Hace cinco años, quizás aún golpeado por su renuncia a la presidencia de la UDI en 2015 -a raíz de las consecuencias políticas del caso Penta-, Ernesto Silva Méndez (47 años) decidió cambiar los pasillos de la Cámara de Diputados en Valparaíso y las reuniones en la UDI por las salas de clases y las conversaciones con estudiantes y académicos en la Universidad del Desarrollo (UDD), la casa de estudios que fundó su padre -Ernesto Silva Bafalluy- a inicios de los años 90, junto a un grupo de economistas y políticos de derecha.
El abogado cuenta que llegó al convencimiento de que podía aportar más desde el mundo de las ideas que desde la arena política -que igual sigue con pasión- y para ello impulsó Faro UDD, un centro de humanidades y ciencias sociales.
“Mi visión es que Chile hoy necesita volver a crecer y el debate no es sólo sobre políticas públicas eficientes, sino sobre los fundamentos políticos y morales de una sociedad libre. Y en el trabajo académico y en la interacción con jóvenes hay mucho más espacio para aportar”, señala Silva desde su oficina en un cuarto piso del campus, desde donde se observa un constante y colorido transitar de estudiantes.
Imagino que como académico y prorrector debe ser complejo entregar a los estudiantes, de forma objetiva, las distintas miradas que hay sobre la política y la economía: el capitalismo, el marxismo, la socialdemocracia, etc.
Cada carrera tiene los contenidos propios de sus disciplinas y, además, tiene ramos de formación general donde, desde distintas visiones políticas e intelectuales, se les presentan todas las ideas para la discusión y el debate, como es propio en una universidad.
¿Existe interés en los jóvenes por los 50 años del Golpe?
Los jóvenes, en general, no son indiferentes a nuestra historia política recién pasada, pero hoy los veo mucho más inquietos con lo que está pasando en el país y los desafíos a que se enfrentarán en su futuro: su proyección laboral, el cuidado del medioambiente, el debate sobre el feminismo y cómo mejoramos nuestro país... Creo que el tema de los 50 años del Golpe es más propio de la generación que vivió ese quiebre, sus tensiones y que fueron marcadas por esa división. Por eso, veo con preocupación las señales que ha dado el Presidente Boric al respecto, al hablar más sobre el pasado y eludir sus responsabilidades sobre el presente y el futuro, donde tiene una obligación mayor, porque es ahí donde están las necesidades.
¿Por qué el Presidente estaría eludiendo sus responsabilidades al hablar del 11 de septiembre del 73?
El Presidente, a mi juicio, hoy tiene tres responsabilidades fundamentales: ayudar a cambiar el actual clima político del país, y para eso tiene que unir y no dividir; abrir un diálogo genuino con la oposición, y actuar con realismo. Y eso se tiene que notar rápidamente a partir del caso fundaciones.
“La UDI puede jugar un rol en ayudar a articular y liderar esa mirada unitaria”
¿Usted era de los que creían en la UDI que Javier Macaya -presidente del partido- estaba haciendo una oposición muy condescendiente y tenía que endurecerse como lo hizo?
Los países viven momentos y no veo ninguna contradicción en que Javier (Macaya) se la haya jugado por un nuevo proceso constitucional -tras el triunfo del Rechazo en el plebiscito del año pasado- y endurecer hoy su rol opositor ante los casos de corrupción protagonizados por miembros de una coalición que enarboló las banderas de la superioridad moral. Ambas acciones son parte del actuar con responsabilidad política. La UDI tiene experiencia como oposición, su actuar no siempre va a generar adhesión o popularidad, pero sus dirigentes pueden entender cuando es necesario conversar y cuando es necesario confrontar.
Según la encuesta CEP -publicada el jueves-, republicanos, el partido que ha sido más opositor al gobierno, es el con que la gente más se identifica. ¿Qué le parece?
