“Aquí te vengo a matar”, fueron las pocas palabras que Benjamín Cañuta Cañuta, de 87 años, alcanzó a escuchar antes de sentir en la cabeza el golpe seco de una escopeta, la noche del 6 de agosto de 2019. Ya caído en el suelo de su casa en la comunidad mapuche Cañuta Calbuqueo, de Ercilla, Región de la Araucanía, de inmediato recibió varias patadas en distintas partes del cuerpo.
Tras ser llevado al Hospital de Victoria, donde se le diagnosticó un trauma craneoencefálico moderado a grave, un corte de ocho centímetros y dos fracturas en la cabeza, sus familiares le preguntaron si recordaba quién lo había agredido de manera tan violenta. “Fue el Maikol”, respondió el anciano a uno de sus hijos.
Maikol Alexander Palacios Castillo, en ese entonces de 16 años, era el bisnieto de Benjamín Cañuta. Las razones del porqué el adolescente mapuche agredió a su bisabuelo son un misterio, pero lo cierto es que lo dejaron con arresto nocturno y, por orden del tribunal, la Fundación Ciudad del Niño de Malleco se hizo cargo de su acompañamiento durante la investigación.
“El adolescente refiere profundo sentido de pertenencia, reflejando rechazo hacia la institucionalidad chilena, pero carente de toda agresividad e ideología que lo sustente”, se plasmó en uno de los informes de seguimiento entregados por la institución.
Parte de esa identidad la obtuvo en la comunidad de Temucuicui, en Ercilla, uno de los focos de mayor conflicto y violencia rural en La Araucanía, donde creció y se volvió amigo del comunero Camilo Catrillanca. Una muestra de esa cercanía quedó en evidencia el 22 de octubre de 2018, cuando Catrillanca, Palacios y otros dos menores de edad fueron sorprendidos por las Fuerzas Especiales de Carabineros en el centro de la comuna a bordo de una camioneta robada, pero cuya detención fue declarada ilegal por el tribunal.
Otro ejemplo ocurrió 22 días después, en la misma Temucuicui: durante un operativo del extinto Comando Jungla de Carabineros por el robo de tres autos que terminó con el sargento Carlos Alarcón disparando y matando por la nuca a Catrillanca. A su lado, arriba de un tractor y con tan sólo 15 años, Maikol Palacios fue el único testigo del asesinato y se volvió una pieza clave para esclarecer el montaje que pretendió ocultar el crimen.
Ese estaba lejos de ser el primer episodio traumático en la vida del joven mapuche. Desde un principio su historia estuvo marcada por la figura de un padre violento, condenado por homicidio y hoy recluido por robo e incendio. Palacios creció entre reivindicaciones territoriales, armas y pasos por el Sename. Su vida terminó a los 20 años, la madrugada del pasado jueves 7 de diciembre, cuando fue atropellado en la Ruta 5 Sur a la altura de Victoria. Las sospechas de la policía apuntan a un posible intento de robo de la camioneta que le quitó la vida.
La tragedia rondando Temucuicui
El pasado 30 de noviembre, siete días antes de su fallecimiento, Maikol Palacios cumplió un hito. Ese día, el Centro de Reinserción Social de Gendarmería de Angol envió al Juzgado de Garantía de Victoria el Plan de Intervención Individual con el que el joven comenzaría a cumplir los tres años y un día de libertad vigilada intensiva a la que había sido condenado meses antes, tras intentar robar una cartera en la plaza de Victoria.
El hecho había ocurrido la tarde del 15 de junio de 2022, cuando Palacios abordó a una mujer y le apuntó por la espalda con una pistola Bruni 9mm, que resultó ser de fogueo. La víctima se resistió, lo que derivó en un forcejeo del que el joven finalmente trató de arrancar.
Tras ser detenido, según la justicia, habría dicho a los carabineros: “Los voy a ir a buscar a la casa a lo que me vaya, les voy a dejar unas (calibre) 7.72 y después se las voy a cobrar a la casa con unos balazos”. En un juicio simplificado, Maikol Palacios “aceptó expresamente” la acusación del Ministerio Público.
