Fue un lunes tenso para el oficialismo. Los gestos hechos por el Presidente Gabriel Boric tras la trágica muerte de su antecesor, Sebastián Piñera, habían vuelto a enfrentar al Partido Comunista y al Socialista que, desde un inicio del gobierno, han luchado por la hegemonía en el oficialismo.

Ese día, en la reunión del comité político ampliado en La Moneda, el tema principal eran las ayudas a los damnificados por los incendios en la V Región. Cuando la cita ya terminaba, la presidenta del PS, Paulina Vodanovic, abrió los fuegos contra el PC, representado ese día por Juan Andrés Lagos.

La senadora denunció una actitud permanente de parlamentarios y autoridades electas comunistas en contra de acciones del gobierno y pidió que se adoptara una definición política para resolver cómo seguirían hacia adelante.

Pero las ministras Carolina Tohá (Interior) y Camila Vallejo (Segegob) habían consensuado previamente la respuesta para enfrentar este nuevo impasse y salir jugando. Ambas pidieron al PC y al Frente Amplio que no “sobreinterpretaran” las palabras de Boric, precisando que cuando él dijo que “las querellas fueron más allá de lo justo”, no se refería a acciones judiciales relacionadas con causas de derechos humanos ocurridas durante el estallido social. Y llamaron a los partidos a “apoyar al Presidente” y no centrarse en las diferencias que existen entre ambos bloques.

Lagos consintió con la explicación, pero advirtió que ni él ni nadie podía pedirle no expresar su malestar a dirigentas históricas ligadas al tema de los DD.HH., como las diputadas comunistas Carmen Hertz y Lorena Pizarro. Días después, en radio Pauta, el histórico dirigente del PC (ex Mapu) confesó que las palabras de Boric los había “sorprendido” mucho. “Nosotros no tenemos el mismo diagnóstico que se hace respecto de lo que ocurrió en ese momento”, dijo.

A diferencia de otros desencuentros con La Moneda en el último tiempo -acuerdo Codelco-SQM, permanencia del general Ricardo Yáñez en Carabineros, la revocación de las pensiones de gracia a raíz del 18/O y la convocatoria al Consejo de Seguridad Nacional (Cosena), entre otras-, el mea culpa realizado por el Mandatario sobre el tipo de oposición que ejercieron en el último gobierno de Piñera golpeó el corazón del PC, que en marzo próximo cumple 10 años desde que volvió a La Moneda durante la segunda administración de Michelle Bachelet. Especialmente, en los sectores ligados a los derechos humanos y en las Juventudes Comunistas (JJ.CC.).

El mismo viernes 9, la diputada Hertz -quien se encontraba de vacaciones fuera del país- manifestó su malestar en distintas instancias internas tras leer el discurso del Presidente.

Su primera llamada fue a Pizarro, luego se comunicó con otros pares de su bancada. A todos les dijo que ella había trabajado 14 años en Cancillería, que conocía muy bien el protocolo cuando un expresidente fallece y más aún si es en un accidente trágico, y que en ninguna parte del documento se indicaba que había que endilgarle virtudes.

Aunque el PC lamentó inmediatamente -a través de un comunicado- la repentina muerte de Piñera y envió las condolencias a su familia, en las horas siguientes se fue acrecentando el malestar por el protagonismo solicitado a sus ministros en diversos momentos de la actividad.

Camila Vallejo en el velorio del ex presidsente Piñera. (Fotos: Agencia UNO).

En el PC rápidamente se supo que una de las decisiones del Jefe de Estado tras el accidente en el lago Ranco fue pedirle a ministra del Trabajo, Jeannette Jara -quien se encontraba de vacaciones- que integrara uno de los tres grupos que hizo guardia de honor al féretro de Piñera. También habría causado incomodidad, según confirmaron distintas fuentes, el haber pedido a los secretarios de Estado comunistas que participaran en el funeral.

Pese a que la plana mayor de la colectividad se encontraba de vacaciones en distintos lugares, todos se las arreglaron para discrepar -en los días siguientes- con el discurso de Boric en las exequias de su antecesor.

“En el marco del estallido y la rebelión popular, hubo gravísimas violaciones a los derechos humanos y el Presidente Piñera tuvo una responsabilidad indesmentible en esa situación”, afirmó el lunes el presidente del PC, Lautaro Carmona.

Y aunque Carmona había anunciado que iba a enviar una delegación al funeral de Estado de Piñera, el único representante del partido fue el ministro de Educación, Nicolás Cataldo.

Una fuente de gobierno explica que, más allá del mea culpa de Boric, el trasfondo del enojo de los comunistas se debe a que, en la organización del funeral de Estado, una vez más se habría impuesto la visión del Socialismo Democrático.

Al respecto, una dirigenta del PC -que prefiere hablar en off- señala que es urgente tener una discusión interna para tener una mayor incidencia al interior del Ejecutivo y que el Socialismo Democrático no los siga pasando por encima en los dos años que restan de gobierno.

