Nadie de la plana mayor se va, aseguran. Pero después de este par de semanas bajo síntomas de que algo no anda bien con la derecha, de yerros -haber dejado engordar la bola de nieve de si él había retirado o no fondos de su AFP-, en el comando de Sebastián Sichel no niegan que están auscultando posibles cambios. No de personal, sino de cómo enfrentar el resto de la campaña.

Aunque su equipo siempre mide opinión, los sondeos cualitativos y cuantitativos de estos días han buscado localizar qué hay que modificar para -según ciertas versiones- que el candidato vuelva a “conectarse” con el votante. En los partidos que lo apoyan hay voces que advierten que su hombre está cediendo algunos puntos.

En el primer anillo del comando precisan: sus números acusan que él figura “estable”, como dijo su gerente Jaime Briceño el martes 28 (no hablan de “estancamiento”), que José Antonio Kast “se mueve un poco hacia arriba” y que Gabriel Boric cede un par de puntos. Eso dicen.

Este jueves 7 Sichel estará en otro debate -un “panel de conversación”, con un formato que permite que se interpelen-, el del Encuentro Nacional de Empresas del Biobío, Erede. Están confirmados Kast, Yasna Provoste y Marco Enríquez-Ominami. Los colaboradores del aspirante dan por hecho que ahí lo encararán por el lío del 10% y que él lo hará de vuelta con la senadora DC, en ausencia del diputado frenteamplista.

Lo va a estar mirando la derecha con la que el ex DC no tiene raíces históricas, y con su contenedor Republicano asomado por la ventana. El “vitrineo” ya pasó a los primeros descuelgues de diputados. Y 18 votaron a favor del cuarto retiro y no le hicieron caso a la advertencia-amenaza de Sichel de que no los iba a apoyar en campaña.

Hasta entre sus más tempranos adherentes en la coalición dicen que falta “cariño” y “afecto” político, por mucho que comprendan su lógica electoral independiente. Es cierto que su comando ha comenzado a tomar medidas. Pero los últimos sucesos hacen comentar a varios que lo ven algo encapsulado.

Cuando vienes de afuera

El miércoles, cuando ya iban tres días en que el hombre que dejó en la berma a Joaquín Lavín rehusaba una y otra vez aclarar si había retirado o no sus fondos, en la directiva de la UDI le hicieron ver a su equipo que había que salir ya de ese rincón, sincerar lo que era evidente y tratar de dar vuelta eso lanzando el balón al córner.

En el comando aseveran que no, que fue al revés. Que ellos se lo plantearon a la mesa de Javier Macaya y que eso devino en tomar prestado el proyecto de ley del diputado Jorge Alessandri de sacar el 100% de los fondos.

Como sea, hasta aliados del abanderado en los partidos no dudan en que era “de manual” reconocer todo y cerrar la llave de paso el día uno. Un par de ellos comenta que el domingo en la noche el comando se puso solo los focos encima. Cuando vieron en Estado Nacional a la jefa programática Victoria Paz despotricar contra “la caza de brujas de Salem” apenas les preguntaron a los panelistas si habían sacado el 10%, advirtieron que se abría un forado.

Pero en el comando, entre los más cercanos al aspirante insisten en que no fue un error grave, y culpan a “la moralina de la izquierda” de instalar la constante pregunta. El viernes, él mismo dijo que no se arrepentía.

Con la salida aplicada el jueves, el staff de Sichel pensó en cambiar de tema, que no lo acusen más de estar a favor de las AFP. Confían en que, al final, la cuestión es evitar que Boric gane y que eso ordenará. Pero recién han pasado dos días para saber si lo lograrán, y en el bloque algunas voces críticas ven que no será fácil que le crean que ahora empuja el retiro total para defender los ahorros.

El mismo jueves la idea fue rechazada por el presidente RN, Francisco Chahuán (“no vamos a respaldar el 100% de los retiros previsionales, porque sería un contrasentido”), y Kast tampoco mordió el anzuelo. La cúpula UDI sí se cuadró. Queda por ver si la fórmula 100% podrá o no alinear al sector y atajar el flanco republicano.

Katherine Martorell (RN) dejó de ser la única vocera. Entraron Isabel Plá (UDI) y Francisco Undurraga (Evópoli), uno de los que esta semana le puso presión al candidato para que dejara de demorar si había sacado o no retiros del 10%. Atrás, el jefe de campaña Pedro Browne.

Por eso mismo, ven varios, tejer redes y afecto político urge. Ayer en estas páginas Chahuán dijo que a los jefes de partidos los invitaron a un comité estratégico junto al coordinador político Juan José Santa Cruz y Pablo Halpern, antes asesor del expresidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle.