En el informe de Gendarmería, generado a partir de entrevistas con el joven, se volcó buena parte de su corta pero intensa historia de vida: una que estuvo marcada por el destino de su padre, Jorge Palacios Cañuta (41). Como el segundo hijo de la relación con su madre, Maikol nació el 13 de junio de 2003 y vivió sus primeros meses en la llamada “reducción Butaco”, en la comuna de Ercilla.
Ahí rápidamente las cosas se complicaron. Por problemas familiares su mamá abandonó el hogar cuando Maikol tenía ocho meses de edad. Por ello, su padre obtuvo el cuidado personal del niño, quien fue criado por sus abuelos, hasta que ambos fallecieron en un accidente de tránsito cuando el menor tenía cinco años.
“Según reporta el penado, es la nueva pareja de su padre quien habría asumido un rol materno, desarrollando un vínculo de afecto con ella. Todo esto mientras el padre se encontraba prófugo de la justicia”, señala el informe, por una condena de cinco años y un día por homicidio.
Ello ocurrió en enero de 2003, meses antes del nacimiento de Maikol, cuando su padre estaba bebiendo alcohol con Juan Carlos Cayuhuan Quiñimil en la misma reducción Batuco. Los ánimos cambiaron y, tras una discusión, Palacios Cañuta mató al hombre de un disparo con una escopeta hechiza.
Todo ese tiempo, Maikol fue cuidado por la pareja de su padre, en Temucuicui, lo que se extendió por nuevos delitos del padre. En 2011, Palacios Cañuta fue condenado a 541 días de prisión por golpear en la cabeza a un tío. Y el 15 de enero de 2012, cuando el menor tenía ocho años, el padre junto a otro hombre apuñalaron a Humberto Millanao Huenchullán, también en la comuna de Ercilla.
La víctima sobrevivió y los autores fueron condenados a tres años y un día de cárcel: penas que recién terminaron de ser cumplidas en 2016. Tras ello, Maikol Palacios volvió a vivir por ratos con su papá. Sólo que en las entrevistas el joven reconoció que se escapaba de la casa para evitar la violencia física que ejercía su progenitor cuando se emborrachaba.
Fue en ese contexto en el que Maikol Palacios se acercó a la figura de Camilo Catrillanca, quien, según reveló Ciper, ya estaba en la mira de la inteligencia de Carabineros como un presunto líder de la Alianza Territorial Mapuche, grupo al que se adjudicaban atentados en la zona.
“Camilo era un referente dentro de su comunidad, bailaba en las ceremonias, era un elemento importante. Maikol era su amigo. Se sentía muy cercano a él”, asegura Sebastián Saavedra, abogado en causas indígenas que asumió la defensa del adolescente tras el asesinato de Catrillanca.
La vida después del homicidio de Catrillanca
La verdad judicial señala que el 14 de noviembre de 2018, tras una denuncia al 133, los tripulantes de un helicóptero de Carabineros habrían divisado a tres hombres vestidos con ropas oscuras escapando tras robar los autos de tres profesoras en la escuela rural Santa Rosa de Ercilla. En tierra, una caravana de vehículos de Fuerzas Especiales y del GOPE se dirigía al corazón de Temucuicui.
Tras ello, el carro blindado J040, ocupado por el suboficial Patricio Sepúlveda Muñoz, el sargento 1° Carlos Alarcón Molina, el sargento 2° Raúl Ávila Morales y los cabos 1° Braulio Valenzuela Aránguiz y Gonzalo Pérez Vargas, llegó al lugar del robo y los funcionarios decidieron avanzar a pie por el corte de los caminos.
Desde el helicóptero se alertó que un tractor azul se aproximaba al equipo táctico. “Van en el tractor parece (...) Sí, ahí van los hueones en el tractor (...) Ahí iría el ‘37′ (sospechoso) más el conductor”, se escuchó en los mensajes radiales de la policía. El “37″ era Maikol Palacios Castillo, de 15 años.
