A pesar de que Manuel Álvarez había dejado de trabajar en la Clínica Las Condes en 2017, su denunciante, M.G., seguía con miedo cada vez que llegaba a hospitalizarse. En el equipo oncológico que la asistía por ese entonces cuentan que trataron de contenerla emocionalmente todo lo que podían, pero el fantasma de volver a encontrarse con el médico -aunque durante ese tiempo estuviera lejos- para la paciente era inevitable.
-Siempre le dijimos que estuviera tranquila, porque no iba a volver. Nunca pensamos que eso iba a pasar-, dice una nutricionista que trabajó en CLC y asistió a la paciente.
La primera vez que el médico oncólogo Manuel Álvarez (62), casado y padre de cuatro hijos, llegó a trabajar a la Clínica Las Condes, fue en febrero de 2011. Su arribo traía consigo un vasto currículum médico: egresado de la Universidad de Chile con especialidad en Medicina Interna de la Universidad Católica, Álvarez había estado en el Instituto Nacional del Cáncer en Estados Unidos, siendo parte de un programa de entrenamiento de alta dosis de quimioterapia y trasplante de médula ósea en el reconocido centro Fred Hutchinson. En Chile, ya había sido académico de la PUC y creó el primer centro integrado de cáncer en el país. Un año después de su llegada como médico adjunto a CLC, asumió como director del Centro Clínico del Cáncer.
Quienes trabajaban con él lo recuerdan como un jefe exigente, de pocas palabras y distante. De hecho, el mismo Álvarez lo reconoció en sus primeras declaraciones ante la fiscalía: “Lamentablemente, a muchos no les gusta la exigencia. Me preocupo por mi personal, por mi equipo, haciéndolos capacitarse, prepararse, estudiar, y les exijo dentro de sus capacidades. Pero no soy el jefe que va a las fiestas y hace vida social con ellos. No soy el jefe buena onda, simpático. Entre mis pares médicos es lo mismo. No soy amigo de todo el mundo”.
En ese mismo relato, el oncólogo agregó otro detalle: “Evito el contacto con personas ajenas a mi familia; no sólo con pacientes, sino también con los otros doctores o con el personal médico. Yo no soy de piel, como se dice”.
M.G., su denunciante y paciente, que desde 2015 padece un cáncer grado IV al recto con metástasis, no dijo lo mismo. El 28 de noviembre de 2017, la enfermera Daniela Farías denunció al oncólogo ante la PDI por haber presenciado en la habitación de una paciente de 60 años -quien se encontraba internada por tratamiento con quimioterapia por cáncer- “conductas que le parecieron impropias por parte del doctor”. Esa paciente era M.G., quien ya les había relatado a varias personas las más de 30 veces que, según ella, Álvarez le habría realizado tocaciones y otras conductas de connotación sexual. A partir de ahí, el Ministerio Público abrió una causa judicial en su contra y Álvarez terminó siendo formalizado el 8 de enero de 2019 por la Fiscalía Metropolitana Oriente, por el delito de abuso sexual reiterado en contra de una paciente.
Apenas se supo de la denuncia, en la CLC se abrió una investigación interna liderada por la doctora May Chomali para indagar en las acusaciones que se le imputaban. El 11 de diciembre del mismo 2017, Álvarez fue desvinculado del establecimiento clínico. Su salida derivó en una querella contra la clínica por despido injustificado, que el oncólogo ganó, recibiendo así una indemnización de $ 210 millones.
El médico se trasladó en 2018 al Servicio de Salud de Magallanes (Minsal) para desempeñarse en atención a pacientes oncológicos beneficiarios del establecimiento y la otra mitad a cargo de desarrollar la Red Oncológica Regional. Fue en esa región donde apareció otro caso: Gloria Montiel, otra paciente oncológica, de 49 años, que un mes antes de su muerte denunció a Álvarez por “actos impropios”.
El Ministerio Público, que ya lo venía investigando desde 2017, tomó esta nueva denuncia, pidió al tribunal una reformalización y siguió buscando más testimonios. El 5 de octubre de este año, la Fiscalía Metropolitana Oriente presentó la acusación contra Manuel Álvarez: tras recopilar 35 testimonios y dos acusaciones de abuso sexual a pacientes, el fiscal Felipe Cembrano solicitó 16 años de cárcel para el imputado.
