El 22 de agosto, Luis Hermosilla celebró su cumpleaños número 68 de la peor forma. Sentado en el banquillo de los acusados, donde nunca estuvo antes.
Era el segundo día de la audiencia de formalización por el caso audio. Y el penalista -otrora uno de los abogados más influyentes de la plaza- llegaba ese jueves a la Sala 503 del Cuarto Juzgado de Garantía de Santiago en completo silencio, a enfrentar los cargos por los delitos de cohecho, lavado de activos y delitos tributarios, por los que no solo arriesga prisión preventiva, sino que una pena de 18 años de cárcel.
Un vía crucis que está viviendo en solitario. Sin las redes de antaño en la izquierda, ni ahora en la derecha. Y alejado, además, del principal bastión que lo ligaba a ese mundo: el exministro Andrés Chadwick.
Esto, porque las evidencias encontradas en su iPhone 14 Pro Max destaparon una caja de Pandora de efectos tan impredecibles como los registrados el 14 de noviembre, cuando se conoció el audio en el que afirmaba que “aquí estamos haciendo una huevá que es delito”, y pedía -con insistencia- armar una “caja negra” para pagar a funcionarios de Impuestos Internos y de la CMF. Se trataba del registro sonoro de una reunión con Daniel Sauer, controlador del factoring Factop y de la corredora de Bolsa STF, y María Leonarda Villalobos, abogada y exfuncionaria del Ministerio de Educación durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet, que fue la que grabó la conversación.
Los mensajes encontrados en su WhatsApp le costaron en marzo el cargo al exdirector de Investigaciones Sergio Muñoz. Y, por estos días, los pantallazos y diálogos han seguido impactando a figuras del ámbito político, judicial e incluso de la farándula. Entre los primeros está su amigo desde que ingresó a estudiar Derecho en la Universidad Católica en 1974, con el que abrazó en esos tiempos las ideas de izquierda, con el que siguió caminos políticos distintos (uno en el PC y el otro en el gremialismo) tras el Golpe de Estado, y con el que se juntó ideológicamente a mediados de los 90: el exministro del Interior Andrés Chadwick.
En el entorno del penalista -a quien se observó afectado y cabizbajo en todas las audiencias de estos días- se confidencia que un par de meses después del estallido del caso, Hermosilla y Chadwick dejaron de hablarse. Menos aún se visitan.
“Hay una distancia autoimpuesta por ambas partes”, comenta un cercano a Chadwick.
Hermosilla hizo un cambio radical en su rutina. De una vida de altos gastos, se recluyó en su casa de calle Espoz, en Vitacura; se cambió hace poco a una pequeña oficina para seguir adelante con las pocas causas que ha podido mantener -”hay algunos clientes muy fieles”, comentan-, y puso fin a su activa vida social.
La última vez que se le había visto en público fue para el plebiscito constitucional de diciembre, en el Colegio Newland, de Lo Barnechea, al que llegó casi al cierre de las mesas -a las 17 horas- escudándose detrás de lentes de sol y un gorro blanco. De nada le valió. Fue reconocido por los medios de prensa, pero -al igual que ahora- nadie logró sacarle una palabra.
Su salud -comentan- tampoco ha estado bien. Hace unos 10 u 11 años un infarto al corazón lo tuvo al borde de la muerte -lo que lo obliga a cuidarse-, y durante el último año ha tenido distintas dolencias. La más grave, una intervención a la espalda, problema que se le complicó después de un viaje que hizo a China el año pasado.
Bajo la idea de su defensa -que encabeza su hermano Juan Pablo- de colaborar en el proceso, Hermosilla primero pidió “perdón” y, luego, entregó su teléfono a la Fiscalía sin hacer mayor cuestión, porque confió -dicen- en que se le iba a respetar el secreto profesional. Tras unos meses, se enfocó en recuperarlo. Pero el 15 de marzo se dio cuenta de que el asunto estaba fuera de control. Ese viernes, a las 6 de la mañana, Carabineros allanó la casa del director de la PDI, Sergio Muñoz, y también su oficina institucional. Habían encontrado mensajes donde el jefe de la policía civil le filtraba información sobre cinco causas, entre ellas la del exdirector de la PDI Héctor Espinosa, quien era representado por Hermosilla en un proceso por malversación de gastos reservados, junto a la de Raúl Torrealba, Felipe Guevara, la Minera Dominga -a pesar de que el propio Juan Domingo Acosta ha dicho que nunca tuvo que ver con ese caso- y la del Casino Enjoy.
