“¿Crees que estoy loco?”, dice el periodista Ashlee Vance que le preguntó Elon Musk en cierta ocasión: en un momento no precisado de la primera mitad de la década pasada, al final de una comida que reunió a ambos en una marisquería lujosa de Silicon Valley. Y la señalada pregunta pudo entrañar una broma, una trampa o un mero despropósito, nada de lo cual sería descabellado viniendo de quien sigue haciendo noticia tras instalarse al mando de Twitter a través de la compra más cuantiosa en la historia de las tecnológicas (el mismo que ahora ha despedido y visto renunciar a cientos de trabajadores de la empresa y que tiene en vilo a millones de tuiteros con anuncios, predicciones y amenazas).

Dieciocho meses antes de esa comida, Vance había informado a Musk (Pretoria, 1971) su intención de biografiarlo, y este, de vuelta, le informó su intención de no colaborar: “Su rechazo me dolió, pero hizo aflorar el reportero testarudo que hay en mí. Si tenía que escribir el libro sin él, lo haría”, sentenció.

El periodista habló con cercanos al magnate, también con exempleados, unas 200 personas en total. Ahí fue cuando el sudafricano lo llamó a su casa y le dijo que estaba dispuesto a cooperar siempre y cuando pudiera leer el libro antes de su publicación y añadir notas a pie de página. Que no tocaría su texto, pero que quería tener la oportunidad de aclarar cualquier detalle que considerara inexacto.

Vance le dijo que entendía sus razones, pero que no le era aceptable la propuesta, tras lo cual advirtió que Musk, acaso por experiencia propia, “respeta a la gente que no se da por vencida ante una negativa”. Los periodistas que le habían pedido ayuda para escribir un libro sobre él se contaban por decenas, “pero yo había sido el único imbécil que se había negado a aceptar un no por respuesta, y aquello pareció gustarle”.

Así fue cómo, según Vance, el multimillonario se allanó a colaborar en un libro que en 2016 se traduciría al castellano como Elon Musk. El empresario que anticipa el futuro: un intento de establecer quién es, qué piensa y hacia dónde se dirige este individuo más bien inescrutable.

Eso sí, y como imaginará el lector, no fue Vance el primero ni será el último. En las semanas que corren, los esfuerzos por descifrar al magnate, que también tiene las nacionalidades canadiense y estadounidense, están a la orden del día. Y ahí es donde ha asomado un biógrafo que, en calidad de tal, lleva buen tiempo establecido como superventas asociado a personalidades conocidas por su condición de innovadores.

Responsable de libros celebrados y voluminosos acerca de Leonardo da Vinci y Steve Jobs, entre otros, Walter Isaacson (Nueva Orleans, 1952) está convertido en el hombre del momento -después de Musk, se entiende. Sin perjuicio de que en 2021 su colega Tim Higgins abordara al dueño de Tesla y SpaceX en Power Play, el exeditor de la revista Time es actualmente una de las figuras más consultadas a propósito del nuevo responsable de Twitter. ¿La razón? Aun si no se sabe de ningún contrato firmado ni de una fecha confirmada de lanzamiento, el propio Isaacson confirmó hace varios meses que está escribiendo la nueva biografía de Musk, quien, a su vez, ya había dado la noticia en un tuit, el 4 de agosto de 2021: “Si sienten curiosidad por Tesla, SpaceX y mis andanzas en general, @WalterIsaacson está escribiendo una biografía”.

De ahí que durante buena parte del año distintos medios le hayan estado pidiendo a Isaacson que interprete las movidas del multimillonario y que conjeture acerca de los pasos que dará. No es fácil, pero ahí ha estado, tratando de dar sentido a dichos y acciones que no siempre parecen tenerlo. Como si eso fuera parte de su trabajo.

Una bio en caliente

No hay de momento, por así decirlo, una biografía de la nueva biografía. Pero es posible rastrear sus orígenes hasta los días en que Ashlee Vance aún estaba preparando la suya. Más precisamente al 8 de octubre de 2014, cuando Isaacson y Musk se encontraron como entrevistador y entrevistado en la New Establishment Summit, organizada por la revista Vanity Fair en el Yerba Buena Center for the Arts de San Francisco (y hoy disponible en YouTube).

Walter Isaacson (der.) tuvo en octubre de 2014 una conversación pública con Elon Musk. FOTO: Michael Kovac/Getty Images

“El estado de la innovación” fue el tema, o al menos el acicate para conversar. Isaacson hacía las preguntas, algunas de las cuales generaban en su entrevistado una cierta perplejidad, si es que no respuestas que parecían ir armándose sobre la marcha. Con ellas despertaba a veces las risas de una audiencia poblada, en buena parte, por estudiantes y egresados universitarios, algunos de los cuales tuvieron la ocasión de hacer sus propias consultas.

