Cerca de las 23 horas del 5 de septiembre de 2022 sonó el celular de Carolina Tohá.-”¿Puedo pasar a conversar contigo?”, preguntó el Presidente Gabriel Boric, al otro lado de la línea.
Tohá no estaba sorprendida. Horas antes la presidenta del PPD, Natalia Piergentili, había compartido un cigarrillo con el Mandatario en la Moneda y este le adelantó que pensaba en la exalcaldesa de Santiago para su gabinete.
Piergentili advertió a Tohá que podía recibir una llamada del Mandatario.
-”Te espero”, respondió la exedil.
La mañana siguiente del plebiscito fue cuando -en realidad- se sintió en La Moneda el peso de la aplastante derrota del plebiscito constitucional.
Un 62% del electorado votó Rechazo a la propuesta de la Convención -a la que con entusiasmo se había plegado el gobierno-, y por primera vez en más de un año -desde las primarias de la izquierda de junio de 2021- los líderes del Frente Amplio miraban el fracaso a los ojos.
En las horas previas al contacto con Tohá, Boric y su círculo más íntimo intentaban calzar las piezas del cambio de gabinete obligado por la derrota del Apruebo.
No iba a ser un ajuste cualquiera: el Presidente entendía que estaba frente al giro más importante que -hasta entonces- daría a su administración.
Tampoco era la primera vez que Boric visitaba el departamente de Tohá, en el sector de Bellas Artes. Lo había hecho hacía pocos meses antes, cuando los vaivenes de la campaña constitucional comenzaban a preocupar al oficialismo y el Presidente buscaba consejos para apuntalar la contienda electoral.
No está claro quién fue el enlace entre ambos -aunque las apuestas se inclinan por Luis Maira, el exministro socialista y ex “suegro” del Mandatario- sólo que por esos días Boric comentaba que “quería conocer mejor” a la exministra y exalcaldesa PPD, cuyos análisis políticos en medios de comunicación captaron su atención. Ese fue su primer contacto privado.
Tohá no supo -eso sí- que Boric sugirió su nombre como vocera del comando del Apruebo para apuntalar la campaña cuando las cosas ya caminaban mal, pero que en esa oportunidad la idea no resultó.
A horas del inminente cambio de gabinete que reordenaría las fuerzas al interior del comité político, Boric y Tohá intercambiaron impresiones sobre las causas de la contundente derrota y los desafíos que imponía al gobierno. Lo más importante: el Presidente le ofreció a Tohá asumir el Ministerio del Interior, en reemplazo de Izkia Siches. La líder PPD aceptó.
La propuesta tenía sabor a revancha para Tohá. Personal, porque su padre, José Tohá(PS), era ministro del Interior de Salvador Allende cuando sobrevino el Golpe Militar y fue asesinado por los agentes del régimen. Política, porque es una de las dirigentes emblemáticas de la ex Concertación, y además, militante PPD, el partido más vilipendiado por el Frente Amplio.
Y una mezcla de las dos -personal y política-, porque en 2013 la entonces alcaldesa jugó un rol clave para que la Nueva Mayoría (sucesora de la ex Concertación) se omitiera en el distrito de Santiago para posibilitar la elección como diputado del exdirigente estudiantil y líder de Revolución Democrática Giorgio Jackson. Pero -una vez electo- Jackson no sólo se negó a apoyar la reelección de Tohá en Santiago, sino que la criticó abiertamente. “Si Tohá va a la reelección puede significar que Chile Vamos vuelva al municipio”, vaticinó el ya parlamentario.
Tohá perdió a manos de Felipe Alessandri (RN) esa elección y se alejó por años de la actividad política de la primera línea.
Con chaqueta blanca y acompañada de su madre, Victoria Morales, la fundadora del PPD llegó hasta La Moneda el 6 de septiembre de 2022 sin ser vista por la prensa que esperaba el cambio de gabinete.
El Palacio era un hervidero. El subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, había aceptado dirigir el Ministerio Secretaría General de la Presidencia (Segpres) en reemplazo de Jackson -uno de los grandes perdedores del cambio de gabinete. Monsalve haría dupla con Tohá en el comité político.
Fuentes consultadas para este especial coinciden en que poner a un socialista a cargo de la relación entre el gobierno y el Congreso implicaba un gesto de La Moneda a uno de los partidos que más resintieron el estilo de Jackson en la Segpres.
