Veintisiete banderas aparecieron el miércoles en los jardines del ex Congreso para conmemorar el primer mes de trabajo de la Convención Constituyente, el órgano de representación -por lejos- más joven desde el regreso a la democracia. Estaba la bandera chilena junto a la que representa la diversidad con los colores del arcoíris. Flameaba la del pueblo kawésqar, junto a la oro y cielo de Magallanes y la Antártica, y la morada del movimiento feminista con un puño apretado color negro. No estaban las banderas rojas del PS ni del PC, tampoco la de los partidos de Chile Vamos, menos la azul con la falange roja de la DC que adornaron manifestaciones y campañas desde 1988.
Esa fotografía sirve para graficar el recambio que vive hoy la política chilena que la académica de la UC y la UDP Ana María Stuven explica así: “Los principales recambios que percibo son el de género y el generacional. Ambos confluyen en las generaciones más jóvenes agregándose al recambio social que venía operando hacía algunos años. Sorprende positivamente su densidad intelectual, su alto nivel de politización -muchos provienen de movimientos estudiantiles- y su capacidad de eliminar tabúes presentes en los grupos políticos más conservadores o menos osados respecto de los cambios. Si bien es novedoso, hay que tener en cuenta que en los períodos de aceleración del tiempo histórico como el que vivimos -y que la historia de Chile cuenta con varios- parecen una irrupción que quiere trastocarlo todo, pero, también lo muestra la historia, tienden a normalizarse e institucionalizarse”.
La generación de cristal
“Nos llaman la generación de cristal, porque nos enojamos, gritamos y nos oponemos a los tipos de violencia que estaban sumamente normalizados en nuestra política, como la corrupción, el machismo, la discriminación... Existe un rechazo generalizado de la ciudadanía a cómo se hizo la política durante muchos años, lo cual se refleja, por ejemplo, en la baja participación”, afirma la exvocera de la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios.
-¿Cuál es la nueva forma de hacer política que su generación impulsa?
-Varias, pero no son nuevas, sino que nunca han sido reconocidas por la institucionalidad: entender que la democracia no sólo es ir a votar cada cuatro años, sino que dar espacio a las personas para que tomen y participen en las decisiones que más se pueda; deliberar en asambleas donde, a diferencia de los partidos, nadie está por sobre otro, y aportar a la discusión en base a lo que la juventud refleja hoy que, básicamente, es terminar con los prejuicios.
Los cuestionamientos de Miranda, así como de un amplio grupo de la Convención, incorporan también a una generación intermedia de la Concertación y la Nueva Mayoría que, a juicio de ellos, no se la jugó por los cambios.
Carolina Tohá (56), quien podría representar a esta “generación perdida” para algunos, señala que su generación todavía tiene mucho que dar. “No tengo ningún pronóstico respecto de desde dónde lo hará, si desde la primera, la segunda o la tercera fila. Los pronósticos están pasados de moda... Lo excepcional de la generación política de la transición terminó transformándose en una debilidad, porque parecía irreemplazable. Ahora estamos en un nuevo ciclo y el recambio se está haciendo a palos”.
Para la exministra “es necesario hacerse cargo de la gigantesca fractura que se generó entre los más jóvenes que han entrado a la política y las generaciones con más experiencia”. Y en esa línea destaca la confluencia generacional lograda por la candidatura de Paula Narváez: “Ella ha construido un puente que nadie antes pudo hacer. Sus respaldos incluyen fuerzas políticas tradicionales y otras emergentes”.
Camilo Escalona, quien también abandonó la primera línea y ha declinado ser candidato en las recientes elecciones, afirma que esta es “la reconfiguración de nuestro sistema político más grande desde la década del 30”, cuando la crisis financiera mundial derrumbó la economía y derivó en protestas contra el gobierno de Carlos Ibáñez.
“El estallido social y el proceso constituyente son un cambio de ciclo histórico que necesariamente conlleva una reconfiguración del sistema político que se expresa en nuevos liderazgos, en bloques y fuerzas diversas, alterando la correlación de fuerzas no solo desde la Constitución del 80, sino que desde la gran crisis del 29. Ahora sí que Pinochet quedó sepultado”.
