Juan Carlos Reinao supo lo que era estar preso a los 22. Era diciembre de 1997. A comienzos de ese mes, en Lumaco, desconocidos quemaron tres camiones en un predio forestal. El gobierno de Eduardo Frei aplicó la Ley de Seguridad del Estado y las primeras líneas investigativas apuntaban a una organización que llevaba poco tiempo funcionando: la Coordinadora Arauco Malleco (CAM). Reinao, que había nacido en Contulmo, hijo de una familia mapuche sin mayores recursos económicos, participó en los orígenes de esa agrupación. Pero esa infancia pobre y rural, decía él, no fue lo que lo empujó a ser parte de la causa de recuperación de tierras. O al menos no lo único.
Reinao, cuando contaba su vida, siempre decía que lo que lo movilizó fue el racismo.
“Yo lo viví, como estudiante de enseñanza básica, de enseñanza media (...), como médico y como alcalde”, dijo durante una charla en 2020.
La primera experiencia traumática fue a los 13 años. Esa vez, contaba, sus compañeros del Liceo B-55 de Los Álamos, en la provincia de Arauco, le dieron una paliza en el camarín por ser mapuche y venir de una comunidad. Todo eso lo empujó a acercarse a otros estudiantes indígenas de la provincia y a instruirse en la historia en la que, le enseñaron a ellos, el Estado de Chile despojó a los mapuches de sus tierras.
Ese camino fue el que lo llevó hasta la CAM.
Pocos días después del atentado en Lumaco, en 1997, lo detuvieron mientras iba arriba de un bus. Lo sindicaron como el autor intelectual del ataque y lo mantuvieron incomunicado durante una semana en una comisaría, a pesar de que él, aseguraba, no había tenido nada que ver con ese hecho.
“Ahí me partieron la cabeza –le contó a LT Domingo en 2022–. Es una herida que todavía tengo”.
Mientras estuvo recluido conversó con observadores franceses y belgas, que visitaron el sur de Chile como parte de la Comisión Pluridisciplinaria de Cooperación Europea. A ellos, durante una entrevista, les contó más detalles de su cautiverio:
“Al tercer día me dejaron en un baño colgado con los brazos atrás. Fueron los días más duros que tuve. Después, creo que fue como el día miércoles, me trasladaron a una sala donde tenían que aplicarme corriente. Me amarraron los testículos y brazos con ligas. Mientras tanto, seguían solicitándome que aportara a la investigación. Como yo no era terrorista, ni tampoco tenía antecedentes mayores, no tenía nada que aportar, tampoco se me ocurría nada a inventar. Así pasé también esa etapa en la cual seguí recibiendo amenazas. En una de esas me recuerdo que me colocaron un arma en la cabeza con la bala pasada y dispararon al lado mío”.
Salió con libertad bajo fianza un mes después, en enero de 1998. Fue entonces que conoció a Héctor Llaitul. Su vida próxima, sin embargo, no estaba en Chile. Dirigentes mapuches lo ayudaron a gestionar una beca para estudiar Medicina en La Habana. Cuando recordaba esto, Reinao contaba que no alcanzó a despedirse de sus padres. Y que, estando en Cuba, tampoco podía escribirles. No era una restricción. El problema era que ninguno de ellos sabía leer o escribir.
Por eso, contaba Reinao, ambos pensaban que había muerto.
El mediador
Reinao regresó a Chile seis años después, convertido en doctor. Trabajó en las postas de Lebu, Cañete, Los Álamos y Negrete. Aunque su trabajo más visible fue otro: en 2007 fue el médico de los huelguistas de la Cárcel de Angol acusados como autores de un atentado incendiario en un fundo de la Forestal Mininco. Entre sus pacientes estaba Patricia Troncoso, conocida como “La Chepa”, quien estuvo 112 días sin comer.
S.M., una estudiante de 17 años de Tirúa, lo conoció entonces. Reinao, declaró ella, era pariente lejano de su madre y, por lo mismo, a veces se quedaba en su casa.
La mujer, de 34 años hoy, relató que acompañó a Reinao a un velatorio el 24 de diciembre de 2006. Esa noche, contó, el doctor la violó en la parte trasera de su auto. En su testimonio, la denunciante dijo que no pudo defenderse: “Yo traté de despertar bien y no sentía mi boca ni mi lengua, estaba como dopada”.
Estas situaciones, dijo, fueron reiteradas.