No es un misterio que el exlíder estudiantil cosechó enemigos en el Congreso y, en particular, entre los senadores del PS durante su paso por esa cartera.
Pero el nombramiento de Monsalve tambaleó a última hora.
El Mandatario había ofrecido a Nicolás Cataldo (PC) la Subsecretaría del Interior, pero La Tercera filtró su nombre y los cuestionamientos se desataron.
Boric no tuvo más remedio que dar marcha atrás en su plan original y pidió a Monsalve que se mantuviera en su puesto.
Pero era un hecho que el PS también afianzaría su peso específico en el comité político, y al ministro de Hacienda, Mario Marcel, de esas filas, se sumaría un nuevo compañero (a).
En el Salón Montt Varas -donde se estaba reuniendo el equipo ministerial- la aún jefa de gabinete de Siches, Ana Lya Uriarte, se paseaba nerviosa. En las horas previas, la exministra de Michelle Bachelet había afinado todo para volver a trabajar en la Universidad de Chile.
La mujer fuerte de Bachelet -de quien también fue su jefa de gabinete- no tenía idea en ese momento que su futuro político iba a cambiar en unos minutos, cuando le pidieron subir al despacho presidencial.
De allí salió investida como ministra de la Segpres.
Uriarte da un dato que considera irrefutable cada vez que le preguntan si estaba al tanto de que Boric la integraría esa mañana a su gabinete.
-De haber sabido que me nombrarían ministra me habría puesto un vestido, contesta risueña.
Los tropiezos de última hora tenían a todos con los nervios de punta en La Moneda. Los representantes del Frente Amplio y del PC no ocultaban su incomodidad.
Los integrantes del gabinete habían llegado sigilosamente a Palacio, entrando por el subterráneo para evitar a la prensa.
Solo los que habían sido notificados de su salida del equipo ministerial manejaban cierta información sobre los cambios que se anunciarían.
-”¿Alguien sabe quién se va?”, se preguntaban los unos a los otros.
-”Yo me voy”, dijo el ministro de Ciencias, Flavio Salazar (PC), visiblemente emocionado y sorprendiendo a sus pares.
Las figuras indiscutidas de esa jornada fueron Tohá (PPD, 53 años) y Uriarte (PS, 60 años), reemplazos de Siches (ind, 36 años) y Jackson (RD, 36 años). La nueva jefa de gabinete señaló al asumir que “tenemos un desafío de articulación política y de atender la demanda de seguridad”.
El giro en el corazón de La Moneda era evidente para todos.
La avanzada inicial
El ingreso al epicentro del gobierno de las representantes del Socialismo Democrático no estaba ni en los cálculos más optimistas de esa coalición tras el triunfo de Boric el 19 de diciembre de 2021. Esa victoria -se señalaba abiertamente en esa época- era mérito del Frente Amplio.
Esa era la convicción en los pasillos de la denominada Moneda chica, donde el Mandatario electo y su círculo se instalaron en enero de 2022 para delinear su debut.
El diseño inicial de las nuevas autoridades sólo contemplaba invitar al Partido Socialista al gobierno.
Ese fue el mensaje de Boric al presidente del PS, Álvaro Elizalde, en enero de 2022.
-”Sólo los queremos a ustedes”, le explicó el Mandatario.
-”Eso es inviable para nosotros: o todos o ninguno”, replicó el senador socialista.
La negativa del máximo dirigente del PS y su directiva obligaron al primer rediseño del gobierno.
Fue Jackson quien en el círculo más íntimo del Mandatario -que por ese entonces compartía con Vallejo y Siches- ideó la “teoría de los anillos” para establecer el grado de influencia de cada partido en la nueva administración. En este plan, el “primer anillo” estaría destinado a frenteamplistas y el PC, y el segundo, al Partido Socialista. El resto se tenía que ir acomodando en los siguientes eslabones.
Un presidente de partido recuerda una reunión que tuvieron como Socialismo Democrático en La Moneda chica, cita que fue liderada por Siches y Jackson. Fue entonces que la futura ministra del Interior les señaló que era importante que entendieran que había partidos más grandes y partidos más chicos y que en base a ese peso se ordenarían en el nuevo gobierno.
- “¿El PPD se considera un partido grande o chico?”, preguntó Piergentili.
-“Chico”, respondió Siches.
