Para tomar una postura lo más concreta posible ante la nueva Constitución y definir su protagonismo en la campaña del plebiscito de salida, Ricardo Lagos (84) ha tenido -en las últimas semanas- una inusual agenda de reuniones bilaterales, quizás solo comparable a cuando fue presidente, entre 2000 y 2006.
Hasta su oficina –en la Fundación Democracia y Desarrollo-, en el corazón de Providencia, han llegado la senadora DC Ximena Rincón y el presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Juan Sutil, entre otros políticos, empresarios y excolaboradores de su gobierno, a quienes ha escuchado con atención.
También ha recibido en su casa a varios convencionales, entre ellos, Felipe Harboe (independiente ex PPD) y Fuad Chahin (DC). Y con quienes ha sido imposible reunirse, como el presidente de Codelco, Máximo Pacheco (PS), y el exministro del Interior Gonzalo Blumel (Evópoli), entre muchos otros, ha hablado telefónicamente.
Con sus interlocutores, Lagos ha analizado las normas más polémicas del borrador, buscado disipar las dudas y aprensiones que aún mantiene en temas como el nuevo sistema judicial, señala un excolaborador cercano a él que pide hablar en off. “Lagos ya no está tan preocupado por los cambios al sistema político y económico, sí, en su calidad de abogado, mantiene intacta su inquietud por el fin de un Poder Judicial unificado y el paso a dos sistemas de justicia distintos (Sistema Nacional de Justicia y Sistemas de Justicia Indígenas)”, agrega la misma persona.
En otros temas en los que tenía duda, como el derecho de propiedad, ha ido comprendiendo los cambios propuestos, luego de hablar con expertos que le han dicho que están en línea con otras constituciones del mundo, señala otra de las personas con quien ha conversado.
En los temas relativos a la minería, fue Máximo Pacheco quien le desdramatizó una de las normas que más le preocupaban: aquella que indica que la propiedad minera se entrega a través de autorización administrativa y no a través de concesiones, mecanismo usado para atraer inversión extranjera en un momento que no existía en nuestro país.
Uno de los “compañeros de ruta” históricos y de las figuras políticas más cercanas a Lagos, Sergio Bitar, señala que a lo largo del proceso él y el expresidente han tenido visiones parecidas. Hoy, el exministro y referente PPD define su posición personal en una frase: “Hay que aprobar para corregir”.
“La Constitución nueva contiene elementos esenciales de futuro, cuyo eje es el Estado social y democrático de derecho, la expansión de los derechos ciudadanos, políticos económicos y sociales, los avances en igualdad, diversidad, sustentabilidad, todos esenciales para el futuro de Chile. Sin embargo, subsisten aspectos, a mi juicio inconvenientes, que requieren corrección y que tendrán que ser abordados por el Parlamento si se aprueba el texto constitucional”, señala Bitar, quien cuenta, además, que su partido, a través de un equipo en el que participa Ricardo Lagos Weber, está analizando el borrador para emitir una postura oficial.
Consultado por las normas aprobadas que más le preocupan, Bitar responde: “Se trata de temas que inquietan a la ciudadanía y que es obligación atender, como la plurinacionalidad y su alcance, la autonomía del Poder Judicial, el financiamiento público a la educación particular subvencionada, la garantía de funcionamiento de servicios privados de salud, la organización de un enjambre de autonomías regionales y municipales, y un Senado (con el nombre que se acuerde) con poder real”.
Squella: “Lo he notado preocupado… ¿Y quién no lo está?”
Agustín Squella es uno de los convencionales más cercanos a Lagos y con quien conversa en forma habitual. “Lo he notado lúcido e informado, como siempre, pero también preocupado por la suerte del país y del proceso constituyente. ¿Y quién no lo está?”, señala el abogado e intelectual porteño la tarde del jueves, durante un break en el trabajo de la Comisión de Armonización, la cual integra.
Y agrega: ”No creo que tengamos otro político en Chile que conozca mejor el país y el mundo, pero asumo que tiene la misma dificultad que tengo yo, con diferencia de varios años a mi favor, que es la comprensión de nuevas palabras y conceptos que tendrá la propuesta constitucional, porque esta no está siendo pensada solo para dejar atrás la Constitución del 1980, sino para regir en un nuevo siglo y a otras generaciones”.
Quienes han hablado con Lagos coinciden en que el exmandatario está muy expectante y esperanzado justamente en el trabajo de Armonización, que por de pronto, ya redujo los 499 artículos que contenía el borrador a cerca de 372 normas y definió las reglas para hacer reformas a la nueva Carta Magna. También coinciden que tiene muy poco margen para no apoyar la propuesta. “No le queda otra… Imagínate a Lagos rechazando…”, comenta un exministro suyo.