Otras fuentes cuestionan que se siga imponiendo la tesis de mantener “total lealtad” con Boric, tal como el partido lo hizo en los gobiernos de Salvador Allende (1970-1973) y Bachelet (2014-2018).

Pero, como ha ocurrido en otras crisis producto de desencuentros con La Moneda, fue el propio PC el que puso paños fríos y pidió -a través de sus canales internos- no seguir escalando el conflicto. Incluso, una fuente ligada a las JJ.CC. cuenta que se les pidió a los dirigentes de este colectivo borrar los mensajes contra Boric que habían publicado en distintas redes sociales, desde que el Jefe de Estado resaltó la figura de Piñera como “un demócrata desde la primera hora”.

Volvía a primar el pragmatismo, la vocación de poder y la principal peculiaridad de la centenaria colectividad: su disciplina y estructura jerárquica. Pero se había demostrado, otra vez, la dualidad del PC cuando es gobierno.

A diferencia de otros desencuentros con el gobierno, el mea culpa realizado por Boric sobre el tipo de oposición que ejercieron en Piñera 2 golpeó fuerte al interior del PC.

La doctrina Teillier

Tras la muerte de Gladys Marín, el 6 de marzo de 2005, después de una larga lucha contra el cáncer, Guillermo Teillier asumió la dirección del PC.

Usando la influencia que se había ganado al interior del partido en los años de dictadura, el profesor de castellano comenzó a imponer su tesis de que era hora de dejar el ostracismo político y los complejos a un lado y buscar espacios de poder institucionales.

Ello implicaba abandonar el discurso combativo que había caracterizado a Marín y al partido durante los años de la transición y hacer alianzas con los partidos de centroizquierda. Eso sí, sin dejar la calle, como reiteró muchas veces Teillier, para convencer a sus huestes.

La tarea del entonces líder comunista -apoyada por las nuevas generaciones del partido, a quienes les dio un fuerte tiraje- no fue fácil y debió enfrentarse al ala dura, entre ellos el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, quienes veían a la DC y a los sectores renovados del socialismo como adversarios, y eran partidarios del camino propio.

Pero Teillier fue paso a paso. El primero fue llegar a un acuerdo por omisión con la Concertación en alcaldes en las elecciones municipales de 2008. Su resultado fue de cuatro ediles electos y un puñado de concejales en todo el país.

El dirigente -fallecido el 29 de agosto del año pasado- repitió la fórmula en las parlamentarias de 2009, y logró que su partido volviera a tener presencia en el Parlamento tras 36 años, siendo electos diputados él, Carmona y Hugo Gutiérrez.

Pero fue en las elecciones presidenciales y parlamentarias del 2013 cuando los comunistas darían el salto decisivo, sumándose a las colectividades de la Concertación, creando una nueva coalición política: la Nueva Mayoría.

A fines de 2012, en plenas negociaciones, la expresidenta de la Fech y entonces precandidata a diputada por el PC Camila Vallejo advirtió -en La Tercera- que la falta de entendimientos y tensiones entre la DC y su partido podría poner en riesgo un eventual segundo gobierno de Bachelet. Y anunció que, de llegar con la socialista a La Moneda al año siguiente, el PC estaría con “un pie en la calle y otro en el gobierno”, aunque no les gustara a sus socios democratacristianos.

Sin saberlo, la actual vocera de gobierno inmortalizaría una frase que es, hasta hoy, una máxima con la que ha navegado la centenaria colectividad en esta última década.

Finalmente, se suscribió un pacto llamado “PPP” (Presidente, Parlamento, Programa) y en marzo de 2014 Bachelet llegó a la Presidencia, esta vez de la mano de la Nueva Mayoría.

Terminaban así 40 años del PC en la oposición -desde la Unidad Popular- y los comunistas volvían a ser parte del oficialismo. Teillier puso a dos leales compañeros como ministros: Claudia Pascual, en el Ministerio de la Mujer, y Marcos Barraza, en Desarrollo Social.

A pesar de la difícil convivencia del PC con el falangismo y los constantes roces entre Teillier y su entonces par de la DC Ignacio Walker, el bloque se mantuvo intacto durante todo el período marcado por el caso Caval y -como posteriormente lo ha reconocido la propia exmandataria- por la irrestricta lealtad del Partido Comunista.

“No fue fácil, pero el balance es positivo, tenemos la capacidad de estar en un gobierno”, dijo Teillier a La Tercera el 11 de marzo de 2018, al cierre de la administración Bachelet. “Alguien podrá acusarnos de que nos excedimos en hinchar por las reformas, pero es una acusación que nos da más mérito que desmérito”, agregó en la misma conversación.

Pablo Monje, encargado electoral del partido y quien acompañó a Teillier en ese largo camino que el próximo 11 de marzo cumple 10 años, dice que el crecimiento ha sido sostenido y que los resultados están a la vista.