Pero la misma semana en que la fiscalía lo acusaba, en la CLC ocurría otra cosa: preparaban su arribo como jefe de la Unidad de Oncología. Su retorno se concretó la tercera semana octubre.
“Con ustedes, el doctor Álvarez”
La tarde del lunes 17 de octubre, las tres áreas del Centro del Cáncer de la Clínica Las Condes -consultas, ambulatorio y hospitalizados- recibieron una visita sorpresiva: llegó parte de la gerencia de la clínica, RR.HH., la enfermera jefa del centro, Carolina Cabrera, y el presidente del directorio, Alejandro Gil. El equipo traía consigo a un médico que se reintegraba al área de Oncología: “La jefa del servicio nos dijo, ‘con ustedes, les presentamos al doctor Manuel Álvarez’”, cuenta un trabajador que estuvo presente y que, al igual que otros, prefiere resguardar su nombre para proteger su trabajo.
Seguido de la presentación, Alejandro Gil tomó la palabra. Quienes lo escucharon, aseguran que el representante de la principal accionista de la clínica, Cecilia Karlezi, pidió respeto y colaboración con el médico Álvarez, pues su reintegración sería beneficiosa tanto para la clínica como para el desarrollo de la oncología.
Su llegada se daba en medio de un escenario económico y laboral complejo para la CLC, que no quiso participar de este artículo. Desde el arribo de Gil, en diciembre de 2019, los cambios estructurales implementados han ocasionado que el conflicto con los trabajadores y la plana ejecutiva del establecimiento escale a tal punto, que gran parte de los médicos accionistas se han ido de la clínica. Una doctora que trabajó ahí lleva la cuenta: desde el año 2020, hasta ahora, 208 médicos se han ido a otros establecimientos de salud, según calcula. Así, se han acumulado demandas por despidos injustificados, recursos de amparo y el mismo Gil ha empujado acciones legales en contra de dos de sus cuatro gerentes generales, las cuales han terminado siendo desestimadas. Lo último en materia legal es una querella criminal en contra de CLC por parte de dos médicos, Javier del Río Alonso y Joaquín Lara Giménez, quienes acusan apropiación indebida en el pago de sus honorarios.
En cuanto a la situación financiera, el panorama tampoco es el mejor: en 2020 la clínica reportó pérdidas por casi $ 10.000 millones. Y aunque en 2021 logró revertir gran parte de esa merma, sus resultados financieros al cierre del primer semestre del 2022 fueron de un 64% menos que en igual período del año anterior.
La vuelta de Álvarez era importante para la clínica. No solo porque el oncólogo mantendría una estrecha relación de confianza con Alejandro Gil -según diversas fuentes al interior del recinto clínico, Álvarez habría sido el médico tratante de María Luisa Solari Falabella, madre de Cecilia Karlezi, actual pareja de Gil-, sino que también porque representaría un aporte económico importante para CLC. De hecho, de acuerdo a las primeras declaraciones del propio médico en la fiscalía, al poco tiempo de su llegada a CLC en 2011, los dineros generados por el Centro del Cáncer llegaron a representar el 18% de los ingresos de la clínica.
-Su vuelta se explica porque la familia Karlezi le tiene mucha confianza, pero también por todos los pacientes que atrae. A pesar de que hay gente que no está a favor, muchos confían en su experiencia médica. Él es muy buen doctor, conocido porque sus tratamientos dan resultados -comenta una extrabajadora de CLC.
Sea como fuere, el día que Manuel Álvarez se reintegró hizo llegar un comunicado a La Tercera PM. En él recalcó esto: “Desde hace casi cinco años he sido acusado falsamente de haber abusado de mi posición como médico. Estas denuncias son totalmente falsas. Desde 2017 he enfrentado un hostigamiento público sin precedentes, que partió con un despido injustificado y publicitado por mi entonces empleador, la anterior administración de Clínica Las Condes”.
Junto con esas declaraciones, su abogado defensor, Jorge Bofill, añadió que “el Dr. Álvarez es un reputado oncólogo, de amplio y reconocido prestigio, que ha enfrentado una serie de acusaciones falsas en su contra. Él es inocente y así lo demostraremos en el juicio oral”.