El resultado es consistente con lo que vimos en la última elección del Consejo Constitucional. La encuesta CEP muestra que todos los partidos que han tenido un rol de gobierno -y conducción- muestran una baja evaluación. El Partido Republicano hoy está por primera vez en un proceso de conducción -como fuerza mayoritaria en el Consejo-, enfrentando un desafío muy importante, presentar un proyecto de nueva Constitución que sea aprobado en diciembre, que yo espero que sea exitoso.
¿Y cómo ve a la oposición? A un año y medio desde que asumió Boric no ha podido consensuar una estrategia común.
Creo que es el momento para que las fuerzas de oposición a este gobierno se organicen para actuar como un solo bloque opositor, independiente de los distintos liderazgos presidenciales que existen hoy en el sector. Y la UDI puede jugar un rol en ayudar a articular y liderar esa mirada unitaria.
¿Una alianza opositora de dónde hasta dónde?
Desde el mundo republicano, la UDI, Renovación Nacional y Evópoli y en muchos temas también con Amarillos, Demócratas, etc.
¿Se puede articular un abanico tan amplio?
Para lograrlo se requieren liderazgos que busquen acuerdos amplios. Hay que partir por un actuar más coordinado en lo que resta del proceso constituyente y eso pueda ir generando condiciones para un acuerdo municipal y una alianza que pueda ofrecer gobernabilidad al país. No creo que eso requiera tener una candidatura presidencial común. Algunos partidos o grupos van a poner énfasis en temáticas que sean más propias, como la seguridad e inmigración, otros en los temas más económicos, otros apuntar a un mundo más liberal, otros a un mundo más popular. Creo que hoy existe un espacio para construir un solo bloque opositor más amplio, donde puedan convivir distintas miradas, énfasis y propuestas, y que vayan dando pasos para un eventual gobierno.
El decano de la Facultad de Artes Liberales de la UAI, Francisco Covarrubias, decía -tras conocer los resultados de la CEP- que Chile Vamos debiera diferenciarse y no intentar mimetizarse con republicanos.
El juego democrático en Chile está generando alternancia en el poder, sin embargo, lo que se ha transformado en un desafío muy grande es la gobernabilidad, que requiere de la construcción de alianzas o miradas que permitan construir proyectos. El sistema electoral proporcional con que se elige el Parlamento hace que los partidos busquen diferenciarse y eso genera distancia al momento de gobernar. Mi visión es que acá no basta con construir caminos para ganar la próxima elección presidencial, sino que hay que construir gobernabilidad.
Por otra parte, David Gallagher señaló que la derecha tendría que ser “muy inepta” para no ganar la presidencial en 2025.
Es muy malo cantar victoria antes de los procesos. Proyectar elecciones presidenciales con este horizonte de tiempo es impensable. Hoy todo cambia muy rápido y quedan hitos demasiado importantes: el plebiscito sobre el proceso constitucional, las municipales del próximo año y luego parlamentarias y presidenciales. Ya lo vimos en España la semana pasada, donde las derechas confrontadas generaron más conflicto que valor para desafiar a un gobierno que hasta hace un mes tenía todas las de perder. Ahora, este gobierno lo ha hecho tan mal, que hace más difícil, sin duda, la continuidad del Frente Amplio o su coalición.
“Que el anhelo del Presidente sea derrocar el capitalismo es una señal de preocupación”.
Esta semana, la Encuesta Casen reveló una baja histórica de la pobreza por ingreso en Chile.
Cuando uno ve que los ingresos autónomos de los hogares y de las familias están estancados, es una fuente de preocupación. La caída la pobreza se explica básicamente por la Pensión Garantizada Universal (PGU) que se aprobó años atrás y que se ha ido implementando en estos últimos años. Y esa es una buena noticia.
¿Esto confirma que las transferencias directas del Estado a la gente que más las necesita son eficientes? Algo que no todos comparten en su sector.
En el mundo de la centroderecha siempre hemos dicho que las transferencias directas son relevantes, de hecho, por eso nos preocupan los programas donde hay mucha administración del Estado para entregar recursos. Lo importante es que, para poder sostener apoyos de ese tipo, la economía tiene que crecer y eso no lo vemos reflejado en los ingresos de los hogares y en la actividad económica.