Una opinión distinta tiene el expresidente de RN Carlos Larraín, también alejado de la contingencia: “El cambio de personal o de folio no mejora de por sí el sistema. Hay actores nuevos y otros que no lo son. Los jóvenes, no todos, repiten fórmulas enunciadas hace 150 años y que se aplicaron hace cien, ciegos a los resultados. Los más maduritos, para no quedar mal, renuncian a su pasado y por esto la historia republicana no tiene defensores. En suma, no veo renovación, veo una brutal involución adolescente o senescente, según el caso”.
La señal de las primarias
Los contundentes triunfos de Gabriel Boric y Sebastián Sichel en las recientes primarias sacaron del camino a Joaquín Lavín, quien planea viajar, escribir un libro y volver a la academia, y un poco antes a Heraldo Muñoz, quien anuncia que se retira de la primera línea (ver pág. 16), entre otros políticos de fuste.
“Entre otras cosas, Lavín y Jadue perdieron porque eran los representantes de dos partidos tradicionales (UDI y PC). Desde el movimiento estudiantil en adelante, los jóvenes han marcado la agenda pública. El feminismo, los derechos de las minorías sexuales, el animalismo, entre otros, son expresiones de un fenómeno cultural que tiene en una nueva generación, más globalizada y tecnológica, una importante base de sustentación”, explica Max Colodro, analista político de la UAI.
En la misma línea, el historiador Juan Luis Ossa agrega que “la clásica división entre izquierdas y derechas se queda corta para entender lo que está pasando”.
Para Ossa -quien se encuentra coordinando a un grupo que elabora un relato “reformista” para Sichel- “no es sólo un cambio generacional en política, sino un cambio cultural y sociológico que se manifiesta en el lenguaje, en las temáticas que están en disputa y en los diversos actores que entran a disputarse el poder”.
Grupo de Los 7
Pese a estar más de la mitad de su vida en el Parlamento, al senador socialista Juan Pablo Letelier (60) le hubiera gustado continuar. Pero la reciente aprobación de la ley que limita la reelección de autoridades (tras 14 años de tramitación), le impidió repostularse este año, al igual que a otros 50 parlamentarios. “No fui partidario de esta ley, porque creo que son los ciudadanos lo que tienen que decidir y cada persona sabrá cuándo se retira o no (…). Fui electo diputado a los 28 años y he dedicado mi vida a esto. Lo que voy a hacer, aún no lo sé, pero el que nace chicharra…”, señala el hijo del canciller Orlando Letelier, quien fue reelecto tres veces como diputado por Rancagua y, al igual que su compañero de distrito, Andrés Chadwick (hoy retirado de la política activa), en 2005 saltó al Senado.
Letelier es uno de los siete parlamentarios que continúan hoy –ya sea como diputados o senadores- desde 1990, es decir un no menor 5,83% de aquel Congreso.
Otro es el senador DC Jorge Pizarro (69), quien a diferencia de su par del PS, cuenta que hace ocho años había tomado la decisión de no repostularse. “Cuando éramos jóvenes queríamos que los más viejos abrieran paso a nuestra generación. Eso es natural y en cada década surgen personas con interés por lo público. Cada sociedad tiene su propio momento. En Estados Unidos, por ejemplo, las últimas generaciones votaron por liderazgos más jóvenes y distintos, primero por Obama y luego por Trump, sin embargo, frente a situaciones de crisis eligieron Joe Biden (78) que, por esencia, es el político tradicional americano”, señala.
Otro del “Grupo de los 7” es el senador de RN José García Ruminot (66), que junto a su par de la UDI Juan Antonio Coloma concluyen sus periodos en 2026 y podrían tener el récord de 36 años en el Congreso.
