Aaron Curín (21) dice que ese viernes 4 de octubre del 2019 llegó a su colegio, el Instituto Nacional, pensando en un meme. Luego, esa tarde, él y sus compañeros se enteraron a través de redes sociales del alza de $30 del transporte público.
Curín cursaba tercero medio: entraba a las 8.00 todos los días junto a los segundos, terceros y cuartos medios. De lo que más hablaban esa mañana, entrando por calle San Diego, recuerda, no era de las materias, sino que de los memes que compartían sus compañeros a través de cuentas de Instagram. El más comentado esa mañana del 4, el que Curín tenía en mente, era un video subido por una página del Liceo de Aplicación el día anterior, el jueves 3 de octubre. En él se veía un grupo de unos treinta alumnos de ese establecimiento saliendo del colegio y bajando en masa a la estación del metro República. A continuación se veía cómo uno de ellos grababa a todo el lote saltando los torniquetes de acceso, sin pagar.
El video caló hondo en su curso y en la comunidad. Varias cuentas la compartieron. Con su grupo de amigos lo miraban en conjunto.
-Nunca habíamos visto algo similar -asume Curín, hoy estudiante en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile-. Eso de ir corriendo todos juntos es una sensación de adrenalina increíble. ¿Y a quién no le gusta eso?
Ese fin de semana, el del 5 y 6, dice, una idea tomó forma entre ellos.
-El sentimiento era ‘no nos podemos quedar atrás’. Y se juntó todo: por un lado, que siempre queríamos ser mejores que los del Aplicación, pero también era una forma de protesta al alza del pasaje.
Juan Cristóbal Soto era el presidente de curso del tercero medio E del Nacional. Dice que hubo otra cosa atractiva sobre este video.
-A mí me daba rabia que la gente evadiera el metro o la micro. Pero esta vez le veía un sentido hacerlo. El Nacional estaba teniendo movilizaciones muy violentas con los overoles. Esto era solo eso: una evasión.
La tarde del domingo 6 de octubre la página de Instagram de alumnos del Instituto Nacional, CursedIN, lanzó una primera historia llamando a evadir el metro.
Esa publicación se viralizó también entre en el Aplicación. Curín explica que esas páginas tenían dos propósitos: por un lado eran una fuente de entretención. Pero, por el otro, también eran una especie de medio de comunicación masivo del Instituto.
La mañana del lunes 7 de octubre la jornada matutina tuvo clases normales en el Nacional. Aunque, admiten, todos estaban ansiosos por lo que podía pasar.
Cuando Curín salió de clases a las 14.00, por calle San Diego, vio que en el frontis de la Casa Central de la Universidad de Chile se estaba formando un grupo grande de alumnos que permanecían inmóviles. Se fueron sumando también algunos alumnos de la tarde, niños de séptimo, octavo y primero medio.
-Ahí recuerdo que alguien gritó. No sé quién fue. Contaron, uno, dos, tres.
El golpe adrenalínico lo aceleró, dice, mientras bajaba las escaleras de la estación. Luego tuvieron que descender por otra más para llegar al nivel de los torniquetes. Curín dice que eligió entrar a la dirección San Pablo, para irse a su casa en Recoleta. Sus compañeros tuvieron el mismo criterio.
En ese momento Curín, Soto y otros 50 compañeros del Nacional saltaron el torniquete. Soto recuerda que pasó por el medio. Curín dice que iba de los últimos. Segundos más tarde el grupo estaba dividido entre los dos andenes de la estación Universidad de Chile. Se miraban y reían mientras esperaban que llegara rápido el próximo tren.
Ese mismo día la página CursedIN lanzó otro llamado a evadir. Curín cuenta que en lo único que podían pensar con sus amigos era en volver a repetirlo:
-Se nos había hecho adictivo.
El primer salto de torniquetes
Tomás Pérez (23), un exestudiante del Liceo de Aplicación, concuerda con Curín. Dice que hay que ver los contextos para entender cómo partió el estallido.
Pérez cuenta que llegó al liceo en 2014 a séptimo básico. Vivía con su familia en San Ramón y estudiaba en La Cisterna en un colegio pequeño.
Él, hoy un alumno de quinto año de Psicología de la UCH, dice que lo primero que entendió fue que estaba entrando a un colegio marcado por la política universitaria y las manifestaciones.