Al percatarse de la presencia policial, Catrillanca, quien conducía el tractor, se dio la vuelta. Pero de inmediato el sargento Alarcón disparó e impactó mortalmente en la nuca al comunero. Otro de los disparos de Alarcón llegó bajo los pies de Palacios, quien viajaba sobre una rueda de la máquina. De inmediato, el menor de edad fue detenido y golpeado varias veces por el sargento Ávila.
Los hechos fueron inicialmente relatados por Carabineros como el daño colateral de un “fuego cruzado” del que se estaban defendiendo. Pero tras la revelación de las imágenes de las cámaras que portaba el equipo táctico, quedó al descubierto un elaborado montaje que incluso involucró a un coronel, a un mayor y a un abogado de la policía uniformada, quienes luego fueron condenados por obstrucción a la justicia.
Pese a que Maikol Palacios fue llevado al tribunal por receptación, su detención fue declarada ilegal por falta de pruebas y su testimonio se convirtió en clave para lograr las condenas de los uniformados. El hecho, aseguran sus cercanos, marcó profundamente el destino del adolescente mapuche.
“Habiendo transcurrido un mes, yo vi a un niño shockeado, fue muy fuerte verlo. Era ver la cara del miedo”, recuerda su abogado, Sebastián Saavedra. Ahí, asegura que conoció su historia. “La infancia de Maikol también fue complicada, porque fue criado por su padre, en una comunidad que se encontraba en proceso de reivindicación territorial y donde su cercanía con la policía o con la autoridad siempre ha sido de desconfianza”, relata.
Luego del asesinato de Catrillanca las cosas se complicaron más. Ese mismo 2018 Maikol repitió por segunda vez séptimo básico en el Liceo Alonso de Ercilla. El 2019 lo intentó nuevamente, pero en el Liceo Salvador Allende de Pailahueque, en la misma comuna de Ercilla. Ese año ocurrió la agresión a su bisabuelo y, además, fue expulsado del colegio bajo la aplicación de la Ley Aula Segura.
“Según refiere, había sido denunciado por portar un arma en su mochila, la que habría sido de un compañero, por lo que es detenido e ingresado al Centro de Internación del Sename, en la comuna de Chol-Chol”, quedó consignado años más tarde en los registros de Gendarmería. Allí permaneció durante 25 días y luego con arresto domiciliario.
“Todo ese proceso ocurre cuando él tenía un desorden absoluto, como cualquier persona que vivió un momento tan traumático como lo que ocurrió con Maikol al presenciar la muerte de Camilo y lo que le ocurrió después”, asegura hoy Sebastián Saavedra.
Morir en la carretera
Tras golpear a su bisabuelo de 87 años en agosto de 2019, y en medio del proceso de intervención que recibía de parte de la Fundación Ciudad del Niño, Maikol Palacios, de 16 años, reveló que se convertiría en padre. Por ello, estaba dedicado a trabajar en actividades de temporada y picado de leña para “ahorrar dinero para asumir de forma pertinente su paternidad”.
Quien lo conoció bien en esos días fue el psicoeducador Felipe Martínez, delegado a cargo de su intervención y quien hoy es consejero regional de La Araucanía por el Partido Republicano. De partida, Martínez alerta que no puede entrar en mayores detalles de lo conocido debido a su deber de confidencialidad en la causa.
Sin embargo, asegura que, a su juicio, el contexto en el que Maikol Palacios creció tuvo un impacto en su historia de vida. “Me refiero a lo que es la causa de reivindicación indígena, que es la que prima aquí en el sur de nuestro país, y que tiene relación con la animadversión hacia el Estado chileno, hacia la sociedad occidental chilena”, afirma.
Ese ánimo, relata Martínez, se vio aún más profundizado tras el asesinato de Camilo Catrillanca. “Maikol recibió un golpe muy duro, que lo afectó tremendamente y que sirvió para profundizar esa animadversión”, concluye. Pero desde la mirada de Maikol y la de su familia, la violencia tenía su origen en el Estado y la policía.
