El martes, a las 13.43 horas, 88 minutos después de lo programado, un agobiado Gabriel Boric comenzaba a hablar sobre lo que segundos antes se había producido. Acusado el profundo golpe que le dio el Rechazo, el Presidente cambió el diseño de su gobierno e instaló al mando de la conducción política a dos figuras que representan el ADN del Socialismo Democrático: Carolina Tohá (PPD), en Interior, y Ana Lya Uriarte (PS), en la Segpres. Atrás quedó su apuesta original: una emocionada Izkia Siches dejaba La Moneda y Giorgio Jackson, su alter ego político, salía de su cargo para desembarcar en Desarrollo Social. La imagen estaba llena de símbolos. Como bien dijo un senador del oficialismo, parecía acabar la tesis del reemplazo -la estrategia con que el Frente Amplio habría llegado al poder- y asomaba la del desplazo. La generación que irrumpió con fuerza por la izquierda cargada de un discurso denostativo hacia las dirigencias políticas de la ex Concertación y Nueva Mayoría recurría ahora, a vista de comunistas, frenteamplistas y más, a dos figuras emblemáticas de las antiguas castas -bacheletismo y laguismo- para reconducir su gobierno y lograr un despegue.

Boric estaba complicado. Tanto así que intentó mandar el mensaje a la izquierda y al PC de que no había modificaciones en su programa por el cambio de diseño. Intentando autoexplicar su cambio de piezas, parafraseó a Gramsci, cuando advirtió que “como dijo un viejo militante, ser un adelantado a tu época en política es una forma elegante de estar equivocado”.

La frase del Mandatario es una interpretación de las ideas del filósofo marxista italiano -uno de sus máximos referentes intelectuales-, que dirigía esos conceptos hacia el revolucionario ruso León Trotsky. La cita hizo recordar a los militantes de la Izquierda Autónoma de los tiempos cuando Boric daba sus primeros pasos en la política en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. En el movimiento universitario usaban esa frase para poner frenos cuando los objetivos futuros entrampaban el trabajo diario. “Lo decíamos cuando nos íbamos en la volá. Si miras el futuro, tienes que saber qué paso real dar hoy para ese futuro”, recuerda uno de los amigos cercanos al Presidente en la época universitaria. También usaban el concepto cuando tuvieron que tomar decisiones “más moderadas”, por las que eran tratados de amarillos por parte del PC y otros sectores de la izquierda, varios de los cuales esta semana manifestaron internamente su disconformidad con el giro hacia la centroizquierda en el ordenamiento del gobierno.

El Presidente y la ministra Carolina Tohá abrazan a Izkia Siches en el cambio de gabinete.

Apuesta personal

Las críticas más inmediatas también surgieron por las formas y los errores que se cometieron el martes: el más importante de ellos, el frustrado traspaso del historiador Nicolás Cataldo (PC) -muy cercano a Boric- desde la Subsecretaría de Educación a la Subsecretaría de Interior, que implicaba que el socialista Manuel Monsalve llegara a liderar la Segpres. Pero sus dichos en redes sociales contra Carabineros hicieron que Cataldo perdiera su lugar en el nuevo diseño del gobierno y terminara reubicado en la Subdere ante las presiones comunistas, lo que también trajo consecuencias: Miguel Crispi (RD) pasó al Segundo Piso y acrecentó la molestia en el ala frenteamplista.

Más allá de Cataldo, el ejemplo más claro de un giro es el nombramiento de Tohá, quien se convirtió en una voz importante en los últimos meses para el Presidente y con quien se reunió a solo días del cambio de gabinete. La exalcaldesa de Santiago es muy cercana a amigos y consejeros de confianza de Boric, como el exministro socialista Luis Maira, el exconvencional Patricio Fernández, el ministro Mario Marcel, el senador Ricardo Lagos Weber (PPD) y el presidente del Senado, Álvaro Elizalde (PS), quien poco a poco se ha ganado un espacio en la intimidad de La Moneda. Además, el Mandatario visitó semanalmente al expresidente Ricardo Lagos en agosto y desde el inicio de su gestión conversa telefónicamente con frecuencia con la expresidenta Michelle Bachelet. Ana Lya Uriarte, por su parte, también hablaba con regularidad con Boric antes de entrar al gobierno como jefa de gabinete de la exministra Siches.

