El sábado 26 de agosto del año pasado marcó un punto de inflexión para el expresidente Ricardo Lagos Escobar (85), el primer socialista en llegar a La Moneda desde el regreso a la democracia. Ese día, estaba en su domicilio de descanso en Caleu, comuna de Tiltil, cuando sufrió una fuerte caída. No fue un accidente cualquiera, señalan hoy sus cercanos, quienes en ese momento guardaron reserva de lo ocurrido.
La cabeza de Lagos se azotó con fuerza en el suelo dejándolo varios minutos inconsciente, lo que alteró sobremanera a su familia. En los momentos más desesperados, con el exmandatario sangrando profusamente, quienes lo acompañaban intentaron gestiones para conseguir un helicóptero que lo trasladara a un centro asistencial.
Pero la premura pudo más y -ante la demora- se optó por acudir por tierra. El diagnóstico médico fue leve comparado con la conmoción que se generó en el entorno de Lagos. “Una lesión en una de sus manos y un corte superficial en la cabeza”, se leía en el comunicado que la Fundación Democracia y Desarrollo -vinculada al exgobernante- emitió días después del accidente casero.
Se agregaba que el expresidente suspendería toda actividad pública en los días siguientes. Justo en momentos en que el país se preparaba para la conmemoración de los 50 años del Golpe Militar de 1973.
Días después, el Presidente Gabriel Boric acudió a su departamento, en la ronda de encuentros que había agendado precisamente por el emblemático aniversario del quiebre democrático. La fotografía de ambos daba cuenta de las secuelas del accidente: Lagos lucía un notorio moretón cerca de uno de sus ojos y un parche en la cabeza.
“Estaba un poco machucado por una caída de la que ya se está recuperando, pero con la lucidez de siempre me aconsejó en las dificultades del arte de gobernar”, indicó el Presidente Boric.
Las palabras no eran estrictamente suyas. El propio Lagos lo había recibido con la distendida frase: “Aquí me tiene, un poco machucado”.
La sobriedad del texto con que la fundación comunicó el accidente que había sufrido el exmandatario no dejó entrever la disputa que se comenzó a intensificar en el círculo más íntimo de Lagos. La familia del exjefe de Estado -en particular su esposa, Luisa Durán- hacía tiempo que venía alzando su voz para que bajara el ritmo de su actividad pública y comenzara a disfrutar de la vida en familia.
Hasta entonces -e incluso días antes de que anunciara su retiro de la vida pública-, Lagos concurría regularmente a la oficina ubicada en el segundo piso de la Fundación Democracia y Desarrollo. En ese lugar recibía con frecuencia a diversos personeros -de izquierda a derecha-, quienes solían preguntarle por distintos temas. Frecuentes eran las reuniones con Fernando Bustamante, expresidente del Metro; Sergio Solís, de Amarillos, y el exministro Osvaldo Puccio. Por la derecha, al expresidente de RN Francisco Chahuán se le vio en más de una oportunidad.
Pero la oficina de Dr. Roberto del Río también acogía a personalidades políticas extranjeras -entre otras-, como al exjefe del gobierno español José María Aznar; al expresidente de Argentina Alberto Fernández y a la Comisión Europea para la Democracia, conocida como la Comisión Venecia, que visitó el país en medio del proceso constituyente.
La caída en Caleu -sin embargo- impuso un ritmo distinto a la conversación que había en la familia Lagos-Durán sobre el training de trabajo que mantenía el expresidente. Y esta vez el exmandatario se resignó -por primera vez- a visualizar con cierto grado de certeza su retiro de la vida política activa.
“Próximo a cumplir los 86 años, he aprendido a valorar la sabiduría y la perspectiva que estos años me han ido entregando. No obstante, algunas capacidades físicas, como está a la vista, han disminuido. Sin embargo, lo que hay es una gran riqueza de experiencias y de comprensión. Y creo entonces que ha llegado el momento de dejar mi participación de la esfera pública”, dijo el martes 30.
Lagos -quizás como una pequeña victoria más íntima sobre los términos del retiro que había pactado en su círculo- dejó un punto suspensivo al acotar que “no voy a guardar silencio si me parece que puedo hacer un aporte”.
El martes 30, el exmandatario generó un nuevo hito en su trayectoria política de casi 68 años, cuando fue elegido presidente del Centro de Alumnos de la Universidad de Chile y cuyo punto cúlmine se produjo en 2000, al asumir la Presidencia de la República, el primer socialista en acceder a La Moneda desde el quiebre de la democracia.
Bajar el ritmo
La primera renuncia de Lagos a su vida política activa fue en el plano internacional. El exmandatario -quien al dejar la presidencia tuvo varios roles en el extranjero, desde líder del Club de Madrid a profesor de la Universidad de Brown, en Estados Unidos, y enviado especial para el cambio climático de la ONU, junto con la exprimera ministra noruega Gro Harlem y el excanciller surcoreano Hang Seung-soo- solía participar de seminarios y era objeto de constantes invitaciones.
