El catastro inicial del gobierno reveló el complejo escenario que se avecinaba: antes del primer caso de Covid-19 detectado en Chile, el 3 de marzo pasado, había un total de 1.229 ventiladores mecánicos en los inventarios de todas las clínicas privadas y hospitales públicos del país. La cifra alertó a las autoridades de salud. Por una parte, estaba la rápida propagación y letalidad que el virus había demostrado en el mundo; por otra, la escasez de equipos de respiración artificial ante un eventual aumento exponencial de contagios.

Como respuesta, la Subsecretaría de Salud Pública emitió el 9 de marzo una consulta al mercado pidiendo a “todos los proveedores de ventiladores mecánicos informar el stock disponible de equipos, tiempos de entrega para compras y cotización actualizada”. Tras recibir la información, el Ministerio de Salud -junto a sus reparticiones y hospitales- comenzó a emitir órdenes de compra para adquirir 1.532 máquinas de ventilación mecánica por un valor estimado de $ 23.400 millones, según publicó Ciper Chile.

Para hacer frente a la pandemia de manera coordinada, el 24 de marzo el Minsal tomó el control de todo el sistema hospitalario, de todas las camas críticas y respiradores artificiales en recintos estatales y particulares para paliar el posible déficit de equipos que proyectaban los expertos en salud.

A poco más de un mes de las medidas adoptadas por el gobierno, La Tercera siguió la ruta de los ventiladores mecánicos en el país. Para ello consultó a las autoridades de salud, los principales proveedores de ventiladores mecánicos del Estado y a organizaciones médicas y empresariales, a fin de conocer cuántos equipos se han sumado a la red de salud para enfrentar una pandemia que, en Chile, amenaza con entrar en su peak de contagios en las próximas semanas, entre fines de abril e inicios de mayo, según estimó el Minsal.

A la fecha, según los registros de la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva, 502 personas contagiadas con Covid-19 se encuentran internadas en una Unidad de Pacientes Críticos, de las cuales 332 están conectadas a ventiladores (ver infografía). Además, según el gobierno, 588 máquinas de respiración artificial se encuentran disponibles para quienes las requieran.

Según la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva, hasta ayer había 332 pacientes con Covid-19 conectados a ventilación artificial.

Hace poco más de dos semanas, el 2 de abril, el gobierno anunció la adquisición de 797 de estos equipos y la opción de reconvertir 500 máquinas de anestesia y 200 ventiladores pediátricos. En total, el gobierno estima que dispondrá de 3.315 respiradores.

“Los ventiladores ya están llegando”, enfatiza el ministro del ramo, Jaime Mañalich. Según la autoridad, serían entre 65 y 67 los respiradores que ya están en suelo nacional. “Los equipos están en la bodega central que tenemos de respiradores en Santiago, algunos se han distribuido a La Araucanía y a Magallanes”. Según el secretario de Estado también “han llegado algunos de China. Es que la donación no es del gobierno chino en realidad. El gobierno chino ofreció y están enviados menos de 100 respiradores, también del orden de 60 si no me equivoco. La donación es de la CPC y ellos son los que ofrecieron comprar y donar al Estado un total de 500 ventiladores”.

El avión que no despegó

Dos días después de anunciar la compra, el 4 de abril, fue el propio Mañalich quien contactó al comandante en jefe de la Fuerza Aérea, general Arturo Merino Núñez, para solicitarle que enviara a China un avión que trajera los cerca de 500 ventiladores mecánicos supuestamente donados por el gobierno de Xi Jinping. Tras la solicitud, la Fach dispuso de un Boeing 767 que habitualmente se utiliza como avión presidencial. Para ampliar su capacidad de carga y cumplir la misión, se le hicieron ciertas modificaciones, como retirar los asientos y parte del equipamiento interno. La tripulación de la aeronave esperó hasta esta semana por una orden de despegue a China que nunca llegó. Hoy, el avión retomó sus funciones, aseguran fuentes de la institución.

La carrera contra el reloj de las autoridades sanitarias chilenas por conseguir las máquinas de ventilación mecánica coincidió con el inicio de una “suerte de guerra de los respiradores en el mundo, con incautaciones”, según describió Mañalich, el 6 de abril. Las dificultades del Estado para conseguir estos equipos impulsaron la participación de privados. Uno de ellos fue la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC).

La entidad comprometió la compra de 400 equipos. A través de un fondo empresarial para la salud se gestionó la adquisición directamente con fabricantes chinos, avaluados en $ 14 mil millones. “Se han comprado 209 directamente a fábrica: 140 de la fábrica Chen Wei y 69 de China Meheco CO. Se espera que los primeros lleguen durante este mes de abril y el resto en mayo. Se está en intenso proceso de negociación para adquirir el resto”, aseguraron desde la CPC.

Al respecto, el embajador de China, Xu Bu, señala que su país está haciendo un esfuerzo para ayudar a Chile, pero dice no tener información sobre una donación de ventiladores desde su país.

