La noche del jueves, en la comuna de Nueva Imperial, en pleno corazón de La Araucanía, José Antonio Kast cerró una de sus campañas electorales más difíciles, como él mismo lo confesó varias veces en estos últimos seis meses en que recorrió el país.

“Los chilenos que votamos ‘Rechazo’, hoy tenemos que votar ‘A favor’”, fue el mensaje final tras un complejo camino que partió el 7 de mayo, cuando su partido se quedó con 23 de los 50 escaños del consejo constitucional electo y el 35,43% de los votos a nivel nacional, convirtiéndose en la principal fuerza electoral del país. Y, de paso, arrebatándole la hegemonía de la derecha a Chile Vamos.

Esa otoñal noche, en su primer discurso -desde la sede del partido en Av. Presidente Errázuriz, Las Condes- el excandidato presidencial dijo que no había nada que celebrar. Y que, para la inmensa mayoría de los chilenos, esta elección no tenía importancia, alimentando -sin querer- la desconexión emocional que había en sus huestes y en la gente en general con este nuevo proceso constituyente.

Kast y su círculo de hierro -que se habían restado del segundo acuerdo para un proceso constituyente firmado por distintas fuerzas políticas en diciembre de 2022- sintieron esa misma noche el peso sobre sus hombros de los casi tres millones y medio de personas que habían confiado en ellos.

Sobre todo Arturo Squella. En la colectividad habían discutido competir solo en algunos distritos clave. Sin embargo, el presidente del partido convenció a Kast de aprovechar el mal momento que vivía el gobierno -en su segundo año- y apostar por ir en una lista propia con candidatos a constituyentes en todo el país.

“No necesitamos una nueva Constitución. Lo que Chile necesita es enfrentar los problemas reales. El tema de la delincuencia, la educación, vivienda, inmigración, la salud, no pasan por una nueva Constitución”.

J.A. Kast, 11 de diciembre, 2022

Los cálculos más optimistas indicaban que podían sacar entre 10 y 12 consejeros. Jamás imaginaron 23. Ni menos estar a bordo -y con todos los quórum a favor- de un proceso con el cual no estaban de acuerdo.

Golpeados por la derrota a manos de su exsocio en la campaña del Rechazo, los dirigentes de Chile Vamos -que sí apoyaron este segundo proceso- contraatacaron la misma noche de la elección.

“Hoy ganaron las ideas de la libertad y se ha derrotado el octubrismo”, dijo el entonces presidente de RN, Francisco Chahuán, dejando entrever que, más que un botín perteneciente a Kast, la votación era un castigo al Presidente Gabriel Boric.

Su par de la UDI, Javier Macaya, en tanto, apuntó al líder republicano y a la forma cómo había logrado su objetivo electoral, atacándolos por el flanco derecho y sustrayéndoles militancia. “Hoy Kast tiene una responsabilidad mucho mayor, que es ir a construir y no a destruir”, afirmó el senador, agregando que el abanderado tenía en sus manos el éxito o el fracaso del proceso que recién calentaba motores.

Pero en republicanos no había tiempo para escaramuzas. Aún con dudas respecto del proceso, el partido echó a andar a la brevedad un plan para alinear, controlar y capacitar a sus 22 consejeros electos (Aldo Sanhueza, renunció antes de asumir), la mayoría sin experiencia política ni conocimientos constitucionales. Incluso, algunos habían aceptado competir para ganar experiencia política, casi convencidos de que no serían electos.

Kast recurrió al abogado Jorge Barrera (41) -quien vive en Estados Unidos- para que asumiera como asesor principal de la bancada, convirtiéndose en uno de los hombres clave de la estrategia republicana. Al llegar, el constitucionalista solicitó a los consejeros aprenderse -al revés y al derecho- el anteproyecto elaborado por el equipo de expertos, advirtiéndoles que los integrantes de izquierda de este organismo, e incluso los de derecha, intentarían ningunearlos. También les puso un plazo para que tuvieran estudiadas y redactadas las enmiendas que querían proponer, junto a las indicaciones que les gustaría sacar del borrador.

El control comunicacional del equipo de consejeros era otro factor clave que había que resolver. A la falta de experiencia y de relación con la prensa, se agregaba la ansiedad que mostraron varios consejeros tras su triunfo.

“¿Por qué cresta siendo mayoría tenemos que llegar a acuerdos con la minoría?”, advirtió el 14 de mayo el consejero Luis Silva, en una entrevista a DF, encendiendo las alarmas y apurando la instalación de un equipo de periodistas que tomó el control de las vocerías y entrevistas en todo el proceso. Nadie podía hablar, sin el permiso de los encargados comunicacionales.

Resuelto este y otros aspectos de funcionamiento, como marginar completamente a los parlamentarios del proceso constitucional, vino la hora de definir la estrategia política.

Squella o la secretaria general Ruth Hurtado, Valenzuela (en la foto con Luis Silva) estaban prácticamente todos los días a la sede del Congreso en Santiago, entablando una relación directa con los consejeros,s FOTO: MARIO TELLEZ.

