La primera vez que María Teresa Traboldt (69) vio una sala vacía, pensó que sería algo puntual. El 2022 no se llenaron ni la mitad de las matrículas en prekínder del Colegio Puente Maipo, en Puente Alto, de la Fundación Nocedal. Era algo extraordinario, pensó :
“Sentí que era algo del momento, porque veníamos saliendo de una pandemia que afectó bastante a todas las familias, que era una continuación. La gente tenía mucho miedo de mandar a sus niños a los colegios por el problema de la infección, por eso quizás no volvieron enseguida”. Sin embargo, estaba equivocada: el fin de la pandemia no significó el fin de la baja en las matrículas en educación parvularia.
Traboldt forma parte de la Fundación Nocedal, la que cuenta con dos colegios en Puente Alto y dos en La Pintana, desde 1999. Ese año asumió como directora de uno de ellos: el Colegio Almendral, en La Pintana. Cuando llegó a este lugar, por ley, sólo podían aceptar un máximo de 35 alumnos por curso. Ellos tenían dos cursos por nivel y los cupos siempre se llenaban. De hecho, se les hacían pocos:
“Nos llegaban 300 postulaciones de niñas y teníamos que seleccionar quiénes quedaban. La gente quería estudiar aquí, era muy fuerte la demanda, porque lo veían beneficioso”, cuenta.
Durante mucho tiempo este plan funcionó bien: las matrículas se llenaban y la gente, explica, comprendía el valor que significaba estudiar en un colegio que ofrecía altos niveles de educación en sectores en que hacían falta. Pero la llegada de la pandemia cambió todo. Traboldt no estaba equivocada cuando pensó que la baja se debía a un impacto del Covid-19, pero lo que no imaginó es que esto iría de mal en peor. Las cifras fueron bajando de forma progresiva en su colegio.
Lo que sucede en la Fundación Nocedal no es un caso aislado. Según datos del Centro de Estudios Públicos (CEP), las mismas cifras que mostraron un alza en las matrículas en educación parvularia desde el año 2015 hasta el año 2019, comenzaron a caer.
Según se observa, fueron 816.801 los niños matriculados el último año previo a la pandemia, en marzo de 2019. Esa cifra cayó hasta 731.880 para la misma fecha en 2023. Sylvia Eyzaguirre, investigadora del CEP, asegura que “en Chile todavía no tenemos una alta cobertura en educación parvularia. Tenemos cerca de un 84% en prekínder. Esa proporción bajó con la pandemia y después de esta ha bajado aún más. Si tomamos el punto más álgido y lo comparamos con lo que tenemos hoy día, bajamos un 10,3% en matrículas de educación parvularia, cuando deberíamos ir creciendo. Y lo que más preocupa es que esta situación está invisibilizada”.
En el mismo sentido, según un estudio realizado por Acción Educar con datos de la última Encuesta Casen, sólo el 48,8% de los niños menores de seis años asiste a un establecimiento educacional.
Pasaban los años y el panorama seguía empeorando, a tal punto que Traboldt comenzó a preguntarse algo:
“¿Dónde están los niños?”
Educación desvalorizada
El problema no termina aquí. Daniel Rodríguez, director de Acción Educar, entrega otro dato a la ecuación: “Ya es muy grave que, en promedio, haya una baja de matrículas en educación parvularia. Y es aún más grave cuando el 40% más vulnerable es el sector con mayor disminución, mientras el 20% más rico aumenta su participación”. En la misma línea, los resultados de la última Encuesta Casen confirmaron que el 61% de los niños entre dos y cuatro años que no asisten a educación parvularia son del primer o segundo quintil más vulnerable.
Pedro Larraín, director ejecutivo de la Fundación Belén Educa, organización que cuenta con 11 colegios ubicados en la Región Metropolitana, y donde estudian más de 14 mil alumnos, admite que atraviesan una situación similar. Cuenta que en su colegio de La Pintana, la matrícula de prekínder en 2019 tenía un 100% de ocupación. En 2022 esa cifra bajó al 80% y este año sólo llenaron el 50%. Es decir, la mitad de los cupos en ese establecimiento aún están vacíos.
“Efectivamente, son los niños de nivel socioeconómico más bajo los que no vienen y esto resultará en una mayor brecha de conocimientos, si es que las cosas continúan así”, agrega Larraín.
Juan Pablo Valenzuela, investigador del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile, tiene otra mirada. Insiste en que esto se debe únicamente a un tema de natalidad:
“Se generó el cambio demográfico en el contexto de la pandemia: las mujeres dejaron de tener hijos. Hoy hay 180.000 niños menos nacidos en Chile. Niños que hoy debieran tener entre cero y seis años y estar matriculados en educación parvularia”. Efectivamente, la natalidad ha ido en disminución durante los últimos años: según datos del Registro Civil, si en 2014 nacieron 251.011 niños, esa cifra cayó hasta 173.920 en 2023, siendo el año con menos nacimientos en la última década.
