convención demandó a los “órganos del poder constituido” tramitar “con máxima celeridad” -en este caso el Senado- el proyecto de ley de indulto general.
Se cumplía así -al pie de la letra- la advertencia del constituyente Apruebo Dignidad Daniel Stingo en Estado Nacional, de TVN (24 de mayo), donde en una disputa con su par UDI Constanza Hube le indicó que la derecha quedó como minoría para la redacción de la nueva Carta Magna. “Los grandes acuerdos los vamos a poner los que no somos de derecha”, le dijo el abogado, que sacó mayoría nacional con más de 111 mil votos.
Esta marginación podría empeorar. La derecha corre el riesgo de quedar sin ningún representante en alguna de las nuevas vicepresidencias que se acordó crear y que se definirán a contar del martes. Menos voz en futuras decisiones. Pero ojo: anteayer la constituyente Pollyana Rivera (independiente electa en cupo UDI, pero muy cercana a José Antonio Kast) avisó que “nos gustaría integrar la mesa” y que para “llegar a acuerdos hay que ceder”.
Más allá de los reclamos y escritos, entre los 37 delegados del bloque (entre electos a nombre de los partidos de Chile Vamos, independientes en cupos cedidos y Republicanos), saben que la convención podría ignorarlos si quisiera. No llegan al tercio. Sí pueden -si consiguen dos votos en otros grupos- reclamar ante la Corte Suprema por infracciones procedimentales, pero ya renunciaron a dar esa incierta pelea esta semana, pese a los anuncios de algunos.
Es simple, pero no tanto: o tratan de incidir o miran esto por la tele. El domingo, los 37 barajaron pasar de votar por Harry Jürgensen (con descolgados que habían avisado, como Bernardo de la Maza) para la presidencia a apoyar a Patricia Politzer, pero sus 20 votos de la primera ronda no los convencieron y todo se resolvió en la segunda. Hay nombres que por historia son algunos blandos y otros duros, pero hasta entre éstos dicen que si no dialogan con el resto “mejor nos quedamos en la casa, que sigan votando y aprobando todo con 105 votos”.
Parte de sus esperanzas están en teóricos puentes con los constituyentes que creen quedaron como el jamón del emparedado, como Agustín Squella (“me preocupan las posiciones extremas”, dijo anteayer) y otros. En el bloque, pese a ciertos descuelgues y los avisos de algunos constituyentes RN que ya avisaron que no quieren arrinconarse, dicen que parece campear la tesis de pactar y no quedarse en la berma.
Eso está por verse. Entre ellos cuentan que hasta ahora se perfilan constituyentes coordinadores por subgrupos: Rodrigo Álvarez por la UDI, Cristián Monckeberg por RN, Larraín por Evópoli y Ruth Hurtado por Republicanos. La semana que comienza mañana despejará este y otros acertijos.
Sobre lo que viene, el académico de la Universidad de Talca Mauricio Morales señala: “La mesa directiva está asumiendo un protagonismo político muy significativo. Tendrán más cobertura de prensa que la mesa del Senado y de la Cámara, compitiendo incluso con el Presidente de la República. Pero aún existe confusión entre la tarea encomendada a la convención para redactar una nueva Constitución y los asuntos contingentes. La mesa debiese hacer un esfuerzo por limpiar a la convención de esa contingencia a fin de realizar su trabajo de manera óptima. Prontamente asumirán más vicepresidentes y eso implicará una competencia de liderazgos y una desconcentración del poder”.