¿Ve posible un acuerdo de la UDI con Boric para dar vuelta la hoja del caso fundaciones y buscar caminos para concretar las reformas?
Para que ocurra alga así, el Frente Amplio y el gobierno del Presidente Boric tienen que asumir el costo político de estos casos de corrupción que hoy se están siendo investigados en tribunales y abrirse a propuestas que sean beneficiosas para el país. Yo, en cambio, veo a un Presidente confundido que, por un lado, va a Europa y se reúne con hombres de negocios para promover las inversiones en nuestro país, pero que en la última entrevista no resiste la tentación de decir que quiere derrocar el capitalismo.
Pero no es ninguna novedad que un político de izquierda, como Boric, cuestione un sistema económico basado en el libre mercado...
El rol que se le asigna al Estado es una cuestión debatible y que se sigue discutiendo hasta ahora en todos lados... Pero no hay país en el mundo que haya generado bienestar sin una economía libre de innovación, lo que algunos puedan llamar capitalismo. Creo que el anhelo oculto o deseo culpable del Presidente sea derrocar o reemplazar el capitalismo es una señal de preocupación profunda sobre la conducción del país.
“En el mundo de la centroderecha siempre hemos dicho que las transferencias directas (PGU) son relevantes. Lo importante es que, para poder sostener apoyos de ese tipo, la economía tiene que crecer…”.
¿Pero ve alguna ventana llegar a un acuerdo en las reformas previsional y tributaria?
En el tema previsional se ha instalado en la ciudadanía la necesidad de que los ahorros adicionales vayan a las cuentas individuales, por lo tanto, veo lejos un acuerdo. En materia tributaria, cuando hay una economía que no está creciendo, cuando vemos que todavía hay espacios de ineficiencia en el gasto pública, cuando los chilenos ven problemas de corrupción con platas estatales, no es consistente subir la carga tributaria. Lo que está pasando, a pesar de lo que quiere el gobierno, es que se está instalando en la agenda que el crecimiento económico es algo central para el progreso, especialmente de los grupos vulnerables...
¿Por qué dice a pesar de lo que quiere el gobierno?
Me parece que el Presidente no ha visualizado el riesgo de que su gobierno sea un gobierno fallido, es decir, que fracase el proyecto constitucional -que yo espero que no sea así-, que fracasen sus reformas y que pueda ser un gobierno recordado por la corrupción, los problemas de inseguridad y por una economía que no retoma un camino de progreso que permita que las personas vivan mejor.
“Ojalá todos hagan el esfuerzo para que se pueda aprobar una buena Constitución”
Pero tanto organismos nacionales como internacionales han valorado el manejo macroeconómico del ministro de Hacienda, Mario Marcel. Aquí no ha habido ningún desfonde de la economía como lo creían algunos expertos de su sector.
El gasto fiscal no se ha disparado, en parte, por decisión del gobierno, y en parte también, porque hay que saber gestionar para poder ejecutar los proyectos. Me parece que este gobierno ha mantenido la incertidumbre que provoca la reforma tributaria, ha fracasado en hacer más ágiles los proyectos de inversión que den certeza jurídica, lo que algunos han llamado el impuesto a la permisología, y el error, que creo que ya está más menos reconocido, es la forma en que se instaló la estrategia del litio.
Usted participó en la mesa técnica que habilitó la reforma constitucional para iniciar en 2019 el proceso constituyente, ¿cree que se pueda consensuar un texto que sea aprobado en el plebiscito el 17 de diciembre?
Eso espero. Ojalá todos hagan el esfuerzo y trabajen decididamente para que se pueda aprobar una buena Constitución y que se logre un acuerdo. Es un desafío muy grande y hay poco tiempo. Sería muy malo para el país un nuevo rechazo. Es difícil que los chilenos quisieran seguir desarrollando más procesos de este tipo, por lo que dejaría un tema inconcluso.