Así, la figura de Tohá empezó a tomar fuerza para un nuevo gabinete. De hecho, la ministra Antonia Orellana (Convergencia Social) -quien cumplió un rol de articulación con los partidos durante la campaña- propuso a Tohá como una de las voceras del Apruebo, lo que finalmente fue desistido, por las resistencias que generaba por los aportes de SQM que recibió el PPD cuando ella lo presidía y también por su rol como alcaldesa. Las críticas no eran nuevas, de hecho, el mismo Boric se había sumado a ellas en el pasado:

“Y Carolina Tohá desalojó el Instituto Nacional. El diálogo duró sólo mientras fue candidata. El doble estándar progresista. Mi apoyo a estudiantes”, escribió Boric el 13 de junio de 2014. Años después, el 31 de agosto de 2017 expresó: “No entiendo a la izquierda que celebra a Bachelet por cambio de gabinete, si en reemplazo puso la esencia de la Concertación”.

Pero más allá de frases antiguas, apenas el Presidente fue electo entendió que para gobernar debía hacerse cargo de las dos coaliciones que lo habían apoyado en la campaña. Dos coaliciones que en el diseño original fueron ordenadas en un desequilibrio que hoy le pasó la cuenta.

El Presidente junto a las ministras Carolina Tohá y Ana Lya Uriarte.

“El vagón de cola”

El 21 de noviembre del año pasado el entonces presidente del Partido Socialista, Álvaro Elizalde -hoy convertido en un aliado de confianza para el Presidente-, decidió dar un paso al frente al apoyar a Gabriel Boric, “sin condiciones, ni negociaciones”, para la segunda vuelta presidencial. Lo mismo terminaron haciendo los partidos que hoy componen el Socialismo Democrático.

Cercanos al Presidente aseguran que ese fue el momento clave en que el Frente Amplio debió debatirse entre integrar o no a la ex Concertación, idea que a varios integrantes del Frente Amplio, incluido Giorgio Jackson, no les gustaba. Antes ya habían interactuado para hacer primarias en conjunto, pero desde la coalición de Boric vetaron al PPD de la negociación, lo que bajó las intenciones.

Pese a los apoyos, la coalición del Presidente mantuvo distancia en la campaña y la coordinación nunca fue conjunta. Recién el 19 de diciembre, en el Hotel Fundador, todos los partidos del Socialismo Democrático llegaron a apoyar a Boric luego de que se impusiera en la elección presidencial, pero ni los festejos fueron en conjunto. Desde ahí el debate se instaló en el comando que denominaron “La Moneda Chica”. Mientras Boric recogía consejos sobre su primer diseño de gabinete, Giorgio Jackson promovía la tesis de los anillos concéntricos: incorporar a otros partidos, pero que el círculo más cercano al “corazón” del gobierno estuviera compuesto por los integrantes iniciales, es decir, Apruebo Dignidad. En todo caso, en el Socialismo Democrático tampoco estaba claro si era una buena idea entrar al gobierno desde el principio.

Así lo cuenta un dirigente del Socialismo Democrático: “En varias conversaciones nosotros planteamos que quizás era mejor no ser el vagón de cola del tren y mantenerse afuera hasta el segundo tiempo, cuando podríamos haber llegado como héroes. Era obvio que nos iban a necesitar en algún momento, pero las cosas pasaron de manera diferente”.

En ese debate el PS se vio contra las cuerdas, ya que parte de su militancia había participado activamente en la campaña, como Maya Fernández, Carlos Montes y Paula Narváez, y era muy probable que ingresaran al gobierno, lo que complejizaba los pasos a seguir. Y ante los temores de posibles fracturas, optaron por alinearse. Eso sí, con una condición: o todos o ninguno.

En ese contexto, el Presidente decidió formar a su primer gabinete con integrantes de las dos coaliciones, pero con un comité político integrado por su círculo más cercano -Giorgio Jackson, Camila Vallejo, Izkia Siches, Antonia Orellana y Mario Marcel-. No era la teoría los anillos, pero se parecía a eso.

Hubo dos sensaciones. En Apruebo Dignidad, algunos sectores dijeron que el PS salió ganando con sus ministerios (Hacienda, Cancillería, Vivienda y Defensa). “No sabía que Apruebo Dignidad tenía un acuerdo con la ex Concertación, entonces me sorprendí un poco, pero bueno, no puede uno menos que felicitar al Partido Socialista, qué manera de ganar perdiendo”, dijo el exconvencional Hugo Gutiérrez (PC). Mientras que en el Socialismo Democrático tampoco quedaron conformes, porque alegaron que los ministros no necesariamente representaban la esencia de los partidos, por lo que no se sintieron realmente integrados. Peor aún fue cuando los primeros gestos del gobierno solo dejaron en evidencia algo que ya presagiaban, según cuentan dirigentes de los partidos oficialistas: que no habían llegado a la toma de decisiones ni al “corazón de La Moneda” y que eso se reflejó desde las primeras crisis políticas del gobierno, como la discusión del quinto retiro o la del estado de excepción en la Macrozona Sur.

