“No soy tan peludo”, contesta con humor el presidente de Convergencia Social, Diego Ibáñez, al comentar las declaraciones que hizo a este diario su par del PPD, Natalia Piergentili. Decidido a no enganchar con las formas -repite varias veces que no va a entrar en el barro, pequeñeces, egocentrismos y otros términos-, el diputado quiere ir al fondo y plantear que tras la derrota electoral del 7 de mayo sí ha habido una autocrítica, que las coaliciones de gobierno deben encaminarse hacia una gran conglomerado y que la idea de que este gobierno no ha desplegado una agenda social es pura fantasía.
No se puede partir sin preguntar si se sintió identificado con “los monos peludos, les compañeres…”.
Bueno, fue un momento triste, pero no voy a caer en la pelea pequeña. Las elecciones son un punto de inflexión para el progresismo y hoy hay que construir hacia adelante una política colectiva, con una alianza más cohesionada de gobierno que combata firmemente las pulsiones de la cultura narcisista que todos heredamos de alguna manera. No podemos gastar más salud mental en noticias que no les importan a nuestros vecinos, porque eso es perder siempre.
¿Pero a qué se refiere con la cultura narcisista que todos tienen? ¿Esto fue una manifestación de eso?
En general, la política acá cuando se mira al ombligo, cuando las instituciones se hablan al espejo, la gente termina volviéndose impermeable a la política. Y ahí es donde van a la antipolítica. Y ahí es donde, entonces, se pudre la democracia como proceso. Porque la democracia tiene caras, liderazgos, tiene confianzas que se destruyen y que hay que tomarlas en serio. Esto es un evento que ya pasó, no vamos a caer en la pelea pequeña. Como Frente Amplio, nosotros aspiramos a liderar con argumentos y sin descalificar.
“Apostar a ganar el centro del tablero con una fórmula de los 90 es un error, porque el sujeto político ya no es el mismo”.
Ya, pero más allá de esa frase, su crítica tiene que ver con una desconexión desde el oficialismo con las agendas que la ciudadanía necesita.
Es que cuando el gobierno, a 40 días del plan Calles Sin Violencia, ha detenido a más de 1.100 personas, donde cerca del 40% de las personas tienen órdenes de detención pendientes, cuando se ha avanzado en consagrar las 40 horas, el royalty a la gran minería para darles más plata a las comunidades más pobres, cuando se está trabajando en el Sistema Nacional de Cuidados con diálogos en todas las regiones…, si eso es una agenda de nicho, yo no sé cuál será la agenda de masas. Pero más allá de entender lo que señala Natalia, y yo creo que una crítica a la concepción sobre el centro político, me da la impresión de que hoy la cartografía del tablero político cambió totalmente. Entonces, apostar a ganar el centro del tablero con una fórmula de los 90 es un error, porque el sujeto político ya no es el mismo. O sea, el mundo popular ya no es el mismo. Y hoy hay quienes proponen, por ejemplo, un perdonazo a las isapres en nombre del centro político. Entonces la crisis del centro político se explica por sí misma.
Hoy estamos en un contexto muy diferente, con audiencias, con identidades colectivas muy diferentes que hay que saber abordar con mayor audacia. Porque frente a ese fracaso, los adversarios avanzan con un discurso conservador que amenaza con convertirse en sentido común.
Ahora, frente a este triunfo republicano, uno podría ponerse aún más moderado, o bien retomar la agenda propia. Esa línea ha tomado el Frente Amplio después de esta elección. ¿O no?
Mira, la humanidad no ordena sus conflictos entre las categorías izquierda y derecha. Es imposible colocar la mayoría de los asuntos sobre los que trata el debate político, como de gasto público, del divorcio, del aborto, de la salud pública o la educación, en una escala lineal y situar la razón centrista siempre en esa equidistancia entre dos puntos. Entonces, en muchos de estos casos tú estás contenido a decir sí o no. Por lo mismo, hoy la cartografía social es tan distinta, y por tanto, la apuesta por disputar el sentido común, “el centro político”, debe ser abordada con estrategias novedosas, audaces, en un mundo que es plural, donde los centros se ubican en muchos lugares.
¿Y qué tan audaz es estar sacando cuentas después de una elección y pegándose entre compañeros de alianza?