El 21 de octubre, la clínica también entregó un comunicado en el que explicaba las razones de su reincorporación, asegurando que su despido en 2017 había sido “un atentado a la garantía de la honra” del médico. “No se respetaron las garantías mínimas de respeto al honor, donde sin un debido proceso se desvincula al demandante (Álvarez Zenteno) sin posibilidad de ejercer un derecho a defensa real, sin pronunciamiento previo a la autoridad competente para ello, con publicidad, con imputaciones en extremo graves que inequívocamente marcan de forma negativa en esta sociedad, tanto desde el punto de vista personal como profesional, y dejan una huella imborrable dada la connotación pública que tomaron los hechos imputados al actor”.
En el equipo de Oncología, los rumores de que el médico acusado por abusos sexuales se reintegraba venían desde 2020.
-Desde que Alejandro Gil asumió el control de la clínica, vivíamos con esa angustia de que un día nos iba a llegar este personaje. Estábamos nerviosos, además, porque el juicio no avanzaba -comenta una doctora del área de Oncología.
Sin embargo, casi ninguno de los profesionales que trabajaban ahí cuando la primera paciente denunció al oncólogo sigue trabajando en el Centro del Cáncer. La mayoría de ellos fue desvinculado del establecimiento entre 2020 y estas últimas semanas, incluyendo reconocidos oncólogos, como la doctora Laura Itriago, exjefa de la unidad de Oncología, Carlos Regonesi y Luis Edgardo Cereceda.
Los despidos se habrían dado en el contexto de reestructuraciones masivas que ha habido en todos los equipos. El tema es que entre los extrabajadores que fueron despedidos y aquellos que renunciaron, tanto al Centro del Cáncer como a otras áreas, existe una tesis sobre las desvinculaciones en el área de Oncología:
-Sabiendo que probablemente el antiguo equipo se opondría a la vuelta de Álvarez, los fueron echando a todos. Hasta donde yo sé, para aplanar el camino para su regreso-, dice una extrabajadora.
M.G. también había escuchado rumores de que el oncólogo se reincorporaría y el 17 de octubre se enteró por la prensa de su primer día de vuelta en el Centro del Cáncer. La denunciante venía con una situación médica compleja: su cáncer había avanzado y seguía con tratamientos en CLC. No podía dejar la clínica, ya que tiene un seguro catastrófico para atenderse ahí y, dada su preexistencia, le es imposible cambiarse.
-Me aterré cuando supe que volvía, reviví todo lo que viví, no quería que volviera a hacerme daño, no podía dormir, me angustié mucho, me dio miedo encontrármelo. Nunca me atreví a pedir auxilio, me dio miedo que nadie me creyera, y si volvía a hacerme algo, con más razón nadie me creería en la clínica, ya que ellos lo trajeron de regreso. El mensaje de la clínica es claro, no protegen a las víctimas- asegura M.G.
Hasta el momento, CLC no le ha dado una explicación ni a la denunciante ni a su abogada querellante, Susana Borzutzky, sobre la reintegración de su médico tratante. Ambas esperaban una respuesta, sobre todo porque en la audiencia de formalización de enero de 2019, además de la medida cautelar de arraigo nacional con la que quedó Manuel Álvarez, también se le prohibió su acercamiento a la denunciante.
-A su regreso esa medida cautelar se vuelve impracticable, ya que la víctima hace su tratamiento de quimioterapia en ese establecimiento y, adicionalmente, a consecuencia de la enfermedad, la internan de urgencia de forma recurrente. Por tanto, la posibilidad de encontrarse con el acusado es altísima y de alto riesgo para su integridad- explica Susana Borzutzky.
Eso mismo pasó la semana en que Álvarez llegó. Tras contagiarse de Covid-19, M.G. llegó a hospitalizarse en el área de Oncología de la clínica el día 23 de octubre, a dos pisos de distancia de la consulta de Manuel Álvarez.
Reservar hora
“¡Gil, escucha, en la clínica se abusa!”.
