Fidel Arenas dice que fue Dios el que lo desafió a asumir su candidatura a diputado por Arica. “Fue una experiencia subjetiva, sentí en lo profundo de mi corazón una voz interna”, confiesa el presbítero de las Iglesias del Nazareno, entidad evangélica de la que es pastor hace 38 años. En concreto, el candidato presidencial José Antonio Kast le ofreció el cupo hace dos meses y medio a través de una llamada telefónica. “Será la elección con más candidatos evangélicos, porque tenemos que defender los valores cristianos”, apuesta.
Arenas afirma que tiene 44 pastores evangélicos involucrados en su campaña y que cada uno, en promedio, posee influencia sobre 80 personas. “En Arica hay 20 mil personas evangélicas y mi objetivo es conquistar a la mitad. De todas formas, entiendo que mis ‘ovejas’ tengan distintas miradas. Estoy tratando de no mezclar mis dos funciones”, admite el pastor, quien fue invitado a participar como independiente por el Partido Republicano (PR) en la lista del Frente Social Cristiano: el pacto que unió al PR junto al Partido Conservador Cristiano (PCC). La alianza se formalizó el 6 de agosto y permitió a ambos partidos presentar candidaturas independientes, como la de Arenas.
En el Frente Social Cristiano hay 30 candidatos que pertenecen a alguna iglesia cristiana, según estadísticas que maneja el sector. “Incluir al pueblo evangélico no es una estrategia, es una convicción. Siempre hemos trabajado en conjunto y tenemos muchas coincidencias. El llamado es a jugársela por esas convicciones y votar por los candidatos que defienden esas ideas”, declara por escrito José Antonio Kast, quien fue el único candidato presidencial que estuvo presente en el tedeum de septiembre. “Los invitamos a todos y fue el único que llegó. Nos sorprendió”, admite Alfred Cooper, representante protocolar de las Iglesias Evangélicas y Protestantes.
Las negociaciones entre el Partido Republicano y el Partido Conservador Cristiano no fueron rápidas. Antes, una parte del mundo evangélico intentó levantar la candidatura presidencial de Abraham Larrondo, quien participa en política desde hace 30 años. En un comienzo, trabajó junto a Renovación Nacional y luego buscó impulsar su postulación a la presidencia. Pero en esta oportunidad, al igual que en 2017, no logró reunir las firmas. Hoy es candidato independiente por el PPC a senador en el Biobío y comparte lista con Antaris Varela, la presidenta del partido, quien trabajó como asesora de José Antonio Kast entre 2016 y 2019 en temas de ciencia y familia. “Vimos que no había candidatos evangélicos en las comunas más cristianas de Chile. Queremos ser un aporte para que nuestro país sea bendecido y ser influencia en la toma de decisiones”, dice la pastora misionera, quien agarró notoriedad pública en 2011, tras encarar al Presidente Sebastián Piñera cuando anunció el Acuerdo de Unión Civil (AUC).
El Partido Conservador Cristiano cuenta con cuatro mil militantes en cuatro regiones: Ñuble, Biobío, La Araucanía y Magallanes. “Son regiones con mucha presencia cristiana”, detalla Varela. Para cerrar el pacto, Kast prometió respaldar la campaña senatorial de Varela y Larrondo en el Biobío. Además, decidieron no presentar candidaturas a diputados en los distritos 13 y 20. ¿El motivo? Apoyar las postulaciones de tres diputados de Renovación Nacional que forman parte del mundo evangélico. “En esos distritos en particular, a petición del Partido Conservador Cristiano, nos omitimos. Era parte de la conversación para llegar a acuerdo y así se hizo”, explica Magdalena Moncada, jefa programática de la campaña de José Antonio Kast.
En el distrito 13 se repostuló Eduardo Durán Salinas (RN), hijo del exobispo evangélico Eduardo Durán Castro, quien fue investigado por presunto lavado de activos. Mientras que en el distrito 20 están Francesca Muñoz, quien también fue asesorada por Antaris Varela (RN), y Leonidas Romero (RN). Este último apoya la candidatura de José Antonio Kast desde el comienzo de la campaña. “¿Cómo vamos a estar con Boric, con Provoste o con Sichel? Están en contra de todo lo que creemos”, manifiesta el diputado RN.
El despertar político
Según la Encuesta Nacional Bicentenario de la Universidad Católica, realizada en 2019, el 18% de la población chilena profesa la religión evangélica. Alfred Cooper, representante protocolar de ese credo, detalla que en el mundo evangélico se habla de que hay un universo de 1.200.000 votos posibles. “No se sabe cuántos votarán, pero la participación política ha aumentado cada vez más entre los evangélicos. Los que más se hacen notar son los que apoyan a Kast. Hay una fuerza muy activa dentro del mundo evangélico levantándose para conquistar votos”, afirma Cooper, quien fue capellán de la Iglesia Evangélica en el primer gobierno de Piñera.
En la elección presidencial pasada un tercio de los votantes evangélicos optó por José Antonio Kast, quien obtuvo el 7,93% de los votos (523.375 sufragios). Así lo concluyó la investigación “¡Vamos a votar! La fuerza movilizadora detrás del voto evangélico”, que realizó la cientista política Danissa Contreras. El acercamiento del exdiputado UDI, entonces, apuntaría a conquistar a esos dos tercios que no le dieron su voto.