El difícil tránsito entre dos “peligros”

El proceso ya avanzaba y en republicanos había dos estrategias para enfrentar el partido, una pragmática y otra ideológica. Esta dualidad marcaría durante todo el proceso el zigzagueante y lento desembarco de Kast por el “A favor”.

Una estaba liderada por Squella, quien proponía un tono moderado en el Consejo, buscar acuerdos con la derecha y con las fuerzas de centro, e incluso, con la minoría oficialista. Y advertía que no se podía repetir un escenario de polarización y desorden como el ocurrido en 2022, que terminó con el amplio triunfo del Rechazo.

Al exdiputado gremialista lo apoyaba el abogado Carlos Frontaura (54) -el hombre de Kast en la Comisión Experta-, Barrera y el ala más moderada de la tienda fundada en junio de 2019.

La otra postura, representada por el estratega Cristián Valenzuela y Luis Silva, entre otros, defendía un tono confrontacional y un modo de mover el tablero que pusiera al oficialismo rápidamente en el “En contra”, a fin de lograr que el plebiscito se tornara en una evaluación al gobierno.

La mayoría de los consejeros, además, defendían que las ideas enarboladas en la campaña debían plasmarse en el texto y que parte de sus votantes no compartían del todo los 12 bordes que fueron parte del acuerdo de las fuerzas del Congreso y que ellos no habían suscrito.

Valenzuela -uno de los hombres de mayor confianza de Kast- creía que tanto el partido como su líder se jugaban parte importante de su actual capital político en estas elecciones, pero que era muy difícil llegar a una Constitución de consenso. Así lo dijo meses después en un conversatorio realizado en el Centro de Estudios Públicos (CEP). “El acuerdo transversal para mí es una utopía. Ojalá se pudiera dar, pero para mí no era algo factible”, aseveró el 29 de noviembre.

El domingo siguiente a los comicios, Kast -en una entrevista en La Tercera- transitó entre ambas posturas. A ratos, inclinándose hacia el lado más pragmático (“esperamos que esto sea de verdad una propuesta que deje conforme a la mayoría de los chilenos y no a la mayoría del Partido Republicano”), y luego enviando un mensaje al sector más duro (“Lo que requeríamos no era necesariamente un nuevo proceso electoral para elaborar una Constitución”).

Una alta fuente de republicanos, cuenta que en gran parte de la campaña se mantuvo esta estrategia “no lineal”, que les permitió ir apretando o soltando la mano en el consejo y en las redes sociales, según los temas de la contingencia y la temperatura al interior de la tienda.

“Las cúpulas políticas de Chile Vamos, el PC y el Frente Amplio decidieron que querían prolongar los procesos constitucionales, lo cual no favorece a la patria”.

J.A. Kast, 18 de abril, 2023

El riesgo de esa ruta, eso sí, era transitar entre dos peligros, de forma que alejarse mucho de uno, les podía hacer caer en el otro.

De hecho, en una parte del proceso, el sector más conservador logró ingresar polémicas indicaciones y enmiendas, desde la designación del rodeo como deporte nacional, hasta modificaciones al derecho a la vida, las que -según la izquierda- pondrían en cuestión la ley al aborto en tres causales establecida en el actual ordenamiento jurídico.

Mientras tanto, Kast seguía recorriendo Chile y haciendo esfuerzos -a través de emplazamientos en redes sociales- por sacar a Boric a la cancha.

La mayoría de los consejeros republicanos defendían que las ideas enarboladas en la campaña debían plasmarse en el texto.

Entran los partidos

El control que la directiva republicana impuso sobre el proceso fue total. No solo minimizaron las intervenciones públicas de sus consejeros, sino que, además, muchas veces les dieron pautas -hasta por escrito- para sus intervenciones en las comisiones, a fin de acotar riesgos.

Squella o la secretaria general Ruth Hurtado, Valenzuela y el asesor comunicacional Patricio Dusaillant estaban prácticamente todos los días a la sede del Congreso en Santiago, entablando una relación directa con los consejeros, alineando discursos y estrategias. E incluso evitando potenciales descuelgues, como afirman que un par de veces ocurrió, sobre todo cuando se entró en una etapa de negociación para las “unidades de propósito” con la centroderecha.

Se fue imponiendo la estrategia denominada “Mohamed Alí” que, según cuenta una fuente que participó en el proceso, proponía avanzar en un texto con sello republicano, haciendo oídos sordos a las críticas políticas. “Que nos peguen, nos peguen, nos peguen... Se van a cansar y ahí nosotros vamos a pegar de vuelta con nuestras enmiendas”, era el eje del plan, agrega la misma fuente.

Algo de ello se vio a fines de agosto, cuando a la luz de las críticas de la izquierda a las enmiendas, el propio Kast puso en duda su apoyo al texto si es que éstas no se aprobaban. “Nosotros no tendríamos ningún problema en decir, ‘no se aprobaron las indicaciones que mejoran el texto vigente, por lo tanto, no podemos llamar apruebo de esto,’ Distinto es, si se aprueban estas enmiendas”, dijo.

“Sabíamos que esto iba ser cuesta arriba y nos estamos jugando todo lo que tenemos...”.