Aunque el PS estaba convencido de que tendría un trato distinto, Boric se encargó de borrar esas expectativas de un plumazo al estructurar su primer equipo ministerial.
Los elegidos de las filas socialistas al gabinete formaban parte de la disidencia a Elizalde. Era como si al timonel PS le hubieran preguntado cuáles eran sus adversarios internos para nominarlos.
Boric optó por Maya Fernández como ministra de Defensa y Manuel Monsalve como subsecretario del Interior.
El resto también era una apuesta personal del Mandatario. Carlos Montes -a quien se ofreció el Ministerio de Vivienda- ya se había sumado al comando de la campaña de segunda vuelta.
Boric tiene tan buena impresión de él que incluso lo sondeó para asumir en Interior y Segpres. Pero la respuesta del aún senador era tajante.
-”Estoy muy viejo”, argumentaba.
Ni hablar de Marcel, con quien Boric ideó en conjunto un plan para que dejara la presidencia del Banco Central y asumiera como jefe económico de su gabinete.
El Mandatario electo debió negociar directamente con Sebastián Piñera la salida de Marcel. A la postre, el nombramiento del economista como ministro de Hacienda fue la gran sorpresa de la jornada donde se presentó el gabinete y -hasta ahora- es un factótum en el gobierno.
Sólo la futura canciller, Antonia Urrejola, podía incluirse como cercana a Elizalde, pero tampoco fue un nombre sugerido por el timonel PS.
A Elizalde no le quedó más que reprimir la rabia.
El escenario para el PPD era desolador. La única representante de sus filas que alcanzó la primera línea fue la ministra de Desarrollo Social, Jeanette Vega, cuyo nombre llegó a oídos del círculo presidencial por Siches. Un dato no menor, Vega había renunciado a su partido hacía meses para firmar por Convergencia Social y validar la postulación de Boric a las primarias de 2021. Después de ello volvió a militar al PPD.
En el Partido Liberal celebraban que su propuesta para asumir el Ministerio de Obras Públicas, Juan Carlos García, había sido acogida. No sabían que el gesto del Mandatario se produjo a último minuto y que tuvo que comunicar a Diego Pardow (CS) -a quien ya había ofrecido el cargo- que se quedaría en el Segundo Piso.
En el PR quedaron satisfechos con la nominación de Marcela Hernando como ministra de Minería.
Pero para todos era claro que el Socialismo Democrático era un “invitado de piedra”, al menos en eso coincidieron los consultados de esa coalición para este reportaje. Haber contribuido al triunfo de Boric frente a la carta del Partido Republicano, José Antonio Kast, estaba lejos de hacer abortar la tesis del reemplazo con que el Frente Amplio se instaló en el escenario de la centroizquierda y que -ya en el poder- estaban en oportunidad de consolidar.
Que había ministros de primera y segunda categoría era comentario en los pasillos de Palacio. Los representantes del Socialismo Democrático resintieron que en las apariciones públicas del Presidente los ministros del Frente Amplio, el PC e incluso independientes tuvieran mayor preponderancia. También que varios secretarios de Estado estuvieran acompañados de subsecretarios FA que se se comportaban como la primera autoridad de la cartera: los ejemplos más emblemáticos, el subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales, José Miguel Ahumada, con la canciller Urrejola, y el subsecretario de Salud Pública, Cristóbal Cuadrado, con la entonces titular de Salud, Begoña Yarza.
La misma desazón se expresaba respecto de cómo se tomaban las decisiones en La Moneda. Eran tiempos en que Apruebo Dignidad no sólo tenía mayoría en el comité político, sino que el Socialismo Democrático no tenía ningún acceso a los espacios de poder donde se tomaban las verdaderas decisiones.
La mayor crisis entre esos mundos -hasta la inscripción de las dos listas al Consejo Constitucional del 6 de febrero- la desató el 2 de agosto Jackson, el hombre más cercano al Presidente, cuando trazó una línea moral entre ambas coaliciones.
-”Nuestra escala de valores y principios en torno a la política no solo dista del gobierno anterior, sino que frente a una generación que nos antecedió”, afirmó el ministro durante una sesión de Twitch que su equipo apostó que no iba a trascender.
Pero se volvió viral.