La relación de Sichel con la derecha ha pasado por un carrusel y no tiene muchos nexos personales estrechos.

Cuando se llamaban Chile Vamos le dieron largas antes de dejarlo entrar a la primaria; aconsejado por el RN Manuel José Ossandón, pensó en juntar las firmas para ir a primera vuelta (el senador criticó que fue un “autogol” estirar lo de su retiro).

Tras su arrollador triunfo del 18 de julio hubo un veloz entusiasmo por él; el sector dio por superado el peligro de quedar fuera del balotaje. Iba justo un mes cuando comenzaron a sucederse episodios que más tarde forzaron al comando a una gira de control de daños con los partidos.

El primero y más delicado (28 de julio) fue la amenaza de no apoyar en campaña a los parlamentarios que votaran el cuarto retiro. Se buscaba mostrar autoridad y liderazgo -el gobierno pensaba que el proyecto no tenía los votos y aprovechó de enviar la ley corta de pensiones-, pero eso mismo ató la apuesta de Sichel al desenlace en la sala.

Eso lo cruzó, además, con las riñas que carcomen RN entre la facción de Mario Desbordes y el bolsón de diputados sichelistas aliados con Andrés Allamand, y que le habían ganado la elección interna instalando a Francisco Chahuán.

De paso le granjeó resquemores entre los UDI que habían aprobado los retiros anteriores, y que ahora, tras el agua corrida, critican a campo abierto su estilo independiente (el senador David Sandoval), o que se fueron con Kast (la diputada Nora Cuevas).

Mirado esto en retrospectiva luego de su demorada confesión de que retiró fondos, hay dirigentes que leen que a la larga se malgastaron dos meses en un conflicto que más encima no dejó utilidades. Pero el comando ahora dice que no fue un error, sino una jugada que “sabíamos podría traer cola”.

Sichel sí logró colocar candidatos suyos en la plantilla parlamentaria. Pero rechazó infructuosamente que inscribieran al ex DC Pedro Velásquez al Senado por haber sido condenado por fraude al Fisco. Los nuevos dueños de RN quisieron desentenderse del asunto y al final lo justificaron, porque “parte del proceso penal tiene que aspirar a la reinserción”.

Velásquez seguía predicando hasta hace meses que el juicio -13 años después- fue amañado. Dos en una: el martes votó a favor del retiro.

Después, en los partidos reprobaron transversalmente -salvo Evópoli- que Sichel (4 de septiembre) criticara a Boric en el campo personal con eso de que no tenía título; el comando defendió la idea.

La ronda de control de daños con la coalición no había terminado cuando llegó el capítulo del debate CNN-CHV y todo lo que ha venido después.

No hay campaña presidencial-parlamentaria fácil de llevar. Esta es cortísima. Pero en el colectivo derechista hacen ver que en ese mundo incide que el candidato venga de afuera (aunque muchos digan que tiene habilidades blandas de trato que ayudan).

“Es muy afectivo con los electores, pero se encerró mucho en el discurso independiente. Hay que generar cariño con la gente”, dice un dirigente UDI. Ahí advierten que el mundo de la derecha dura “no quiere reconocer que es minoría y no entienden que si Kast pasa a segunda vuelta no gana”.

El domingo pasado la directiva UDI agrandó una cita con Sichel invitando a decenas de candidatos y dirigentes para que lo conocieran y así apurar la generación de lazos. Ahí el flanco Kast ha comenzado a capturar preferencias.

Por eso, insisten, Sichel (que suele repetir que prefiere hablarle a la gente) debe hacerle ver al pueblo gremialista el “gran riesgo de que Chile sea gobernado por Boric”. El viernes, Isabel Plá (ingresó de vocera al comando por la UDI, junto con el Evópoli Francisco Undurraga) envió a su militancia un video explicando que la presidencial es una lucha en blanco y negro. Que el proyecto de Sichel “es el nuestro”, que “no da lo mismo. No están los tiempos para saludos a la bandera o darse gustitos”.

Conscientes de que el flanco Kast se cruza con los “afectos”, en ese partido han apurado medidas. Tras quejas de su gente por falta de enlaces territoriales (en RN también acusan falta de organización), instalaron al exsecretario general Jorge Fuentes y al concejal por Lo Barnechea Rodrigo Arellano para que conecten a los dirigentes locales con el comando, que éstos sientan que puedan pedir o comentar lo que quieran y esenciales, como que el candidato no pase por alto a algún alcalde en sus visitas.

