1) Juicio a la capacidad de gobernabilidad de Kast
Hasta ahora, todas las encuestas siguen sin dar pistas de un vuelco del “A favor” para el 17/D. La última Cadem mostró un aumento de 13 puntos en las últimas cinco semanas (34% a 51%), curva que si sigue así no alcanzaría para revertir la tendencia, ni menos para llegar al 62% del 2022. Ni siquiera el fichaje de Evelyn Matthei por esa opción ha alcanzado todavía a mover notoriamente la aguja.
En los partidos no se oculta la preocupación. Chile Vamos ya se desplegó territorialmente y el propio Kast, quien a principios de octubre aseguró que iba a dar vuelta la elección, está viajando por Chile para intentar cumplir con su vaticinio. Ya ha recorrido 12 regiones y el jueves llegó a Tarapacá para dar a conocer el proyecto de Carta Magna, en medio de una semana de definiciones del oficialismo, más la directiva DC por el ‘En contra’, y de Amarillos y Demócratas por el ‘A favor’.
Cada movimiento es mirado con atención desde las oficinas de los expertos electorales, para quienes la encrucijada de Kast no está precisamente en el resultado de una elección que -creen en su mayoría- tiene en parte ganada antes de empezar, porque si se rechaza la propuesta, sigue vigente la Constitución del 80, que él nunca quiso cambiar.
Su problema, según observan, es otro. Y se trata de la demostración de su capacidad de dar gobernabilidad, si es que el ‘En contra’ se encumbra demasiado.
Cristián Valdivieso, director de la encuestadora Criteria, hace ver que un fracaso claro lo marcaría un triunfo del rechazo por un margen de 10 puntos o más. “Eso sería una derrota evidente, que podría poner a Kast en una situación muy compleja. No solo por el resultado, sino por su capacidad de dar gobernabilidad, de construir estabilidad, de generar certidumbre y lograr consensos. Eso es lo que quedaría en cuestión. En definitiva, estaría enviando a la ciudadanía una señal de gobernabilidad muy débil”.
Lo peor, según se evalúa en los partidos, es que ese resultado dejaría abierta aún más la búsqueda de otro proceso constitucional por parte de la centroizquierda, no en este gobierno -que ya ha dicho que no-, pero sí en el próximo, respecto del cual es la derecha la que, según los sondeos, corre con ventaja. De paso, podría romper el fair play instalado durante los 42 días que restan para el plebiscito, desencadenando una batalla de recriminaciones a partir de la misma noche del 17/D. Lo único positivo, se apunta, es que paradójicamente un mal resultado podría facilitar los acuerdos con el centro, ya que un triunfo amplio del ‘A favor’, cosa que se ve inviable, o una aprobación o rechazo por estrecho margen, podrían no ser una buena noticia para Chile Vamos.
El analista político y académico de la Universidad Autónoma Tomás Duval no descarta una posible tentación republicana a adjudicarse el triunfo completo, lo que haría más difíciles los acuerdos intrabloques y hacia afuera. “Un escenario posible -dice- es que los republicanos sigan, en ese caso, en su lógica del camino propio, que les ha dado buenos dividendos electorales”.
2) ¿Una alianza al estilo de la ex Concertación?
En la mira de una parte de Chile Vamos sigue vigente la idea lanzada en estas mismas páginas por el expresidente Sebastián Piñera, en orden a que esa coalición debiera formar una alianza desde los republicanos hasta el centro político, con Demócratas y Amarillos.
A pesar del portazo que recibió, en su entorno se confidencia que no ha abandonado su propuesta, y que así se lo ha manifestado -sin éxito- a algunos de los involucrados, cuyos nombres mantienen en reserva.
En pro de este objetivo y de los resultados del plebiscito, Piñera se ha dedicado a reactivar redes. En sus oficinas de Vitacura -a la que llaman “La Moneda chica”- mantiene reuniones periódicas con distintos actores y de análisis con su círculo más cercano, en el que figuran los exministros Juan José Ossa y Jaime Bellolio, y los ex subsecretarios Máximo Pavez y Alejandro Weber, además de los presidentes de partidos.
