Algunos sitúan su nacimiento el 23 de julio de 1921, fecha en que comenzó su 1er. Congreso Nacional. Pero, según el relato oficial de la colectividad, el Partido Comunista de China (PCCh) fue fundado el 1 de julio de ese año. La decisión de celebrar ese día -que es efeméride oficial desde 1941- fue adoptada personalmente por Mao Zedong, el mismo que se acabaría convirtiendo en el fundador y primer líder de la República Popular China, en 1949.
Hoy, a 100 años de ese hito, el Presidente chino y secretario general del Comité Central del PCCh, Xi Jinping, hace hincapié en la necesidad de tener en cuenta el curso de las luchas del partido, asumir la misión histórica y sacar fuerza de la historia de la colectividad para seguir adelante. “La historia del partido es el libro de texto más vívido y convincente”, subrayó tras visitar una exposición sobre el centenario en el recién inaugurado Museo del PCCh en Beijing.
Pero Victoria Hui, académica del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Notre Dame, cree que “el centenario del PCCh importa menos para el partido en sí que para las ambiciones personales de Xi Jinping”, destacando que, por lo mismo, “habrá mucha glorificación por los grandes logros de Xi el 1 de julio”.
Para la experta en las relaciones China-Hong Kong, “el ‘sueño de China’ de Xi es convertirse en el líder más grande de toda la historia de China, superando a Mao Zedong y Deng Xiaoping”. “Mao declaró que el pueblo chino se había enfrentado a la invasión extranjera. Deng permitió que los chinos se hicieran ricos. Xi afirmó a principios de este año que había erradicado la pobreza. Además, está logrando una gran unidad silenciando la disidencia y pacificando a los inquietos Tíbet, Xinjiang y Hong Kong. No habrá unificado Taiwán para el 1 de julio, pero ha fortalecido el poder de China para rivalizar de manera creíble con el Ejército estadounidense en el Pacífico occidental”, comenta Hui a La Tercera.
Jean-Pierre Cabestan, sinólogo y politólogo, profesor de la Universidad Bautista de Hong Kong, tiene una visión coincidente. “Xi ha estado alentando una reescritura de la historia del PCCh que glorifica a Mao desde que asumió el control de la comisión militar en 1935 y reduce el papel de Deng y las diferencias entre la era maoísta y la era de la reforma. Él ambiciona volver al espíritu del período guerrillero, pidiendo a cada miembro del partido que recuerde de dónde viene el PCCh y promoviendo el turismo rojo”, sostiene.
En la misma línea, Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China en Beijing, dice a este medio que “Xi capitaliza una fecha clave para el PCCh, que sirve para reafirmar su proyecto histórico e ideológico reivindicando la enorme transformación del país y su adhesión a la misión fundacional”. A juicio del autor del libro La metamorfosis del comunismo en China. Una historia del PCCh, se trata de “una ocasión propicia también para hacer balance general y en esta coyuntura cabe hacer mención de algunos intentos de revisitación del maoísmo, relativizando el correctivo que supuso el denguismo”. “Todos tienen la mirada puesta en el XX Congreso del año próximo y el desenlace sucesorio, una cuestión clave de la institucionalidad china rodeada en esta ocasión de mucha incertidumbre”, agrega.
“Desde que Xi Jinping llegó al poder, su misión número uno ha sido fortalecer el papel del PCCh. Incluso, si no estuviera planeando permanecer en el poder, creo que Xi habría aprovechado esta oportunidad para consolidar aún más el papel del poder. Además, pienso que Xi confía en que su tercer mandato está en la bolsa. No necesita exagerar el aniversario para garantizar que permanecerá en el poder”, explica a La Tercera Bonnie Glaser, directora del Programa de Asia en el German Marshall Fund de Estados Unidos, un grupo de investigación de políticas con sede en Washington.
Al respecto, el diario hongkonés South China Morning Post destaca que, a diferencia de sus predecesores, Xi no respaldó a un sucesor al final de su primer mandato en 2017, y los observadores no esperan que surja uno en la nueva alineación de liderazgo el próximo año. Eso podría significar problemas para el partido, según Steve Tsang, director del Instituto de China en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres. “Cuando finalmente se avecina la sucesión, puede ser potencialmente muy desestabilizadora si la estructura y/o el proceso no son claros y bien definidos”, dijo Tsang.
Nis Gruenberg, analista senior del Instituto Mercator para Estudios de China, se hizo eco de su opinión. “Al abolir los límites de mandato y las normas de sucesión, Xi ha ganado más tiempo para establecer su visión del estado del partido y su proyecto nacional para China”, afirmó Gruenberg. “Pero también ha vuelto a insertar una enorme incertidumbre en el sistema de liderazgo, lo que al final podría desestabilizarlo tan pronto como Xi, como centro de poder indiscutible, se haya ido”, apunta.
Al margen del uso que Xi pueda hacer del centenario del PCCh para garantizar su permanencia en el poder, Cabestan dice a La Tercera que los mayores desafíos que enfrenta la colectividad son “la economía y Estados Unidos”. “El primero tiene que ver con las dificultades para reformar las empresas estatales y reducir su papel en la economía; el decepcionante aumento del consumo y la necesidad de apoyar a las empresas privadas para estimular la investigación y desarrollo y la innovación. El segundo contribuye a aislar a China, a desvincular parcialmente ambas economías, creando más confrontación geoestratégica y tensiones ideológicas con Occidente en su conjunto”, detalla. Y agrega: “A largo plazo, la urbanización, el surgimiento de una clase media y una clase de empresarios privados son desafíos que pueden obligar al PCCh a cambiar y prever la democratización, pero no por el momento, quizás en 20 años”.
“La agenda del PCCh es ingente en todos los dominios, tanto de la política interior como exterior. Pero la preocupación mayor sigue siendo la estabilidad y eso pasa hoy por preservar a toda costa la unidad del PCCh que pudiera resquebrajarse si se quiebran los consensos duramente labrados tras la muerte de Mao”, comenta Ríos.
Por su parte, Victoria Hui afirma que “si todo va bien, Xi unificará aún más a Taiwán por la fuerza. Intentará seguir el dicho de Sunzi de ganar sin pelear tanto como sea posible. Si Beijing controla Taiwán, así como todas las islas artificiales en el Mar de China Meridional, también dominará el Pacífico occidental y se convertirá en un verdadero competidor de Estados Unidos”.
“Pero puede que esto no salga bien”, advierte la académica nacida en Hong Kong. “Las duras políticas de Xi tanto a nivel nacional como internacional han generado una reacción global sin precedentes. Después de todas las celebraciones del 1 de julio, Xi tendrá que lidiar con un Estados Unidos revitalizado decidido a reconstruirse y trabajar con aliados para contrarrestar a China. La economía china, que depende de una geopolítica estable, se ralentizará. Esto socavará la estabilidad interna y, lo que es más importante, la base del poder militar. No será fácil para Xi navegar los próximos años”, concluye.