El argentino Itzik Horn, que desde hace años vive en Israel, se enteró el domingo 8 de octubre que dos de sus hijos habían sido secuestrados por el grupo islamista Hamas mientras estaban en el kibutz Nir Oz. Un día antes la organización había conmocionado al mundo con sus ataques contra Israel, que dejaron 1.139 personas muertas y 251 rehenes.
Iair Horn, de 45 años, fue secuestrado de su casa el 7 de octubre; su hermano menor, Eitan, de 37 años, estaba de visita durante el fin de semana festivo.
“Mis hijos fueron secuestrados del kibutz el sábado. Fueron brutalmente sacados de sus camas. Al igual que la mayoría de los secuestrados. El sábado, cuando dijeron por la televisión que el Ejército había recuperado niños, en ningún momento hablaron de muertos ni de secuestrados. Recién el domingo por la mañana, cuando me comunico con gente de Nir Oz, me dicen que mis hijos no están. Me cuentan que mi hijo menor, Eitan, había estado de visita, como son muchachos grandes, yo no sabía”, cuenta en entrevista con La Tercera.
Fue así que su vida sufrió un vuelco y durante casi un mes estuvieron en condición de desaparecidos, porque no estaban en ningún video ni en ninguna foto. “Para un argentino como yo, que ha vivido los días terribles y oscuros de la dictadura militar, que le digan que alguien de su familia está desaparecido es otro puñal en la espalda. Es una sensación horrible, pues no sabes si tus hijos están vivos, están muertos, están tirados, heridos en algún lado. Claro que después de más de un mes me confirman que estaban secuestrados”.
En noviembre del año pasado, cuando se realizó el primer intercambio de prisioneros, en el que había 12 personas del kibutz de Nir Oz, le contaron que habían visto a sus hijos en los túneles y que no se encontraban heridos. “Pero esa información es de noviembre del año pasado y estamos a octubre del 2024. Desde entonces no he sabido absolutamente nada”, dice.
Horn emigró a Israel desde Argentina hace más de 20 años, “después de haber pasado la terrible dictadura militar, de haber pasado dos terribles atentados, uno a la embajada de Israel y un edificio de la comunidad judía de la Argentina, la AMIA, de la cual soy sobreviviente”, señaló en mayo pasado al diarioLa Nación.
Antes de los ataques toda su familia se dedicaba a la educación, ya sea formal o no formal, y en el kibutz organizaban la mayoría de las actividades. De hecho, en una oportunidad hicieron un video con la foto y los nombres de cada miembro del kibutz. “Si hoy ves ese mismo video, una de cada cuatro personas en ese video no está. Era una comunidad de 400 almas. Un cuarto del kibutz no está. O está asesinado o está secuestrado”, señala.
Itzik sostiene que desde el comienzo los familiares de las personas secuestradas se organizaron y conformaron el Foro de las Familias de los Secuestrados. Desde entonces piden que “haya algún acuerdo, que haya un cese de fuego y que liberen a todos los secuestrados y de una sola vez. No en cuotas, no en cuentagotas, porque no están detenidos en una cárcel normal, están en manos de terroristas y en condiciones infrahumanas. Están debajo de la tierra, con casi un año sin ver la luz del día, sin comer, sin beber, sin dormir, sin respirar aire puro”.
Para Itzik, si el gobierno “hubiera hecho todo lo que debían haber hecho no estaría sucediendo lo de hoy, porque los rehenes estarían en casa”.
“Llegó la hora de traerlos a todos de vuelta a casa: a los que están vivos para que se rehabiliten y a los que lamentablemente ya no están con nosotros para que sean sepultados en la tierra de Israel. Yo le exijo al gobierno de Israel, que es el responsable y el culpable”, dijo en un discurso en español durante una manifestación en Tel Aviv en mayo pasado.
A su juicio, “el ataque de Hamas fue una traición doble. A la mayoría de quienes atacaron eran las personas que están en los kibutz que se ubican sobre la frontera, que eran los lugares que daban trabajo a los habitantes de la Ciudad de Gaza, que los llevaban a los hospitales israelíes cuando se venían a atender, porque la población de Gaza no se iba a atender a los hospitales a Egipto o a Irán, o a Irak, o a donde sea”.
“Era la gente de esos kibutz que los llevaba al hospital, les daba trabajo, y Hamas y sus simpatizantes traicionaron y mordieron la mano que les dio de comer. Todos los terroristas que fueron abatidos o fueron tomados prisioneros tenían mapas de los kibutz donde estaba la armería, donde vivía la gente importante. Entonces, realmente, se pegaron un tiro en la pierna, porque todos pensaban que la paz era posible, que el diálogo era posible. Lo arruinaron. Y si algún político o alguna organización piensa que apoyando al Hamas y apoyando la masacre del 7 de octubre le hace un favor a la causa palestina, menudo favor le hace. No le hace ningún favor, porque están apoyando a una organización terrorista”, concluye.