Eso era lo que gritaban miembros del sindicato de trabajadores y del Colmed, en la protesta que hubo en la CLC la tarde del martes pasado. A esa instancia, la presidenta del gremio en Santiago, Francisca Crispi, también asistió: “Hoy estuvimos en @clinicalascondes haciendo entrega al directorio de más de 1.600 cartas de profesionales de la salud solicitando que se hagan cargo del cuidado de sus pacientes y la seguridad del centro de salud destituyendo al médico imputado por abuso sexual #SaludSinAbusos”, publicó en su cuenta de Instagram, acompañado de un video del momento.
Ese no fue el único reclamo. El mismo día de la llegada de Álvarez, un grupo de 32 doctoras, dentro y fuera de la CLC, enviaron una carta al diario El Mercurio, al directorio de la CLC y al gerente general, Ignacio Tapia, expresando su rechazo a la reincorporación del oncólogo. “Sin desconocer el principio de presunción de inocencia, es nuestra firme convicción que Clínica Las Condes debiera abstenerse de reincorporar al Dr. Manuel Álvarez Zenteno, atendida la gravedad de las acusaciones presentadas por ambas fiscalías (Metropolitana Oriente y Punta Arenas) hasta que estas se resuelvan”, decía la carta.
Ninguna de esas medidas tuvo efecto: el martes 25 de octubre, el doctor Manuel Álvarez tenía la agenda de pacientes abierta. En la página web de la CLC, en la pestaña de reserva de horas por especialidad médica, su nombre aparecía disponible para tomar consultas. Su primera hora disponible era para el jueves 27 de octubre a las 15.30. Eso cambió la mañana siguiente, mismo día en que se desarrollaba la audiencia de preparación del juicio oral en su contra. El 28 de octubre, la primera hora disponible que aparecía en la página pasó a ser el martes 3 de enero de 2023.
En la instancia judicial, el fiscal Felipe Cembrano solicitó la revisión de la medida cautelar de prohibición de acercarse a la víctima, pidiendo la prohibición de ingreso a las instalaciones de la CLC.
-Más allá de los metros de distancia, el hecho de que el acusado esté en el mismo recinto donde se encuentra la víctima la coloca en una situación de riesgo a nivel psíquico y físico. Ese fue el argumento, no sería correcto poner la carga en la víctima de tener que ser ella la que tiene que avisar a la clínica cuando va a ir para asegurarse de que el acusado no va a estar ahí-, explica Cembrano.
El Cuarto Juzgado de Garantía de Santiago acogió la solicitud del fiscal y le decretó al oncólogo la prohibición de ingresar a la CLC. Ante esto, la defensa de Manuel Álvarez reaccionó:
-Es una resolución infundada y desproporcionada, contra la cual derechamente recurriremos de amparo ante la Corte de Apelaciones, dada la restricción ilegal y arbitraria de la libertad individual del Dr. Manuel Álvarez-, asegura su defensa.
Junto con eso, agregan:
-La jueza ha resuelto transformar una prohibición de acercamiento a una persona en una prohibición de ir a trabajar a la clínica. En circunstancias que aquella ha sido cumplida irrestrictamente por el Dr. Manuel Álvarez, durante todos los años que ha durado el proceso.
Pero, además, es una resolución infundada, porque, en las condiciones precisas en las que el Dr. Manuel Álvarez va a desempeñar su trabajo en la CLC, no existe posibilidad alguna de que se encuentre, ni cercanamente, con esa persona- añaden.
Actualmente no existe una fecha para el juicio oral en contra de Manuel Álvarez. Esto, porque la defensa solicitó una reapertura de la investigación que durará 20 días. En ese plazo se realizarán más diligencias investigativas que, a juicio de la defensa que encabeza Jorge Bofill, demostrarían que las acusaciones en su contra son falsas.
Mientras eso ocurre, la paciente M.G. dice que haber pasado por todo esto es como estar en una serie de Netflix.
-No tengo respuesta para que nos hagan vivir esta pesadilla.
Por lo mismo, cuenta, la prohibición de ingreso del oncólogo a la CLC en algo la alivió. Eso no fue lo único que cambió esta semana. Desde el jueves 27 de octubre, el médico imputado dejó de aparecer en el catálogo web de especialistas de la Unidad de Oncología Adulto de la CLC.
Hoy, el doctor Álvarez no tiene horas disponibles.