¿Qué tanta prisa tiene Musk por instalar el auto eléctrico como nuevo estándar de la industria? ¿Cómo se hace para abaratar los costos de instalar a la especie humana en Marte (e instalarla pronto)? ¿Por qué los túneles son la gran solución para las ciudades contemporáneas? ¿Por qué le parece que Silicon Valley, la elogiada serie cómica de HBO, no dio en la tecla allí donde Enredos de oficina, película del mismo guionista y realizador, le había gustado tanto?

Algunas de estas interrogantes tuvieron respuestas más contundentes que otras, pero en todos los casos Musk se mostró expansivo y dueño de sí mismo, incluso cuando parecía atropellarse al hablar. No es que ahí haya partido todo, pero puede haber sido un buen comienzo.

“Siempre me han interesado los innovadores y las personas que expanden los límites, y él está expandiendo los límites más importantes y difíciles, ya se trate de autos eléctricos, energía solar sostenible, viajes espaciales o interfaces de humanos y robots”, declaró Isaacson el 28 de abril pasado a The New York Times, que lo entrevistó telefónicamente en su calidad de nuevo biógrafo de una de las mayores fortunas del planeta. Esa semana, después de que Twitter aceptara un oferta de Musk para comprar la empresa, Isaacson se preparaba para viajar junto a él, como si fuese su sombra, y a visitar personas de su pasado, de las que ya había entrevistado a unas 200.

El solo hecho de seguir la pista de una figura en permanente evolución, y en permanente expansión de su imperio, “es como tratar de tomar apuntes mientras intentas no ahogarte en un mar de información”, manifestó para comenzar.

El trabajo biográfico conjunto, declaró Isaacson al Times, había arrancado unos siete u ocho meses antes. “No era que yo lo persiguiese o que él me persiguiera. Empezamos a hablar del asunto, a ver si tenía sentido”, agregó, precisando que al menos hasta ese momento no había entre ambos ningún trato ni contrato. “‘¿Me darás acceso?’, le pregunté. Y él dijo: ‘Lo haré’. Y ahí fue cuando dije: ‘Sí, creo que lo haré’”.

Más allá de la trayectoria del autor, se le planteaban acá desafíos nuevos. Para comenzar, la mayoría de sus libros han abordado la vida de figuras históricas (Da Vinci, Franklin), mientras su biografía de Steve Jobs apareció tras la muerte del cerebro de Apple, por lo que incluso en este último caso el arco dramático de una vida y el alcance de sus logros está relativamente cerca. Menos claro es qué hacer con Musk, que al cierre de la presente edición sigue haciendo noticia, como ha venido haciéndolo desde hace rato. Isaacson lo tiene claro, razón por la cual sabe que no tiene necesariamente una respuesta.

“Todavía no estoy muy seguro acerca de cómo se desplegará esta historia”, afirma en la señalada entrevista. “Me dejaré llevar por los acontecimientos. La buena noticia es que puedo dejar que los acontecimientos dirijan el libro. No tengo que forzar artificialmente una fecha de entrega”.

Otro desafío, reconoce, es darle una forma al caos que Musk habitualmente crea, y de hacerlo con una narrativa de largo aliento: “Esto es realmente como un feriado flexible, pero lo principal es hacer de esto una narrativa clara, desde la infancia problemática en Sudáfrica, hasta cuando se convierte en una de las personas más influyentes del planeta”.

Todo, eso sí, dentro de lo que permita el biografiado, que no siempre ha colaborado mucho. Pero en este caso, sostiene Isaacson, “ha sido muy abierto. No solo él y las personas que lo rodean, sino que me ha permitido acceder a gente de su pasado […]. Diría que he estado muchos días hablando largamente con él y siguiéndolo como una sombra, viajando donde él viaja”.

Ya en abril declaraba Isaacson que Musk “siempre ha estado fascinado por Twitter y entiende profundamente cómo se puede usar y, tal vez, cómo se puede mejorar”. Y hace unos días, cuando CNBC le preguntó por las bulladas decisiones del nuevo CEO, declaró: “La verdadera pregunta es qué planea hacer realmente”. Porque todo este asunto, a su juicio, “es una cuestión de cómo hacer un modelo de negocios que realmente funcione en Twitter”.

Hoy, mientras el propio New York Times ve a Twitter “tambaleando en la cornisa”, no debe ser fácil seguir los pasos de Musk. Material, eso sí, hay para tirar al techo.