Izkia Siches tenía organizada una fiesta. Venían amigos y también vecinos a su residencia en La Florida, pensando que esa noche del 21 de noviembre Gabriel Boric ganaría la primera vuelta presidencial. Mientras arreglaba la casa junto a su marido, Christian Yaksic, la presidenta del Colegio Médico imaginaba sobre un 30% para el candidato de Apruebo Dignidad. Pero cuando empezaron a dar los resultados, ese pronóstico se destrozó.

Boric no sólo terminó segundo, 146.610 votos detrás de José Antonio Kast, sino que sólo había logrado imponerse en cuatro de las 16 regiones de Chile.

–Se me desfiguró la cara cuando los vi –dice Siches.

Tras esa reacción había también algo de culpa. Porque Siches llevaba siendo tentada durante más de un año por el Frente Amplio. Su nombre emergió en las encuestas por su rol de oposición al gobierno, desde su liderazgo gremial, criticándolo por no extremar medidas de confinamiento durante los comienzos de la pandemia y por, en un principio, cerrarse a la colaboración de otros organismos técnicos. Ese enfoque incluso le valió un reconocimiento de la expresidenta Michelle Bachelet, a quien Siches admiraba, que publicó un elogioso artículo sobre ella en la Revista Time de febrero pasado, donde se celebraban liderazgos que surgieron en la lucha contra el Covid.

–Puede establecerse un paralelo entre el alza de conocimiento del colegio y de la doctora Siches –recuerda José Miguel Bernucci, secretario general del Colmed–. Pronto, ambos empezaron a ser notorios.

Su nombre pasó de las encuestas de aprobación de desempeño a las que espontáneamente recogen alternativas presidenciables. Siches, entonces, dijo que no estaba preparada. Aunque nadie nunca la contactó formalmente, desde el Frente Amplio la tantearon. Cercanos a ella con vínculos en ese mundo, como los doctores Pablo Arrate y Roberto Estay, traspasaron la pregunta. ¿Le interesaba ser candidata? Siches dijo que no. Dio como excusas que estaba embarazada, que la pandemia aún no terminaba y que se sentía cómoda en el Colegio Médico. Sólo que ahora, en su casa, viendo los resultados, Izkia Siches ya no estaba cómoda.

En eso, dice, Giorgio Jackson la contactó: –Me preguntó si podía ir al escenario. En un contexto habitual, dice Siches, habría contestado que no. Pero ahora era distinto. Por eso decidió consultarlo con sus cercanos.

–Nos dijo que le pidieron que acompañara a Gabriel en su discurso, porque necesitaba fuerza. Entonces no podía salir solo – cuenta el doctor Roberto Estay.

Izkia Siches le dijo a su marido que tenía que irse. Durante el trayecto al comando de Boric no tenía claridad si esto significaba renunciar al Colmed. Tampoco lo tuvo claro cuando la subieron al escenario montado sobre un camión en calle Santa Isabel, a la derecha del mismo Jackson. De lo que sí tuvo claridad, mientras escuchaba a Boric, cuenta, era esto:

–Había que cambiar el discurso hacia una cosa más ciudadana. Desde el “compañeros y compañeras”, hasta cómo transmitir responsabilidad. Había que llegar a otras personas, si no íbamos a perder.

En el camino de vuelta a La Florida, Siches, de 35 años, pensaba en qué iba a hacer. Esa noche, masticando esa idea, no pudo dormir.

El diagnóstico de Siches

No había demasiados lazos que unieran a Izkia Siches con Gabriel Boric. Se conocían de sus años de universidad, cuando ella, en Medicina, militaba en las JJ.CC. y él, en Derecho, era de los miembros fundadores de la Izquierda Autónoma. No eran amigos, pero sí tenían redes en común: Pablo Arrate perteneció a ese mismo movimiento político y Simón Boric, más adelante, sería el jefe de comunicaciones de la campaña de Siches para el Colmed Metropolitano.