Las palabras de Jackson -de las que se desdijo públicamente- sólo hicieron recordar a los líderes del Socialismo Democrático que su presencia en el gobierno tenía más de necesidad y pragmatismo que de animus societatis. Y que las diferencias de cultura política y formas eran profundas.
Ese día varios recordaron cuando para las primarias de 2021 el veto al PPD y los liberales desahució la posibilidad de una primaria presidencial de la centroizquierda.
Otro cortocircuito no menor entre ambas coaliciones se produjo para la campaña del plebiscito constitucional. Mientras Apruebo Dignidad y el Presidente tomaban las banderas del “Apruebo”, desde el Socialismo Democrático se instaló la tesis de “Aprobar para reformar”, en una crítica explicíta al trabajo de la Convención.
Las suspicacias sobre la postura que los dirigentes de la ex Concertación adoptaron respecto del texto constitucional propuesto no tardaron en llegar al comité político.
La ministra Antonia Orellana en un comité político ampliado acusó que había seremis PPD haciendo campaña por el Rechazo.
-”Dígame los nombres y apellidos y los echo del partido”, replicó Piergentili.
Orellana aseguró no disponer de esa información.
-”No es bueno acusar al voleo”, remató la líder PPD.
El sentimiento de desconfianza es profundo en el Frente Amplio. Tanto así que la vicepresidenta de Convergencia Social suele comentar que el Socialismo Democrático “no les presta ropa, sino que les vende ropa”.
“Hasta aquí llego”
La presidenta del PS, Paulina Vodanovic, cruzó rauda desde La Moneda a la Cancillería a mediados de diciembre de 2022.
La timonel socialista tenía prisa: minutos antes había recibido un llamado a su celular de la canciller Urrejola.
-”Paulina, voy a renunciar”, notificó la ministra.
-”¿Estás en tu oficina? Quédate ahí, no hagas nada hasta que yo llegue”, replicó Vodanovic.
La paciencia de Urrejola había llegado a su límite. Tras una serie de desautorizaciones -algunas que incluso hizo Boric, por ejemplo cuando se negó a otorgar las cartas credenciales al embajador de Israel en Chile-, la canciller no estaba dispuesta a seguir dilatando la puesta en marcha del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TPP11).
El subsecretario Ahumada -a contrapelo de Urrejola- había hecho lo imposible para que el gobierno desechara el acuerdo de libre comercio, el tercero más grande del planeta. ¿Su última jugada? tenía convencido al Presidente de esperar la negociación de las side letters -que buscan establecer parámetros paralelos entre los países que conforman el TPP11, por ejemplo, para la resolución de controversias-para dar el vamos.
Fue el punto de inflexión para la canciller.
-”Hasta aquí llego”, le insistía a Vodanovic.
El escenario era insostenible para la ministra. El Congreso acusaba al gobierno de desafiar su determinación -el 11 de octubre el Senado ratificó el tratado- y sectores de la derecha evaluaban presentar una acusación constitucional en contra de Urrejola.
A cargo de Relaciones Exteriores la ministra ya sumaba varios pasivos en su agenda íntima: el término de una amistad de años con Claudio Grossmann tras negarse a proponerlo como candidato ante la Corte Internacional de Justicia y tensiones permanentes con su exjefe y amigo José Miguel Insulza, además del poderoso grupo de excancilleres que no vacilaba en criticarla públicamente.
Vodanovic llamó al Presidente para ponerlo al tanto de la situación.
Boric puso paños fríos y comprometió que conversaría con su canciller.
La renuncia de Urrejola se desactivó luego de un “franco diálogo” entre la ministra y el Mandatario, donde ella le pidió clarificar las señales y, de una vez por todas, depositar el tratado, desechando la estrategia de Ahumada.
El 20 de diciembre de 2022 Urrejola confirmó que el gobierno depositaría el TPP-11 antes de fin de ese año, independiente de los resultados de las negociaciones de las cartas con los estados integrantes del acuerdo. La canciller había ganado una batalla.
Un episodio igual de amargo fue el que protagonizó la entonces ministra de Desarrollo Social, Jeannette Vega (PPD), en los días previos al plebiscito del 4 de septiembre de 2022.
Todo se desencadenó luego que una asesora de Vega -Tania Santis- intentara contactar por celular al líder de la Coordinadora Arauco Malleco, Héctor Llaitul, en mayo de 2022, según se reveló en escuchas de la PDI que fueron publicadas por Ex-Ante.