¿Qué ocurrió con los proveedores nacionales? La falta de stock de estos equipos, sumada a las dificultades para importar los ventiladores mecánicos, mantienen en suspenso el arribo de las compras comprometidas por el gobierno. "(Hemos) prescindido completamente de ellos, porque no son capaces de dar respuesta a nuestro requerimiento”, dijo Mañalich el 10 de abril. Del total de las órdenes de compra emitidas por el gobierno, la adquisición de 77 equipos - por un valor de $ 1.900 millones- fue cancelada por las autoridades.

Uno de los principales proveedores de ventiladores mecánicos del Estado es la empresa Medtronic. Consultados por La Tercera, desde la firma señalan que recibieron una orden de compra -que al cierre de esta edición estaba vigente- de cerca de 840 equipos de respiración artificial, avaluados en más de $ 13.700 millones. Por escrito, la empresa aseguró que “estamos ante una crisis global sin precedentes que ha exigido una demanda de ventiladores mecánicos que supera la oferta”. Según su explicación, para elaborar uno de sus equipos requieren más de “1.500 piezas de 100 proveedores en 14 países y su fabricación implica un proceso complejo, que se basa en una mano de obra calificada, una cadena de suministro global y un régimen regulatorio riguroso para garantizar la seguridad del paciente”.

Los otros grandes proveedores contactados -Andover, Hemisferio Sur S.A. y SK Medical- declinaron entregar su versión.

Según los registros de la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva, en las 122 Unidades de Cuidados Intensivos, tanto públicas como privadas, existen 1.684 ventiladores mecánicos invasivos disponibles. Para el doctor Tomás Regueira, presidente de la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva, los equipos que el gobierno ha sumado a la red de salud se dividen entre respiradores nuevos de una gama menor a los utilizados frecuentemente y las máquinas refaccionadas (que estaban en bodegas por falta de repuestos). Aún, dice, no han sido utilizadas masivamente las máquinas de anestesia reconvertidas en respiradores mecánicos.

“De los 1.700 equipos de ventilación mecánica, probablemente de aquí a dos semanas tengamos otros 2.000, porque van llegando. El gobierno va comprando en la medida en que los va encontrando. Todavía falta refaccionar otros equipos que están guardados, y una vez que se saturen las unidades, que espero no suceda, vamos a tener que ocupar máquinas de anestesia”, asegura el especialista.

Según Regueira, el factor humano también se debe considerar: por cada paciente conectado a un respirador debe haber un médico u otro profesional de la salud que sepa y pueda operar la máquina.

El clima también podría jugar un papel en la demanda por ventiladores. Si al descenso paulatino de la temperatura se le sumara un eventual aumento en la cantidad de contagios, la situación puede volverse compleja. En el Congreso observan de cerca el panorama, según comenta Juan Luis Castro, diputado del PS y miembro de la Comisión de Salud, quien trabajó por 20 años en unidades de cuidados intensivos. Por esa experiencia, el legislador sabe que, en promedio, una persona que requiere ventilación mecánica para sobrevivir necesita estar entre 14 y 20 días conectado a un equipo. Sin embargo, advierte que “hoy día hay centros en los cuales se usan técnicas de ventilación mecánica para que sean abreviados los tiempos, no más de siete días para que una persona pueda recuperarse y ese ventilador ocuparlo en el siguiente enfermo”.

Hecho en Chile

Además de la compra e importación de ventiladores mecánicos, otra opción para obtener equipos de respiración artificial surgió a fines de marzo: la liberación de planos para fabricar estos equipos, por parte del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) de Estados Unidos.

En paralelo a esto, a través de una convocatoria realizada por los ministerios de Ciencia y de Economía, las autoridades recibieron 26 prototipos de ventiladores mecánicos de emergencia que se inscribieron en la plataforma “Un Respiro para Chile”, creada por Sofofa Hub, el BID y Socialab. Desde el Ministerio de Ciencias aseguraron que, al ser ventiladores de emergencia, estos solo serán utilizados si la totalidad de las máquinas de alta complejidad están en uso: “La participación de la comunidad de innovación está pensada en caso de que llegáramos a necesitar algunos equipos de emergencia o incluso ayudar también a otros países de América Latina que pasan por una situación muy difícil”.

Pese a que obtener nuevos equipos es prioritario, la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva alertó al gobierno sobre los estándares requeridos para hacer viable esta iniciativa. “El prototipo del MIT es como una motoneta. El estándar del Instituto de Salud Pública (ISP) es un Mercedes Benz último modelo. No tiene nada que ver una cosa con la otra. Es imposible hacerlo si el ISP no baja su estándar en estado de catástrofe. Nosotros le hicimos notar al ministro que hay que hacer una modificación que permita, en tiempos de crisis, bajar el estándar a algo que se pueda hacer”, asegura Regueira.