Será un hecho inédito desde el regreso de la democracia. Porque desde 1992, nunca las elecciones de alcaldes y concejales han tenido que compartir espacio con otros comicios: si las parlamentarias y presidenciales han ido de la mano -a excepción del período entre 1997 y 2001-, la medición de fuerzas a nivel local siempre ha ido por un carril separado. Y ahora, a falta de una, compartirá espacio con dos elecciones: la de gobernadores regionales y la que elegirá representantes para la convención constitucional.
El hito tiene dos efectos que se podrían describir como inversos. El primero es que los aspirantes tendrán probablemente menos atención y cobertura: se deben disputar los escasos minutos o segundos con los otros comicios y el interés centrado en los constituyentes hace que la elección municipal pase a un plano más discreto. Pero al mismo tiempo, la atracción y movilización de votantes por la acumulación de elecciones ponen a la contienda de alcaldes de 2021 en ruta de ser la con mayor participación a nivel municipal de toda la historia.
En 2000, casi nueve meses después de la segunda vuelta presidencial entre Ricardo Lagos y Joaquín Lavín, los comicios municipales convocaron a 7.089.886 votantes. En 2016, y tras los cambios de inscripción automática y voto voluntario, la participación en la elección de alcaldes fue de 4.926.935 personas. Si los 7.538.120 electores que acudieron a sufragar el 25 de octubre para el plebiscito constitucional en Chile Continental más la Antártica e Isla de Pascua volvieran a las urnas este 11 de abril, potencialmente la cifra de participación podría crecer en más de 2.610.000 personas, aumentando un 53% respecto a 2016.
Siguiendo el mismo análisis, el alza sería especialmente significativa en la Región Metropolitana, donde los votantes para el plebiscito más que duplicaron la cantidad de personas que participó en los comicios municipales previos. Un aumento que, además, es todavía mayor en comunas emblemáticas del Gran Santiago como Puente Alto, La Pintana, Maipú y Peñalolén: en la primera de ellas, por ejemplo, se pasó de 85.296 votantes en 2016 a 228.573 para el plebiscito del año pasado.
En un escenario político posestallido social, el ingreso de este grupo de nuevos votantes convierte además a las elecciones municipales en unas de pronóstico reservado. La incertidumbre de no saber quiénes irán a votar ni cuál será la cantidad final de participantes tiene en alerta a candidatos, tanto desafiantes como incumbentes. Y, según expertos y analistas, podría incluso jugar un rol en las propuestas que empiezan a salir sobre cambiar los tiempos de las elecciones.
Un electorado distinto
Los candidatos a alcaldes y concejales ya no correrán solos y la cancha se dividirá en cuatro para las próximas elecciones del 11 de abril, con un electorado más diverso y que exige nuevas definiciones.
El plebiscito de octubre marca un precedente. Los electores que sufragaron se caracterizaron por ser más jóvenes, además de haber un incremento participativo de sectores urbano-populares. De ahí que las y los expertos coinciden en que el factor demográfico y los desafíos de los aspirantes a alcalde en esta ocasión variarán rotundamente.
El director de Data Science de Unholster, Cristóbal Huneeus, dice que “van a tener el desafío de convocar a gente y hablarles a electores que nunca han votado por ellos y eso va a cambiar el mapa de los alcaldes de manera muy importante. El edil va a tener una legitimidad mucho mayor porque va a ser elegido con el triple, el cuádruple o el doble de votos de lo que estaba acostumbrado”.
Pamela Figueroa, politóloga y docente de la Usach, plantea que “el plebiscito fue un hito importante, la elección más masiva que ha habido en la historia de Chile. Sin duda eso va a impactar en la elección del 11 de abril, además en 2021 Chile tiene un superciclo electoral y esto activa a los partidos y organizaciones civiles y a la ciudadanía. Probablemente la tendencia será similar o incluso superior a lo que fue la cantidad de personas que votó el 25 de octubre”.
En ese sentido, Marco Moreno, director de la Escuela de Gobierno de la Universidad Central, apunta que existirá un factor inercial del universo votante que podría asistir a las urnas el 11 de abril donde se incorporarán actores que antes no lo hacían en gran cantidad. “El cambio más importante es el cambio sociodemográfico. En el plebiscito votó mucha más gente de comunas que antes no lo había hecho. Existía un fenómeno creciente de lo que se llama el sesgo de clase, es decir, votaban más aquellas comunas que tenían mayor acceso a información. No solamente es gente más joven, sino más diversa. Además, tienen demandas en participación, reivindicaciones sociales, en torno a la desigualdad, y otros”, analiza.
Lo incierto como patrón
Respecto a las elecciones municipales de 2016, en octubre votaron 2,6 millones de personas más. El promedio de las primeras bordeó el 35% y la más reciente votación arrojó un 51% del padrón electoral. Puente Alto, Maipú, Pudahuel, San Joaquín, La Granja y La Pintana son algunas de las comunas en las que los sufragios se duplicaron e incluso más: varias de ellas además tienen alcaldes que buscan un nuevo período.
