Callie Quinn (34) buscaba un departamento en Santiago. Era julio de 2011 y el hostal de Avenida Condell en Providencia, donde llevaba quedándose hace más de cinco meses luego de su llegada a Chile, empezaba a ser incómodo: en la casa no había agua caliente ni calefacción. Además, las ventanas cerraban mal, por lo que el aire frío se colaba adentro.
Youssef Khater (44), un danés que se estaba quedando en la misma residencia, escuchó las quejas de Quinn junto a una amiga, Molly Parson, y les ofreció una solución: recién había comprado unos departamentos en Bellavista. Por un adelanto de $ 300 mil podrían rentarlo y olvidarse del frío.
Las razones por las que Callie Quinn, una profesora estadounidense de Austin, Texas, había escogido Chile para establecerse, eran varias: por entonces tenía 23 años, estaba recién graduada y en varias de sus clases de universidad habían proyectado imágenes y hablado de Chile. De ahí que se había prometido ir a visitarlo alguna vez en su vida. Mientras buscaba en Google si Chile era un país seguro, dio con otro dato que terminó por convencerla: de todos los países de Latinoamérica, este era el que tenía la segunda tasa más baja de homicidios.
Por eso, el 4 de marzo de 2011, decidió tomarse un avión a Santiago esperando quedarse ahí durante un año o dos. Al llegar, consiguió un trabajo como profesora en el instituto de inglés, Bridge Chile, y una amiga la recomendó irse a vivir al hostal de Condell, donde ella se hospedaba: una casa con 12 piezas que acogía a extranjeros.
De todos los pasajeros que estaban ahí, Youssef Khater, con 33 años por ese tiempo, era el de más edad. Decía que era palestino, pero que vivía en Dinamarca, y que había viajado a Chile a correr la ultramaratón de 250 kilómetros, Atacama Crossing. “Callie lo miraba con bastante distancia, ya que se presentaba como una especie de hermano mayor”, dice su abogada defensora, Rocío Berríos.
Cuando Quinn y su amiga aceptaron el trato a principios de julio, le pagaron el adelanto esperando las llaves del departamento. Solo que la entrega demoró más de lo que pensaron: cada vez que llegaba la fecha, Khater se excusaba y lo aplazaba para la semana siguiente.
Así estuvieron hasta el 20 de julio de 2011, cuando, según consta en la carpeta investigativa del caso, el maratonista le propuso a Quinn que lo acompañara a la oficina de la corredora de propiedades para retirar las llaves. Se reunieron a las 20.30 horas en Bellavista con Pío Nono. Khater cargaba una mochila con dinero que le debía a sus otros compañeros de hostal y que debía entregarle a Callie Quinn.
Después de más de una hora de caminata llegaron a la oficina, pero estaba cerrada. En eso, Khater cambió el tema y le propuso ir a comer para celebrar el nuevo departamento.
El lugar al que llegaron a las 23.00 horas de ese día, era el bar Entre-Choke, ubicado en Santa Isabel con Salvador. En ese espacio, Quinn por primera vez se sintió cómoda con Khater. “Estaba siendo muy amable conmigo y yo estaba emocionada por el departamento”, explica en una entrevista que aparece en el documental de Netflix, Worst Roommate Ever.
Esa noche se tomaron tres tragos de vodka naranja cada uno. Fue entonces que, a las 01.15 horas de la madrugada, el atleta le hizo otra propuesta: cerca de ahí había una vulcanización que se había incendiado hace unas semanas. Dentro de esta había quedado una tapa de WC que, según rumores, era de oro.
Khater le propuso ir a buscarla.
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No era la primera vez que Youssef Khater hacía invitaciones raras. Tampoco era un maratonista profesional. Toda su historia era parte de un personaje que el danés se creaba para hacer caer a sus víctimas.
La primera vez que la Interpol revisó su caso en Chile, se dio cuenta de eso. Así lo explica el comisario de OCN Interpol Santiago, Gerardo Raventos: “Encontramos que Khater tenía tres condenas relacionadas a estafas. Aunque los antecedentes eran bien escuetos”. Los de la prensa danesa no lo eran: en varias notas se hablaba de un atleta que organizaba estafas millonarias donde publicaban su foto y nombre completo.
A Brasil llegó en octubre de 2010 para correr los 170 kilómetros de la Jungle Marathon. Venía auspiciado por la comunidad Palestina de Dinamarca que había logrado juntar $ 600 dólares para su inscripción. Él mismo los había contactado diciendo que quería correr por su país. Pero tras ganar la primera etapa de la carrera, Khater se retiró por una lesión.
Al atleta también le gustaba estafar a deportistas de buena situación económica. Eso explica que se hiciera amigo de Dominic Rayner en Brasil, un inglés con el que se asoció para comprar departamentos de inversión en Sao Paulo y que le entregó $ 38 mil dólares para ese fin.
Aterrizó con él a principios de 2011 en Santiago para correr juntos la ultramaratón Atacama Crossing. En el aeropuerto lo esperaba Carlos Krauss, un médico veterinario miembro de la comunidad palestina quien había recibido la misma petición que sus pares en Dinamarca. “Le juntamos cinco millones de pesos y le conseguimos un departamento gratis en Santiago”, recuerda. Pero, tras ganar la primera etapa de la carrera, Khater volvió a retirarse excusándose en una dolencia física.