“¡Por supuesto que los voy a echar de menos!”, dice García consultado por la ausencia en marzo de sus compañeros “históricos” que abandonan la Cámara Alta. “He compartido muchas horas de trabajo con Letelier y (Guido) Girardi, mucho más con (Carlos) Montes y Pizarro, al integrar por años la Comisión de Hacienda y la Comisión Mixta de Presupuestos, en largas jornadas, generando valoración, respeto mutuo y afectos sinceros (…). Hay muchos rostros nuevos hoy en política. ¿Significa ello un recambio? La respuesta la entregará el tiempo”, agrega.
Coloma (65), quien desde 2013 comparte el trabajo legislativo junto a su primogénito, el diputado Juan Antonio Coloma Álamos, se opuso a limitar las reelecciones: “Soy partidario de que las personas decidan quién los representa y esta ley impide esa opción”.
Quienes llegaron el 90, pero se quedaron en la Cámara Baja son René Manuel García (RN) y José Miguel Ortiz (DC), quienes podrían -si quisieran- repostular hoy al Senado. El ministro del Trabajo, Patricio Melero (UDI), estaría en este grupo si el Presidente Piñera no lo hubiera convocado a su gabinete.
Otro histórico afectado por la nueva ley es Girardi (PPD), quien lleva 28 años viajando tres semanas al mes a Valparaíso, escuchando el timbre para ir a votar, almorzando en los comedores del piso -1 y cuidando a sus electores en la semana distrital, entre otras rutinas que, a su juicio, es hora de cambiar. “Fui tres veces uno de los diputados más votados del país, dejo como senador un conjunto de iniciativas, como el fin del cheque en garantía, la donación universal de órganos y la ley de etiquetado, instalé el Congreso del Futuro… Ahora me quiero dedicar a articular la ciencia con políticas públicas”.
Quién sí ocupará su derecho a repostularse es el socialista Rabindranath Quinteros (77): “El cambio no está definido solo por la edad, colocar la experiencia y la juventud como valores contrapuestos es un error. Hoy hemos visto jóvenes con mentalidad de principios del siglo XX y adultos mayores que estamos pensando en el futuro. Espero que llegue el momento en que en Chile la edad no sea un tema”.
Memorias y reflexiones
El jueves, a las 10.45 horas, Sergio Bitar (80) está a punto de entrar a un Zoom para exponer ante el Consejo de Políticas de Infraestructura un libro que acaba de publicar -El gran giro de América Latina- junto a otras personas. Más tarde, cuenta, tiene otra exposición virtual sobre la futura estrategia internacional para Chile. “Si un político experimentado se queda en la nostalgia no sirve, si una persona mira al futuro y usa la experiencia como un aporte para entender el futuro, sí sirve. Yo estoy trabajando mucho en prospectivas para Chile y mirando lo que está pasando en otros países, eso me ayuda a entender y me sirve para aconsejar, para aportar…”, cuenta el expresidente del PPD, quien paralelamente se encuentra escribiendo sus memorias, que podrían partir en 1970 como ministro de Salvador Allende, pero que estarán enfocadas en los años de la Concertación.
A sus 85 años, Andrés Zaldívar preside el Consejo Resolutivo de Asignaciones Parlamentarias del Congreso y también escribe sus memorias, las que parten, al igual que muchos políticos hoy, a sus 26 años, cuando Eduardo Frei Montalva le encargó en 1963 el área legal de su programa de gobierno.
El exsenador socialista Carlos Ominami (71), quien estuvo a un puñado de votos de convertirse en constituyente, también está escribiendo sobre lo que está sucediendo en el país: “Es una reflexión más serena sobre los errores que hemos cometido, el no haber sido capaces de defender lo que hicimos y cómo salimos de esta disputa generacional, porque un debate mal llevado no conduce a ninguna parte”.
El ex DC Gutenberg Martínez, quien jugó un rol protagónico en los gobiernos de la Concertación, señala que al cumplir tres periodos como diputado, decidió no repostular ni ocupar un cargo de gobierno. No obstante, sentencia: ”La renovación es un proceso natural, además del actual juicio de la opinión pública, pero no creo en ningún tipo de discriminación: todos tienen derecho a participar, hay buenos políticos jóvenes y mayores”.