En su entorno destacan que su último viaje al extranjero fue a Corea del Sur en mayo pasado. Pero las dificultades físicas comenzaban a pasarle la cuenta. Problemas de movilidad derivados de una afectación a la columna que se fue agudizando y dificultades de audición -que lo han obligado al uso de audífonos- lo hacían pasar por momentos de mal genio. En buena parte -señalan en su entorno-, porque a diferencia de su condición física, Lagos se mantiene muy lúcido y al día de la contingencia nacional e internacional.
Por esos meses también comenzó a rebajar sus horas de permanencia en la Fundación Democracia y Desarrollo, que creó el 2006 tras su salida de La Moneda, que todavía funciona en Roberto del Río en Providencia, y se aceleraron los planes para el traslado de sus colaboradores más cercanos a un lugar más pequeño. El embalaje, que tiene como destino una oficina en la calle La Concepción, está en plena marcha.
En 2022, lo más preciado del legado de Lagos había sido enviado a la Universidad Diego Portales para el proceso de digitalización: el archivo presidencial compuesto por unos 200 mil documentos de texto, audios, videos y fotografías que resumen el periodo de su gobierno entre 2000 y 2006.
Un intenso paso por La Moneda que no sólo tuvo la carga simbólica de exorcizar los temores que el regreso de la izquierda al poder tras el fracaso de la Unidad Popular traía aparejado, sino que resultó particularmente llamativo -en su sello- la subordinación definitiva del poder militar al civil -con las reformas de 2005 y el fin de los enclaves autoritarios- y una armoniosa alianza con el sector privado que le terminó valiendo el apodo de “el favorito de los empresarios”. Un mote que a Lagos lo incomodaba.
Es esta última impronta la que lo alejó de la izquierda chilena más radical, que no dudó en calificarlo de entreguista y de “administrador del modelo”. Un ejemplo elocuente de ello es el silencio que ha guardado el PC frente a la decisión de Lagos. Pero también la distancia con la que -con excepción de Boric- ha mirado su figura el Frente Amplio. Los cercanos al exmandatario no dudan en asumir que la crítica impugnadora con la que se fortaleció el conglomerado del actual Presidente eligió como su adversario predilecto a Lagos.
Las últimas apariciones del exmandatario fueron cuidadosas en su puesta en escena. Aunque no se abstenía de las que consideraba parte de sus obligaciones. El día antes del accidente de fines de agosto, Lagos había asistido -junto a su esposa- al velatorio del histórico militante de la DC y exministro del Interior Belisario Velasco. “Chile tiene una gran deuda con este gran chileno”, sentenció en esa oportunidad ante la prensa. Su situación médica tampoco le impidió estampar su rúbrica en el documento titulado “Compromiso: por la democracia, siempre”, impulsado por Boric, junto a las firmas de Michelle Bachelet, Eduardo Frei y Sebastián Piñera, por la conmemoración de los 50 años del Golpe, y -a contrapelo de los reparos familiares- asistió a la ceremonia oficial del 11 de septiembre en La Moneda, a la que llegó acompañado de su hija Francisca, donde fue ovacionado al igual que Bachelet. “Fue un sacrificio enorme para él, pero su decisión era estar ahí”, cuenta un amigo.
Privarlo de ese protagonismo había sido imposible. La figura de Pinochet fue la sombra de buena parte de la carrera de Lagos. El Golpe -por ejemplo- impidió que asumiera como embajador en Moscú y obligó su partida al exilio; el 86 estuvo a punto de ser asesinado por la CNI; en los inicios de la campaña presidencial de 1998, el general fue detenido en Londres y no pocos pensaron que su candidatura sería damnificada, pero se impuso a Joaquín Lavín un año después y la recta final de su vida pública estuvo marcada por el significativo rol que desempeñó en los dos procesos constitucionales que buscaron dar una nueva Constitución al país que sustituyera a la de Pinochet.
La última ofensiva
El 26 de agosto de 2005, en las postrimerías de su gobierno, Lagos estampó su firma en la Ley 20.050, que introdujo 58 reformas a la Constitución de 1980. El volumen y la profundidad de las enmiendas, con la eliminación de los “enclaves autoritarios”, entre ellos los senadores designados y vitalicios, el rol de garantes de la institucionalidad de las Fuerzas Armadas y la inamovilidad de los comandantes en jefe, lo llevaron a hacer una afirmación que hasta ahora le cobran sus detractores. “Tenemos hoy por fin una Constitución democrática, acorde con el espíritu de Chile, del alma permanente de Chile”, afirmó ese año.
