Reacia por meses a explayarse sobre la pugna con su partido -la UDI- por la primaria, las derrotas, la situación de la derecha, o sobre sus seguidores que le insisten por redes sociales que “debió haber sido usted”, Evelyn Matthei ha vuelto. El miércoles declaró su apoyo a José Antonio Kast, 10 días después de la primera vuelta. Ni a ella ni a Joaquín Lavín los convocaron antes del comando republicano.
Quedan 13 días y la excandidata presidencial UDI dice que “a José Antonio lo conozco hace mucho tiempo. Salgo del silencio solo por apoyarlo”.
Lo debe querer harto.
Hace más de 10 años él fue candidato a presidente de la UDI. Me preguntó si lo podía acompañar en su lista y le dije “pienso distinto que tú en muchas cosas”. “Confío en ti”, me dijo. Lo hice, teniendo claro que representábamos almas súper distintas.
De hecho, en 2010 usted marcó un hito en la UDI al presentar un proyecto de aborto terapéutico... Varios no la quisieron por eso.
Sí, exactamente. Me quisieron llevar al Tribunal Supremo y toda la cosa. Pero de verdad creo en José Antonio como persona. Es súper honesto, dice lo que piensa, no teme sostener con calma y aplomo ideas que él sabe que son poco populares. Cuando pierde, no arma pataleta. Tiene un carácter tranquilo, amable, grato. Por eso lo apoyé esa vez y por eso decidí apoyarlo ahora. Chile está en una situación súper difícil; aun cuando tengo profundas diferencias con muchas de las cosas de su programa original, sí le pasaría las riendas en un momento como ahora.
¿Votó por Kast y no por Sichel?
Nunca digo por quién voté.
¿Por qué no? Tampoco quiso decir si votó Apruebo o Rechazo.
Me da lata. Tengo derecho a mantener mis errores y mis aciertos en privado.
¿Cuáles son sus profundas diferencias con Kast?
Hay profundas diferencias en algunos sentidos. Pero en materia de cuál es el tipo de sociedad a la que aspiramos hay profunda concordancia. Prefiero un país que haga cambios con estabilidad a cambios con mucha incertidumbre. Si me preguntas ¿cuánto valora la libertad? Estoy muchísimo más cerca de Kast que de Boric.
¿Qué le pasó con el programa económico, muy criticado porque no le cuadraban los números?
Ni Kast ni Boric pensaban pasar a la segunda vuelta. Esos programas no estaban hechos para ganar. Es como violento tener que votar por los candidatos que han estado como en los bordes, para no hablar de extremos.
¿No le gusta hablar de “extremos”?
No. De ninguno de los dos. Tenemos que empezar a cuidar el lenguaje. Chile está en un momento súper, súper difícil. Ninguno de los dos pensaba que podían estar en la segunda vuelta, y por lo tanto hicieron programas que apelan más a sus electorados más fieles y no a un 50 más uno por ciento de los votos.
¿A sus electores más duros?
Fieles, prefiero. Ninguno de los dos programas económicos es bueno. No veo que sea posible una disminución de impuestos; y el del otro lado es de verdad para llorar.
¿Qué más va a hacer por la campaña de Kast?
Tengo que revisar algunas cosas del programa, que no haya nada ahí que me moleste profundamente. No es una condición para apoyarlo, pero el ahínco que uno le pone es distinto. Me pedí dos semanas de vacaciones y mañana parto a Magallanes a hacer gira con Paula Daza; en algunas regiones se nos va a sumar Marcela Sabat.
Será su vocera política.
No creo en los títulos. Tengo súper claro que tengo un peso político y no tengo ganas ni de opacar ni de tomarme ningún puesto ni nada. Voy a apoyar.
¿Qué le falta a Kast que usted le aporta?
La mirada más liberal. Un aporte que puede ser importante en el tema de la mujer. En Providencia tenemos el mejor centro de apoyo a la mujer de Chile, y para mí es muy importante. También el tema del medioambiente, lo hemos hecho en forma muy activa: el cuidado del agua, de la energía, el tipo de plantas que tengo que tener. Hemos hecho también proyectos piloto muy interesantes en educación. Tengo harto que aportar en varios temas que me apasionan.
Ni Kast ni Boric pensaban que podían estar en la segunda vuelta, y por lo tanto hicieron programas que apelan más a sus electorados más fieles y no a un 50 más 1 por ciento de los votos.
Su mirada, ¿más liberal en qué?