Un ejemplo de eso es que recién el 4 de junio se produjo la primera reunión entre las directivas de las dos coaliciones de gobierno fuera de La Moneda, a raíz de la campaña. Fue en la sede de Convergencia Social. “Un gusto conocerlos personalmente”, bromeó un dirigente del PPD. En todo caso, las gestiones no fueron suficientes y los representantes del Socialismo Democrático optaron por dividir las campañas de cara al plebiscito de salida.

Luego las tensiones vendrían por los acuerdos de reformas al texto constitucional y se intensificaron por las presiones para entrar en el nuevo diseño del gobierno si es que venía una derrota del Apruebo. Todo eso, sumado a una crisis en la que el cambio de gabinete era cosa de días: en los 10 días antes del plebiscito Izkia Siches tuvo una sincera conversación con el Presidente, en que la exministra le confesó que estaba dispuesta hacer lo que fuera conveniente para el gobierno y salir del gabinete. No fue la primera vez que se lo decía, en crisis anteriores ya había puesto su cargo a disposición del Mandatario.

Con Giorgio Jackson fue diferente, por la relación de antigüedad que tiene con Boric. Fueron varias las conversaciones entre ambos sobre su futuro en el gobierno y poco a poco se empezó a delinear su traspaso a Desarrollo Social, un ministerio ubicado en La Moneda, donde puede seguir teniendo injerencia en la toma de decisiones. Su salida de la Segpres era un secreto a voces, y así lo exigieron varios en el oficialismo y en la oposición, desde el 3 de agosto, cuando declaró que “nuestra escala de valores y principios en torno a la política no solo dista del gobierno anterior, sino que frente a una generación que nos antecedió”.

Cambiar a Siches y a Jackson fue esa decisión que el Presidente calificó como uno de los momentos más difíciles y dolorosos de su carrera política.

El gabinete renovado.

La hora del cambio

El martes, a las 9.00, fueron citados a La Moneda los jefes de cartera que no seguirían en el gobierno. “¿Por qué nunca nos dijeron que lo estábamos haciendo mal?”, preguntaron los ahora exministros de Energía, Claudio Huepe (CS), y el de Ciencias, Flavio Salazar (PC), quienes fueron reemplazados por Diego Pardow y Silvia Díaz -cercana a Guido Girardi-, respectivamente. El otro cambio fue en Salud: la ministra Ximena Aguilera llegó en lugar de Begoña Yarza. Todos esperaron emocionados el cambio en el Salón Montt Varas, donde Salazar era uno de los más afectados y lloraba por dejar su cargo.

En el mismo lugar estaba el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, junto a Nicolás Cataldo, el protagonista de la jornada. “Esto es histórico”, se decían, mientras se abrazaban y fotografiaban para despedirse, porque Cataldo pasaba a Interior. Pero pocos minutos después el Presidente llamó a Ana Lya Uriarte a su oficina para pedirle que asumiera en la Segpres e informarle que Monsalve se mantendría en su lugar. Uriarte puso un solo “pero”: bromeó con que no estaba vestida para la ocasión.

El golpe de lo que pasó ese día fue muy duro para el Presidente. Fue suya la decisión de nombrar a Cataldo, a quien considera de su máxima confianza, y en La Moneda fue un día de culpas cruzadas: algunos responsabilizaron a los asesores del Presidente y otros a la Secom, por no haber previsto el revuelo que se armaría con sus tuits. En paralelo, el presidente del PC, Guillermo Teillier, reclamaba que le parecía insólita la decisión con su compañero de partido, quejas que tuvieron efecto en el anuncio de subsecretarías, en el que se comunicó que Cataldo llegaba a la Subdere. Además, el PC logró que la ministra del Trabajo, Jeannette Jara, entrara al comité político. Así quedan aún más equilibrados los asientos en la mesa: tres de Apruebo Dignidad (Jara, Camila Vallejo y Orellana) y tres del Socialismo Democrático (Tohá, Mario Marcel y Uriarte). De todas maneras, en RD no quedaron conformes con su salida de ese espacio y buscan ingresar a través de ministro Jackson o del ahora asesor Miguel Crispi.

Corridos los días, el balance de lo que había sucedido no fue mejor entre los partidos del gobierno. Dirigentes de ambas coaliciones aseguran que el Presidente nuevamente quiso hacer los ajustes a su manera, sin necesariamente escuchar las intenciones de los partidos políticos, lo que también tiene sus desventajas. “Está tomando muchos riesgos, puede quedar solo”, advierte un integrante de una directiva del Socialismo Democrático.

Y Boric decidió responder a esos ruidos el viernes en su primer consejo de gabinete con elenco renovado: “No estamos gobernando para los partidos, estamos gobernando para Chile”, dijo el Mandatario, flanqueado ahora por Carolina Tohá a un lado y Ana Lya Uriarte, al otro.