“La política exterior requiere menos improvisación, más preparación, para evitar errores no forzados como los que se han acumulado recientemente. Los logros quedan opacados cuando se repiten los tropiezos”. La frase del exministro de Relaciones Exteriores Heraldo Muñoz habla sobre el momento que atraviesa la Cancillería, liderada por Antonia Urrejola, y la serie de traspiés que la administración del Presidente Boric ha cometido en sus primeros seis meses.

Desde el primer día, la ministra cercana al PS ha tenido que salir a dar explicaciones. El 15 de marzo, por ejemplo, durante el cambio de mando, Boric culpó a Felipe VI por el atraso de la ceremonia. Algo que la Corona española salió a desmentir y que, posteriormente, Urrejola debió cerrar explicando que se había tratado de “un error comunicacional y de información” del Mandatario recién asumido.

Ese es sólo uno de los episodios por los cuales el exembajador chileno Cristián Maquieira cree que “el gran problema de la ministra es que no ha podido, o no ha sabido, rayar la cancha y decir ‘este tema es mío’”. Una opinión que comparten varios de sus críticos, que si bien le reconocen una gran trayectoria con roles en el gobierno, asesorando en la OEA y como presidenta de la CIDH, señalan que le ha faltado fuerza para imponer posiciones.

Lo dice un diplomático chileno, actualmente en funciones: “Hubo personas que, bien o mal, durante 30 años manejaron la Cancillería. Y a ellos, en un momento dado, este gobierno los sacó y bajó el promedio de edad en unos 20 años. Si antes había gente de 70, ahora hay de 50. Pero esa gente que se fue quedó picada, con ganas de decir que todo se estaba cayendo a pedazos”. De hecho, en el gobierno sostienen que parte importante de las críticas a la Canciller tiene que ver con que es mujer y con que se ha rodeado de equipos ajenos al mundo que tradicionalmente habitó esa repartición.

Las nominaciones de personas sin experiencia diplomática, como la arquitecta Susana Herrera, quien antes de ser destinada al Reino Unido había perdido en las elecciones de constituyentes y de diputados, o de cercanos al Presidente, como Javier Velasco en la embajada de España, o de Sebastián Depolo, un férreo crítico al Presidente Bolsonaro, nominado al puesto en Brasil, que aún no lo acepta como embajador, sólo le dieron más peso a la tesis del desorden, aun cuando no es primera vez que un Presidente nombra embajadores a sus cercanos. Sin ir más lejos, Piñera quiso mandar a su hermano a Argentina.

El tema, cree un funcionario de carrera, es que el problema sólo se complejiza más cuando se agrega el factor ideológico que distancia a Apruebo Dignidad del mundo diplomático:

“Parece ser que el Frente Amplio ve la Cancillería como un lugar de gente conservadora. Un lugar donde importan las formas y se usa corbata. Entonces, a la ministra le están haciendo la vida imposible desde el FA joven, hasta la ex Concertación, que fue retirada a palos. La derecha no se ha portado mal. Su problema es el fuego amigo”.

Ese análisis sólo se puede entender al incorporar la figura del subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales, José Miguel Ahumada. Él, un cientista político con doctorado en Cambridge, comenzó a causarle ruido al ministerio al proponer hacer consultas ciudadanas para legitimar los tratados de libre comercio, o al sostener que estos mismos tratados habrían detenido el desarrollo productivo de ciertos sectores en Chile.

“Hubo una entrada muy disruptiva de grupos que no tienen experiencia en política exterior y que tienen, en algunos casos, intereses ideológicos y, en otros, de poder. Pero lo que se observa es una pelea de grupos –comenta un exfuncionario de Cancillería–. Es evidente que el subsecretario Ahumada tiene la agenda del PC y ha nombrado a gente en esa línea. Pero esa agenda no es la misma que la de la canciller Urrejola”.

La inusitada notoriedad de Ahumada, sostienen algunos analistas, ha debilitado el liderazgo de Urrejola. Sobre todo, por lo publicitadas de sus opiniones de los tratados firmados y los que están esperando su aprobación o ratificación, como el TPP11.

“Las críticas se hacen en privado. Esto de amenazar primero es una pésima manera de negociar. Porque lo peor es anunciar la diferencia antes de negociar”, explica un excanciller, que agrega: “Nosotros nos hemos convertido en exportadores agrícolas gracias a esos tratados. Estas cosas academicistas, entre comillas, son voluntarismo puro. Tratan de restaurar la teoría de la dependencia de los años 60″.

Esa evaluación de las opiniones de Ahumada es extendida dentro del mundo diplomático. Uno de ellos, jubilado de sus funciones, piensa que “dentro de la gente que está en las alianzas del gobierno, hay un apogeo de la nostalgia y una absoluta desatención por la historia, por lo que se ha hecho”.

Heraldo Muñoz reafirma lo segundo, aunque deja claro su respaldo a Urrejola. Sostiene que se debiese escuchar más a la Cancillería que a los asesores de La Moneda en materia internacional, cuestión que, en todo caso, en Palacio sostienen que es así. “Aprender haciendo política exterior arriesga costos y por eso el conocimiento sólido de los temas de negociación e intercambio es indispensable. Hay que cuidar el prestigio bien ganado de nuestra política exterior, que constituye un ‘poder blando’ muy importante para un país relativamente pequeño como el nuestro”, dice Muñoz.

