Fue algo inédito. Durante la semana que hoy termina, los presidentes de los partidos del Frente Amplio -Diego Ibáñez (Convergencia Social), Juan Ignacio Latorre (Revolución Democrática) y Marco Velarde (Comunes)- se reunieron casi todos los días para definir una postura común de cara al cónclave que tendrá todo el oficialismo el próximo domingo. En la cita convocada por el Ministerio del Interior, el primer gran encuentro posplebiscito, los jefes del Frente Amplio quieren entregar una propuesta con objetivos y prioridades para los próximos seis meses de gobierno. Los encuentros han sido en Valparaíso, en Santiago y también en reuniones telemáticas por Zoom.
A siete meses de iniciado el gobierno de Gabriel Boric, las reuniones de esta semana han sido las primeras con sus planteles titulares completos. Convergencia Social, el partido de Gabriel Boric, recién tuvo presidente la semana pasada, algo que, coinciden sus militantes, produjo vacíos y falencias en la conducción del proyecto político que, en términos de tiempo de vida, ha sido el más exitoso de la historia reciente.
Hasta ahora la sensación atraviesa a todos los sectores que convergen en el Frente Amplio: una suerte de crisis de identidad que los tiene en la permanente pregunta de hacia dónde deben transitar ahora, sobre todo después de la derrota en el plebiscito y de que su líder máximo, el Presidente, haya tomado rumbos que no necesariamente estaban en la hoja de ruta frenteamplista. La agenda de seguridad pasó a ser protagonista, el TPP11 se hace cada vez más realidad, y demandas emblemáticas como la condenación del CAE han debido ser postergadas. Además, las negociaciones para iniciar un nuevo proceso constituyente no van como esperaban.
El escenario abre interrogantes y también críticas. “El gobierno tiene que tener un sello frenteamplista y no convertirse en un Bachelet 3. Que haya mínimos programáticos y se logren las reformas”, dice un fundador del Frente Amplio.
“Una preocupación que hemos levantado posplebiscito es que no exista una especie de realismo sin renuncia 2.0″, ha dicho Juan Ignacio Latorre, presidente de RD, en alusión al giro que tomó el segundo gobierno de Bachelet cuando debió acomodar su agenda a la situación económica. Latorre, senador, ha buscado marcar los puntos de la coalición y enviar señales a las bases con declaraciones que irritan a sus socios del Socialismo Democrático, poseedores de la herencia de los denostados “30 años”. Las declaraciones de Latorre -muy cercano al ministro Giorgio Jackson- volvieron a encender los ánimos entre las dos coaliciones gobernantes que poco se soportan y que tendrán en el cónclave una oportunidad para aterrizar sus diferencias.
“La idea es definir las prioridades programáticas para el segundo tiempo, que se hagan cargo del momento que estamos viviendo, posplebiscito, con el alza del costo de la vida, con las crisis cotidianas en el mundo popular, los temas de seguridad, y poder afianzar algunas propuestas que den respuesta a este momento que estamos viviendo y que busquen ampliar la base de apoyo del gobierno”, plantea el senador Latorre, dando cuenta de que la nueva realidad no debe ser ignorada.
El plan es que primero las bancadas, los ministros y directivas del Frente Amplio fijen estas prioridades y luego sean compartidas con el Partido Comunista para que sean presentadas desde Apruebo Dignidad a sus pares del Socialismo Democrático. Eso sí, advierten que están decididos a insistir en los compromisos iniciales del gobierno.
“Dar un giro hacia el centro es una forma equivocada de interpretar el momento político actual. No creo que la gente nos esté exigiendo moderación, renunciar a nuestras banderas o negociar con la derecha las reformas, sino que, por el contrario, tenemos que poner mayor énfasis en sus necesidades más inmediatas y que nuestras promesas se conviertan en hechos concretos. Hay que demostrarle a la ciudadanía que llegamos al gobierno para mejorar sus vidas”, comenta Marco Velarde, presidente de Comunes.
La diputada Camila Rojas (Comunes) incluso habla de que la identidad de su coalición se juega en la capacidad de ejecutar las reformas estructurales: “El Presidente fue electo para avanzar en transformaciones, para superar el negocio por los derechos sociales, para hacer cambios profundos al modelo de abuso que se ha instalado, y es probable que no vayamos a lograr hacer todo eso en cuatro años, pero sí tenemos que lograr dar pasos en esa dirección. Pienso que nuestra identidad se juega en trazar ese camino de cambios y, para lograrlo, el PS y el PPD son necesarios”.