Aaron Curín también dice que fue entendiendo ciertas cosas cuando llegó al Nacional. Una de ellas era “la actitud ganadora” que los alumnos le atribuían al liceo.
-Siempre había que ser mejores que el Aplicación. Teníamos que ganarles en todo, sea lo que sea.
Pérez piensa que 2017 fue un año clave para el Liceo de Aplicación, porque aparecieron los primeros overoles blancos: un fenómeno que se fue masificando cada vez más y del que el liceo nunca se libró. Eso los marcó.
-Todo el mundo, cuando veía a un escolar de un emblemático, veía un delincuente encapuchado que andaba con bombas en la mochilas. Eso se conversaba mucho, incluso con estudiantes de otros liceos.
El estudiante también recuerda que cuando los estudiantes del Aplicación querían ir a las marchas Confech que se convocaban en Baquedano, solían evadir pagar el pasaje en el metro República, que queda a una cuadra del establecimiento. Esos días de 2017, dice Pérez, fue la primera vez que había escuchado el grito “evadir, no pagar, otra forma de luchar”.
-Es que ir de República a Baquedano son muchas estaciones como para irse caminando. Por eso nos juntábamos varios y hacíamos una avalancha para evadir todos juntos y pasar lo más rápido posible.
Ese 2019 fue un año difícil en términos políticos, describe Pérez. Varios de sus compañeros estaban siendo funados por acusaciones de abuso sexual, junto con el problema de los overoles.
Además, hubo un paro de profesores de 51 días. Cuando terminó y las cosas se normalizaron, ya era septiembre. Allí, dice, con el mejor clima, se dio un ambiente más festivo. Solían hacer guerras de agua entre los cuartos y terceros, que acababan incluso interrumpiendo clases.
A ese desorden, agrega, se sumaron las largas ventanas sin clases que tenían por faltarles un mes para egresar. Eso significaba pasar mucho tiempo en el patio repasando materias o acostarse en el piso sin hacer nada.
Ese fue un momento clave en toda esta historia, dice Pérez.
-Uno de esos días, el jueves 3 de octubre, alguien dijo en el patio: ¿y si nos fugamos?
La idea corrió entre varios cursos. Pronto, un grupo de estudiantes de tercero y cuarto corrió hasta el portón principal del liceo, saliendo en masa. Cuando estuvieron en la calle, alguien propuso evadir el metro. Entre todos hicieron una avalancha y saltaron los torniquetes.
Ese día, el video se subió a la página de Instagram “ldeashishipost”. Pérez dice que esto fue clave.
-Fue la primera evasión del 2019. Yo tenía un amigo en el Nacional que administraba una página de memes. Y me preguntaba, ¿qué pasó ayer en el Aplica? Ahí yo asumí que ellos empezaron a pensar en hacer lo mismo.
Según información de los archivos del Metro de Santiago, el 3 de octubre de 2019 hubo evasiones en la estación República, sin daños registrados. Desde la institución señalan que no tienen forma de saber cuál fue la primera en la red, ya que antes del 18 de octubre del 2019 no se hacía recuento de evasiones de escolares.
La organización de la evasión masiva del Instituto Nacional, aclaran sus estudiantes, fue algo que no vino desde ninguna organización política.
Rodrigo Pérez era presidente del Centro de Estudiantes del Instituto Nacional. Hoy estudiante de Derecho en la UDP, dice que también recuerda la evasión del 3 de octubre del Liceo de Aplicación. También dice que en esos años, en su colegio crecía un sentimiento adverso hacia los centros de estudiantes, que estaban muy relacionados al PC y al PS.
-Por eso, en ese momento se empezó a consolidar una izquierda más radical, que disputaba el control de las decisiones políticas con una postura más asambleísta, más de acción directa. Eso, para disputar y contrarrestar ese control desde los partidos políticos.
El sábado 5 y el domingo 6, el fin de semana después del alza del pasaje, los presidentes de curso del Instituto Nacional, encabezados por Pérez, discutieron sobre qué tipo de acción tomar ante esos $30 extra.
-Pero CursedIN se nos adelantó. Nosotros aún estábamos pensando en llamar a una asamblea para ver qué hacer. Teníamos esa idea, cuando lanzaron la convocatoria a evadir -indica Pérez-. Además, tenían muchos más seguidores y alcance que la página de nuestro centro de alumnos.
