Fue la gran sorpresa de las municipales 2016 cuando derrotó a Carolina Tohá (PPD) y también lo fue esta vez, pero en sentido contrario: Irací Hassler (PC) le arrebató inesperadamente el sillón edilicio y será la nueva alcaldesa de Santiago. Felipe Alessandri (46 años) alterará -por ese motivo- por un par de cuadras el recorrido que casi todos los días lo llevaba al corazón de Santiago, en plena Plaza de Armas, hasta la oficina de abogados de su familia, donde retomará sus labores privadas. Esta es su reflexión sobre su fallida reelección.

Santiago fue posiblemente una de las derrotas más sentidas e inesperadas de las pasadas municipales. ¿Ha hablado con el Presidente después de eso?

Santiago, efectivamente, fue una derrota sentida, pero creo que gran parte de la ciudadanía se da cuenta de que le habíamos puesto mucho corazón y mucha energía a estos cuatro años y medio de gestión. Y fue sentida, también, para gran parte del electorado, porque nosotros aumentamos nuestra votación: tuve 11.000 votos más que hace cuatro años y dupliqué a todos los constituyentes de mi sector en la comuna de Santiago. Después, en gobernadores, más que los dupliqué y en concejales también. O sea, la votación no fue mala. ¿Y qué dice la votación? Que hay gente que votó constituyente de izquierda, gobernador y concejal de izquierda y alcalde Alessandri. Fue raro el comportamiento ciudadano. ¿Si hablé con el Presidente? Sí, en dos oportunidades. Le expliqué el fenómeno que venía muy fuerte, que el último mes, ese alargue politizó una elección municipal que es de gestión. Exacerbó la politización, porque solo se habló de política, del Tribunal Constitucional, del 10% y se dejó de lado toda la gestión municipal que estábamos haciendo en vacunaciones, entrega de ayuda económica, sanitizaciones, en recuperar la ciudad después de todos los desmanes, y se politizó al extremo. Era cosa de ver los matinales. Y eso claramente nos sacó a los alcaldes que somos gestores de la primera línea y politizó el tema, especialmente que las ayudas no estaban llegando a la gente que lo necesita y obviamente esta bronca contra el gobierno se plasmó.

¿Y qué le dijo él?

Conversamos con franqueza lo que había pasado.

¿Cómo vivió esa jornada? Usted siempre señaló que no era una “carrera ganada”.

Me gustaba mucho que Santiago ya no fuera la madre de todas las batallas, porque había logrado despolitizar la gestión municipal. Aquí muchos de mis antecesores pensaron que esto era un trampolín a La Moneda o al Parlamento. Yo dije “vengo a ser alcalde. Después vuelvo a mis quehaceres de abogado y a mi familia”. Y eso dio resultados, porque la gente valoraba la gestión y decían “en Santiago no hay mucho riesgo”. Pero yo decía “ojo, estoy en la calle todo el día, estoy compitiendo con dos muy buenos concejales y además con cuatro otros dirigentes de barrio que también tienen mucha ascendencia en la ciudadanía”, así que Santiago no estaba ganado. Ese día fui a votar muy temprano, me mantuve en familia, después en la tarde fui al comando a esperar los cómputos, muy parecido a la última vez. Y bueno, ahí fue medio adrenalínico, porque perdimos por menos de cuatro mil votos, cerca del 3%. Eso fue un poco estresante, pero soy una persona netamente democrática.

Usted dice que transmitió que no había que confiarse, ¿se lo advirtió al gobierno?

Yo sentía en la calle que no estaba fácil, nunca fue fácil después del estallido, todo se polarizó y se politizó mucho el ambiente. En la feria yo lo sentía. La inmensa mayoría de la gente muy respetuosa, otras muy cariñosas, otras respetuosas pero polarizadas, los gritos, algunos hechos que pasaban a más de gritos, con agresiones, incluso, que a mí no me había tocado vivirlo, porque además he venido siempre y sigo yendo a comprar las verduras a la feria, a pesar de haber sido derrotado. Pero la pandemia había revalorizado la labor municipal, porque la gente se dio cuenta cómo no paramos ningún día. Lo advertimos, yo lo advertí, conversé, fui y dije “no mezclen esta elección, que es de gestión, con una elección 100% política”, como es la elección de constituyentes.

¿Pidió que se separaran esas elecciones?

Pedí en su momento que no las juntaran, que podía ser para la segunda vuelta de gobernador, que podía ser en otra fecha.

¿Cree que ese fue un factor que incidió en su derrota?

No me gusta echarle siempre la culpa al empedrado, la elección se perdió por una multiplicidad de factores y fue una derrota para toda la derecha, no solo Santiago, quizás nosotros somos el símbolo, pero fue una derrota para toda la centroderecha. Lógicamente que incidió, y quizás como hablábamos previamente, en vez de haber ido al Segundo Piso de La Moneda a advertir esto, si hubiese sido más duro con el gobierno en un matinal, quizás seguiría sentado como alcalde.