El diputado Andrés Giordano, independiente-FA, coincide: “Hay que defender el programa de gobierno y generar articulaciones para que efectivamente la agenda política diga relación con esas transformaciones. Hoy día creo que más allá de cuestiones como el resultado del plebiscito, o el escenario complejo en materia de seguridad, que es una urgencia inmediata de la que también tenemos que hacernos cargo, tenemos que pensar en las demandas para una sociedad más justa, como el derecho a la salud, a la educación, las pensiones dignas y otros, que nosotros comprometimos en el programa de gobierno, y que hacen sentido a una inmensa población, pues hay que ser capaces de sacar adelante esas demandas que se levantaron con mucha fuerza el 18 de octubre, pero que no nacen ahí, vienen desde mucho antes, y que algunos buscan caricaturizar con la idea peyorativa del “octubrismo”. Esas demandas siguen latentes y no podemos desplazarlas y decir que estos cuatro años solo se tratan de una agenda de seguridad, que tiene que ocurrir, como dice el Presidente, caminando y mascando chicle, mientras empujamos las transformaciones profundas”.
Mientras que la diputada Consuelo Veloso (RD) reconoce: “Todas las izquierdas quedaron golpeadas posplebiscito, desgraciadamente hay algunos sectores, incluso dentro de los partidos y la coalición, que quedaron más golpeados que otros, eso responde a que estamos en un proceso de reflexión y también de diseño para decidir cuáles son los caminos que vamos a transitar. Estamos en un proceso de rearmado, con varias definiciones que hay que tomar, y por otra parte definiendo una estrategia a partir de ahora que nos permita poder sostener al gobierno, pero también nosotros como colectividad poder fortalecer nuestra estructura”.
Otro punto clave es el proceso constituyente, donde las negociaciones no han sido fáciles para las expectativas que tenía la coalición en un inicio. “Yo confío en que las bases frenteamplistas saben que acá no somos los dueños de la pelota y que para poder jugar tenemos que conversar con todos. Si no, el proceso constituyente se entierra y nos quedamos sin pan ni pedazo”, dice Diego Ibáñez, ahora presidente de Convergencia Social.
Mirar más allá
Justamente la idea de potenciar sus estructuras fue la conclusión a la que llegó el Frente Amplio cuando el 25 de septiembre pasado reunió a todas sus figuras en San Miguel: “Ha existido un déficit en la articulación con nuestros gobiernos locales y bases del Frente Amplio. Es fundamental que se rearticulen todos los espacios”, se lee en el documento de la jornada, en la que los más molestos fueron los alcaldes -liderados por Macarena Ripamonti (RD)-, quienes reclamaron que había una desconexión con los territorios.
Algunos partidos dicen que los esfuerzos para trabajar en el gobierno han golpeado a una coalición de partidos nuevos, y otros que la derrota en el plebiscito generó un desánimo que se manifiesta en la articulación. Por lo mismo, buscan soluciones concretas para poder entregarle una mayor espalda al Presidente, así como fortalecer los vínculos con los que están en el gobierno: se creó un grupo de WhatsApp entre los ministros del FA, y la ministra Antonia Orellana (CS) recibe todos los lunes a los presidentes de su coalición. Además la exconvencional Constanza Schonhaut (CS) se sumó al Ministerio del Interior con el objetivo de articular mejor al Frente Amplio, una misión parecida a la que tiene el jefe de asesores Miguel Crispi (RD) en el Segundo Piso.
“Es bien importante entender que nuestro proyecto político no se agota en el gobierno. Es importante contribuir significativamente al buen gobierno, pero también tenemos la obligación de mirar un poco más allá. Porque también se trata de lo que viene después. Uno de los problemas que tenemos, más allá de la cantidad de militantes, es que participa poca gente. Nos hemos quedado sin banca, en lenguaje futbolero, tenemos a toda la gente en la cancha y eso implica que tenemos que pensar cómo darle tiraje a la chimenea, cómo generamos nuevos cuadros”, plantea el diputado Jaime Sáez (RD), quien menciona un dato para ejemplificar la falta de construcción política que hay en su coalición. “El último congreso estratégico que tuvimos como Frente Amplio fue dos semanas antes del estallido social de 2019, ahí fuimos capaces de generar síntesis y eso nos falta”.
La diputada Gael Yeomans (CS) está de acuerdo: “Mi partido estuvo abocado al plebiscito y varios cuadros entraron al gobierno, y eso también tiene una repercusión. Creo que el desafío está en seguir siendo partido, mientras somos gobierno”.