Además de los apremios de los que fue víctima tras la muerte de Catrillanca, Palacios y su padre denunciaron haber sido constantemente hostigados por Carabineros en Temucuicui, luego de que su versión permitió destapar el montaje policial. Pese a las querellas, hasta ahora ninguno de estos hechos ha logrado ser acreditado judicialmente.
Luego, en 2020, el adolescente testificó en el juicio por el homicidio de Catrillanca. Detrás de un biombo para resguardar su identidad, apuntó directamente a los carabineros que dispararon y se quebró al recordar a su amigo fallecido. Todo el equipo táctico fue condenado, incluyendo sanciones por cuasidelito de homicidio y apremios ilegítimos contra el joven.
Aún así las aguas no se aquietaron en Temucuicui. El 21 de mayo de 2021 su padre, Jorge Palacios; su tío Pedro Palacios y Simón Huencullán fueron detenidos por Fuerzas Especiales acusados de robar una camioneta y quemar un camión en Ercilla. Por ello, todos fueron condenados a cumplir una pena de ocho años de prisión como autores de robo con violencia e incendio.
De inmediato el grupo se autodeclaró como “presos políticos” e iniciaron largas huelgas de hambre en la cárcel de Angol reclamando su inocencia. Allí, en el módulo F dedicado exclusivamente para personas de etnia mapuche, Jorge Palacios fue uno de los reos que participaron del violento motín y secuestro de gendarmes ocurrido en mayo pasado.
Maikol Palacios, ya con 18 años, acusó un montaje del Estado. “En el momento en que el peñi Camilo dejó de estar acá, se fue a otro lado, empezó más fuerte el hostigamiento, empezó a estar ahí el Estado encima de nosotros. Mi papá varias veces fue controlado por Carabineros, fue hostigado, muchas veces golpeándolo”, aseguró en una entrevista al sitio Convergencia Medios.
Junto con ello, relató que su papá habría sido detenido cuando iba a dejarle unas prendas de ropa a su casa en Temucuicui. “No somos ni el primero ni el último caso (...), hay que seguir en la lucha, hay que ser paciente, esto no es una cosa fácil, esto va a durar años quizás, pero algún día, ojalá, se terminen todos los montajes del Estado”, dijo.
El joven también tuvo espacio para hablar del dolor que sentía. “El día que mi papá cayó preso me tocó duro, nació mi guagua un mes después y se ha hecho difícil. En todo sentido es difícil. A veces igual hace falta un papá que esté aquí, que me enseñe a ser papá”, dijo con la voz entrecortada.
Por esos días, Palacios estaba estudiando en una escuela vespertina para terminar séptimo y octavo básico. Lo logró a fines de 2022, año en que también cayó preso por el robo frustrado de una cartera en Victoria. Este 2023, entre partidos de fútbol y su hobby por la fotografía, estaba cursando primero y segundo medio en un colegio para adultos en la ciudad de Cunco, donde vivía.
Todo, hasta que el pasado 7 de diciembre, a las 3 de la madrugada, un auto conducido por un trabajador forestal arrolló y mató a Maikol Palacios, de 20 años. Según el parte policial, el conductor “observa de manera sorpresiva a dos personas, quienes se encontraban al medio de la calzada efectuándole señales de manos para detener su marcha”, en plena Ruta 5 Sur, a la altura de Victoria.
“Al ver que no se detenía, uno de ellos se abalanza a su vehículo, no logrando esquivarlo y atropellándolo”, prosigue el relato de Carabineros. El conductor fue detenido por cuasidelito de homicidio, pero no está formalizado.
Tras el hecho, algunas versiones hablaron de un posible intento de robo por parte de Palacios y el joven que lo acompañaba, Ismael Alarcón Torres, de 18 años. Hasta ahora, el único antecedente relacionado es que el día antes, el 6 de diciembre, Alarcón habría participado del robo a una casa en Victoria, ya que en su hogar se encontraron parte de las especies robadas.