Aunque son amigos de toda una vida, María Teresa Chadwick y José Antonio Viera-Gallo no han vuelto a hablar con el senador socialista por Arica, José Miguel Insulza, desde el miércoles 11 de diciembre pasado, cuando el parlamentario votó a favor de la acusación constitucional en contra del ex ministro del Interior Andrés Chadwick, convirtiéndose en un sufragio clave para que se aprobara el libelo impulsado por al oposición.

El matrimonio compuesto por María Teresa Chadwick y Viera-Gallo no oculta su discrepancia con el discurso que pronunció Insulza ese día en el hemiciclo para fundamentar su voto, menos aún con la forma en que procedió el senador.

Días antes de que se viera la acusación contra Andrés Chadwick, María Teresa junto a sus hermanas había enviado una carta personal a Insulza, en la que le recordaban su cercanía a la familia y apelaban a esa relación para que no respaldara la presentación que venía de la Camara de Diputados.

Una relación que es de larga data. En 1985, Andrés Chadwick consiguió por intermedio de Jaime Guzmán un permiso especial del gobierno militar para que José Miguel -quien aún estaba en el exilio en México, pudiera entrar a Chile por cinco días para asistir al funeral de su padre.

Y que se ha mantenido en el tiempo.

José Miguel y Andrés se reencontrarían en la vida política y como protagonistas de muchas negociaciones durante los años de gobierno de Concertación.

En el verano pasado, incluso, Andrés Chadwick le prestó a Insulza su casa de veraneo en Peñuelas, en la región de Coquimbo, para que el senador pasara unos días de descanso, pues la casa de sus amigos María Teresa y José Antonio Viera-Gallo en Bahía Azul estaba ocupada.

El 20 de octubre pasado, sólo dos días después de que estallido social, Insulza fue a ver a Chadwick a su casa de Vitacura para hablar de la crisis en el país.