Las diferencias son evidentes. Voté a favor del divorcio; él en contra. Propuse un proyecto de ley en que en ciertas condiciones el aborto no sea considerado aborto; en materia de derechos de la mujer creo que hay que avanzar mucho más rápido. Siento que hay que fiscalizar muchísimo a las empresas, cosa que hice cuando estuve en el Ministerio del Trabajo. En eso probablemente él estaría de acuerdo. Otro tema que me apasiona -y creo que ahí vamos a tener total coincidencia- es que nuestro sector muchas veces habla de eliminar la pobreza. José Antonio tiene esa vertiente germana, de que no basta con eliminar la pobreza: la equidad es un objetivo político, además de humano. Una sociedad con demasiados niveles de desigualdad va a sufrir lo que sufrimos el 18 de octubre.
¿Piensa que si Kast sale electo estallarán protestas?
Con cualquiera de los dos habrá protestas. Uno nota tensión en la campaña de Boric: dice que se va a cambiar el programa y el PC ha sido muy claro que no quiere ningún cambio. El PC le va a hacer la vida muy difícil a cualquiera de los dos que gane. Y puede hacérsela incluso más difícil a Boric, porque se están peleando el mismo electorado.
¿Cree que Boric “es el candidato del PC”, como dicen en su sector?
En realidad no sabemos qué va a hacer él. Cuando uno ve su trayectoria es una cosa y cuando uno ve el Boric después de la primera vuelta, es otra.
Y ve también a Ricardo Lagos y otros.
¡Naturalmente! Y no tengo por qué no creerle. No tengo por qué no creerle a nadie. Conozco a Kast hace 20 años y eso me da más tranquilidad. A Boric no lo conozco personalmente. Si actúa de acuerdo a lo que quiere el PC va a tener una tremenda oposición. Y si no, tendrá problemas iguales o peores que Kast. Tu peor enemigo es quien te disputa los mismos votos. Que nadie crea que un gobierno de Kast sería ingobernable y uno de Boric aportaría gobernabilidad.
Kast no quiso cambiar el programa en primera vuelta. ¿Cuánto daño le puede haber provocado?
Es un programa que se hizo a la rápida.
¿Usted no lo habría hecho así?
El mío también fue hecho a la rápida.
El de su campaña 2017 no proponía cerrar el Ministerio de la Mujer, ni perseguir internacionalmente a radicales de izquierda, ni relativizaba el cambio climático.
Está bien. José Antonio ganó no por el programa, sino por cómo es él. En el primer debate despejó muchas caricaturas: una persona grata, sonriente, que no pierde la calma, que no es engreído, que respeta, pero que sabe decir verdades.
¿Esa es la mitad llena del vaso?
Esa es la mitad llena del vaso. Y creo que nadie leyó mucho el programa.
Marcela Cubillos encontraba que sus posturas estaban “en un nivel muy extremo” en temas importantes.
Claro, pero ella estaba haciendo de vocera de Sichel. Son cosas que se dicen. También escuché a Yasna Provoste decir que Boric era el candidato del PC y ahora lo apoya. Kast tiene atributos personales que le jugaron muy a favor y ahora tiene que preocuparse de un programa de gobierno. Pienso en esa carta de Cristián Warnken, “Bienvenidos los amarillos”. Eso está pasando con los dos.
¿Qué le está jugando en contra a Kast? Hay un consenso en la derecha que si el primer asalto lo ganó al vencer en la primera vuelta, el segundo está difícil.
No veo nada en particular jugando en contra.
¿Qué le pasó cuando escuchó todo lo que dijo Johannes Kaiser?
Ah no... el grado de tontera, de verdad, es como de no creerlo, ¿no?
José Antonio ganó no por el programa, sino por cómo es él. Tiene atributos personales que le jugaron muy a favor, y ahora tiene que preocuparse de un programa de gobierno (...). Esto está absolutamente abierto, hay que jugársela”.
En eso y otras cosas, ¿le preocupa el destino de su campaña?
La campaña se juega al final y los debates serán importantes. No estoy preocupada, estoy optimista. Esto está absolutamente abierto y hay que jugársela en el tiempo que queda. Hemos visto candidaturas que aparecen o se caen en dos o tres días.
¿Valía la pena ese viaje a Estados Unidos en vez de hacer terreno acá?
Pero, por favor, Parisi no estuvo ¡nunca! y salió tercero. ¿Me van a decir que Parisi puede hacer campaña desde EE.UU. y Kast no?
¿Qué le pasó cuando vio el video de Joaquín Lavín apoyando a Kast desde España?
Nada. Era lo que tenía que hacer.