El 7 por la tarde, después de la evasión en Universidad de Chile, CursedIN subió el registro de esta a su página y se viralizó.
El método que inventaron los secundarios se fue amplificando a las estaciones de todo el centro de Santiago. Los otros liceos rápidamente copiaron el modelo: llamaban a evadir la estación más cercana: el Liceo 1 en Santa Ana; el INBA en Quinta Normal. Pero también se movían cuando su estación cerraba. Así, el Aplicación evadía en República, pero también en Cumming.
Juan Cristóbal Soto, del Nacional, dice que las evasiones crecieron a tal punto que ya no las podían controlar ellos mismos.
-Queríamos evadir Universidad de Chile y estaba cerrado. Nos íbamos a Moneda, y también. Pasábamos a Plaza de Armas y Santa Ana, y lo mismo. Al final, después de tanto caminar, ya no querías ni evadir, solo te querías ir para tu casa.
El lunes siguiente, el 14 de octubre, recuerdan Curín y otros alumnos del Nacional, fue el último día que tuvieron clases. Por eso se dio algo extraño: muchos vieron por televisión desde sus casas cómo las evasiones iban creciendo a lo largo de la red del metro. Les llamó la atención que había colegios lejanos, con los cuales ellos nunca tuvieron contacto, que organizaban sus propias evasiones, como algunos colegios cercanos al metro Zapadores, en Recoleta.
El 18 de octubre las consecutivas evasiones hicieron que Metro anunciara el cierre total de la red y todas sus estaciones. A Pérez le quedó marcada una imagen de ese momento: mientras trataba de llegar a su casa, vio por televisión cómo destruían la estación Moneda, lanzando un televisor a las vías.
Curín dice que esa noche vio por televisión cómo quemaban las estaciones del Metro. No entendía cómo podía haber llegado tan lejos un sencillo juego que habían inventado dos semanas atrás para ganar fama por Instagram.
-Es que esto había partido como un juego adrenalínico. Nadie pensó que iba a terminar así. El mayor miedo que teníamos, lo hablábamos en ese tiempo, era que el alcalde Alessandri nos cerrara el colegio y nos repartiera en otros liceos. Pero realmente nunca hubo un objetivo.
Una broma que llegó lejos
Los primeros estudiantes que saltaron los torniquetes han visto cómo cambió la percepción de la gente del estallido.
Según Tomás Pérez, la primera semana de evasiones se dio cuenta de que lo que estaban haciendo estaba siendo bien recibido por la gente. Lo vio cuando fue a saltar un torniquete a la estación Los Héroes.
-Un grupo de estudiantes abrió una puerta de vidrio, de esas que se desenganchan. Pasaba un montón de estudiantes sin pagar el pasaje, pero también oficinistas, personas que no eran escolares -recuerda-. La gente empatizó. Lo vio como algo que tenía sentido para todos.
Juan Cristóbal Soto dice que vio esto de cerca cuando fue a evadir al metro Santa Ana y lo encontró cerrado. Los estudiantes se quejaban y forcejeaban la reja.
-Pero miraba para el lado, y no éramos solo escolares: había gente que al principio no le gustaba el movimiento, pero se estaban subiendo, y querían evadir también.
Días después del 18 de octubre, Aaron Curín les contó a sus papás que había sido de los primeros que saltó el torniquete. Lo dijo mientras miraban las noticias en su casa.
Su mamá, dice, lo apoyó y se emocionó. Lo acompañó a la marcha del millón de personas. “Decía cosas como: ellos sacaron la cara por nosotros, mira cómo saltan”, recuerda Curín.
Eso sí, asume, hay algo que empañó esto.
-Ella nunca apoyó a los encapuchados quemando metros. Ese pensamiento se mantiene hasta hoy. Ella cuenta con orgullo haber estado en la marcha, pero sigue criticando los desórdenes de esta fecha.
Esa es una de las razones, dice el mismo Curín, por las que evita contar que saltó el torniquete el 2019.
-La verdad es algo que pocas personas saben -asevera-. No lo cuento mucho por lo prejuicioso de las personas. Pueden generarse una imagen de que soy alguien anárquico, o loco, o que no sigue reglas, o pretencioso.