De todas formas, para Raúl Figueroa, exministro de Educación de Sebastián Piñera y director del Instituto de Políticas Públicas de la UNAB, estas cifras no son las únicas que explican la baja en la matrícula de educación parvularia. Además del aumento en la migración, lo que implica mayor demanda en los cupos para todos los niveles de educación, Figueroa asegura que “según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), existen 1.655.000 niños que tienen entre cero y seis años en el país, y sólo 731 mil están inscritos en algún nivel de educación parvularia. Por lo que quedan 924 mil que podrían estar matriculados y no lo están”.
Desde Acción Educar, Daniel Rodríguez tiene una observación: “Durante la pandemia los padres tenían el susto de que los niños transmitieran el virus. Y si a esto se le suma una baja valoración de la educación parvularia de parte de los padres, por ser algo opcional, se crea una retroalimentación negativa”. De hecho, los datos lo confirman: según la Encuesta Casen 2022, el 79% de los niños que deben ir al jardín no asiste debido a que “no es necesario, porque lo(a) cuidan en la casa” o porque consideran que “no es necesario que asista a esta edad”.
Maria Teresa Traboldt, encargada del área de Educación de Fundación Nocedal, está de acuerdo con que existe una desvalorización de la educación parvularia. Y agrega:
“La verdad es que es una pena enorme, porque uno no estaba preparado para trabajar con la mitad de los puestos vacíos”.
Sin precedentes
La baja en las matrículas para 2024 es alarmante. Cristián Infante, rector del Colegio Marcelino Champagnat, de La Pintana, lo pone en cifras: en 2018 tuvieron 114 alumnos matriculados en prekínder. Este año sólo cuentan con 77. Según explica, la baja en comparación a 2023 es de 30%.
En esta misma línea, la subsecretaria de Educación Parvularia, Claudia Lagos, asegura que están al tanto de esta situación y agrega que “una de las líneas principales que nos interesa potenciar es la revinculación y asistencia de niñas y niños a sus establecimientos educativos. Hay factores socioculturales, profundizados por el escenario pospandemia, que explican la baja de matrícula, pues aún arrastramos la falta de valoración de la educación parvularia, así como el cuidado de las infancias a través de las familias o modalidades informales. Estamos trabajando bajo una mirada de largo plazo, en el Plan de Reactivación Educativa, para recuperar los niveles de matrícula y asistencia previos a la pandemia, y para eso necesitamos del compromiso de toda la sociedad”.
El impacto de la ausencia de los niños a la educación parvularia es algo notorio. La doctora Andrea Aguirre, psiquiatra infantil de Clínica Universidad de los Andes, explica que la exposición a estímulos durante esta etapa es fundamental:
“Para el desarrollo del cerebro de un niño, desde que nace hasta los cinco años, es la etapa más importante, en la cual el niño absorbe la mayor cantidad de información y cuando más rápido aprende”.
Es justamente esto lo que trae consecuencias para los establecimientos educacionales. Infante explica que la diferencia entre niños que pasaron por educación parvularia y los que no es sumamente evidente. De hecho, han tenido que separar los cursos de primero a quinto básico según sus capacidades lectoras para intentar nivelar.
“Hoy día llegan niños a cuarto básico sin saber leer, y eso entorpece todo el proceso de aprendizaje. Por eso estamos nivelando los cursos para lograr que todos lleguen a quinto básico con una base similar”.
Esta afirmación coincide con los resultados del estudio realizado por el Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello, que demostró que “quienes asisten a la educación preescolar, al menos un año, tienen puntaje promedio en la prueba PISA de Lectura y Matemáticas mayores significativamente a quienes asisten menos de un año”.
Mientras esta crisis se sigue acentuando, el interés por estudiar educación parvularia no ha disminuido. De hecho, pasa todo lo contrario:
Como explica Fernanda Karmy, directora de Admisión de la Universidad de los Andes, “este año hubo mayor interés por estudiar párvulo, se llenaron todas sus vacantes”. Incluso aumentó el puntaje de corte respecto a la admisión anterior y obtuvo un aumento de 21% de los convocados por vacante respecto del año anterior, todas con listas de espera. El escenario es similar en Educación Parvularia de la Universidad de Chile: este 2024 se aumentaron los cupos regulares a 45: cinco más que en 2023. Además, en el proceso de selección 2024, el puntaje de corte subió en 24,5 puntos ponderados y se llenaron todas las vacantes. La Universidad Católica, en tanto, los últimos años ha tenido 80 vacantes en Pedagogía en Educación Parvularia. En 2023 se matricularon 150 estudiantes; este año, 100.