En 1939, después de la guerra civil española (1936-1939), toda la derecha del país se agrupó en el franquismo. A los carlistas, los falangistas, los católicos de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) y los monárquicos se unió el resto de las derechas republicanas.

Así, el franquismo logró aglutinar a todo el sector, y antes del Concilio Vaticano II (1962-1965) no existía una oposición política de derecha a Francisco Franco. Sin embargo, tras la muerte del dictador en 1975, las derechas españolas empezaron a diferenciarse y terminaron agrupadas en tres grandes partidos políticos: Fuerza Nueva (FN), Alianza Popular (AP) y Unión de Centro Democrático (UCD).

En las primeras elecciones, la UCD quedó a la cabeza con más de seis millones de votos, mientras que Alianza Popular obtuvo un millón y medio, y Fuerza Nueva no logró superar los 400 mil. Entonces, FN representaba a la extrema derecha, mientras que AP al franquismo mayoritario, al agrupar a seis asociaciones encabezadas por ministros de Franco y una liderada por un exdirector general de cultura. La UCD, en tanto, representaba al franquismo crítico o “reformista”, en alianza con pequeños grupos de oposición, principalmente democratacristianos, además de políticos que se definían como socialdemócratas y liberales.

El presidente del PP, Pablo Casado, y la presidenta de la Comunidad de Madrid y candidata a la reelección, Isabel Díaz Ayuso, participan en un acto de campaña, el 23 de abril de 2021, en Pozuelo de Alarcón, Madrid. Foto: Europa Press

Sin embargo, la UCD solo duró cinco años. En 1982 perdieron 157 parlamentarios, quedando solo con 11 tras obtener un millón y medio de votos. Entonces, el expresidente Adolfo Suárez creó el Centro Democrático y Social, que ya en 1982 obtuvo 600 mil votos y dos escaños, que subieron a 19 y un millón y medio de sufragios en las elecciones de 1986. Sin embargo, los conflictos internos volvieron a reducirlos a 14 escaños en 1989, y en 1993 los perdieron todos. Finalmente, en 2006 termina integrándose oficialmente al Partido Popular (PP), fundado en 1989.

Esta formación surgió luego de que la Alianza Popular cambiara su nombre, y los cinco millones de votantes se convirtieron en el doble con José María Aznar, que llegó al gobierno con minoría en 1996, y con mayoría absoluta en 2000. Así, los votos y los partidos de la derecha terminaron nuevamente aglutinados en el partido conservador.

Dos décadas después, la historia parece repetirse, lo que se atribuye en gran parte al fenómeno de Isabel Díaz Ayuso, de 42 años. Desde el comienzo de la campaña para las elecciones madrileñas, la estrategia de la política del PP, que preside la Comunidad de Madrid desde agosto de 2019, fue la de presentarse como una “alternativa” real al Presidente socialista Pedro Sánchez desde Madrid.

El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ofrecen una conferencia de prensa en Madrid, el 21 de septiembre de 2020. Foto: Europa Press

Con su discurso, en el que muchas veces discrepaba con las posturas de su propio partido, logró captar a la mayoría de los electores de Ciudadanos, y a un número importante de votantes de Vox, de extrema derecha.

Esta transversalidad lograda por Díaz Ayuso se ha visto reflejada también en las encuestas. Un sondeo de la consultora GAD3 publicado hace dos semanas por el diario ABC muestra un gran crecimiento del PP, situándolo en la mayoría absoluta para gobernar junto a Vox, con 176 escaños.

De acuerdo con esta encuesta, la formación presidida por Pablo Casado consolidaría su ascenso y ganaría 50 diputados, obteniendo un total de 139, uno más que en mayo. La formación de Santiago Abascal, por su parte, perdería 15 escaños y alcanzaría 37, una leve baja frente a los 40 que le adjudicaba la misma encuesta en mayo. Pese a este revés, Vox aún se mantendría por encima de los 24 escaños con los que irrumpieron en el Congreso español en abril de 2019.

Sin embargo, esto confirma que los votantes conservadores siguen apostando por el Partido Popular, y Casado como su líder, como la opción más segura para sacar a Pedro Sánchez de La Moncloa.

Isabel Díaz Ayuso celebra su victoria en las elecciones regionales de Madrid en la sede del PP, el 4 de mayo de 2021. Foto: AFP

La mayoría absoluta de los 176 diputados podría llegar a crecer hasta cerca de los 190 si el PP y Vox logran acuerdos con partidos más pequeños. Por ejemplo, el partido de Casado podría quedarse con los dos escaños que GAD3 entrega a Navarra Suma -una coalición electoral de la Unión del Pueblo Navarro, Ciudadanos y el Partido Popular de Navarra- y lograr pactos con el Partido Nacionalista Vasco, que según el mismo sondeo mantendría sus actuales seis diputados.

De hecho, aunque es el mejor momento para la derecha española en las encuestas en los últimos tres años, el sector no enfrenta la mejor situación interna. La formación de Abascal ya habla abiertamente de una ruptura con el PP, y han amenazado con dejar de apoyar algunas de sus iniciativas parlamentarias.