J.A. Kast, 27 de septiembre, 2023.

El punto de inflexión se dio entre fines de septiembre y principios de octubre, cuando las mesas directivas de Chile Vamos -la UDI y RN- decidieron presionar a republicanos para que moderaran sus enmiendas. Sus dirigentes se percataron de que estaban quedando fuera del juego de republicanos en el Consejo, quienes habían logrado una coordinación con el resto de la derecha, sumando a los miembros de corte más conservador de la UDI y RN, y saltándose el tutelaje que ejercían sobre ellos expertos como Hernán Larraín (UDI) y Katherine Martorell (RN).

Las presiones continuaron mientras las enmiendas se votaban en las comisiones, luego en el pleno, y llegaron a su punto culmine cuando llegó el turno -otra vez- de la Comisión Experta.

Ya a punto de que pasara el texto desde el Consejo a esa instancia (7 de octubre), Republicanos ya había logrado poner una serie de candados que impedían desarticular la matriz del texto. Fue en este momento cuando Kast y su equipo tomaron la decisión de jugársela por el “A favor”. Ya no había vuelta atrás.

“Vamos a dar vuelta el partido”, afirmó Kast el 2 de octubre en un seminario.

Pero aún no era el momento de hacer pública la decisión. En plenas tratativas con la derecha, Amarillos, Demócratas, y los partidos de gobierno -que buscaban un entendimiento en la Comisión Experta para hacerle cambios al texto aprobado-, los republicanos estuvieron dispuestos a ceder en varios puntos y realizar una serie de gestos a la derecha más liberal (Evópoli) y al centro.

Fue a pocos días de que el proceso llegara a su fin, cuando el partido -a través de un comunicado- anunció oficialmente que votarían a favor de la propuesta en el plebiscito de hoy.

Encuentro en Casablanca. El partido echó a andar a la brevedad un plan para alinear, controlar y capacitar a sus 22 consejeros electos.

El frente interno

Pero si hubo algo que no fluyó para los republicanos, fue la interna, que costó convencer a favor del proceso. Para ello desde el principio Kast se dedicó a viajar para convencer a sus huestes -de Arica a Magallanes- que esta propuesta era mejor que la Constitución vigente, que pondría freno a la migración ilegal, obligaría al gobierno a hacerse cargo de la crisis de seguridad, incentivaría la creación de empleos y mejoraría la educación, entre otros temas.

Al frente, Kast tenía a un grupo de exaliados, entre ellos, la exconvencional Teresa Marinovic, el diputado Gonzalo de la Carrera y la concejala Vanessa Kaiser, que torpedeaban diariamente la nueva propuesta. A ellos se sumaba el molestoso -y a ratos agresivo- ruido del Team Patriota. El controvertido grupo que comanda el exlíder de la Garra Blanca, Francisco Muñoz, antes conocido como Pancho Malo, comenzó a atacar directamente a consejeros, entre ellos Paul Sfeir, tildándolos de traidores.

“Los chilenos que votamos ‘Rechazo’ el año pasado, hoy tenemos que votar ‘A favor’, a favor de cambiar, de mejorar y de cerrar este proceso”.

J.A. Kast, 11 de diciembre, 2023

El anunció del senador Rojo Edwards y de otros diputados del partido que votarían “En contra”, escaló el tema al nivel de la directivas y del equipo de estrategas de la franja, quienes advirtieron a Kast y a Squella que el tema estaba haciendo un inmenso daño a la campaña del “A Favor”.

El 19 de noviembre, a poco menos de un mes del plebiscito, el triunfo del candidato ultralibertario, Javier Milei en Argentina, avivó más a la disidencia republicana y Edwards finalmente renunció a la colectividad y las redes sociales se transformaron en un campo de batalla entre el oficialismo republicano y la disidencia.

El orden y la disciplina, los ejes del veloz avance electoral del partido de Kast, estaba en cuestión.

Rojo Edwards , el otrora hombre e confianza de Kast, se convirtió -en esta campaña- en un inesperado adversario.

La duda sobre la presidencial

Otro flanco fue el tema presidencial. El pacto implícito era “no echar más pelos a la sopa”, hasta que la alcaldesa Evelyn Matthei, el 24 de septiembre, rompió el fair play. “Más parece un programa de gobierno de una mayoría circunstancial, que una Constitución. Si las cosas siguen así, naturalmente no voy a poner mi capital político para la aprobación de esta nueva Constitución”, señaló la alcaldesa de Providencia en una entrevista en El Mercurio.

Aunque primero evitó reaccionar, Kast se vio obligado a responder a la edil: “Acá claramente hay personas que miran las encuestas y dicen esto va mal entonces yo quiero estar con lo que va bien… y eso es lo que yo no he visto en Evelyn. La responsabilidad de salir a hablar de manera seria y responsable”, contraatacó.

Tiempo después, cuando los partidos ya definieron institucionalmente que irían por el “A favor”, Matthei debió retractarse y apoyar esa opción.

Y todo indica, que, sea cual sea el resultado de hoy, la carrera presidencial en la derecha se activará.