¿Cree que ser “piñerista” le pasó la cuenta? Se dice que usted es de los alcaldes “más leales” con el gobierno.

Hay una multiplicidad de factores, uno de esos, seguramente, es parte del cuento, pero no es todo. No me arrepiento de haber actuado como actué, tengo una tradición republicana, ando siempre de frente con la verdad. Entonces, cuando algo no me parece, voy y pido una reunión y digo las cosas de frente. Por lo tanto, uno es parte de la coalición, pero digo las cosas, las dije y las advertí.

Y con sus pares alcaldes que fueron más duros con el gobierno, ¿lo conversó con ellos?

A veces lo conversamos, a veces no, pero yo tenía línea directa con La Moneda.

¿Qué otros factores creen que incidieron en la derrota?

Bueno, el principal culpable soy yo en esto. ¿En qué sentido? Creo que me enfoqué mucho en la gestión... Y no logré transmitir comunicacionalmente esa gestión, darle un relato que encantara a la gente y la llevara a votar mayoritariamente, a diferencia de la izquierda que es buena para vender sueños, una ilusión, a vender un país más justo y solidario. También estoy a favor de eso, pero te venden esa ilusión y te encantan (...). También hubo alta abstención y en la circunscripción electoral más proclive a la centroderecha, que es Parque O’Higgins, según los votos del Servel, 25%.

Movilizaron poco...

Movilizamos poco. “Usted ya salió”, “usted está listo”, “qué para qué voy a ir a votar”, que el Covid. Entonces, hoy día votó mayoritariamente gente joven, Santiago hoy día es la comuna con más millennials, con más población migrante y desde el plebiscito a la fecha hay 70 mil nuevos inscritos. Entonces, muy volátil, y no por nada en el último cuarto de siglo ninguno de mis antecesores se ha logrado reelegir.

Es como una maldición en Santiago...

Santiago es la comuna consentida: aunque le hagas todos los cariños, te saca.

¿Y hace alguna autocrítica respecto de su gestión?

Lógico. Siempre las cosas se pueden hacer mejor. Haber llevado un relato más inspirador, más romántico sobre este alcalde 24/7 que instauró el 70-30, 70% del tiempo en la calle y el 30% aquí en la oficina. Mi campaña fue muy austera y además muy limpia: dejaba que me atacaran con cosas que no siempre eran verdad, pero yo tenía mis obras, decía que la gente se iba a dar cuenta cuando viera las luminarias, las zonas recreativas, quizás debí haberme defendido.

¿Cree que pesó en su derrota el manejo del gobierno en la pandemia y el estallido social?

Sin duda, Santiago fue el epicentro del estallido social, todo pasó en Santiago. Los vecinos vivieron un infierno durante un año y medio, porque esto no fue el 18 de octubre, continuó todos los viernes, los sábados, más de 600 locales han cerrado. ¿Y qué hacíamos nosotros? Cuando se retiraban los manifestantes, íbamos a tratar de reponer la luminaria, reponer la vereda de nuevo. Yo estaba concentrado en recuperar la ciudad para los vecinos y lo hicimos, pero el agotamiento es brutal y eso termina pasando la cuenta.

Pero hubo una previa, que fueron los conflictos estudiantiles y que muchos dicen que fue el germen del estallido social. ¿No tiene una visión más crítica de cuál fue su manejo en ese conflicto?

Nosotros siempre estuvimos abiertos al diálogo, pero somos de memoria muy corta, siempre las cosas se pueden hacer de manera diferente, pero cuando hay alumnos que rocían con bencina a un profesor, cuando hay un puñado, porque no eran más de cinco o 10, por la violencia impedían que el resto de la comunidad escolar tuviera clases. Uno no puede quedarse expectante, mirando.

¿No siente que haya tenido déficit en cómo se manejó el conflicto?

Nosotros propiciamos siempre el diálogo, pero cuando hay violencia y la respuesta era más violencia es difícil cómo reaccionar (…). A mí las herramientas que me da la institucionalidad era solicitar, a través de la intendencia, el desalojo. Y eso fue lo que hicimos.

Se lo pregunto porque eso fue parte importante del discurso de su contendora -Irací Hassler, que resultó electa alcaldesa- que se criminalizó al movimiento estudiantil...

Obviamente que hay frases que hoy en día no diría, cuando hablé de manzanas podridas, por ejemplo. Creo que eso también fue al fragor del momento... Pero en su momento tratamos de hacerlo lo mejor posible, hoy día tendría una mirada distinta, pero siempre propiciando el diálogo y sin tolerar la violencia.

Inquietud por gestión de Hassler

¿Cuál es su lectura respecto a que quien ganó sea militante del PC?