El Presidente y la Canciller en la reunión de la ONU. September 20, 2022. REUTERS/Amr Alfiky

Israel y el caso Grossman

Una fecha clave para la actual Cancillería fue el 27 de junio. Ese lunes, la ministra Antonia Urrejola y la subsecretaria de Relaciones Exteriores, Ximena Fuentes, le notificaron al abogado Claudio Grossman que Chile no apoyaría su postulación a la Corte Internacional de Justicia. El argumento que esgrimieron es que la prioridad del gobierno era que Chile fuera elegido miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

“Grossman fue militante del Mapu, participó de la Concertación, fue el agente que llevó la parte final de la defensa (triunfante) en la demanda de Bolivia y ejerció como abogado de la familia de Jaime Guzmán para insistir en la extradición de Galvarino Apablaza desde Argentina. Por lo tanto, no es del gusto del PC ni de su órbita. Es un connotado dirigente judío, con lo cual no ha de ser del gusto de otro sector oficialista. No se puede prescindir de estos datos facciosos para ver el caso”, escribió Ascanio Cavallo en una columna publicada en La Tercera para explicar lo desconcertante de la decisión.

Un diplomático cercano a Grossman, sin embargo, asegura que el abogado, de 74 años, “quedó bien molesto y sentido. El error fue que no se lo dijeron altiro. Hasta entonces entiendo que tenía un vínculo estrecho con la ministra Urrejola. Se conocían desde la OEA, pero me imagino que la relación no debe estar muy buena ahora”.

“Grossman –asegura la misma fuente– no tenía ninguna posibilidad de ganar esa votación. Pero fue una excusa suficiente para que los que se la tenían jurada a la canciller la pudiesen criticar”.

El exembajador Cristián Maquieira es de los que sostienen que no apoyar a Grossman fue un error: “Chile tiene problemas de delimitación pendientes. Habría sido extraordinariamente bueno tener un juez en la corte en caso de que se llegara allá de nuevo. Claudio Grossman tiene un prestigio internacional como jurista que no lo tiene nadie más en Chile. Aquí faltó visión del Presidente y la canciller”.

Después agrega: “Estoy convencido de que por razones que no puedo calificar, probablemente ignorancia, se han perturbado los intereses permanentes del país con los intereses coyunturales del gobierno”.

Luego de sortear polémicas con el desplazamiento de la agregaduría cultural en España, desde Madrid hacia Barcelona, el 15 de septiembre La Moneda se negó a recibir las cartas credenciales de Gil Artzyel, el embajador de Israel en Chile. La razón de Boric fue que, en una ofensiva en Gaza del Ejército israelí, había muerto una joven palestina de 17 años.

“Doy fe de que la canciller hizo todo lo que pudo para cambiar la opinión del Presidente –cuenta un actual funcionario del Minrel–. Todos le dijeron al Presidente y no hubo caso. Y no solo la ministra, también la directora de protocolo. Ahora, después de pedir disculpas, van a hacer una nueva ceremonia de credenciales a fin de mes, pero esto no nos va a salir gratis”, recalca un funcionario de su repartición, quien además recalca que guste o no, la política exterior la fija el Presidente.

Maquieira comparte la preocupación: “Nosotros tenemos un acuerdo de defensa con Israel, provee de armas a la Armada y a la Fach. ¿Qué va a pasar cuando haya que pedirles repuestos? El presidente Boric se dio un gustito que le puede costar muy caro a Chile”.

El Mandatario volvió a hablar sobre el conflicto en la Franja de Gaza durante su discurso en la ONU. Ahí pidió “no naturalizar las permanentes violaciones a los derechos humanos contra el pueblo palestino”. Esa misma jornada, en un foro en Madrid, el embajador Velasco, refiriéndose al 18-O, dijo que “para que llegáramos a eso se requirieron 30 años de políticas que profundizaron la desigualdad”. Sus palabras fueron criticadas ampliamente por el mundo político.

El nuevo embajador de Chile en España, Javier Velasco. EFE/ Alberto Valdes

“Siempre ha habido embajadores descriteriados, pero no de forma tan flagrante como Velasco”, explica un exfuncionario de Cancillería. La vocería causó problemas no sólo porque estaba fuera de los límites que se le piden a un diplomático, sino también porque agredía al mundo del Socialismo Democrático, que forma parte del oficialismo.

“Habiendo vivido 20 de los 30 años en el gobierno, uno resiente esas afirmaciones –admite el excanciller y actual senador José Miguel Insulza–. Entiendo que para el estallido mucha gente, que incluso trabajó en los gobiernos de la Concertación, dijera ‘no son 30 pesos, son 30 años’. Pero habiendo pasado el tiempo y perteneciendo al mismo gobierno, claro que molesta que sigan con la tontera”.

Todo eso sucede cuando aún no hay embajador en países estratégicos como Brasil, México y China. Y eso, cree un funcionario del ministerio, no permite que se celebre que, por ejemplo, la canciller ha nombrado embajadores a 19 diplomáticos de carrera y prometió nombrar a 23 en total. La lentitud para destrabar conflictos se toma toda la conversación. Y eso es algo que el mundo diplomático simplemente no entiende.

“Entre los múltiples errores, improvisaciones y desprolijidades, ¿cuáles pueden ser atribuidos a la canciller, a la Cancillería o al Presidente Boric? ¿Con quién se asesora el Presidente? No lo sabemos a ciencia cierta, pero lo que tenemos es una política exterior debilitada y una Cancillería que siente que la política exterior se dicta desde La Moneda, sin contar con la expertise profesional de aquella”, describe el excanciller Ignacio Walker.

El problema, dice un diplomático actualmente en servicio, es que nadie paga las culpas de los errores cometidos.

“Ni siquiera piden perdón. Hacen el loco, dicen no pasó nada y seguimos adelante. Pero en materias como las nuestras, no es así. Lo que dices queda para siempre”.