Cristián Valdivieso, director de Criteria, respalda el análisis: “Si se compara a los evangélicos con los católicos y los laicos, los evangélicos son quienes más apoyan a Kast en proporción. Tiene más reconocimiento y más valoración en ese mundo, por una dimensión valórica. Pero decir que todos los evangélicos votan por Kast sería un error tremendo, porque representan a un porcentaje muy alto de la población y hay variedad de pensamiento”.
Algo en lo que coinciden todos es que el voto y la participación evangélica han aumentado en el último tiempo. “Antiguamente hubo un adoctrinamiento en las iglesias evangélicas en las que se enseñó que la política era algo malo. Incluso el voto no era algo tan bien visto. Pero cuando empezó a avanzar la agenda de género, el mundo cristiano se activó políticamente en forma de defensa y ahí entró Kast en el juego y aumentó la participación política desde 2017″, explica Contreras.
El paso a la política fue escalonado. Las primeras quejas del mundo evangélico, explica Abraham Larrondo, pueden encontrarse en los gobiernos de la Concertación: “Desde Lagos en adelante se comenzaron a promulgar leyes con espíritu engañador, de división y de odio. Como las asociadas a la familia, al derecho a la vida, o a la ideología de género, que no es otra cosa que una revolución sexual. Un triunfo hasta aquí del ateísmo. Esta es la explicación del crecimiento de Kast y el de nuestro apoyo”, asegura. El mismo Larrondo agrega que “Sichel perdió todo su capital por su ambigüedad en temas valóricos. Hoy la derecha liberal es la izquierda ‘progre’. Es una muestra de que un sector se liberalizó, una élite”.
María Gatica, vicepresidenta del Partido Republicano, candidata a senadora por la Región Metropolitana y miembro de la Iglesia Metodista Pentecostal de Chile, explica así esta transición de los cultos a las elecciones. “Había una inquietud desde la hermandad, porque queremos participar en la política, porque la política entró a la Iglesia. Empezaron con leyes que nos afectan directamente y se olvidaron de cosas de sentido común, como que el matrimonio tiene que ser entre un hombre y una mujer”, asegura Gatica.
Esa impronta no es rara, según explica Isabel Castillo, doctora en Ciencia Política de la Universidad de Northwestern: “El perfil más reconocible en los evangélicos es el que está centrado en la agenda moral, más allá de si son de izquierda o de derecha. Temas como la familia, el aborto, la educación sexual, la identidad de género. Todas esas cosas que se han estado discutiendo y contra las que los evangélicos se han ido movilizando. Y en esa agenda coinciden con Kast”. Con esa intención, el Frente Social Cristiano logró levantar candidaturas evangélicas en más de 17 distritos.
Los otros evangélicos
Dentro de los cristianos también hay facciones menos conservadoras, acota la académica Danissa Contreras: “En líneas generales, las iglesias protestantes más tradicionales, como luteranos y anglicanos, tienden a tener posiciones más ‘progresistas’ que las de las iglesias pentecostales, que tienden a ser más conservadoras y más masivas. Algunos expertos estiman que el 80% de los fieles evangélicos pertenece al mundo pentecostal”.
Esas diferencias políticas también han provocado fricciones. Por ejemplo, antes del plebiscito del 25 de octubre, un grupo de cristianos formó el colectivo Evangélicos por el Apruebo. Eso sí, Sonia Rodríguez, vocera de ese movimiento, admite que son una minoría dentro de ese credo.
El espacio reducido que ocupan agrupaciones como la de Rodríguez tiene una explicación histórica: hace mucho que la centroizquierda dejó de prestarle atención al mundo cristiano. “Quizás se deba a prejuicios. Quizás algunos sectores en la izquierda se creyeron la idea que instaló la derecha de que los evangélicos votan por ellos y, tal vez, porque hay un desconocimiento sobre cómo funcionan las iglesias desde el punto de vista comunitario”, reconoce el diputado Pablo Vidal, de Nuevo Trato, quien, además, es hijo de un pastor de la Iglesia Pentecostal. El mismo parlamentario mira con sospecha los acercamientos de Kast: “Es un político que hace utilización de la fe del mundo evangélico para tratar de engatusar a esas personas y hacerlos votar por sus candidatos”.
Ahora, quizás muy tarde, hay candidaturas que intentan llenar ese vacío. El martes, Yasna Provoste se reunió con la mesa ampliada de Iglesias Evangélicas para escuchar sus demandas. Eso sí, no hubo promesas de apoyo desde ninguna de las partes. “Valoramos el compromiso, la disposición del diálogo y la dilatada experiencia de la candidata Provoste, quien escuchó con respeto nuestro rol como entidades religiosas, con una conducta diferente de las candidaturas que pretenden utilizar políticamente la fe del pueblo evangélico”, comentó después Verónica Galland, vocera de la mesa ampliada de Iglesias Evangélicas.
El gesto, como todo en política, no fue una casualidad. Lo entiende muy bien Pablo Vidal, que no quiere cederle los votos evangélicos a José Antonio Kast sin dar pelea: “No hay ninguna elección en los últimos 25 años en Chile en que no haya sido clave la participación del mundo evangélico, porque estamos hablando de un quinto de la población. Por supuesto que quienes tengan mayor capacidad de hablarle a ese mundo, y de empatizar con sus necesidades, tienen una ventaja”.