Estaba solo en su despacho. Sobre su escritorio, el Presidente Gabriel Boric tenía la planificación del viaje al cambio de mando en Uruguay -del que vuelve hoy-, junto a las materias que planeaba abordar en el consejo de gabinete del viernes. Estaba en eso cuando a las 15 horas con 16 minutos su computador y las luces de su oficina se apagaron.
Desconcertados, asesores y funcionarios del Segundo Piso se pararon de sus escritorios buscando respuestas, mientras los generadores de emergencia de La Moneda restablecían automáticamente el servicio en las zonas estratégicas. Afuera de esos muros el black out se extendía desde Arica a Chiloé. El Metro suspendía sus operaciones y evacuaba de sus estaciones a centenares de pasajeros, dejando expuesta una de las imágenes del colapso. La sorpresa era total. Y La Moneda, en un símil de la última serie de Netflix, empezaba a vivir su propio “Día Cero”.
Durante ocho horas, por la escasa información disponible, el Palacio de Gobierno actuó virtualmente a ciegas, tratando de enfrentar la mayor crisis energética desde 2011, una coyuntura totalmente inesperada. Nadie sabía por qué se había producido el corte que dejó sin suministro a 19 millones de chilenos. Tampoco, dónde estaba el problema ni por cuánto tiempo se iba a extender.
A tientas, un Boric bajo la presión de demostrar su manejo de la crisis, tomó decisiones contrarreloj, intentando desvirtuar las críticas de déficit de gestión que han acompañado -en distintos episodios- su administración. Esto, a pesar de que la solución no estaba en sus manos, sino que en un sistema que es operado bajo la figura del Coordinador Eléctrico Nacional (CEN), una corporación autónoma de derecho público sin fines de lucro, cuya función es coordinar y operar el sistema eléctrico del país.
En medio de la tensión y la falta de antecedentes, el diseño para enfrentar la crisis fue especialmente cuidadoso, para evitar errores no forzados. Tanto en los mensajes (el Presidente no iba a hacer declaraciones, todo se radicaba en el equipo de gobierno), como en los flancos. El más complejo, la garantía de seguridad, especialmente por la noche.
El primer contacto del Presidente Boric -por teléfono- fue con la ministra del Interior, Carolina Tohá (PPD), quien ya estaba en conocimiento por Carabineros de que el problema excedía a la Región Metropolitana. Y, también, por su jefa de gabinete, Pía Mundaca, quien después de hacer una serie de consultas había irrumpido en su oficina para hacerle una advertencia: “El corte es nacional”.
Varios kilómetros lejos de ahí, el ministro de Energía, Diego Pardow (FA), estaba en la Región de Ñuble, iniciando las obras de un nuevo parque eólico en Pemuco. Apenas supo del corte, llamó a Boric, luego a Tohá y finalmente a Cordero. En esas conversaciones quedó claro que debía regresar de inmediato a Santiago.
El plan original del ministro era viajar en un vuelo comercial durante la noche, pero la emergencia lo obligó a moverse a Concepción para subirse a un avión de Carabineros que lo trasladaría rápidamente a Santiago. Pardow activó la comunicación con la superintendenta de Energía, Marta Cabeza, y con el presidente del consejo del CEN, Juan Carlos Olmedo.
La primera alerta de Senapred sobre lo que pasaba a nivel nacional la recibió el subsecretario del Interior, Luis Cordero, a través de WhatsApp. A las 15 horas con 22 minutos la directora de esa repartición, Alicia Cebrián, advirtió que el área afectada era de una gran magnitud. Dos minutos después, el monitoreo de las pantallas y las comunicaciones en línea de esa repartición confirmaba un corte total en la mayoría de las regiones, hecho que ameritaba una urgente convocatoria al Comité Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Cogrid).
Boric no dudó y así se lo expresó a Tohá. “Convoque”, fue la instrucción que recibió Cebrián.
Así, a las 15 horas con 28 minutos, los integrantes del Cogrid recibían un mensaje en sus celulares y correos que les ordenaba dirigirse “a dependencias de Senapred, Beauchef 1671″. No se establecía hora. La obligación de asistencia era inmediata.
Contacto con las FF.AA.
Desde el Segundo Piso, el Presidente llamó a la ministra de Defensa, Maya Fernández (PS), quien estaba de vacaciones en Santiago.
Sin preámbulos, el Mandatario le informó que se estaba comunicando con los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, porque -si el problema se mantenía- su decisión era decretar estado de excepción y toque de queda, una medida que había sido resistida por él y por su coalición, especialmente, antes de su arribo al gobierno. Pero ahora no estaba dispuesto a que en la noche se produjeran problemas de orden público. Menos, actos vandálicos y saqueos.
