Cristián Monckeberg (52 años, militante RN) lo dice espontáneamente. Que uno de los desafíos más grandes –y motivos del último cambio de gabinete, en el cual él asumió como ministro secretario general de la Presidencia- era “rearticular Chile Vamos, iniciar un proceso de unidad interna intenso y donde exista una cultura de coalición”. Las cosas, admite, se estaban poniendo oscuras entre el gobierno y los partidos, y el Presidente Piñera decidió dar “un golpe de timón”. Y en estas tres semanas que lleva el nuevo equipo, dice Monckeberg, “hay un mejor ambiente, un mejor tono y una mejor disposición de ambos lados”.

Está en política desde hace décadas y conoce de cerca el revuelto comportamiento de la derecha, y en especial de su partido: ha sido secretario general, vicepresidente y presidente, además de diputado. Desde esa óptica mira el momento actual de su coalición.

En comparación con los momentos de tensión del pasado, ¿cómo evalúa los conflictos actuales de la derecha?

Si hay algo que diferencia a nuestro sector es que hace 20 años muchas veces las diferencias terminaban en querellas, o se resolvían más allá de la política. Hoy día aprendimos a entender que las diferencias personales, los énfasis de uno o de otro partido, perfectamente se pueden sobrellevar, entendiendo que una cultura de coalición significa preguntar, conocerse, conversar, debatir y luego decidir en conjunto con ideas comunes. Hoy día hemos tenido traspiés en torno al funcionamiento de la coalición, de todas maneras, y se notan mucho más cuando uno está en el gobierno. Pero rápidamente, gracias a que existe esa cultura de coalición, nos pusimos rápidamente a trabajar.

¿El hecho de que el Presidente “apagara el fuego” integrando a su gabinete a quienes más le desordenan el panorama –como Andrés Allamand y Mario Desbordes-, revela cultura de coalición?

Cuando uno está en una función pública y cuando uno forma parte de una coalición política, uno tiene que estar disponible a los diferentes ajustes, estrategias y decisiones de acuerdo al momento que corresponde. Y hoy el Presidente produjo un cambio profundo, que fue hacer un llamado en circunstancias excepcionales a parlamentarios para que se incorporen al gobierno. Yo creo que fue una decisión acertada y ajustada.

¿Quién es el llamado a hacer ese remezón en el sector? El Presidente. Esa es una decisión que refleja un cambio de timón y un golpe en la mesa. Y los resultados están a la vista: hay un mejor ambiente, hay una mejor disposición y hay un mejor trabajo. ¿Va a haber desorden? Lo más seguro es que en algún minuto se produzca, pero hay un sentido de equipo que lo habíamos perdido y eso es clave si uno piensa gobernar o piensa en proyectarse.

Uno de los desafíos del cambio era ordenar la coalición. Y pocos días después, de nuevo dos senadores RN propiciaron dos derrotas en el Congreso al gobierno. Manuel José Ossandón, que no votó para el nombramiento del juez Raúl Mera, y Juan Castro votó en contra las medidas tributarias de Hacienda. ¿Cómo se explica eso?

Bueno, forma parte de este proceso de encantamiento y de engranaje que requiere una coalición. Siguen existiendo problemas dentro de los partidos, porque esto no será automático. Esto requiere de afectos, cariños, conversación, complicidad, propuestas, críticas, sugerencias y vamos a tener trastabillones.

Lleva poco en el cargo y ya recibió las primeras críticas respecto a que está “tomando palco” en el debate para regular el financiamiento del plebiscito. Primero dijo que enviaría una indicación y después echó pie atrás. ¿Qué pasó?

En el debate legislativo hay estrategias y en el caso del financiamiento, voy a contarlo con peras y manzanas. En el acuerdo constitucional a partir del 15 de noviembre en el cual yo no estuve, pero de acuerdo con lo que se ha manifestado, se resolvió no legislar en esa materia porque no había acuerdo (…). Eso fue lo que ocurrió. Nosotros frente a ese debate estamos absolutamente disponibles, y así lo hemos dicho permanentemente, a avanzar en una propuesta que permita regular, de cierta manera, el financiamiento, con límites a los aportes y a los gastos. Pero para eso se requiere de un consenso. Producido o realizado ese consenso, evidentemente nosotros vamos a avanzar en una indicación o en un proyecto de ley que permita esa norma que regule de mejor manera el financiamiento para el plebiscito.