Por eso yo no voy a caer en esas provocaciones. Nosotros hoy como frenteamplistas estamos trabajando por liderar una alianza con contenido que debata estos temas con los actores sociales. La forma hoy de avanzar es la cohesión de la alianza de gobierno y no solo para ampliarse políticamente, sino para ampliarse socialmente. ¿Cómo fue posible avanzar en el sueldo mínimo? Por una alianza con las pymes. ¿Cómo fue posible aprobar el royalty de la gran minería? Por una alianza con los municipios. ¿Cómo fue posible aprobar las 40 horas? Con la CUT y las pymes…
Entonces, la estrategia nuestra para conquistar el corazón del tablero es que la política deje abierta la cancha para el desarrollo de nuevos pactos sociales.
¿Qué tan factible es trabajar en esas alianzas si en cada momento de inflexión hay una de estas peleas que muestran lo contrario?
Nosotros no vamos a caer en esa provocación como Frente Amplio. No vamos a caer en el barro político. Queremos que la noticia sea la transformación, no el egocentrismo entre los partidos.
¿Diría que han hecho un camino de madurez para eso? El Frente Amplio era bueno para cuestionar al Socialismo Democrático, usted mismo hablaba del centro espurio…
Yo he sostenido que el Socialismo Democrático y Apruebo Dignidad como coaliciones ya cumplieron su ciclo. Hoy estamos planificando jornadas de debate profundos como alianza, afinando el contenido de las reformas clave, como la reforma de las pensiones, la reforma tributaria. Estamos articulando transversalmente a los consejeros constitucionales para hacer un buen trabajo. Estamos preparando la unidad de cara a las próximas elecciones.
Si dice que cumplieron un ciclo, ¿qué es lo que debiesen ser ahora? ¿Constituirse en qué?
En una fuerza progresista que haga sinergia. Y ya basta de perder tiempo en payasadas, hay que salir de esa quietud a jugarnos la vida por completo en los próximos dos años y medio que quedan de gobierno.
¿Pero esto incorpora al PPD?
De hecho, absolutamente. Este debate lo estamos teniendo con ellos.
Diputado, a días de la cuenta pública, ¿qué expectativas tienen como Frente Amplio? ¿Hacia dónde debiera encaminarse?
Yo creo que en la cuenta pública se va a dar cuenta de que estamos presentes en cada rincón del país con propuestas de gestión concretas, a propósito del problema en La Araucanía, o el problema de la migración irregular en el norte. Son agendas que han sido síntesis de diversas experiencias territoriales.
La cuenta pública va a ser una mirada de futuro, como destacando el claro horizonte de transformación que hay en este gobierno y que no se ha perdido. Que uno cuando ingresa las reformas al Congreso, naturalmente, tiene que negociar, tiene que incorporar la mirada del adversario. Pero yo insisto, nuestra estrategia, como se los dije denante, es que el Congreso deja abierta la cancha para los pactos sociales que hoy se están fraguando por fuera de los pasillos de la política tradicional.
Pero que el Congreso deje abierta la puerta para que otros actores terminen tomando las decisiones de este pacto social, ¿no devalúa un poco la actividad política?
Al contrario. Yo creo que es la reivindicación de la actividad política como forma de construcción de la sociedad. De hecho, yo veo una sociedad que hoy quiere hacerse parte de un nuevo Chile, pero una clase política que a veces niega la agencia de muchos actores sociales que hoy quieren avanzar en reformas colaborando con el gobierno. Y aquí el gran símbolo de defensa de los intereses de una élite privilegiada fanática del ensimismamiento han sido los republicanos.
Ahora, si hay gestión y respuesta a la ciudadanía, ¿por qué la gente votó mayoritariamente por la oferta completamente contraria?
Si bien los números podrían haber sido mejores en una lista única, esto es una derrota colectiva, y hay que tomarla en serio y con autocrítica. Hay un número de casi un cuarto de la población votante que votó nulo o blanco. Otro número que votó a la opción ultraconservadora, que se muestra como outsider de la política y, por tanto, como lo novedoso. Pero ahora tendrán que hacerse cargo de su propia novedad intentando administrar el conflicto constitucional con una mayoría. Y creo que estamos en momentos con convulsiones contradictorias de la política chilena. Desde luego que el gobierno debe mejorar su gestión territorial, debe profundizar la agenda en materia de salud y en materia de seguridad. Creo que son trabajos que han empezado a hacerse cargo de problemas que venían derivados de décadas y que tienen que ponerle el acelerador. Desde ese punto de vista hay que tomar estos resultados como un punto de inflexión.