La instrucción fue que estuviera atenta, pues necesitaba información pormenorizada de los requerimientos que involucraba un operativo de esa naturaleza, así como la cantidad de efectivos que se tendrían que desplegar. Fernández suspendió de inmediato sus vacaciones, tal como hizo en 2023 por los incendios en la zona centro-sur y en 2024 por el incendio de Viña del Mar. Mientras el Jefe de Estado comunicaba el mismo propósito al director general de Carabineros, Marcelo Araya, y al director de la PDI, Eduardo Cerna.
Las gestiones del gobierno hasta ese minuto eran solo internas. Ninguna autoridad de La Moneda se había referido al tema. Tampoco el Presidente, quien acostumbra a postear mensajes por su cuenta de X. Sin embargo, el silencio se rompió a las 15.36, cuando Cordero -quien suspendió una reunión de trabajo con el director de la Secom, Pablo Paredes, justamente por el apagón- salió raudamente por el Patio de los Cañones en dirección a Senapred, donde fue interceptado por la prensa. Sin detenerse, confirmó la amplitud del corte y la reunión del Cogrid.
Tohá hizo el primer posteo con información oficial a las 15.47, antes de salir de Palacio rumbo a Beauchef: “Ante el corte de suministro eléctrico que se registra entre las regiones de Arica y Parinacota y Los Lagos, he convocado a una reunión inmediata de Cogrid nacional, donde adoptaremos medidas para enfrentar la emergencia y trabajar en la reposición del servicio”.
Boric, en paralelo, se trasladaba en vehículo hasta la Central de Gestión Operativa de Carabineros, donde el general director de Orden y Seguridad, Enrique Monrás, le entregó un completo reporte de la situación en la Región Metropolitana y en las regiones, ya que el general Araya ya estaba en el Cogrid.
El desplazamiento no fue detectado por la prensa. Y solo fue público cuando a las 16.20 horas, desde Presidencia, se difundió que el Mandatario se encontraba en esa central monitoreando la emergencia. Era la puesta en escena de un nuevo diseño comunicacional. La estrategia fue mostrar a un Presidente en acción, sin formular declaraciones -silencio criticado luego por la oposición-, dejando esa tarea principalmente a cargo del equipo de gobierno. En ese lugar, los generales le informaron que, según antecedentes policiales, no había registros de que el corte se debiera a acción de terceros. Por lo menos un factor estaba descartado.
Presión al Coordinador Eléctrico
En el Cogrid aumentaba la tensión. Y en los contactos telemáticos, las regiones exigían respuestas: Valparaíso, por el Festival de Viña, versión que al final terminó siendo suspendida, y Concepción, por el partido de fútbol entre Deportes Concepción y Unión Española programado a las 19 horas, que fue cancelado.
Las autoridades seguían sin tener datos concretos. Y Pardow, desde el sur, presionaba al Coordinador Eléctrico. El titular de Energía pidió en tres ocasiones -durante la jornada- que el CEN saliera a dar explicaciones más específicas y con soluciones claras. Pero no lo logró. Tohá le hizo saber a Pardow que la molestia del gobierno con el coordinador estaba extendida.
Hasta ese momento la única información que se tenía del CEN era el posteo que hizo a las 16.05, que hablaba de una “desconexión del sistema de transmisión de 500 kV en el Norte Chico”, sin explicar por qué se produjo ni en qué momento se iba a solucionar.
Molesta, Tohá pausó el Cogrid para una primera vocería. Eran las 16.25 cuando informó sobre la magnitud del corte, llamó a la calma y descartó teorías conspirativas. “Con los elementos que hay a estas alturas no hay ninguna razón para pensar o suponer que detrás de esto hay algún ataque”, dijo, al afirmar que la reposición del servicio “debiera suceder en las próximas horas”, punto que fue criticado por sus detractores a medida que pasaba el tiempo.
Simultáneamente, el Presidente abandonaba el edificio de Zenteno y llegaba hasta el helipuerto del Edificio Bicentenario de calle Teatinos. A las 17.26 inició un sobrevuelo junto a Carabineros. Los 11 pisos los subió a pie, por motivos de seguridad, ante una eventual falla de los ascensores. En el aire, monitoreó los puntos críticos de congestión, para reforzar la seguridad y evitar accidentes, además de Santiago 1, para ver qué estaba pasando con las cárceles.