En su ejercicio como presidenta del gremio médico, Siches siguió a Boric como diputado por Magallanes, pero no mucho más. No se sentía, ni se siente, cercana a ningún partido del Frente Amplio y, explica, tampoco tiene relación con el Partido Comunista. Su visión sobre la Concertación también es menos crítica que la que reina en Apruebo Dignidad, aunque sí dice sentirse representada por el malestar social que estalló el 18 de octubre de 2019.

Ese perfil no explicaba completamente el paso que iba a dar el 22 de noviembre.

–Le dije a mi equipo que estaba visualizando la opción de renunciar al colegio para tener una participación más activa en la campaña de Gabriel –cuenta Siches–. Pero cuando hablaba con cada miembro de la directiva decía no, no puedo renunciar. Y después pensaba: ¿Qué pasa si gana Kast?

A Francisca Crispi fue una de las que llamó. Le dijo que con el candidato republicano sentía que se ponían en juego varios avances conseguidos por mujeres y diversidades sexuales. A José Miguel Bernucci le argumentó que, ante ese riesgo, ella podía hacer algo.

Sumar a Siches podía ser una apuesta riesgosa para Boric. Porque si bien sus aliados la describen como una líder estudiosa, pragmática y rigurosa, sus detractores son enfáticos en describirla como alguien con ambiciones presidenciales, cosa que ella descarta, y en decir que puede ser severa con quienes la enfrentan. Una caracteristísca que, por lo mismo, la empujaría a rodearse de gente que nunca le lleve la contra. –A ella la amas o la odias. Pero si la odias, tienes que estar dispuesto a enfrentarse a sus seguidores, que le dicen Queen Izkia y son incondicionales –admite un médico opositor. Ignacio de la Torre, presidente del Colmed de Valparaíso, lo matiza:

Sabe escuchar al que disiente, pero defiende con fuerza e intensidad sus convicciones. Otra cosa que hay que saber sobre Siches, dice la doctora Francisca Crispi, es esto:

–Ella repetía mucho esto de que los cargos de responsabilidad, como la presidencia del Colegio Médico, no podían dinamitar la vida familiar. En el gobierno de Siches, eso significó terminar con las reuniones después de las 20.00 y no agendar entrevistas o rondas de prensa para el fin de semana. Todas esas aprensiones fueron puestas en pausa desde el 25 de noviembre, cuando renunció formalmente al Colmed y se unió a Boric como su jefa de campaña. –Nosotros, como directiva, teníamos encuestas realizadas en el norte que mostraban que Izkia allá tenía más aprobación que todos los candidatos presidenciales – sostiene Roberto Estay–.

Nuestra tesis, por lo mismo, es que la mayor contribución de Izkia podía estar en allá. Que ella hubiese nacido en Arica, que su liderazgo fuese menos político, podía funcionar en los votantes nortinos de Parisi. Siches llevó ese diagnóstico. Por lo mismo, preguntó si era factible realizar una gira nacional, acompañada de su familia y de su equipo. Le dijeron que sí: serían 12 días cubriendo desde Arica y Parinacota hasta Los Lagos.

Roberto Estay fue uno de los que se unieron: –En el mundo rural fue súper importante sacarse la caricatura de que acá venía un gobierno bolivariano. Los campesinos nos contaban que llegaban a decirles que si no votaban por Kast, les iban a quitar la parcela y dársela a los venezolanos. O que les iban a quitar los ahorros de las pensiones. El hecho de que Izkia se plantara frente a ellos como una mamá, que quería un país donde su hija pudiese vivir bien, ayudó a que muchos empatizaran y le creyeran.

En la segunda vuelta del 19 de diciembre, Gabriel Boric no sólo ganó: también se quedó con 11 de las 16 regiones y le sacó 970.802 votos de diferencia a José Antonio Kast. Siches repite que atribuirle ese vuelco sólo a ella sería injusto, pero también es cierto que el resultado electoral le subió el precio y los bonos en el comando.