“Después de eso, y como nadie sabía, Juan Carlos seguía visitando mi casa con frecuencia y me acosaba mucho, me obligaba a tener sexo con él cuando mis papás ya no estaban en la casa de día y en la noche también me obligaba. Incluso, cuando mis papás estaban durmiendo, yo accedía a tener sexo con él porque me amenazaba y me decía que le contaría esto a mi mamá y eso para mí era terrible, porque yo le tenía mucho respeto y temor a ella. Además, me decía que no me ayudaría a irme a Cuba”.
S.M. sí terminó consiguiendo una beca para irse a La Habana en 2008, luego de superar una depresión. “Juan Carlos –declaró– nunca me ayudó”.
La vida pública de Reinao tomó otros rumbos. Compitió como independiente para ser concejal de Contulmo en 2008. Eran seis cupos y 22 candidatos. Él terminó 16, con el 3,06% de los votos. Luego de eso se fue a trabajar a Renaico, una comuna de La Araucanía en el borde con el límite de la Región del Biobío.
“Allí se ganó la simpatía de sus pacientes, en una comuna pequeña y bastante apacible, alejada geográficamente del conflicto y las zonas rojas. Es el fenómeno del ‘médico del pueblo’ que -al menos en poblados del sur- tarde o temprano termina de alcalde”, explica un intelectual mapuche cercano a Reinao.
Ese, efectivamente, fue el camino que tomó. En 2012 se presentó para ser alcalde y ganó con el 40,99% de los votos.
“Hay personas mapuches que han optado por ponerse a disposición de la sociedad por la vía institucional. Dentro de esos estoy yo, como alcalde de una comuna donde la presencia mapuche es muy baja, bajísima. Creo que si votaran 10 veces todos los mapuches que están en Renaico, no me sacan de alcalde”, dijo Reinao a LT Domingo el año pasado.
Desde ese lugar, el médico comenzó a fabricarse un nombre dentro de los liderazgos de la zona y a armar su red. Un lazo que estrechó fue con Manuel Monsalve (PS), a quien conocía como médico, pero que en ese entonces era diputado por la zona. Su siguiente paso fue armar la Asociación de Municipalidades con Alcaldes Mapuches (Amcam), en 2014.
“La conformación de la Amcam fue un hecho político relevante. Ante una dirigencia mapuche atomizada y constantemente cuestionada en su legitimidad y representatividad por los gobiernos, los alcaldes se transformaron rápidamente en interlocutores válidos e institucionales. El voto popular les daba total legitimidad”, dice un intelectual mapuche.
El poder electoral de Reinao sólo pareció aumentar cuando renovó su control de la Municipalidad de Renaico en 2016, con el 61,77% de los votos. Sus lazos, para ese entonces, ya se expandían hacia la derecha y a la administración de Sebastián Piñera, que se instaló en 2018 por segunda vez en La Moneda.
“Reinao se vendía muy bien como una persona que podía generar puentes de diálogo con las comunidades, incluso con las más radicalizadas. Él decía tener nexos con mucha gente, como Llaitul”, cuenta un funcionario de Interior de ese tiempo.
Esos atributos lo perfilaron como un actor útil en La Araucanía. Y él aprovechaba eso para acelerar gestiones para su municipio. No eran cosas grandes, pero lo hacían parecer influyente en su entorno. Si un vehículo policial no estaba operativo por un desperfecto mecánico, Reinao llamaba a Santiago para pedir que lo repusieran o arreglaran.
Mientras esa fama aumentaba y su nombre comenzaba a resonar más allá de los límites de la Macrozona Sur, incluso como invitado para foros de Icare, también crecían las denuncias.
T.M., una estudiante de Renaico, lo acusó de haberla violado y, luego, enviarla a Ecuador, junto a un profesor, a practicarse un aborto.
K.C., una trabajadora social de 23 años que se desempeñaba en la Municipalidad de Renaico desde 2018, lo denunció por abuso en Alto Biobío y violación en un hotel de Santiago Centro, durante un viaje de trabajo.
M.S., una administradora pública de 24 años que también era funcionaria municipal, relató a la Fiscalía un episodio que vivió una noche en Contulmo, luego de volver de reuniones con el alcalde de Tirúa, junto a otra compañera, cuando pasaron la noche en una cabaña.
“Durante la madrugada, desperté y me di cuenta de que don Juan estaba durmiendo en la cama de nosotras (…) La mano de don Juan estaba por debajo de mi ropa interior”.
Según la administradora pública, las denuncias no intimidaban a Reinao.
“Él siempre dice que nunca le va a pasar nada, porque tiene muchos contactos. Los funcionarios de la municipalidad siempre lo protegen, porque saben que si él se va, se va la mitad de la municipalidad”, declaró.
Sí hubo algo que asustó a Juan Carlos Reinao. Luego de dar un par de entrevistas hablando contra traficantes que, decía, se habían instalado en su comuna, sufrió un atentado en junio de 2020.