“La metieron en un auto”
Neta Heiman Mina, que también tenía familiares en el kibutz Nir Oz, supo que algo andaba mal la mañana del 7 de octubre del año pasado, cuando su madre, Ditza Heiman, de 84 años, solo tenía un visto en los mensajes de WhatsApp. Neta la había llamado apenas se había enterado de los ataques de Hamas y mantuvieron contacto hasta poco antes de las 10 de la mañana.
“No creo que ella se diera cuenta, o nosotros no nos diéramos cuenta, de que los terroristas estaban en el kibutz”, dice Neta.
“Nosotros pensamos que no había conexión. Y luego, unas horas después de esa tarde, mi hermana intentó llamarla nuevamente y alguien de Hamas respondió el teléfono. Más tarde supimos que una gente del kibutz fue a revisar casa por casa y nos dijo que la de ella estaba vacía”, cuenta en esta entrevista con La Tercera.
En una página de Facebook de Hamas, Neta y su hermana encontraron un video en el que aparecía su madre. “Se la llevaron. La metieron en un auto. Cuando encontramos el video supimos que estaba viva”.
Ditza Heiman ha vivido toda su vida adulta en Nir Oz. Es una asistente social que dejó de trabajar hace unos años. Tiene 12 nietos, cinco bisnietos y “muchos otros niños que crecieron con ella y la consideran parte de la familia”, dice su hija.
Si bien Neta señala que no habla de la historia de su madre, solo revela que estuvo en Gaza y que después de 53 días fue liberada.
Sin embargo, la espera fue larga. Llegó la primera tanda de liberados, pero el nombre de su madre no salió en la lista. Luego la segunda y la tercera. Ya iban en la cuarta, hasta que el martes 28 de noviembre, el momento finalmente llegó. En la quinta ola de rehenes devueltos a Israel aparecía Ditza Heiman.
“Estábamos en contacto con el Ejército. Y cada día, cuando se publicaba la lista de rehenes que iban a salir, nos llamaban y nos decían si ella estaba en la lista o no. Luego nos llamaron al quinto día del trato y nos dijeron que regresaría mañana”.
“Es difícil describir la emoción del primer encuentro, no sabíamos en qué condiciones volvería y nos alegró verla sana y salva”, dice. Al ser consultada sobre cómo se encuentra su madre actualmente, comenta que no cree “que alguien pueda recuperarse de esto”. “En todo caso, aclara, que se encuentra bien y que piensa que comenzará su recuperación cuando todos los que están secuestrados regresen. Todos los demás rehenes, sus amigos, sus vecinos todavía están allí y es muy difícil”, añade.
Neta Heiman es una activista de larga trayectoria de la organización Women Wage Peace, el mayor movimiento de base por la paz israelí integrado por mujeres judías y árabes, y ha hecho campaña durante mucho tiempo por una solución basada en acuerdos al conflicto entre Israel y los palestinos.
Así, no se quedó conforme con recuperar a su madre, pues vivió el sufrimiento de primera mano, el no saber si estaba viva y, luego, cuándo sería liberada, si es que eso ocurría. Se estima que unos 101 prisioneros aún se mantienen en cautiverio. Por eso, Neta Heiman Mina continuó luchando por el resto de las familias.
A su juicio, el gobierno de Benjamin Netanyahu no ha hecho lo suficiente. “Creo que el gobierno israelí podría haber logrado un acuerdo hace mucho tiempo”.
“No solo sigo creyendo que un acuerdo político es el camino, sino que esta creencia se hizo más fuerte después del 7 de octubre. Estoy segura de que si hubieran escuchado a Women Wage Peace y hubieran intentado llegar a un acuerdo político y no se hubieran dedicado únicamente a gestionar el conflicto con fondos qataríes, quizá no habríamos llegado a los sucesos del 7 de octubre. Estoy segura de que la mayoría silenciosa de ambos bandos del conflicto solo desea vivir en paz y tranquilidad”, dijo Neta Heiman a este medio en enero.
Al ser consultada por la información que reciben en la organización sobre las personas que aún están secuestradas, indica que hay algunos familiares de los rehenes que reciben noticias. Mientras que otros, como es el caso de Itzik Horn, no tienen ningún tipo de información. “Pero eso no tiene importancia. Porque incluso si hay alguna noticia ahora, en un minuto después podría cambiar. Los podrían matar”, concluye.