Hermosilla -por este caso- perdió a influyentes clientes. Quedó fuera del caso Guzmán, que encabezaba desde hacía 27 años, y que lo hizo cruzar las líneas políticas sin retorno. El propio Chadwick lo apartó de la causa en que lo representaba ante la fiscal Ximena Chong por el 18-O, y Miguel Crispi -jefe de los asesores del Segundo Piso- también tomó la misma decisión en el marco de la investigación que lleva adelante la Fiscalía por los cuestionados convenios entre fundaciones y reparticiones del Estado.
Y si el estallido del caso provocó una fuga de clientes, el hecho de no solicitar garantías para su celular provocó un duro golpe en el círculo de personas que aún se mantenían cercanas al penalista, pues resintieron el verse expuestos.
En su círculo más íntimo también le van quedando pocos amigos. El grupo de los “Súper 8″, que integró durante sus tiempos en la Vicaría y que conformaban Gustavo Villalobos, Eduardo Loyola, Isidro Solís, Fernando Villagrán, Fernando Paulsen (es su más cercano, por ser padrino de uno de sus hijos) y Jorge Andrés Richards, está desintegrado. Incluso, Richards ha sido bastante crítico y ha dicho que “me empezó a desilusionar” cuando se incorporó a la defensa de Jaime Guzmán.
Tampoco mantiene cercanía con la cúpula UDI. Con el senador Juan Antonio Coloma, a pesar de haber sido compañero de curso, en la UC, ha ido alejándose con el tiempo, y con Pablo Longueira se habían distanciado desde hacía mucho antes de que estallara el caso.
Con quienes mantiene contacto es con los también penalistas Gabriel Zaliasnik y Samuel Donoso. Aunque en un principio estuvieron involucrados en la gestión de la defensa, con el correr de los meses eso quedó atrás y el tema quedó radicado casi en un 100% en manos de Juan Pablo Hermosilla.
Las luces rojas del coronel
Una de las cosas que han afectado a Hermosilla -dicen cercanos- es que haya salido a la palestra su amigo Andrés Chadwick, a quien acogió en sus oficinas del piso cuarto de Alonso de Córdova 3788, en comunidad de techo, tras su salida del gabinete a fines de 2019. Espacio que el exministro -uno de los llamados “coroneles” de la UDI- abandonó definitivamente el 17 de noviembre de 2023, cuando llegó a retirar sus últimas pertenencias una vez que el escándalo ya se había desatado.
En ese tiempo -aseguran en el entorno de Chadwick- este pactó con Hermosilla un acuerdo en dos líneas. El exministro iba a colaborar llevando clientes, y también atendería algunas causas, por lo que recibía pagos de honorarios de entre $4 y $5 millones al mes. En esos meses también supo de la estrecha relación que su amigo sostenía con los hermanos Jalaff. Pero -afirman- nunca tuvo antecedentes de lo que esta semana la Fiscalía describió como un mecanismo de triangulación de facturas falsas entre esos hermanos y los Sauer, y menos que Hermosilla, como asesor de ambos, no solo habría estado al tanto de esas operaciones, sino que utilizaba para sus gastos dineros de origen ilícito.
Las alertas sobre el origen de esos recursos fue la que se abrió esta semana y obligó a Chadwick a activar un control de daños.
El 20 de agosto se conocieron las cartolas bancarias de Hermosilla -según antecedentes de la Fiscalía difundidos por Ciper-, las que demostraban que entre marzo de 2020 y marzo de 2023 el exministro y una de sus sociedades (Chaco S.A., que controla con su esposa) recibieron al menos 17 pagos por más de $ 190 millones, que se efectuaron desde la cuenta corriente Bci a nombre de su sociedad Asesorías e Inversiones Luis Hermosilla y Compañía Limitada.
Pero no solo eso. En su declaración ante la Fiscalía, Hermosilla -quien asumió la defensa de Chadwick durante esa acusación constitucional- admitió que Daniel Sauer, uno de los dueños de Factop, colaboró con el financiamiento de la defensa del exministro. En específico, por la contratación de un informe en derecho al experto alemán Kai Ambos.
“El contacto con este profesor lo hizo el abogado Jean Pierre Matus (hoy ministro de la Corte Suprema), quien lo conocía con anterioridad por razones académicas. El profesor Ambos cobró honorarios ascendentes a 30 mil euros, que se pagaron en dos cuotas de 15 mil euros. Yo estaba encargado de que estas sumas se pagaran y le pedí a Daniel Sauer, quien tiene acceso a cuentas bancarias en el extranjero, que hiciera las transferencias internacionales de los fondos. Daniel actuó como intermediario únicamente y estos fondos, posteriormente, se los reembolsé. No recuerdo quién, en definitiva, se hizo cargo de este gasto”, sostuvo Hermosilla en esa oportunidad.
Los antecedentes activaron -ese mismo martes- una inmediata reacción del exministro, quien había mantenido un riguroso hermetismo desde 2019 y más aún desde que estalló el caso.