En el camino de regreso a La Moneda -nuevamente bajó los 11 pisos a pie- le dio el vamos a Tohá para que anunciara el estado de excepción y el toque de queda. Eran las 17.53.
Se reúne el Estado Mayor Conjunto
La comunicación se dilataría en espera de un pronunciamiento más consolidado del coordinador, pues la explicación que había entregado Ernesto Huber, director ejecutivo de esa entidad, en un video difundido a las 17.22, no precisaba a qué hora se restauraría el servicio. Ni tampoco por qué se había producido la desconexión del doble circuito de transmisión ni qué vías de solución tenía.
Diez minutos antes de ese segundo posteo del CEN, la ministra Fernández llegó al Ministerio de Defensa. Y 20 minutos después estaba en el piso nueve del edificio en una reunión con el Estado Mayor Conjunto (EMCO). En esa cita, Fernández, junto al jefe de EMCO, almirante Pablo Neimann, hicieron las coordinaciones para tener a los uniformados listos. Más de cuatro mil efectivos saldrían a la calle en vehículos y tanquetas. Esto, junto a la movilización de Carabineros, PDI y móviles municipales.
“La idea fue marcar presencia, para disuadir cualquier acción delictual. Y que los ciudadanos se sintieran protegidos en sus barrios viendo ese despliegue y las balizas”, dice una fuente de gobierno. Había que evitar a toda costa una gran noche oscura, con descontrol y delincuencia. “Lo más importante es mantener la seguridad”, le dijo Boric a su equipo.
La presión del gobierno sobre el CEN, recién a las 18.00, dio resultados. A esa hora se envió una convocatoria para un punto de prensa a las 18.30 en las oficinas de la entidad ubicadas en Pudahuel. Para La Moneda era urgente que el coordinador hablara lo antes posible, con vías de salida a la crisis, porque luego de eso estaba programada otra vocería de Tohá. Pero nuevamente el CEN retrasó su aparición hasta pasadas las 19 horas, y con eso los planes de Palacio.
“Esta desconexión se debió al hecho de una operación no deseada de los sistemas de control y protección de la línea”, dijo Olmedo, señalando que la falla se registró en las instalaciones de ISA InterChile, empresa controlada por el Estado colombiano. Y que se estaba trabajando en la restitución del servicio.
Pero el país seguía sin luz y ya empezaba a oscurecer.
El mensaje indignado
Sin compromisos de horario de las eléctricas para la restauración del servicio, Tohá -a las 19.46- anunció el estado de excepción y el toque de queda. Y entregó la primera pista de lo que sería la narrativa del gobierno en la emergencia: indignación con el sector privado a cargo del sistema eléctrico, el mismo tono que se mantuvo para los cortes del año pasado en Santiago, que terminaron con anuncios para caducar la concesión de Enel. “Como gobierno consideramos inadmisible lo que están enfrentando las chilenas y chilenos. No es posible que por una falla de este tipo, por las horas que han transcurrido, se afecte de esta manera nuestra vida. Se va a actuar con toda la firmeza que corresponde a través de los organismos que están encargados de ello”, sentenció.
Esto, mientras -desde la Subsecretaría de Interior- se informaba telefónicamente a la contralora, Dorothy Pérez, que se enviaría en formato de papel -no digital- el decreto 66, sobre estado de excepción, atendida la situación de emergencia del país. El documento fue esperado por la contralora, quien cerca de las 20 horas tomó razón, tras verificar su juridicidad. También por mano el texto fue llevado al Diario Oficial para su publicación.
La angustia crecía, ya que a esas horas las telecomunicaciones también fallaban. La autonomía de las casi 10 mil antenas de menor tamaño -a las que la ley les exige autonomía de cuatro horas- llegaba a su fin. A esa hora, entonces, La Moneda sumaba: poca información, un país sin luz, varias zonas sin agua y miles de personas intentando regresar a sus casas con problemas de transporte y casi sin vías de comunicación.
La jornada estaba llegando a su fin. Y cerró con una reunión de Tohá y Pardow a solas con el Presidente en su despacho, donde se terminó de afinar la declaración del Jefe del Estado, la primera de ese día, que fue especialmente dura. “Nos indigna y no lo vamos a dejar pasar”, sentenció a las 22 horas con 22 minutos, apuntando su crítica a las ”empresas que no hacen bien su trabajo”.
El black out -en el que La Moneda se movió a ciegas- empezaba a ceder. Pero abrió un rudo fuego cruzado a nivel político, con exigencias de responsabilidades en medio de un complejo año electoral.