Por esos días, Dominic Rayner, estaba molesto: Khater nunca le había devuelto el dinero que le había pasado en Brasil. El danés se defendía diciendo que había un abogado brasilero encargado del asunto de los departamentos de inversión. Pero luego se dio cuenta -a través de correos electrónicos- que Khater y ese abogado eran la misma persona. Eso no era todo, en medio de las sospechas, Carlos Krauss contactó a su familia en Dinamarca: le dijeron que él no era palestino, sino que libanés.
Tras encararlo, Khater accedió a devolverle el dinero a Rayner. En Santiago, lo llevó a caminar diciéndole que irían a buscar el monto a una oficina. En el trayecto llegaron a un cerro. Esto vino después, relata Krauss: “Khater le pegó con un palo en la cabeza por atrás. Estaba tratando de matarlo pero Dominic se logró defender. Después de eso, Rayner se fue de Chile para siempre y Youssef Khater se escapó”. En la comunidad Palestina dicen que desde ese día se le perdió el rastro.
En eso estaba Khater cuando se cruzó con Callie Quinn en el hostal de Avenida Condell.
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Luego de la comida en el bar Entre-Choke, Callie Quinn no quería visitar la vulcanización. Youssef Khater insistió. Después de pasarle la mochila con dinero que había traído al encuentro, ambos partieron a buscar la tapa del WC de oro. “Era solamente una tapa regular de WC. Entonces yo dije: “Okey, misión cumplida”, relata Quinn en la docuserie.
Según consta en la carpeta del caso, a continuación: “la víctima se dispuso a salir. El acusado la llamó por su nombre y, al voltearse, le dio un golpe con un fierro en la cabeza. Le tomó el cuello con sus manos mientras le preguntaba: ‘¿Cuándo le dijiste a tu amiga que yo te debo dinero?’. Callie Quinn perdió el conocimiento, siendo trasladada por el imputado hasta otro lugar de la vulcanización. Ahí tapó su cuerpo con una tela gruesa, cenizas y escombros, huyendo del lugar”.
Un par de horas después, Quinn se despertó. Tenía una herida contusa en la cabeza y una quemadura conjuntival en los ojos. Logró salir de ahí y caminó hasta el hostal. Cuando sus amigos la vieron afuera, todos salieron a recibirla. Incluso Youssef Khater quien le preguntó dónde había estado todo este rato. “¿Cómo pudiste hacerme esto?”, le recriminó Callie Quinn.
Después de internarse en el Hospital del Trabajador, sus amigos realizaron la denuncia del ataque. Ese mismo día, Khater contó en el hostal que su madre había muerto, por lo que tenía que partir de vuelta a su país. Luego de eso, nunca más lo vieron.
La abogada Rocío Berríos se enteró de esta causa por una publicación de Facebook y quiso tomarla. La primera vez que llegó a visitar a Quinn, dice que la imagen fue fuerte: “Tenía los ojos quemados, su aspecto era bien impresionante. Ya había salido del estado de shock, pero estaba con mucha confusión e incertidumbre de no saber frente a qué personaje estábamos”, dice la abogada.
En julio de ese 2011 el caso de Callie Quinn fue portada de Las Últimas Noticias. Varios comentaron ese artículo. Uno fue Carlos Medina (46), un ingeniero, miembro de la comunidad Palestina que, junto a Carlos Krauss, habían recibido a Khater. “Cuando vi la noticia, dejé una nota en los comentarios diciendo que este tipo era peligroso y que si alguien quería saber más, que me contactara”.
Berríos lo contactó y sus antecedentes quedaron en la Fiscalía Metropolitana Occidente, donde la fiscal, Ximena Cocca, tomó la causa. “Me di cuenta de inmediato que se trataba de una persona peligrosa. Hubo una investigación exhaustiva, se tomó declaración a todos los testigos y la Brigada de Homicidios de la PDI dio con una chilena que mantenía una relación amorosa con Youssef Khater”, explica ella.
El maratonista nunca salió del país tras la supuesta muerte de su madre: estaba en la casa de su pareja. Su detención fue el 20 de agosto del mismo año. La PDI lo interceptó mientras caminaba por Ricardo Lyon. Si bien en sus primeras declaraciones Khater negó todo, finalmente terminó confesando. Fue procesado y condenado a 600 días de cárcel. “En esa época ese delito tenía una pena muy baja, por eso le dieron tan poco. Pese a eso, esta era la primera vez que era condenado a cárcel”, dice Rocío Berríos.
Tras cumplir su pena, Khater fue deportado a Dinamarca donde enfrentó otros delitos de estafa. Para Gerardo Raventos, de la Interpol, “su conducta es sumamente similar a la de un psicópata. Él va teniendo una escala de comportamiento criminal donde va incrementando su compromiso delictivo hasta llegar a lo que aquí en Chile pensó que iba a ser un homicidio perfecto”.
Diez años después su perfil delictual fue material de interés para un equipo de Netflix que trabajaba en la serie documental Worst Roomate Ever (El peor inquilino del mundo). La producción tiene cinco capítulos en los que expone testimonios de personas que convivieron con distintos estafadores violentos por el mundo. La historia de Youssef Khater es el tercer episodio.
Luego de su lanzamiento, Quinn se llenó de llamadas y mensajes de personas que querían conocer su historia. Todo eso, según cuenta Berríos, la hizo revivir su trauma y optó por aislarse y apagar su teléfono. Youssef Khater, en tanto, hoy está libre. Además del capítulo de la serie, su prontuario aparece en varios portales de internet. Rocío Berríos le ha seguido la pista. Dice “nos enteramos que está dedicado a lo mismo de siempre”.