“Hoy tenemos 10 diputados, dos senadores, somos la principal fuerza de centroizquierda, la que tiene más afiliados en Chile y seguimos con capacidad para instalar nuevas figuras en cada elección”, explica.

Monje agrega que el crecimiento electoral ha ido acompañado en esta década de varias claves, como la mantención de una línea política que impulsa “alianzas lo más amplias posibles con el objetivo de ganarle a la derecha y no para debatir con nuestros aliados”.

Otra, agrega Monje, es que, independiente de estar en el gobierno o en la oposición, “hemos mantenido un trabajo territorial y electoral permanente, sin pausa, para sostener nuestro crecimiento”.

El fallecido líder del PC, Guillermo Teillier, junto Karol Cariola y Camila Vallejo, en La Moneda en mayo de 2018. Foto: Mario Téllez / La Tercera.

La llegada a La Moneda como actor protagónico

Los comunistas aprovecharon los años que siguieron al estallido social de 2019 para sintonizar con sus bases, ganar alcaldías emblemáticas, como Santiago, y enfrentar una primaria presidencial con un candidato -Daniel Jadue- con un alto respaldo ciudadano.

Por ello, a diferencia de Bachelet 2 -en que el PC fue un actor secundario, con una limitada influencia ante la DC y los partidos de la ex Concertación-, el 11 de marzo de 2022 la colectividad llegó al poder como uno de los partidos ejes del gobierno de Boric y en su mejor momento histórico.

Lo hizo, además, con dos de sus figuras -Vallejo y Jara- en dos carteras claves: la Secretaria General de Gobierno y el Ministerio del Trabajo y Previsión Social. Actualmente las dos forman parte del comité político de La Moneda.

Desde un comienzo, ambas ministras sabían que transitarían por una delgada línea que, a ratos, las iba a poner en una postura contraria a la de su partido, como ha ocurrido en temas de seguridad y en la reforma de pensiones.

“Yo soy vocera de gobierno, el representante del PC es su presidente”, precisó Vallejo en una entrevista en LT Domingo un mes y medio después de asumir como portavoz, marcando un separación que ha sorteado con éxito en lo que va del gobierno.

En los próximos meses, Jara -quien hace unos meses recibió cuestionamientos de dirigentes y parlamentarios comunistas por su participación en tres citas que se realizaron en la casa del exalcalde UDI Pablo Zalaquett- deberá enfrentar otra prueba, al interior de su tienda y con sus socios del Socialismo Democrático.

El PC se encuentra apoyando un paro nacional para el 11 de abril, que el jueves confirmó Karen Palma, presidenta de la Federación Nacional de los Trabajadores de la Salud (Fenats) e integrante del comité central comunista. “Es un llamado de atención al gobierno, para mostrar con quién construye mayorías”, advirtió Palma.

La convocatoria de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) también será un examen para Carmona que, según coinciden fuentes internas, se ha ido fortaleciendo cada vez más en su cargo, manifestando -en privado- a Boric sus desacuerdos y pidiendo más presencia e influencia en el gobierno (la condonación del CAE y el pago de la deuda histórica a los profesores son dos peticiones puntuales que la directiva planteó al Mandatario en su última reunión a principios de año).

La presidenta del Partido Socialista, Paulina Vodanovic, a cuyo partido pertenecen el presidente de la CUT, David Acuña y su vicepresidenta, Silvia Silva, señala a La Tercera que en el gobierno “existen las instancias para resolver los problemas de los trabajadores, antes de convocar a un paro. Más aún, si la ministra del Trabajo pertenece al Partido Comunista”. Lo mismo cree su par del Partido Radical, Leo Cubillos: “O se está en la calle o se está en el gobierno. Los partidos no se pueden desconectar de la ciudadanía, pero tampoco de lo que significa ser parte del gobierno, más aún, teniendo importantes autoridades formando parte de él”.

Daniela Serrano -diputada y presidenta de las JJ.CC.- desdramatiza esta dualidad, señalando que no es algo nuevo en la historia de la colectividad fundada en 1922. “Desde la decisión de Luis Emilio Recabarren de ser diputado, pasando por nuestra experiencia truncada en el gobierno de González Videla, la participación en el gobierno de la Unidad Popular y en Bachelet 2, el PC siempre ha tenido una vocación de disputa del poder, pero entendiendo que eso no implica dejar el fortalecimiento del movimiento social. Más todavía si no tienes una mayoría política para hacer cambios”, sentencia.

Este año será clave para el PC. La tienda desarrollará su 27° Congreso Nacional, donde se tomarán definiciones programáticas y de línea política para los próximos cuatro años. Además de concluir con la elección de su dirigencia en diciembre, se revisarán las cuentas que deja la estratégica decisión de ser parte de un gobierno.

La ministra del Trabajo, Jeannette Jara, junto al secretario general de la CUT, Eric Campos, ambos militantes del PC.