El haber reeditado la conjunción de las fuerzas que sustentaron al 62% del rechazo reimpulsó la pregunta sobre si este proceso abre una nueva era en cuanto a la alianza política de derecha. Una idea -hasta ahora circunscrita solo al piñerismo- que ya tiene adeptos. Uno de ellos es el UDI Hernán Larraín, exintegrante de la Comisión de Expertos. “Si se lograra consolidar -plantea- un arco de centro y derecha, puede generarse un escenario importante, porque se podría configurar una alianza que, por su amplitud, pudiera darle dos o tres gobiernos a Chile, tal como lo fue en su momento la exConcertación, que fue una alianza de centro e izquierda”.
El camino no es fácil. El presidente del Partido Republicano, Arturo Squella, sostiene que la disposición de su colectividad es sumar voluntades, pero que “eso no significa que uno tenga que diseñar un modelo de alianza permanente en el tiempo, sino que solo para aquellos desafíos que necesariamente lo justifiquen, como el plebiscito constitucional de diciembre”.
El paso también es complejo para Amarillos y Demócratas, los que no están dispuestos a pactar con republicanos ni a cruzar la línea hacia la derecha, aunque sus detractores dicen que lo hicieron hace tiempo.
Marco Moreno, analista y académico de la Escuela de Gobierno de la U. Central, hace ver que “mientras una parte de la centroizquierda siga vinculada al Frente Amplio, Demócratas y Amarillos van a seguir insistiendo en que hay que construir una oferta para el centro. Y si quieren sobrevivir tienen que apuntar a diferenciarse. No pueden tempranamente amarrarse a las derechas, porque pierden identidad”.
Por otro lado, una alianza explícita de Chile Vamos con Amarillos y Demócratas significaría el quiebre de las derechas y, por tanto, una ruptura entre aliados naturales. Lo mismo que al revés, entre los partidos encabezados por Andrés Jouannet y Ximena Rincón, y la centroizquierda.
El punto de fondo para un parlamentario de Chile Vamos es que las opciones de crecimiento real de esa coalición están hacia el centro, y que va a ser clave en la definición presidencial, especialmente para una Matthei que puede llegar con más facilidad a ese mundo que un Kast.
3) El primer test: municipales y elección de gobernadores
En paralelo a la campaña para el plebiscito, Chile Vamos y republicanos están moviendo ya sus piezas para la elección municipal y de gobernadores de 2024, enfocados en conquistar territorios que marquen la presidencial. En los partidos plantean que esta negociación, hasta ahora, va por cuerdas separadas del resultado del plebiscito de diciembre, aunque admiten que todo puede variar, dependiendo de lo que pase ese día.
El plan republicano está en rodaje desde hace meses, conscientes de que gran parte de sus figuras están inhabilitadas para postular, por haber sido parte del Consejo Constitucional. El reclutamiento está a cargo de Macarena Bravo, prosecretaria del partido y coordinadora de las municipales. Ella es quien recorre el país, participa en reuniones y filtra a los posibles candidatos.
La exigencia que fijó Kast, según revela una fuente interna, es que cada uno de los postulantes debe pasar todas las barreras en materia de probidad, pues no quiere arriesgar su campaña a la Presidencia con un escándalo al estilo de Democracia Viva.
Por otro lado, ya comunicaron a Chile Vamos que van con lista separada en concejales y cores, donde se va a desatar la verdadera competencia, y que están dispuestos a una suerte de pacto por omisión en las de alcaldes y gobiernos regionales.
“En ningún caso vamos a permitir que la izquierda gane, producto de una competencia generada entre dos candidatos de derecha. Entonces, en eso tiene que haber una coordinación. Estoy hablando de la elección de alcaldes y gobernadores, no de las de concejales y cores, donde se compite por lista, porque ahí nuestra decisión es llevar una nómina propia”, señala el timonel republicano, Arturo Squella.
El propio Kast ha tenido una serie de reuniones reservadas con dirigentes de Chile Vamos para actuar en conjunto, al menos en las uninominales de alcaldes y gobernadores.