Arellano es uno de los pocos en la UDI que tiene historia antigua con Sichel (su alianza con Andrés Chadwick es caso aparte). Estudiaron -en cursos distintos- Derecho en la UC. De esa época también data la amistad del abanderado con Macaya, que en su día pujó para que no lo dejaran fuera de la primaria (aunque la directiva dio dispensa y no castigará a quienes se vayan con Kast).

Cursos más abajo estaba la hoy constituyente Carol Bown. Fue su subsecretaria en Desarrollo Social y en enero él se la quiso llevar a su equipo para la primaria, pero Lavín lo impidió. Ahora también pasó al comando (pero en el tiempo que le deje la Convención). Con el ministro Jaime Bellolio se conocen hace unos 20 años.

Fuera de ellos, el resto lo ha ido conociendo durante este gobierno.

El culebrón RN

Acá tuvo Sichel sus primeros aliados en los diputados Tomás Fuentes, Karin Luck, Diego Paulsen y otros que hoy están más afanados con sus propias campañas. Sigue conectado con Rodrigo Ubilla, su enviado especial a la negociación parlamentaria. Él hoy ayuda al comando a organizar la operativa territorial. La contraparte de RN del UDI Jorge Fuentes es Luis Serey, que hace poco renunció al equipo de avanzada presidencial de La Moneda.

Si es por afectos, con RN falta cerrar una vasta brecha con los diputados del bando de Desbordes, que se arrastra desde el “los voy a estar mirando”. Ahí los conflictos por el 10% acumulan una cuenta corriente: las presiones del comando se cruzan con las que los congresistas denunciaron haber recibido del gobierno.

En el partido no olvidan cuando la vocera Katherine Martorell acusó a la diputada Paulina Núñez en un grupo de WhatsApp interno de la “desilusión que te saques la foto y después hayas decidido dejar de ser parte de este proyecto político”.

Después de esta semana, en RN dicen que la candidata a senadora le había pedido antes a Sichel conversar, porque ella pensaba votar a favor el cuarto retiro, pero que ese encuentro no ocurrió. Ni ella ni su marido, el exministro Cristián Monckeberg (que se llevaba bien con él en el gabinete y es amigo de su jefe de campaña, Pedro Browne), han vuelto a tener contacto con el comando. Ella tiene fotos con el candidato en su propaganda.

Eduardo Durán, Jorge Durán y Paulina Nuñez fueron algunos de los diputados desbordistas RN que votaron a favor del 10%. Con el segundo, Browne dijo que no volvería a hablar. A ella Martorell la criticó duramente en un chat interno.

Los desbordistas dicen que a Frank Sauerbaum (diputado por Chillán) el gobierno lo castigó removiendo a dos aliados suyos en el aparato local. Aunque el comando no tuvo que ver, él fue desganado a una actividad con el candidato el jueves, en Ñuble.

Con Camilo Morán el comando sí ha hablado: Browne tiene nexos con él de cuando militaba en RN. Pero con Jorge Durán no: el viernes el brazo derecho de Sichel dijo en CHV que “tampoco hablaría con él; un día dice una cosa y otro, otra distinta”.

Los amigos de Durán dicen que RN -que lo tiene en el Tribunal Supremo acusado de “actitud desafiante, displicente y agresiva”- quiso sacarlo de la plantilla parlamentaria. Zafó porque el PRI no quiso firmar.

Al TS también pasaron a Leonidas Romero por apoyar a Kast, y eso -dicen- derivó en que Francesca Muñoz anunciara que no está con Sichel.

En el comando admiten que han de reunirse con los parlamentarios RN, pero que no han tenido tiempo de armar eso.

Con Evópoli es otra cosa. Primero se resistieron a dejarlo entrar en la primaria (ese lío con Gonzalo Blumel e Ignacio Briones en el gabinete; el debate en que Sichel lo culpó de haberlo corrido de ahí). Pero después del 18 de julio se juntaron y ahora resulta que el partido luce como el más cuadrado.

Su jefe, Andrés Molina, ya conocía a Browne de antes (militó en Evópoli). Parte de los últimos cambios en el comando fueron para que el exdiputado se concentre en el diálogo político con los partidos, que debería ser más fluido, porque lo ven “como parte del club”.

Dejó tareas como supervisión de propaganda y otras en manos del nuevo coordinador general Cristóbal Acevedo, amigo de Sichel y también ex DC. Aliados del candidato advierten que ese detalle, tal vez, no sea el más oportuno ante la falta de cariño que claman en los partidos. D