Convocó a sus oficinas de la Universidad San Sebastián -cuya junta directiva preside desde hace dos meses- en la Ciudad Empresarial al abogado Samuel Donoso -quien lleva la causa por lesa humanidad durante el estallido social, después de haberle quitado el patrocinio a Hermosilla-, y al abogado Gonzalo Cordero, para analizar el escenario y coordinar acciones.
Lo primero fue la emisión de un comunicado en el que Chadwick aseguró que todos los pagos corresponden a trabajos jurídicos que realizó con Hermosilla desde que acordaron una comunidad de techo a comienzos de 2020. Y que “estas labores realizadas en el ejercicio libre de mi profesión están debidamente justificadas mediante boletas de honorarios, las que, como corresponde, fueron declaradas en conformidad a la legislación chilena en los años tributarios 2021, 2022 y 2023″.
“No hay un peso que no esté respaldado”, dice un cercano que tuvo acceso al examen que hicieron a las cuentas. Y que la certeza es tal -agrega-, que incluso hay disposición a que el exministro declare voluntariamente.
Pero la gran arista que queda abierta es cómo se financió la acusación constitucional. Pues a los 30 mil euros pagados a Kai Ambos con platas de Factop -según declaró Hermosilla- se sumó un cheque por $ 19,6 millones al abogado Arturo Fermandois, cancelado por Hermosilla el 19 de noviembre de 2019, por un informe para la defensa. Todo ello está en el foco de la Fiscalía.
Preparándose para los escenarios que puedan venir, los defensores de Chadwick se han centrado -en una primera vista del caso- en cuatro puntos base de defensa. 1) Que los pagos por honorarios están cuadrados, que “no hay platas negras”; 2) que Chadwick nunca supo que los pagos de su defensa los había hecho Daniel Sauer de Factop y no Hermosilla, a quien todavía le debe los 30 mil euros del informe jurídico, recursos que -según ha dicho- le va a devolver; 3) que el exministro nunca trabajó para los hermanos Ariel y Daniel Sauer ni para Antonio ni Álvaro Jalaff, y 4) que no se va a encontrar ningún mensaje irregular de Chadwick a Hermosilla en el celular, lo que es independiente de que el penalista haya utilizado su nombre para blufear.
“Eso también lo tiene muy dolido, porque nunca se le ocurrió que su amigo pudiera estar utilizando así su nombre”, afirman.
Uno de los ejemplos de este tipo de operativa que usaba Hermosilla para demostrar el nivel de sus redes se conoció esta semana, al involucrar a Chadwick en supuestas gestiones para conseguir un crédito de BancoEstado en favor de los hermanos Jalaff, del Grupo Patio, ante Sebastián Sichel, recién nombrado -en ese entonces- como presidente de la institución financiera, cosa que fue desmentida tajantemente.
“Presentaremos acciones legales contra el señor Hermosilla. Como señala fiscal y chat, no se aceptó llamadas ni crédito. No voy a dejar que charlatán que denigra la profesión, además de los delitos que cometió, sume vender influencias con mi nombre para las que nunca me he prestado”, escribió Sichel en su cuenta X.
“Esto ha sido un golpe duro para Andrés”, admiten en su círculo. No solo en lo personal, sino que también por los efectos políticos, desde donde no se ocultan suspicacias sobre lo que realmente sabía de las operaciones de Hermosilla. Incluso, la propia Evelyn Matthei -la candidata presidencial mejor posicionada en las encuestas- se desmarcó del exministro diciendo que “tenemos que ser implacables con este tipo de delitos; la justicia tiene que indagar a fondo y acá no cabe absolutamente ningún espacio para la condescendencia. Acá tiene que caer el que tenga que caer”.
Pese a los cuestionamientos, en la USS se afirma que ha seguido sus actividades con normalidad. Incluso, cuentan que el jueves -a las 8.30 horas- expuso en un claustro del plantel, ante unos 200 integrantes, y que se le vio bien.
Pero el caso puso en la mira al exministro. De hecho, en la declaración del excontador de Grupo Patio, Marcelo Medina, la Fiscalía le hace una pregunta que llama la atención. “¿Sabe usted de un préstamo al hijo de Andrés Chadwick?”. “No tengo conocimiento de ello”, fue su respuesta.
Esto, aunque la vocera y jefa de Asesoría Jurídica de la Fiscalía Regional Metropolitana Oriente, Pamela Valdés, sostuvo que Chadwick “no es imputado el día de hoy”.
A partir de esta semana quien sí enfrenta un escenario complejo es Hermosilla. Pues si queda en prisión preventiva se encontrará en el penal Capitán Yáber con los hermanos Daniel y Ariel Sauer, y con Rodrigo Topelberg, los otros involucrados en el caso. Una convivencia que -para muchos- no se ve fácil.