–Gabriel es de Magallanes, viene de otro estatus socioeconómico, por decirlo así. Yo, a pesar de que ahora tengo una posición de privilegio, vengo del norte, soy mujer, me crié en Maipú y no pertenecemos a los mismos mundos. Yo no formé parte del movimiento estudiantil, no fui parlamentaria. Luego agrega: –Venir de un espacio diferente nos ayudó. Sería demasiado feo que dijera que el triunfo es mío, pero sí contribuimos.

Quemarse

El peso específico que sumó luego de su despliegue nacional comenzó a notarse esa misma noche de celebraciones. En el Hotel Fundador, el domingo 19, Izkia Siches conversó con algunos dirigentes de partidos de centroizquierda. No era mera cordialidad, la jefa de campaña estaba porque entraran a la coalición del nuevo gobierno.

–Soy respetuosa de los procesos políticos internos, pero tenemos que tener una conversación dentro de Apruebo Dignidad para definir la configuración de anillos de poder en torno al gobierno. Entiendo que haya una primera fuerza, que es Apruebo Dignidad, pero hay que tener relación y trato con el PS, el Partido Liberal, el PPD, el Partido Radical, la DC y, también, establecer la fórmula de discusión y de trabajo con partidos de derecha y centroderecha. Porque entramos a una senda transformadora que requiere de consensos.

Esa mirada la ubicaría como un contrapeso de Giorgio Jackson: quien ha sido, hasta ahora, el cerebro político del presidente electo. Por lo mismo, no fue casual que el lunes pasado ambos acompañaran a Gabriel Boric en su visita a La Moneda. Ambos, además de Camila Vallejo, lideran el equipo que debe gestionar la transición desde la sede de Condell, adonde se mudaron luego de la victoria, a La Moneda. En ese espacio, Siches ya ha verbalizado sus consideraciones. Esa frontalidad ha generado algunos roces con los cuadros más jóvenes. También ha bajado entrevistas cuando no ha podido conocer todos los detalles que ha exigido saber sobre la publicación.

–Gabriel me ha invitado a colaborar con el equipo, pensando en que no sólo haya gente que piense como él. Que tenga una cosa un poco más ciudadana e institucional, que puede ser mi aporte –explica.

Siches, entonces, enumera: dice que jamás le negaría la visita a un presidente en ejercicio, que siente que “el presidente también tiene que verse como presidente, comportarse como presidente, hablar como presidente y vestirse como presidente”. –Sé que no voy a lograr que Gabriel use corbata. Lo conversamos y ya lo desestimamos. Pero yo vengo de un espacio donde nadie se tutea. Para mí, el hoy presidente electo es usted.

–¿Estaría disponible para el Ministerio de Salud?

–Es el espacio donde me sentiría más cómoda, pero sería muy adelantado definirlo. Yo estoy a disposición de Gabriel. Si él piensa que soy más útil en una segunda línea, como un Segundo Piso, en una vocería o en Salud, voy a estar ahí.

Ese lunes en La Moneda, Izkia Siches también aprovechó de hablar con los ministros Ossa, Delgado y Bellolio. Les preguntó si era posible trabajar desde un ministerio sin estar disponible 24-7, dejando espacios para la familia. Sobre todo considerando que aspiran a un gabinete paritario.

Bellolio, según testigos, dijo que era difícil. Pero también que dependía del ministerio. Eso contrarió a Siches:

–Si promovemos una semana laboral de 40 horas, no podemos estar trabajando 60. Hace mal –dice–. Si no cuidamos el sueño, si no tenemos actividad física, vamos a engordar y nuestros equipos se van a quemar. Si lo logra, Siches habrá conseguido un anhelo que ya le planteó a Jackson y Vallejo: imponer “una nueva forma de ejercicio del poder”.