Pero la crítica desde un sector oficialista, como el PPD, apunta a la idea de que el gobierno ha descuidado la agenda social a poniendo mucho énfasis en una agenda identitaria...
Eso es totalmente falso. Se ha avanzado en una agenda de distribución de riqueza directa. Se ha duplicado el Bono Marzo. Se ha generado una ofensiva para controlar la inflación. Se ha aumentado el sueldo mínimo de forma histórica. Hoy estamos trabajando en la Estrategia Nacional del Litio.
¿Entonces por qué diría que se ve así? ¿Por qué se produce esa caricatura?
Me imagino que ellos tendrán su razón y son parte del debate que tenemos que dar en los espacios de poder. Es la tesis de ellos.
Hay diputados que todavía están insistiendo en proyectos para que sea incorporados en esta cuenta pública. ¿Usted cree que el gobierno debería atreverse a gastar un poco más reforzando su programa?
Todo gasto que refuerce el programa, que implique un impacto directo en la vida de la gente y que al mismo tiempo sea sostenible en el tiempo, desde el punto de vista de bajar los altos grados de desigualdad y de concentración de la riqueza que hay en Chile, va a ser bienvenido. Pero cuando se quiere encerrar este debate solo en lo que quisiera una parte del gobierno, aquí es lo que debe querer también el adversario político. Nosotros, por supuesto que nos gustaría que el programa se cumpla en un 100%, que hagamos los cambios estructurales que se requieren para recuperar el derecho social a la educación, pero eso necesita un diálogo dentro del Congreso, necesita una estrategia que es la que también Presidencia y el gabinete político están construyendo.
Pero por algo en el Frente Amplio están urgidos con poder reunirse con el Presidente antes de la cuenta pública. Hay una inquietud en que haya un compromiso mayor con el programa y con demandas que son históricas y parte de su identidad.
Es parte de la identidad de todos quienes han ejercido liderazgo estudiantil, desde los liderazgos del Partido Socialista que compartimos en la Revolución Pingüina hasta los debates en la Confech que son transversales…
Pero por lo mismo, ¿está esa inquietud de que el gobierno se atreva un poco más?
Es que si empezamos a plantear un petitorio de todo lo que queremos que esté involucrado en la cuenta pública, no estamos hablando de estrategias políticas para que las transformaciones sean profundas y sostenibles. Me encantaría que esté todo el programa en una sola cuenta pública. Lo importante aquí es que esté una estrategia sostenible con cambios estructurales que la población hoy sigue pidiendo. Y eso implica un debate con los sectores sociales que la política debe comenzar a abrirse y a escuchar.
Está claro que no podrán hacer todo lo que querían. ¿Qué es lo que puede hacer un gobierno transformador hoy día?
Yo creo que no es lo que puede hacer, sino lo que el gobierno está haciendo: construir una reforma a las pensiones, que se aprobó en general; diseñando la estructura del sistema nacional de cuidados; empujando la estrategia nacional del litio. Ya avanzó con el sueldo mínimo, las 40 horas se lograron, se aprobó el royalty de la gran minería, se está rediseñando la reforma tributaria. Y en materia de seguridad, somos el gobierno que más ha invertido en fortalecimiento del combate contra la delincuencia, aprobando la ley antinarco, por ejemplo. Entonces, hay elementos que evidencian que hay un salto cualitativo en cómo se han hecho cargo de urgencias que hoy están en el corazón de la sociedad chilena. De aquí a dos años, vamos a mirar hacia atrás y vamos a dejar a Chile mucho mejor de como lo recibimos.
Usted antes de la elección dijo que le gustaría hacer una coalición con el Partido Socialista. ¿Hoy lo ve más cercano a ustedes o a la histórica ex Concertación?
Creo que el ejercicio de la lista Unidad para Chile no basta en sí mismo. Nosotros somos partidarios de una sola gran coalición que debata políticamente un sentido de futuro unívoco, que avance hacia un Estado de bienestar, que programáticamente trabaje aprobando las reformas. Estamos en ese debate, y yo veo al Partido Socialista con muchas ganas de trabajar con la unidad.