Ni usted ni Lavín hicieron lo mismo por Sichel. ¿Cómo lo leyó como candidato?
El gran error de Chile Vamos, Vamos por Chile, como se llame, es que ninguno de los cuatro candidatos de la primaria apeló al voto fiel de derecha. Por lo tanto, era absolutamente evidente, y se lo dije así a todo el mundo, que iba a irrumpir Kast.
¿A quién se lo advirtió?
A todos, en todos lados. A la directiva de la UDI en tres o cuatro ocasiones. A Lavín. Hablé con Chadwick; le dije lo mismo. Hablé con todo el mundo.
¿Qué le dijeron?
No sé siquiera si escucharon. Pero se los dije. Lo dije, además, en varios zoom con militantes UDI. De tal manera que eso era evidente. No es que lo viera venir: era e-vi-den-te.
Sichel les ganó por mucho. ¿Por qué?
No lo puedo decir aquí (ríe). Me comprometo con usted a hacer un análisis después de la segunda vuelta.
¿Por qué no ahora?
Estamos demasiado cerca de los resultados. No es momento de polémicas, sino de sumarse a una candidatura y a una campaña que está a 13 días. No voy a contestar esa pregunta porque nadie debe darse ahora ninguna licencia.
El episodio del petitorio de Sichel a Kast, ¿entendible, condenable?
Ni condenable ni nada. No lo dramatizaría tanto. Cada uno es dueño de sus acciones. No conozco tanto a Sichel como para saber si tiene alguna cuita. Me cuesta mucho asignar intenciones y no estoy en ningún ánimo de polemizar. De todos los apoyos, probablemente el de la Paula Daza sea el más significativo.
Dijo hace poco que “la UDI me cerró el paso y se equivocaron”. ¿Qué siente ahora con lo que le pasó para la primaria?
Cualquier respuesta que diga aquí va a causar polémica.
¿Y cuando sus seguidores le dicen por redes sociales que “debió haber sido usted” la candidata presidencial del sector?
Por un lado le doy gracias a Dios de no haber sido yo.
¿Con las ganas que tenía?
No, ya no. He dicho 10 mil veces que no hay puesto en el cual haya sido más feliz que como alcaldesa; lo paso bomba, hacemos miles de cosas, tengo un grupo espectacular. Desde el punto de vista familiar y personal, doy gracias a Dios de no estar ahí. Lo que viene va a ser durísimo para cualquiera que sea electo presidente. Yo podría hacerlo bien, lo tengo claro. Pero una cosa son los sentimientos personales de qué quiero para mí y para mi vida. Poder irme de repente un fin de semana a la playa, de poder jardinear, de poder salir, no sabes cómo lo valoras.
¿Qué piensa sobre el futuro de la derecha o de las derechas, termine como termine la elección?
Hay una interrogante brutal de qué va a pasar con todos los partidos tradicionales. Seguir centrándose en un sector o en otro no tiene mucho sentido. Chile va a requerir sensatez. Si queremos salir adelante, vamos a tener que evitar una oposición férrea a quien esté arriba. Vamos a tener que llegar a algún tipo de pacto de gobernabilidad. Este sistema electoral ha llevado a una fragmentación que hace muy difícil gobernar. Si queremos salir de esto y no nos damos cuenta que no tenemos muchas más oportunidades, tendremos que hacer grandes acuerdos nacionales.
¿Cómo es eso?
El mensaje de la de la ciudadanía en la votación del Apruebo/Rechazo fue claro: queremos cambios. Ahora el mensaje también fue claro: queremos cambios, pero no locuras. Esto se puede ir todo por la borda. Quien gane tiene que tener la generosidad de llamar a conversar, demostrar grandeza. Y sus propios partidarios le van a impedir eso. Y el que pierda tiene que demostrar también cariño por Chile. Aquí habrá fuerzas tratando de que sus candidatos cumplan exactamente el programa.
¿Qué le pasó a la derecha que quiso ser más dialogante y abierta para terminar así, detrás de una candidatura conservadora?
El fenómeno es mucho más amplio. Les pasó a todos los partidos tradicionales, ni uno se ha salvado. Tiene que ver con la sinvergüenzura, el amiguismo, la corrupción, arreglarse los bigotes, estar más preocupado de hacer política en beneficio propio. No tenemos muchas más oportunidades para salir adelante. Por eso insisto tanto en que el que gane tiene que saber congregar. Lo peor que nos podría pasar es que en tres años estemos en un nuevo estallido, y eso puede pasar con un presidente que sea de izquierda o de derecha.