O sea, ¿si el Congreso no se pone de acuerdo, ustedes no van a presentar nada?

Esto es un trabajo colaborativo. ¿Qué saco yo con presentar una indicación legislativa, un proyecto de ley si ni siquiera lo ponen en tabla? Pero soy optimista. A lo mejor en los próximos días surge un cierto marco de entendimiento que permita regular algo que los propios parlamentarios decidieron no regular por la falta de acuerdo el 15 de noviembre.

Se lo pregunto porque se dice que el gobierno se echó para atrás por las diferencias en Chile Vamos. La UDI, que está mayoritariamente por el “Rechazo” dijo que las propuestas para regular el tema favorecen el “Apruebo”. ¿Comparte esto?

Son diferentes planteamientos que los parlamentarios van señalando. La postura del gobierno es que existe un marco en el cual uno puede regular de mejor manera el financiamiento, siempre y cuando se resguarde la libertad de las personas y se resguarde la posibilidad de promover diferentes planteamientos.

14/08/2020 FOTOGRAFIAS AL MINISTRO SECRETARIO GENERAL DE LA PRESIDENCIA, CRISTIAN MONKEBERG Mario Tellez / La Tercera

Ya que habla de libertades, hay un debate en el gobierno sobre si levantar la prescindencia que el Presidente impuso a los ministros para que puedan fijar sus posturas por el “Apruebo” o “Rechazo”. ¿Cree que eso es pertinente?

En el gabinete nadie está obligado a votar “apruebo” o “rechazo”, cada uno libremente se podrá expresar el día 25 de octubre, pero evidentemente, cuando uno está en el gobierno existen ciertas prevenciones que son necesarias y que son prudentes. Y por eso el Presidente marcó tempranamente esa prescindencia del gabinete en el plebiscito… Y creo que fue lo correcto. Ahora, esto se va resolviendo paso a paso. Hoy es la prescindencia, ya veremos qué pasa más adelante.

¿Es partidario de que los ministros pudieran empezar a decir sus posturas libremente?

Hoy día es necesario seguir manteniendo esa prescindencia, porque la función de gobernar requiere de cierto grado de neutralidad frente a un debate político intenso que se va a dar, y además, debemos lograr que sea un plebiscito ordenado y lo más participativo posible. También es importante la prescindencia, porque eso permite dejar de lado ciertas disputas intensas, llegando a lo intestino, en torno a los que están por una o por otra opción. Frente a eso, creo que es más prudente que el gobierno tenga prescindencia pública.

¿La mantención de esta prescindencia tiene que ver con que no lo asocien con el gabinete del “rechazo”?

Eso es una caricatura que se ha pretendido instalar por parte de la oposición, porque existen distintas miradas dentro de nuestro sector de cara al plebiscito, hay unas con el Apruebo y otras por el Rechazo.

El resultado del plebiscito no es ninguna piedra en el zapato para el gobierno, sino que una tremenda oportunidad para abordar de manera institucional y superdemocrática este debate urgente que es respecto de cómo vamos a construir una sociedad hacia adelante.

¿Cuánto se juega el gobierno con la participación del plebiscito? Hay una preocupación instalada en el sector respecto a que si es baja será un fracaso y sería inválido el proceso.

Un plebiscito que pretende avanzar en cambios a la Constitución y tener una nueva Constitución tiene que ser muy participativo y, por lo tanto, eso no es solamente responsabilidad del gobierno, es responsabilidad del Servicio Electoral, del gobierno, del Parlamento, de la oposición y es responsabilidad de la ciudadanía. Por lo tanto, nosotros tenemos que generar todas las condiciones para que sea lo más seguro desde el punto de vista sanitario y sea lo más participativo posible. Porque no sería bueno que un plebiscito que decide si vamos a tener o no un proceso constituyente con la elección de una eventual convención mixta o constituyente pura tenga una baja participación porque inmediatamente van a venir los cuestionamientos y, por lo tanto, lo que más le conviene a la democracia es que para decisiones de esta magnitud exista una participación importante.