Creo que el electorado lo habrá sopesado, y si el electorado sopesó que una comunista llegue a dirigir Santiago, ellos tendrán claro cuáles son las convicciones del PC. A mí más que sea fan de Maduro, que mire con romanticismo Cuba o que crea que Corea del Norte sea el modelo, a mí lo que me tiene preocupado, por ejemplo, es que dirigir Santiago no es solo recoger la basura y cortar el pasto, en Santiago son seis mil funcionarios, corporaciones que nacieron bajo el alero de la comuna y que ella no siempre ha votado a favor de las subvenciones, por ejemplo, del Precolombino, del Teatro Municipal de Santiago, qué pasa, ¿van a cortar la subvención?.

¿Por qué le genera preocupación? ¿No es un poco una caricatura?

No, porque miro las votaciones durante los últimos cuatro años. Y, bueno, cuando ella era oposición decía a todo que no y ahora que ella va a estar liderando, ¿va a decir a todo que sí? Esperemos, por el bien de Santiago.

¿Cree que puede tener una mala gestión?

Quiero mucho Santiago y espero que haga la mejor administración posible por los barrios, por los vecinos, por estas instituciones también (…). Espero, por las votaciones, que recapacite muchas veces. ¿Qué va a pasar con los eventos? ¿Va a autorizar solo la Fiesta de los Abrazos del PC y los otros eventos no?, entonces, es una mirada distinta de ciudad.

¿Usted le da una connotación especial a que ella sea comunista? Quizás le hubiese dado lo mismo haber sido derrotado por un militante de otro partido.

Claro que tiene una connotación especial. No había nacido en los tiempos de la UP, pero la generación joven no ve con temor y ve con romanticismo lo que pasa en Cuba, mira para el lado cuando alguien le pregunta por Venezuela. Entonces, claro, el comunista tiene características especiales. Entonces, veamos qué va a pasar con los servicios externalizados del municipio, ¿va a hacerlo todo interno? Que claramente no ha funcionado en otros municipios. Para mí es una incertidumbre, que hay que ver y ojalá se maneja. Ella es economista de profesión, así que hay que ver cómo se maneja.

¿Cree que el triunfo de Irací Hassler le allana el camino a Jadue en la presidencial?

Ciertamente. Si tú vas a las elecciones anteriores, Santiago es un predictor. Siempre ha sido así, en el último cuarto de siglo. Salió Tohá, ganó Bachelet; gané yo, ganó Piñera; ganó Zalaquett, ganó Piñera. Ha sido un predictor siempre y claramente se lo allana. Ojalá no (gane Jadue) y se rompa esa tendencia.

Y si Santiago tenía esta connotación, ¿por qué La Moneda no se preocupó más?

Eso habrá que preguntar en La Moneda. Yo tuve un cuerpo de concejales muy potentes que me apoyaron y yo siempre traté de despolitizar. No sé si el apoyo de La Moneda hubiese incidido tanto, porque marcando 15% y 16% de apoyo no hacía la gran diferencia. Y nosotros teníamos nuestras obras y el reflejo de los votos lo muestra.

¿Y los partidos de Chile Vamos cómo se portaron?

Los partidos se portaron muy, muy bien. Estuvieron muy jugados, dejaron los pies en las calles, pero los resultados fueron adversos. Sacamos dos concejales de 10.

Este domingo hay elecciones de segunda vuelta en gobernadores, ¿cree que si gana Karina Oliva se aleja más la presidencial para Chile Vamos?

Sin duda que sí, sería una señal muy clara a muy poco tiempo. Esa elección voy a ir a votar por Claudio Orrego, porque tengo una visión de ciudad similar a la región cuando él era intendente. Creo que va a depender mucho de cuánta gente asista a votar. Si las cifras del Covid, por ejemplo, son malas y el adulto mayor se resta y no va a votar, creo que Claudio Orrego la tiene complicada.

¿Y cómo ve el clima interno de su municipalidad ad portas de que se entregue?

Como siempre, algunos muy contentos, otros con bastante tristeza y he recibido en estas últimas tres semanas delegaciones de funcionarios y vecinos muy tristes, otros expectantes y otros derechamente contentos. Lo que me he preocupado mucho es que hemos tenido varias reuniones de los equipos para entregar, de una manera más ordenada, con una auditoría de una empresa externa para mostrar cómo están los números. Yo ya puedo decir que están mucho mejor de cómo los recibí hace cuatro años, a pesar de la pandemia y el estallido social.

Pero dado el cambio de sello, ¿prevé una transición traumática?

Espero que no, por eso he puesto lo mejor de mí, lo mejor de mis equipos

¿Y ha hablado con la alcaldesa nueva?

En los concejos. Hemos tenido dos o tres concejos. El día que ella ganó, en la madrugada le escribí un WhatsApp, al otro día llamé por teléfono, pero no me contestó. Pero en los concejos municipales, que se hacen por Zoom, la felicité públicamente.

Pero después de tantos años y trabajar juntos, ¿no han tenido una conversación más pausada?

No, los equipos la han tenido. Espero tenerla antes de entregar.