“Siempre la participación es más baja en las elecciones locales que en las elecciones nacionales. Esto favorece a los alcaldes que buscan la reelección. Mientras menos gente vote, mejor, pues lo más probable es que la gente movilizada por el alcalde sea la que finalmente decida la elección. En cambio, cuando entra más gente a votar, aumentan los niveles de incertidumbre y el alcalde pierde el control de la elección. Por eso mismo, no es tan extraño que sean los ediles quienes impulsen la idea de separar las elecciones, dejando para un mismo día la de alcaldes y concejales”, describe el académico de la Universidad de Talca, Mauricio Morales.
Su comentario apunta a la iniciativa conjunta presentada durante la semana que recién pasó por los alcaldes de La Florida, Rodolfo Carter; y de Providencia, Evelyn Matthei. A diferencia de lo planteado por el gobierno, que impulsará ampliar a dos días consecutivos la votación en todas las elecciones, los ediles propusieron que los comicios se separen, quedando en un fin de semana distinto la elección de constituyentes de la votación municipal. El análisis apunta a que, si se siguiera el comportamiento clásico del electorado chileno, esto tendría como efecto que la participación en la elección de alcaldes y concejales fuera menor que en los otros comicios.
Para Pamela Figueroa, el factor de baja certeza de múltiples elecciones simultáneas “incomoda a los alcaldes, que estaban acostumbrados a un tipo de electorado; sin embargo, esto fortalecerá a los gobiernos locales, porque hay una gran variedad de candidatos que se han sumado”.
Huneeus apunta que el factor juvenil será mucho más influyente en algunas comunas. Sin embargo, prevé que también aumentará la participación de personas mayores -que en esta ocasión probablemente estén vacunadas-, y que estos podrían definir elecciones de alcalde en Santiago Centro o Providencia. Además, avizora otros factores como los aportes: “Tienen menos recursos porque la gran cantidad se está yendo a los constituyentes. Tendrán que hacer campaña con menos dinero, y quizás eso hace que la cancha sea más pareja entre el incumbente y el que va por primera vez”.
La cientista política de la Red de Politólogas, Javiera Arce, recalca que los modelos matemáticos de predictibilidad no están funcionando y un factor relevante es la crisis de la institucionalidad político-social. Además, plantea que “dentro de todas las elecciones del último tiempo las que más han tenido volatilidad electoral han sido las de alcaldes. Son las que más han cambiado de personas que están al mando. La poca predictibilidad responde justamente al recambio de élite votante. No creo que sea conveniente que aislemos las elecciones, porque la elección de constituyentes que es la que más llama la atención puede acarrear más electores, puede hacer que la gente vaya más a votar”.
Nuevas estrategias
Los expertos coinciden en que los ediles tendrán que ofrecer al electorado definiciones claras y programas basados en las necesidades de la población. Recalcan que el rol que tuvieron durante el estallido social y la gestión en pandemia aporta a sus réditos, sin embargo, nadie tiene asegurado el puesto.
“Las campañas que antes estaban centradas solo en la imagen tienen que migrar al debate programático, que es lo que la ciudadanía está esperando. También es relevante que estas propuestas incluyan la participación ciudadana”, afirma Figueroa.
Por su parte, Huneeus apunta a que si los incumbentes que van a reelección no incluyeron al electorado joven, puede ser riesgoso. “Puede ser que el alcalde de una comuna fue elegido con los votos de los adultos mayores, pero resulta que llega el 50% de un electorado nuevo, con el cual ya no ganó credibilidad. Y si ellos votan por otro candidato pueden hacer que pierda, entonces la composición del electorado en la municipal puede en muchas comunas cambiar el resultado si el alcalde nunca tomó en consideración a este grupo etario y esa es la preocupación de varios ediles”.
Morales recalca que existirá un volumen alto de alcaldes que no repostularán, comunas donde puede ocurrir cualquier escenario. “Tendremos el volumen de alcaldes incumbentes más bajo desde que estas autoridades se eligieron de manera directa (en 2004). Si para las elecciones de 2016 teníamos 294 incumbentes, en 2021 serán 206. Los cambios poblacionales- reflejados en el padrón- también aumentarán las dosis de incertidumbre particularmente en las comunas de la Región Metropolitana”, indica.
Arce dice que los candidatos deben apuntar a “campañas direccionadas, en las cuales se informe a la gente, tomando postura respecto a determinados temas. Mientras no se haga eso, están condenados al fracaso”.
Para el director ejecutivo de Tresquintos, Kenneth Bunker, hay dos factores clave que podrían considerar los candidatos a alcalde: acoplarse a las posturas de los constituyentes y enfocarse en lo comunal. “Varios tratarán de explotar el clivaje local nacional que ha ido emergiendo en los últimos tiempos, centrados en la buena labor, entre comillas, que tuvieron los alcaldes en los últimos años, sobre todo con el tema del plebiscito y el estallido social, yo creo que ese carácter lo van a explotar un poco más de lo normal”, dice, y agrega que “también podrían tratar de anclar sus programas de acuerdo a lo que proponen algunas de las listas electorales más grandes para la convención constituyente, informando a los electores en qué posición están en los temas constitucionales, es decir, un doble discurso”.