El hecho se dio a conocer un día después de la detención del líder de la CAM, y en la misma jornada en que estaba siendo formalizado por delitos asociados al robo de madera, usurpación de tierras y Ley de Seguridad del Estado, y mientras el Presidente estaba en una gira por el norte del país.
El comité político liderado por Siches se reunió de emergencia en La Moneda para abordar la situación, pero nadie definía un plan de acción.
La demora complicó a Vega, quien tomó el teléfono y se comunicó con Boric.
- “Presidente, ¿sabe qué?, lo mejor es que yo me vaya, esto puede afectar el resultado del plebiscito, tenemos encima a la derecha”, le dijo la ministra.
-”¿Estás segura?”, replicó el Presidente.
-”Sí, no quiero ser un problema”, señaló Vega.
“He tomado la decisión de aceptar la renuncia de la ministra de Desarrollo Social Jeanette Vega, porque quiero que sepan que como Presidente de la República debemos ser cuidadosos del fondo y también de la forma, y que los hechos que hemos conocido hacen que corresponda hacer valer la responsabilidad política de la ministra y por eso reitero, he aceptado su renuncia”, anunció poco después Boric desde Copiapó.
El manejo del episodio dejó incómoda a Vega. Ella misma señalaría después que el contacto con el líder de la CAM no fue algo que se le ocurrió de la nada.
“No me pegué en la cabeza: no había ninguna razón -en ese momento- para no hablar con Llaitul”, dijo en entrevista con LT Domingo a un mes de su salida del cargo. Fuentes que conocieron del episodio aseguran que una de las tareas que el entonces jefe de gabinete del Presidente, Matías Meza-Lopehandía, había dado a los ministerios involucrados en el conflicto de La Araucanía era dialogar con todos los actores y que estaba al tanto de los intentos por contactar a Llaitul.
El segundo tiempo
El primer desencuentro en la convivencia entre las nuevas inquilinas de Palacio y quienes sobrevivieron al equipo ministerial lo protagonizaron Tohá y Vallejo.
El mismo día del cambio de gabinete, el 6 de septiembre de 2022, la vocera se preparaba en el despacho presidencial para responder a las preguntas de la prensa cuando llegó Tohá.
A la ministra del Interior no le pareció buena idea que Vallejo quisiera estar acompañada de Boric al momento de la vocería.
-”¿Qué de bueno hay que decir?”, preguntó Tohá.
-”Sería sano que se retomara la costumbre de que el Presidente solo hable cuando es necesario”, comentó.
Boric le dio la razón. Vallejo guardó silencio y bajó sola a enfrentar a la prensa.
La ministra comunista es -quizás- quien más ha resentido en Palacio el desembarco de las nuevas figuras.
Prueba de ello es que -según admiten en su equipo- la vocera amplió sus apariciones en medios de comunicación y su despliegue territorial para no ceder espacios. Y que -junto a Orellana- suele dirigirse a ellas en privado como “las Concerta”.
El diseño -eso sí- también ha traído cortocircuitos, como el del 19 de diciembre pasado. Ese día Vallejo había organizado con el subsecretario del Prevención del Delito, Eduardo Vergara (PPD), una actividad con Carabineros. Cuando Tohá se enteró de la pauta pidió a su equipo que contactara al general director de la institución, Ricardo Yáñez, para hacerles ver que el tema de la seguridad es un asunto radicado en Interior. La actividad fue suspendida.
La mayor exposición de Vallejo es la que explica -de acuerdo a versiones del oficialismo- los errores en los que ha incurrido la vocera y que en la primera etapa de gobierno parecían inexistentes.
Un desacierto de Vallejo que quedó a la vista se produjo pocos días después del plebiscito y cuando los partidos intentaban acordar un proceso constituyente 2.0. Un tuit emitido por la cuenta oficial de la ministra aseguraba que se había logrado un consenso que no era tal para un nuevo acuerdo y terminó torpeadeando los esfuerzos de las colectividades.
Pese a todo, ambas ministras -aseguran en sus respectivos entornos- no han tenido un enfrentamiento directo. Más bien -señalan- su relación podría graficarse de la siguiente manera: una “guerra fría”.
Es el mismo caso de la titular de la Mujer. Orellana -en todo caso- ha señalado que el desembarco de Tohá le ha permitido bajar intensidad a sus contactos con los partidos que debió activar para subsidiar el déficit de Izkia Siches en la materia. De esta manera, la ministra ha optado por enfocarse en los temas ligados a su cartera.