¿Cree que si el plebiscito tiene una baja participación no va a ser válido?

No, por ningún motivo. El plebiscito es válido al momento en que se convoque, que la gente participa.

¿Sea cual sea el porcentaje de participación? Se lo pregunto porque hay parlamentarios de su sector que presentaron un proyecto de ley para que se valide el plebiscito sólo si alcanza el 50% de participación.

Tenemos que trabajar para que el plebiscito sea lo más participativo posible, porque lo que se va a decidir en él es de significación para los próximos 30 o 40 años en Chile.

¿Pero a qué cifra de participación aspira? Algunos hablaban de que fuera similar a la presidencial.

Yo esperaría que fuera el máximo posible. Si doy una cifra, vamos a quedar cazados con que si está por sobre o bajo esa cifra y, por lo tanto, si es más o menos válido. El plebiscito de por sí es válido con la participación de la ciudadanía. Lo que tenemos que hacer es que llegue el máximo de gente posible a votar, y para eso hay que generar las condiciones. Ese es el desafío y el deber del gobierno.

¿Pero la Segpres está dispuesta a regular para poner un mínimo de participación para que el plebiscito sea válido?

Bienvenido sea el debate. Se han hecho una serie de planteamientos, pero las reglas del plebiscito ya se fijaron. Y se fijaron en un acuerdo constitucional el día 15 de noviembre. Nunca había escuchado que el porcentaje de participación fuera lo que validaba o no una elección. El porcentaje de participación no es la regla para validar o no un proceso electoral. Podrá haber opiniones a favor o en contra de eso, pero eso no lo valida.

¿El gobierno finalmente va a presentar o no una indicación para eliminar las inhabilidades para que las autoridades no tengan que renunciar anticipadamente?

Ahí existe decisión. El gobierno está dispuesto a colaborar en lograr un acuerdo, si es que los partidos así lo señalan, para despejar inhabilidades de cara a las elecciones del próximo año. ¿Qué es lo que se va a hacer? Los parlamentarios están convocando a una comisión mixta que tiene que resolver sobre esta materia que estaba pendiente su convocatoria y en esa sesión es el momento adecuado para buscar ese entendimiento. Nosotros estamos disponibles a levantar inhabilidades.

¿Quieren levantar también inhabilidades para ministros y subsecretarios?

Claro, que las autoridades tengan la posibilidad de renunciar con una anticipación adecuada y poder presentarse en las candidaturas, ya que se han ido corriendo con motivo de la emergencia sanitaria. Pero eso es una postura y eso no puede terminar en una batalla campal, en una guerra mundial. Nosotros creemos que lo adecuado, otros dirán que no, y eso es el acuerdo al que tendremos que llegar en esa comisión.

¿Y van a aprovechar esa misma instancia para intentar despejar si los alcaldes que no fueron a la reelección puedan competir en otra comuna?

Si hay un espacio para aclarar e interpretar en ese sentido, evidentemente nosotros lo vamos a apoyar.

¿Pero el gobierno va a defender esa postura?

Nosotros estamos, en esta materia, conscientes de que se aprobó un límite a la reelección y, por lo tanto, eso se respeta. Y si hay interpretaciones en esa materia que se resuelven en la justicia electoral o a través de una ley interpretativa. Si hay ambiente o consenso en esa línea, nosotros podemos entrar en ese debate, pero por ahora no avizoro mucho consenso.

El Presidente Piñera pidió a Chile Vamos consensuar una postura sobre si aplazar o no la elección de gobernadores. ¿Hay margen para eso?

El compromiso del gobierno es que haya elecciones de gobernadores (...). Hoy día la elección tiene una fecha y esa fecha es en abril próximo y para eso el gobierno está trabajando y lo está impulsando.

¿Pero preferirían que se corran?

Es evidente que se ha conversado, se ha preguntado, no solamente a parlamentarios oficialistas, sino que también la oposición si consideran conveniente o evalúan un cambio en la fecha. Estos temas nos imponen, no se pueden sacar a empujones, se tienen que acordar con amplias mayorías. Por lo tanto, uno puede conversar, evaluar, mirar, preguntar, pero al final uno puede avanzar en la medida que haya consensos.