Pérez dice que sus padres hasta hoy lo bromean con algo.
-Yo les conté que fui de los primeros en saltar -cuenta-. Me tiran la talla: mira todo lo que hicieron esa vez, para que haya quedado todo igual.
Soto dice algo sobre esto.
-Lo hablaba el otro día con mi mamá, de que un porcentaje mínimo lo considera como bueno. Yo creo que fue una mala combinación. El país se fue a pique, y la quema de estaciones desprestigió todo el movimiento -dispara- Además, con la Convención, hubo una falta de criterio al votar por gente que se veía a leguas que era gente que no era competente para usar sus cargos.
A los estudiantes les llama la atención algo: a pesar de que ellos sienten que encendieron algo histórico, creen que la clase política nunca le puso atención a quién prendió la primera chispa.
La exministra de Transportes en ese octubre, Gloria Hutt, asume que no sabe quién hizo el primer llamado a evadir.
El exalcalde Felipe Alessandri dice que existía una serie de páginas de Instagram identificadas, pero que no posee el registro.
Una alta fuente del gobierno de Sebastián Piñera comenta, en reserva, que consideran probable que la primera evasión haya sido convocada a través de páginas de Instagram. También dice esto:
-Nunca se indagó quién convocó a esa primera jornada de evasión, porque cuando comenzó a ser un tema, como gobierno estábamos preocupados de restablecer el orden público. Luego, la agenda se la tomaron las investigaciones sobre quién quemó el metro y otros delitos asociados a ese período.
El fiscal jefe de Alta Complejidad de la Fiscalía Metropolitana Sur, Alex Cortez, indica que nunca se investigaron evasiones, ya que no son un delito.
La directora del Instituto Nacional en el estallido, Lili O’Rell, dice que nunca había escuchado que estudiantes de su colegio se adjudicaran el estallido.
-Me llama la atención -dice-. Es un día muy doloroso para nuestro país. No es algo para festejar.
Lo que sí conoce O’Rell es la competencia histórica entre el Aplicación y el Nacional. Esa misma disputa comenzó una pugna con el tiempo: quién prendió la primera chispa.
A los del Aplicación les llamó la atención algo: una nota de prensa en The Clinic donde la página CursedIN decía que el estallido nació en el Nacional.
Vicente Gutiérrez fue presidente de curso de segundo a cuarto medio de su curso en el Liceo de Aplicación. También estuvo en esa evasión. Trata de explicar por qué nunca tomaron la iniciativa de adjudicarse ese momento.
-Estábamos pasando por un momento político a nivel estudiantil delicado. Tratábamos de hacer las cosas bien y de no entrar en muchos conflictos, por el año que habíamos tenido.
Pérez dice que fue clave la evasión del Aplicación.
-La idea salió de una jugarreta. Si no nos fugábamos nosotros, mis amigos en el Nacional no se interesaban, quizá no pasaba lo que pasó.
Curín dice otra cosa.
-Es que a veces no importa el que lo hace primero, sino el que lo hace mejor. Y el Nacional lo hizo mejor. Quizás si el Aplicación lo hubieran hecho solos, no hubiera pasado todo lo que vino después.
Pérez egresó en 2019 con un promedio 6.1 general del Aplicación. Al tiempo entró a estudiar a la Universidad de Chile a estudiar Psicología. Vio todo lo que vino después: los plebiscitos, las dos constituciones rechazadas, y no podía evitar pensar que él y su curso empezaron todo.
-Pero a mí me da risa. Al principio lo veía con incredulidad. Pero después de todo lo que pasó, lo veo como una anécdota trágica y cómica. Todo pasó porque uno de nuestros compañeros se quería ir temprano para la casa.
Curín egresó con promedio general 7.0 del Instituto Nacional al año siguiente. Cuando mira hacia atrás, reflexiona sobre algo: piensa que es necesario dejar de pensar que esa primera semana de evasiones estaba motivada por la rabia.
-Nosotros no saltamos el torniquete con rabia. Fíjate en los videos: es un ambiente festivo. Estamos todos gritando, felices.
Lo último que dice Curín es que, para entender lo que pasó ese octubre, es necesario entender su contexto.
-Mucha gente lo trata de entender. Pero había que estar ahí para saber eso: que partió todo como una broma.