Texto y contexto
Aparte de las normas más polémicas, Lagos analizó con Fuad Chahin y con Ximena Rincón –indistintamente- la división que existe al interior de la Democracia Cristiana frente al Apruebo y el Rechazo. Histórico defensor de la alianza política entre la DC y el socialismo democrático, que dio vida a la Concertación, el exgobernante teme que esta vez la fractura pudiera ser irreparable.
Quizás por ello, Felipe Harboe, otro de los constituyentes que se han reunido varias veces con Lagos en el último mes, señala que, “como buen estadista, el expresidente Lagos debe estar mirando el escenario en su conjunto, es decir, el texto y también el contexto”. Y que él esperará el texto (cuyo plazo de entrega es el 5 de julio) y aquel contexto para dar a conocer su postura definitiva.
En su maratónica ronda de consultas, no ha dejado de llamar la atención entre sus cercanos que Lagos no haya contactado a Fernando Atria (“no hemos hablado”, confirmó) y a Jaime Bassa (quien no quiso referirse al tema), dos influyentes convencionales que formaron parte, en 2015, del proyecto de reforma constitucional Tu Constitución, que el exjefe de Estado impulsó desde su fundación Democracia y Progreso, con posturas mucho más moderadas de las que han defendido ahora ambos abogados.
La expresidenta del Consejo para la Transparencia, Gloria de la Fuente, quien se reunió con Lagos hace poco más de un mes, recuerda ese momento: “Él fue el gran impulsor de las reformas del 2005 a la Constitución y muy persistente en nuevos cambios desde su fundación, por eso, no me parece rara su preocupación actual”.
Lagos también ha conversado con políticos de oposición, entre ellos Gonzalo Blumel, con quien forjó una relación cuando al exministro del Interior de Sebastián Piñera le tocó enfrentar el estallido social y el acuerdo en torno a una nueva Constitución, episodios que se encuentra plasmando en un libro. También conversó largamente con Juan Sutil, quien ha sido crítico del trabajo de la Convención y todo indica que su gremio se inclinaría por el Rechazo una vez conocido el texto final.
A su listado de consultas se agregan Nicolás Eyzaguirre, Óscar Landerretche y Ernesto Ottone (quienes no quisieron participar en esta nota), además de varios senadores que hablaron con Lagos con estricta reserva.
Acto final sin expresidentes
Ricardo Lagos está consciente de que hay expectación en la clase política sobre cuál será su postura ante el plebiscito de salida. Él mismo ha ido creando ese interés a través de una serie de acciones que ha realizado en distintos momentos del proceso constituyente.
A principios de abril, en una entrevista en radio Duna, criticó el trabajo de la Convención y algunas de sus definiciones, como el fin del Senado, el concepto de plurinacionalidad y los cambios al Poder Judicial, cristalizando la preocupación que por esos días existía en la centroizquierda, donde ya se comenzaba a hablar de un Plan B en caso de que se impusiera el Rechazo. “Es indispensable hacer un cambio (de rumbo en la Convención), porque en caso contrario podemos tener una Constitución muy inadecuada para las necesidades del país”, advirtió en esa oportunidad. Sus palabras no fueron bien recibidas por los sectores de izquierda de la Convención, quienes no dudaron en criticarlo. Al revés, los partidos de centroderecha hasta hoy ocupan esas declaraciones de Lagos para argumentar su críticas a la forma en que se ha conducido el proceso.
El 4 de mayo, Lagos volvió a irrumpir en el debate, esta vez, con una carta de ocho carillas a la Convención, en que cuestiona las críticas que se han realizado al interior del organismo a los gobiernos que dirigieron el país tras el retorno a la democracia. “Lo avanzado en las últimas décadas no tiene, como siempre sucede en la historia, una mirada ecuánime y valorativa de quienes están hoy mejor que antes, eso se da por adquirido, la mirada es más bien crítica y se dirige a lo que aún no se ha conseguido y la percepción subjetiva del bienestar es menor a las cifras objetivas del desarrollo social”, manifestó.
Aunque desde el organismo no han contestado directamente, sí hubo un gesto llamativo: al menos hasta este viernes en la noche, ni Lagos ni ninguno de los cuatro expresidentes vivos estaban en la lista de invitados del acto organizado por la Convención para la entrega de la propuesta de Carta Magna al Presidente Gabriel Boric.