De hecho, hay otro antecedente que preocupa en las internas de la coalición. De los ocho ministros del Frente Amplio, solo tres tienen más del 40% de conocimiento según Cadem -Giorgio Jackson (RD), Marco Antonio Ávila (RD) y Nicolás Grau (CS)-. Para peor, esos tres son los peores evaluados según los estudios de la encuestadora.
El mismo Sáez ha tomado iniciativa para buscar soluciones, y en conversaciones entre parlamentarios en el Congreso ha insistido para que el Frente Amplio se convierta en un partido único para darle más espalda al gobierno. Una posición que es compartida entre diputados de RD y Comunes, pero que en Convergencia Social aún resisten un poco más.
“Yo creo que deberíamos ser un partido único que pueda sostener e impulsar el proyecto político que es el mismo. Habemos varias personas en el Frente Amplio que queremos darle una estructura sólida contundente”, dice la diputada Consuelo Veloso (RD).
Gente incómoda
Para quienes en algún momento fueron parte del Frente Amplio y hoy lo ven de lejos, el problema es que hoy no se ve un proyecto claro. Por ejemplo, el antropólogo Rodrigo Ruiz Encina, considerado uno de los ideólogos de la coalición, hoy es pesimista con respecto a sus excompañeros de militancia.
“Yo converso con gente de base del Frente Amplio y me dice que está muy incómoda. Mucha gente que había apostado porque el gobierno avanzara en esa línea de transformación ya está defraudada. Es un factor que es creciente y acelerado”, plantea el académico, quien trabaja junto al alcalde Jorge Sharp. A modo de ejemplo menciona que en octubre 171 militantes de Comunes renunciaron al partido.
“El Frente Amplio hoy día gobierna sin proyecto, no creo que alguien pueda visualizar con claridad en qué consiste ese proyecto, cuáles son las claves fundamentales”, dice Ruiz, quien agrega que la coalición del Presidente ha cortado los nexos con el mundo social. “Esos puentes se quebraron. No hay una densidad intelectual, cultural, ni social vinculada a la acción del gobierno actual”, asegura.
Su compañero de proyecto, el alcalde Jorge Sharp, también es crítico: “Fuimos parte de la fundación del FA y un desafío estratégico era superar el sistema de partidos que excluyó durante 30 años a la ciudadanía, y empujar un proyecto de superación de los abusos y desigualdades. Sin embargo, desde nuestra perspectiva ese camino de origen derivó en otra estrategia política, donde el marco de alianza no responde al diseño original y la valoración de la construcción territorial no es la misma que tenemos nosotros. Uno puede entender que gobernar implica la articulación de diversas expresiones sociales y políticas, pero hoy el Frente Amplio corre el riesgo de convertirse en una alianza de poder, principalmente electoral, vacía de sociedad, que es lo que finalmente terminó siendo la ex Concertación o Nueva Mayoría”.
Pese a no ser parte del FA, el alcalde Daniel Jadue (PC) ha mostrado una crítica similar. “Yo en el último tiempo me he comenzado a sentir muy incómodo, porque yo fui parte de este proceso y me siento muy responsable de que hoy tengamos al gobierno que tenemos. Y de alguna manera me preocupa mucho que la Concertación esté poniendo en peligro el proyecto político de Apruebo Dignidad”, dijo el excontendor de Boric en una transmisión en Instagram.
Pero hay otros en el Frente Amplio que restan dramatismo al descontento de algunos. “Que se nos fuguen apoyos que miraban el proceso sin cuestionamientos, que no se detienen a ver que la ciudadanía no está en la misma sintonía, es un costo que hay que asumir por hacer prevalecer el bien común de los chilenos y chilenas. Eso es mucho más importante que el resguardo de nuestra propia identidad y de aquellos sectores”, dice la diputada Veloso.
Pero también hay quienes se hacen cargo de la crítica y abordan la desconexión con las bases. La diputada Gael Yeomans coincide en que la pérdida de cuadros ha afectado al gobierno y que es clave que los partidos acompañen los procesos sociales: “Para poder empujar transformaciones se necesitan más voces y más fuerza, y ahí los partidos deberían jugar un rol de ser articuladores de fuerzas sociales y políticas para empujar el proceso. El proceso constituyente y las reformas se pueden poner cuesta arriba si es que no nos articulamos”.
Marco Velarde coincide: “El Frente Amplio debe ofrecerle conducción política al Presidente y aportar con las mayores capacidades para que al gobierno le vaya bien. Pero al mismo tiempo, tenemos que revitalizar los territorios en los que estamos presentes, tener reflexión política y crear nuevos cuadros militantes”.
El riesgo, comenta el presidente de Comunes, es grande:
-Si solo nos dedicamos a las tareas de gobierno, vamos a boicotear nuestra proyección futura.