La influencia de Orellana la sintió su par de la Segpres, Ana Lya Uriarte, cuando -en medio de las tratativas para definir a un nuevo Fiscal Nacional- la titular de la Mujer presentó ante el comité político los reparos de las organizaciones feministas en contra de Angel Valencia por la defensa que había ejercido en favor de acusados por delitos sexuales.
Ese y varios factores hicieron al Presidente optar al inicio por otros candidatos -José Morales y Marta Herrera-, los que fueron rechazados por el Senado. Así, Valencia terminó de todos modos como el sucesor de Jorge Abbott.
Pero los golpes más duros a las ministras Tohá y Uriarte -paradojalmente- han venido del propio Boric.
En el caso de la titular de Interior es conocido que intentó persuadir al Presidente de la oportunidad de dar luz verde a los indultos a presos del estallido social. El 30 de diciembre pasado, Boric anunció que se otorgaría este beneficio a 12 condenados por delitos asociados a las protestas de octubre de 2019 y al exfrentista Jorge Mateluna.
Tohá -por ese entonces- estaba a punto de firmar con la oposición un Acuerdo Nacional de Seguridad que fue desahuciado por ésta apenas conocidos los indultos.
La ministra del Interior quedó sin ningún piso político y -además- tuvo que administrar el bochorno de que se entregaran por error a la prensa dos nombres de indultados -con alto prontuario policial- que debieron ser finalmente incluidos en el beneficio. El desaguisado costó la salida a la ministra de Justicia, Marcela Ríos, y al jefe de gabinete del Presidente.
Uriarte -en tanto- debió resignarse a un golpe de timón del Presidente, quien a último minuto decidió que sería el abogado Valencia y no Juan Agustín Meléndez su propuesta al Senado para el Ministerio Público.
La ministra Segpres no sólo había estado consiguiendo cada voto para asegurar que los senadores cerraran filas con la decisión presidencial sino que había señalado que renunciaría en caso de que el gobierno optara por Valencia.
En eso estaba cuando recibió el llamado telefónico de Boric que alteraba el plan acordado en los días previos. Uriarte sintió el golpe, pero mantuvo silencio.
Los desencuentros del Mandatario también han involucrado a los líderes partidarios del Socialismo Democrático.
-”¿Porqué se mete en esto, Presidente, si es un tema menor?”, preguntaba la líder PPD Natalia Piergentili al Mandatario a principios de febrero.
Boric no paraba en sus intentos por lograr que se sellara una lista única del oficialismo con miras al proceso constituyente 2.0.
El PPD -finalmente- impuso su diseño de dos listas, pero a costa de perder a sus aliados históricos del PS que -esta vez- apostaron por armar una alianza con Apruebo Dignidad.
El ímpetu con que el Presidente se involucró en la negociación dejó un reguero de resentimientos en el Socialismo Democrático, cuyos líderes tomaron nota de la arremetida de Boric.
Y es que en ese sector casi un año de convivencia no ha sido suficiente para generar complicidades ni con el Mandatario ni menos con su coalición.
En el último encuentro del entonces jefe de gabinete de Boric con los presidentes del Socialismo Democrático -Piergentili, Vodanovic, Patricio Morales (PL) y Leonardo Cubillos- el 29 de diciembre pasado- los dirigentes reiteraron su preocupación por el desequilibrio en cargos regionales, divisiones de servicios y subsecretarias entre ambas coaliciones.
-”Esto debería revertirse”, repetían los líderes partidarios.
Meza-Lopehandía comentó que haría llegar el mensaje al Mandatario.
Ese escenario esperan consolidar en el Socialismo Democrático en el ajuste ministerial que se prepara por estas semanas en La Moneda, lo que ha generado un nuevo estado de alerta en el Frente Amplio donde no se asimila el ingreso de los dirigentes de esos partidos al gobierno y -menos aún- la influencia en ascenso que han adquirido en los últimos meses.
En momentos en que las tensiones suben entre ambas coaliciones, los frenteamplistas han dado cuenta más de una vez de esta sensación al encarar a sus socios de gobierno.
-”¿Ustedes realmente se dan cuentan de lo que hemos cedido nosotros? ¿tener que entregarles los principales ministerios?”, se quejan.