De acuerdo a sus cercanos, nunca estuvo conforme, pues -de acuerdo a su visión- las enmiendas eran insuficientes. Pero eran, según reflexiona, las que se pudieron lograr con un Congreso en contra. De ahí que una de sus cruzadas, en lo que terminó siendo la última etapa de su vida pública, fue el logro de una nueva Carta Magna, que dejara atrás la del 80 y también la que llevaba su rúbrica. Así lo reconoció en un especial de Mesa Central, de Canal 13, con motivo de los 50 años del Golpe de Estado, cuando afirmó que “no me gustó la Constitución que lleva mi firma”.
Sin embargo, no estuvo de acuerdo con el rumbo que tomó la discusión en la primera Convención Constitucional. De ahí que el 4 de julio 2022 -a dos meses del plebiscito del 4-S- no dudó en golpear la mesa y tomó distancia del Apruebo, opción que era apoyada por las fuerzas oficialistas de centroizquierda y que terminó perdiendo frente al contundente 62% del Rechazo.
De ahí en adelante siguió con una participación activa en medios y foros en los que propugnaba una Carta Fundamental que encuadrara los márgenes de una convivencia que respetara a todos. Incluso, fue uno de los asistentes a las polémicas cenas en la casa de Pablo Zalaquett en Lo Barnechea, para hablar justamente del proceso constitucional.
En el segundo intento constitucional, esta vez en manos del Partido Republicano, nuevamente alzó la voz. A diferencia de la versión anterior, sin embargo, en ese proceso, sí se pronunció por el “En contra”, que se impuso por un 55% frente a un 44% del “A favor”. “Lo que tenemos hoy es el texto de un sector que se cree con el derecho de imponer su veto al resto de los chilenos”, sostuvo.
Fue su última batalla política. La ironía es que con dos propuestas fracasadas la que quedó vigente es justamente la Carta Fundamental que lleva su firma.
Recién hace dos semanas los planes del exmandatario de tomar un receso fueron fuertemente acelerados. El mismo Lagos terminó de afinar el texto en sus líneas gruesas. Un esfuerzo en el que participó activamente un selecto puñado de elegidos: su hijo, el senador Ricardo Lagos Weber; su sobrino político y exjefe de gabinete cuando estuvo en La Moneda Matías de la Fuente y Luisa Durán.
“Él socializó el texto con más personas, no solamente conmigo. Él tiene un entorno de personas que lo han acompañado en distintas funciones. Entonces, están ellos y también hay familia involucrada en esto, mi madre, Matías, mis hermanos, cuñados. Y creo que él tomó la decisión a su manera, de forma honesta, sobria, mirando hacia adelante y agradeciendo a los chilenos”, sostuvo Lagos Weber, al revelar que el tema para ellos no era nuevo y que lo venían conversando incluso desde hace unos 10 o 15 años.
El senador fue uno de los primeros en publicar en su cuenta X un mensaje político-fraternal. “Lagos, han sido muchos años de trabajo por construir una sociedad mejor, menos desigual, más democrática y siempre buscando lo mejor para nuestro país y sociedad… Un beso y mi eterna admiración”.
El sociólogo Ernesto Ottone, quien fue el jefe de asesores presidenciales de La Moneda, y el exministro Sergio Bitar, con quien fundó el PPD y quien lo visita con regularidad, fueron otros de los que estaban al tanto del inminente adiós de Lagos.
Con ambos, el exmandatario ha cultivado una relación de amistad de décadas. Fue Bitar -además- quien lo acompañó en su última aparición pública antes de la despedida. El 3 de enero pasado llegaron hasta la casa de Andrés Zaldívar, en calle Espoz, en Vitacura, para expresarle sus condolencias por el fallecimiento de su esposa, Inés Hurtado.
Lagos y Zaldívar habían estrechado relaciones durante los complejos años del régimen militar, amistad que no se rompió a pesar de la dura competencia que libraron para las primarias de mayo del 99. Prueba de lo anterior fue que en abril pasado, el expresidente no dudó en entregarle su apoyo como candidato al Consejo Constitucional por la Región de Aysén, para los comicios del 7 de mayo, contienda en la que no salió electo.
“He compartido una larga vida a mis 85 años y buena parte de esa vida la he compartido con Andrés Zaldívar. La he compartido primero para enfrentar una dictadura y luego para encontrar un camino civilizado (...) En esa lucha, Andrés fue fundamental”, dijo Lagos en esa oportunidad.
La puesta en escena del martes 30 -viralizada en un video- fue especialmente sobria. Acomodado en un sillón amarillo, en 3.57 minutos, Lagos dio término a su vida pública, vestido con camisa blanca, sin corbata y puños arremangados -tal como logró el triunfo frente a Lavín para la segunda vuelta presidencial del 2000-. El detalle personal fue una fotografía de él junto a su esposa.