Las relaciones entre ambos partidos están tensas desde la moción de censura a Pedro Sánchez, en la que Casado, además de votar en contra, se lanzó contra Abascal. Así, la permanente tensión entre ambos convive con una mutua dependencia, lo que los obliga a tener una buena relación. Actualmente tienen acuerdos de gobierno en Andalucía, Murcia y Madrid. Su adversario común es Sánchez, a quien esperan derrotar en las próximas elecciones generales, previstas para noviembre de 2023.

Isabel Díaz Ayuso saluda antes de pronunciar un discurso durante el cierre de campaña para las elecciones regionales de Madrid, el 2 de mayo de 2021. Foto: AFP

Sin embargo, algunos analistas ven estos números con precaución. “Hay que matizar el triunfo de la derecha en España. La derecha no gobierna en el país, y el resultado al que hacía referencia (de las elecciones en la comunidad de Madrid) se debe a que el descontento contra la situación generada por la pandemia ha sido interpretado en clave contra el gobierno de la nación”, explica a La Tercera Paloma Román, directora de la Escuela de Gobierno de la Universidad Complutense de Madrid. “Pero las propias encuestas no ofrecen hasta el momento una clave de que pudiesen ganar unas elecciones generales al día de hoy”, advierte.

El caso chileno

Pese a los matices, la derecha en Chile está observando la experiencia española. “Siempre estamos mirando la experiencia internacional. En el caso español, destaco especialmente el liderazgo de Isabel Díaz Ayuso”, dice a La Tercera Constanza Hube, abogada constitucionalista y constituyente por la Unión Demócrata Independiente (UDI).

“Más que ser observadores de la experiencia española, nos relacionamos activamente con Vox de España y su líder, Santiago Abascal. Desde la fundación de nuestro partido, hemos coincidido en foros, acuerdos e iniciativas conjuntas. Somos partidos hermanos y compartimos objetivos y un ideario común”, señala José Antonio Kast, candidato presidencial y líder del Partido Republicano.

Precandidatos presidenciales de Chile Vamos participan de un debate televisivo de cara a las primarias. Foto: Twitter.

“Nosotros hemos mantenido un contacto muy activo con la gente del Partido Popular, básicamente para conocer en detalle lo que fue la experiencia en Madrid con Isabel Díaz Ayuso”, dice Diego Schalper, diputado y secretario general de Renovación Nacional (RN), quien asegura que el sector debe “abandonar esta idea de que ser de derecha es sinónimo de resguardar lo que hay, pero, al mismo tiempo, también desafiar esa idea de que solo es posible cambiar con cambios radicales”. “Hay que apostar por cambios prudenciales, por cambios moderados, y lo más importante de todo, por cambios que no sacrifiquen la libertad”, dice.

Schalper ejemplifica señalando que “la izquierda te dice ‘mire, yo le voy a dar a usted mejor educación, pero no va a poder escoger la educación de sus hijos’. Nosotros lo que tenemos que proponer es cambios con libertad, y esa es la gran diferencia y me parece que en eso, además de interpelaciones directas a las inconsistencias de la izquierda, creo que es un modelo muy interesante el Partido Popular español”.

Sin embargo, pese a que existe un objetivo común, hay diferencias sobre cómo lograrlo. “La única manera de fortalecer a la derecha es que los partidos de derecha empiecen a defender y promover sus ideas y convicciones como lo hace el Partido Republicano. La falta de identidad y la confusión en la derecha acomplejada que compone Chile Vamos es la responsable de la falta de identidad existente”, asegura Kast.

En cuanto a aglutinar a la derecha bajo un solo partido, Hube no piensa “que esa sea la fórmula adecuada”. “Para tener una democracia sana, se requiere fortalecer los partidos políticos. El gran problema que tenemos en Chile es que tenemos un sistema electoral que ha generado fragmentación”, asegura.

Los dirigentes de Chile Vamos junto a José Antonio Kast tras inscribir el pacto para constituyentes.

“Yo creo que hay que mirar la idiosincrasia de los países. Esos países son de partidos únicos, normalmente porque rigen sistemas parlamentarios, con lógicas normalmente mayoritarias y de concentración de votos. En un país como el nuestro, donde lo que hay es un sistema proporcional, lo que suele construirse son coaliciones. Ahora, yo creo que francamente un país como el nuestro, que aspira a tener mayores niveles de gobernabilidad y mayores niveles de estabilidad, tiene que optar por sistemas democráticos que tiendan a lo mayoritario, porque los sistemas proporcionales suelen dispersar la fuerza en una multiplicidad de partidos, que hace mucho más difícil el diálogo democrático. Entonces, si uno mira la experiencia de otros países, uno debiese tender a modelos mayoritarios o modelos mixtos, como el que tiene el sistema alemán”, agrega Schalper.

“No creo que la derecha chilena esté en una situación similar, precisamente porque ahora mismo gobiernan el país, y del mismo modo han acumulado sobre sus espaldas el descontento, como se mostró, por ejemplo, en las elecciones a la Constituyente”, recuerda Román.