¿Será lograble esa unidad si ni siquiera han tenido un diagnóstico común de la derrota entre todas las fuerzas que soportan al gobierno?
Yo creo que va a ser claramente lograble. Como Frente Amplio va a ser uno de nuestros objetivos políticos en este período.
¿Está de acuerdo con que el Frente Amplio sea un partido único?
Nosotros vamos a abrir ese debate de forma seria dentro de nuestro partido. Creemos que la unidad no puede ser decretada desde las cúpulas, sino que tiene que ser una construcción desde abajo. Y el resultado de ese proceso tiene que ser enraizar al Frente Amplio como en su origen lo pensamos, que es un proyecto popular y colectivo. Porque hay una caricatura del Frente Amplio que es una fuerza elitaria, y eso es totalmente falso. El mundo popular frenteamplista está ansioso hoy por incidir en la historia mucho más de lo que incide hoy en este gobierno. Estamos trabajando en ese fortalecimiento para que ese debate se dé genuinamente desde abajo, como una identidad nacional.
¿Se desconectaron de la gente desde que son gobierno?
Es que cuando tu principal cuadro político se va a hacer un trabajo en el aparato del Estado, tienes que equilibrar que tu fuerza social y territorial siga creciendo. Eso es un desafío para el Frente Amplio. Y la unidad de nuestra identidad política se tiene que basar en el enraizamiento popular del proyecto, que era el sentido original de la creación del Frente Amplio.
Diputado, sobre el Consejo Constitucional. ¿Es optimista? ¿Es partidario de que todo va a ser mejor que la Constitución actual o en qué postura está?
Yo creo que la oportunidad de tener una nueva Constitución es para que tengamos un marco normativo que habilite el juego democrático, para que la sociedad no esté predeterminada por la supremacía del mercado en todos los rincones de la vida. Es algo tan necesario para que nuestro país sea un país desarrollado, que el Estado social y democrático de derecho se vuelve una condición para el éxito del proceso. También la democratización del Estado, eliminando el control preventivo del Tribunal Constitucional, consagrando iniciativas populares de norma, que son aspectos que estaban en la propuesta que se rechazó el 4 de septiembre y que están en la actual propuesta de la Comisión de Expertos.
Ya que menciona el 4 de septiembre, ese día el Socialismo Democrático se convirtió en una columna vertebral del gobierno del Presidente Boric y de alguna manera Apruebo Dignidad tuvo como un repliegue. Hoy no se ve el resultado de ese cambio en los votos. ¿Había una cierta ilusión en que podía aportar al gobierno, a la popularidad del gobierno, la llegada del Socialismo Democrático?
Me siento un testigo privilegiado del quehacer cotidiano de los ministros. Las 40 horas hubiesen sido imposibles si es que Mario Marcel y la ministra Jara no hubiesen trabajado unidos. El sueldo mínimo hubiese sido imposible si es que el ministro Grau o el ministro Elizalde no hubiesen trabajado unidos en la negociación. El trabajo de la propia ministra Vallejo. Entonces, a veces desde afuera se nos dibuja una frontera que al calor del trabajo del gobierno y del trabajo que hacemos los parlamentarios es absolutamente inexistente. Yo sé que a veces desde la prensa se hace ver las unidades marginales o colaterales.
¿Encuentra marginal que un exsenador haya hablado de “la lista del indulto”, o las declaraciones de Piergentili, o la vicepresidenta del PPD recriminándole a la ministra Tohá lo de SQM?
No voy a caer en esa pelea pequeña que no provoca ni un ápice que se muevan los horizontes por los cuales hoy estamos gobernando. Yo sé que hay gente que le gusta caer en la política de los dimes y diretes, pero yo estoy muy lejos de colocarles la atención a esas voces. Nosotros tenemos que seguir firmes liderando la unidad de la alianza, caminando hacia adelante, presentándole a la ciudadanía una visión de futuro.
Esa bulla que se provoca alrededor no incide en el corazón de los equipos ministeriales para desarrollar adelante la agenda. En todos los sectores políticos, en la derecha, en la izquierda, en todos los lugares pasa eso y depende de cómo tú abordas esa crítica para poder seguir avanzando. Si te quedas pegado en la crítica, terminas pudriendo todo el proyecto colectivo.