El objetivo apunta a asegurar las alcaldías consideradas “bastiones de la derecha”, como Las Condes y Vitacura, y mantener a un representante del sector en aquellas donde hay un alcalde de Chile Vamos que no puede ir a la reelección, como Puente Alto y La Florida, con Rodolfo Carter y Germán Codina. En la mira está también recuperar Santiago, donde Chile Vamos sondeó al exalcalde Felipe Alessandri, además de otras como Recoleta, Ñuñoa y Viña del Mar.
Chile Vamos ya empezó a aplicar encuestas en comunas como Viña del Mar, San Antonio y Quilpué, mientras busca figuras para las gobernaciones. El nombre del exministro Rodrigo Delgado, por ejemplo, ha sido mencionado para la Región Metropolitana, que encabeza el ex DC Claudio Orrego. En aquellas zonas en que no haya un abanderado claro, la idea es zanjar el punto a través de primarias.
En este mapa, un virtual apoyo por “omisión” de algunas figuras de Amarillos y Demócratas es bien visto por algunos en Chile Vamos. No así por republicanos, que no solo estima poco probable la cesión de espacios, sino que prefiere separar los acuerdos alcanzados con ellos en materia constitucional, de la elección de quienes podrían encabezar las alcaldías y los gobiernos locales, por lo que el test de la municipal todavía está abierto.
4) La incipiente carrera por La Moneda
La disputa presidencial es la más compleja para Chile Vamos y republicanos. Es ahí donde ambos bloques prevén un choque frontal entre las dos derechas, encabezadas -además- por dos figuras fuertes y curtidas en política, como Matthei y Kast. Hasta ahora, la alcaldesa aparece como la mejor posicionada en las encuestas. El último sondeo de Pulso Ciudadano la ubica con un 18,8% de las preferencias, frente a un 14% de Kast.
El resultado del 17/D aparece como un punto relevante en el cariz que tome esa contienda. Entre los analistas cunde la percepción de que tras el referéndum esta se desatará, especialmente ante brechas amplias de triunfo del ‘A favor’ o el ‘En Contra’.
La apuesta en Chile Vamos es que Matthei va a lograr distanciarse significativamente del exdiputado cuando se acerque la contienda 2025, pues confían en que la edil concentre el voto anti-Kast, tal como lo hizo con éxito Gabriel Boric en la presidencial pasada.
En este contexto, el Partido Republicano ya empezó a marcar posiciones. “No está en nuestros planes participar como partido en primarias presidenciales, por lo que probablemente iremos directo a una primera vuelta electoral”, afirma Arturo Squella.
En el círculo de Matthei se afirma que la edil no ha tomado todavía una definición. Incluso, se confidenció que causaron sorpresa y cierto malestar las declaraciones del alcalde Rodolfo Carter, quien también tiene aspiraciones a la Presidencia, cuando afirmó a este diario que “entiendo que la alcaldesa Matthei no quiere primarias”.
Marco Moreno, analista y académico de la Escuela de Gobierno y Comunicaciones de la U. Central, augura que la disputa presidencial se va a abrir inmediatamente después del 17/D. “Kast va a ser candidato a todo evento. Y si Matthei compite en primarias con otro abanderado de su sector, sin duda, que ese proceso va a derivar en tensiones, mientras Kast -con un discurso crítico desde afuera- va a aprovechar ese tiempo para seguir corriendo solo”, puntualiza.
Hace ver que si pierde el ‘A favor’, no es descartable que los republicanos responsabilicen a Matthei por haber dicho que no pondría su capital político para aprobar la Constitución y por haberse subido tardíamente y con reparos a esa opción. Y que, por su parte, los partidarios de Matthei hagan lo propio con republicanos, por la intransigencia a hacer concesiones para contar con un texto constitucional que dejara atrás la Constitución del 80.
Por ahora, ambos están administrando en forma distinta sus estrategias y ninguno participará en la franja.
El diseño de Matthei y su equipo es continuar con sus labores de alcaldesa, sin acelerar una carrera que es de largo aliento.
Kast, en cambio, está aprovechando todos los espacios. Reuniéndose con distintos grupos, especialmente en regiones, y tomándose selfies con quienes se lo pidan. ¿Su objetivo? Difundir el texto constitucional. Pero sus detractores observan el despliegue como el inicio de su precampaña electoral hacia La Moneda.