“Mi auto sufrió 17 impactos de bala afuera de mi casa –contó a LT Domingo el año pasado–. He sido amenazado con panfletos. Si usted me pregunta si yo siento miedo, debo decirle que sí (…), no estoy de acuerdo con el narcotráfico en ninguna de sus expresiones”.
Prófugo
Aún faltaba una denuncia: era la de C.F., una exfuncionaria de la municipalidad, de 19 años. La mujer dijo que Reinao la violó en su auto, en diciembre de 2020, cuando iban camino a Negrete. En la querella que presentó en Lebu, C.F. dio más detalles: “No hubo forcejeos ni golpes, mas mis gritos no fueron oídos por nadie en el despoblado y la noche dejó todo esto en la más absoluta impunidad. Luego de culminado el acto, el señor Reinao me amenazó con que toda mi familia perdería su trabajo, ya que mi hermano trabaja bajo el mando de Reinao y, como vivimos con mis padres, de su ingreso igual depende la economía familiar”.
El entorno del alcalde leyó esta nueva acusación, a tres semanas de la elección municipal de 2021, como una maniobra política. Aun así, la comuna votó por él. Ganó con el 46,28%. Un mes después, Reinao declaró por esta denuncia.
“Pese a que se intentó dañar mi imagen, el pueblo de Renaico no creyó estas infames calumnias y me eligió alcalde por tercera vez consecutiva por amplia mayoría. A quien se le pregunte en Renaico por esta querella dirá lo mismo: fue con fines políticos. Renaico conoce a cada uno de los renaiquinos”.
Lo que el alcalde no sabía es que había un abogado de Concepción, querellante en la causa de C.F. y cercano a ella, hablando con las otras denunciantes. Era José Rodríguez.
“No tengo ninguna motivación política, ideológica. Ningún familiar mío trabaja en el sistema público. La motivación fue más bien razones de justicia”, dice.
En el repaso de las otras acusaciones por delitos sexuales, se encontró con las causas de S.M., T.M., K.C., M.S. y un par más, donde Reinao había sido sobreseído. Entonces presentó un requerimiento al juzgado para agrupar estos casos: “Iba en el sentido de que les quitaran la dirección de las investigaciones a los distintos fiscales que las tenían hasta ese minuto, por ineficiencia. Accedieron a mi petición completamente y nombran al fiscal Gonzalo Martínez, de Los Ángeles. Ahí recién las causas empiezan a avanzar”.
Frente a este nuevo escenario, Reinao contrató la defensa del abogado penquista Francisco García en agosto pasado.
“Aquí hay tres mujeres que a la fecha de los hechos eran mayores de edad. Respecto de esas mujeres, nosotros hemos sostenido, y también lo ha sostenido Juan Carlos desde el comienzo, de que hubo relaciones consentidas”, dice el penalista. En los otros casos, argumenta, se trataría de delitos prescritos.
El fiscal Martínez no compartió esa tesis. El 3 de noviembre, en Cañete, formalizó al alcalde de Renaico por cuatro delitos de violación, un delito de aborto y tres de abuso sexual, contra cinco víctimas. El tribunal, que ofició de manera telemática por estar ubicado en una zona conflictiva, decretó que durante los cuatro meses de investigación, Reinao debería cumplir prisión preventiva en la Cárcel de Traiguén. El último plazo que tenía para presentarse era a las 22.00 de ese día. Pero el doctor nunca llegó y nadie más volvió a saber de él.
Al día siguiente hizo llegar una declaración a Radio Biobío, desde la clandestinidad. Acusaba al narcoterrorismo de un montaje en su contra.
Su caída fue más evidente días después. Los concejales de su comuna anunciaron que solicitarán la vacancia de su cargo y el 7 de noviembre, en un punto de prensa, Manuel Monsalve, ahora como subsecretario de Interior, contó que había equipos de la PDI y Carabineros buscándolo. Su exsocio político en la región, el que, según corrobora Interior, lo recibió dos veces en La Moneda para hablar sobre seguridad en la Macrozona Sur junto a otros alcaldes, ahora estaba dando detalles de su cacería.
El jueves se volvió a saber de él: dijo que se entregaría a la justicia. Su abogado, Francisco García, afirma que aún están afinando los detalles de su comparecencia en la Cárcel de Traiguén.
Cualquiera sea su destino judicial, la única certeza que queda es esta: después de 26 años, Juan Carlos Reinao volverá a estar tras las rejas. Pero ya no como un dirigente de 20, sino como un político manchado, a días de cumplir 48 años.