Al otro lado de la línea telefónica, Fernando Morais se disculpa por la tos que lo afecta. “El Covid me cobró parte de los pulmones”, explica el periodista y escritor brasileño de 77 años. Y aprovecha de lanzar un dato que grafica la amistad de 40 años que lo une con el Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, “desde el tiempo del sindicalismo”. “Los dos estábamos juntos en un viaje internacional cuando nos contagiamos el Covid, ahora él está limpio y yo sigo con secuelas pulmonares”, comenta a La Tercera.
Nacido en el municipio de Mariana, en Minas Gerais, en 1946, Morais conoce como a pocos a Lula. Testigo de diálogos históricos entre Fidel Castro y el líder del Partido de los Trabajadores (PT), también estuvo junto a él en las dos ocasiones en que lo metieron preso, durante la dictadura en los 80 y tras la investigación del escándalo de Lava Jato, en 2018. “Cuando Lula todavía estaba en la prisión, en una de las visitas que yo le hice, había siempre muchos compañeros de la prensa ahí en la puerta, en la vigilia, y yo les decía: me parece que Lula saldrá de la cárcel mejor de lo que entró”, señala el autor de Lula, la biografía, libro editado en 2022 por Planeta y al cual destinó 10 años de investigación.
Con este bagaje a cuestas, Morais se atreve a hacer un balance de los primeros siete meses de este tercer mandato de Lula en el Palacio de Planalto. “Como elector suyo creo que, tanto en la política interna como externa, Lula está haciendo no lo que debería, sino lo que puede hacer”, reconoce en la siguiente entrevista. La misma en la que aborda las diferencias que el petista ha tenido con el Presidente chileno Gabriel Boric tanto por sus posturas sobre Venezuela como por la guerra en Ucrania.
En su calidad de biógrafo de Lula, ¿cómo ha visto al presidente brasileño? ¿Cuál es el balance que hace de estos primeros meses de gobierno?
Cuando Lula todavía estaba en la prisión, en una de las visitas que yo le hice, había siempre muchos compañeros de la prensa ahí en la puerta, en la vigilia, y yo les decía: me parece que Lula saldrá de la cárcel mejor de lo que entró. Y sus primeros meses de gobierno, a mi juicio, parece que confirman la visión que yo tenía ahí, cuando todavía él estaba preso, pocos meses antes de que saliera. Yo hago un balance positivo de los primeros meses de Lula. Pero la evaluación que hago, siempre claro dentro de la posibilidad de las cosas, sin sueños, sin utopías, es que Lula está haciendo un gobierno que recompensa a la gente que lo escogió, tanto en la política interna, que es complicadísima. En Brasil si no consigues mayoría en el Congreso, tú no consigues cambiar siquiera el nombre de una calle. Y él ha conformado un frente muy amplio para ser elegido, y mira que se eligió por una diferencia muy pequeña. Lula es un encantador de serpientes, el flautista que encanta serpientes, es un tipo que después de media hora es inevitable que salgas amigo de infancia de él. Yo diría que está siendo forzado a hacer concesiones a lo que la gente aquí en Brasil llama el “centrão”, que en verdad es la derecha, no hablo de extrema derecha, de la gente de Bolsonaro, pero él está consiguiendo componer su gobierno con una habilidad que adquirió desde el tiempo del sindicalismo. Es esencial que Salud, Economía y Proyectos Sociales, como la Bolsa Familia, sigan en las manos de gente nombrada personalmente por Lula, por más que el llamado “centrão” quiera tomarlos. Esto es una victoria, yo no hablo como biógrafo, hablo como elector, como ciudadano. Creo que, tanto en la política interna como externa, Lula está haciendo no lo que debería, sino lo que puede hacer, sobre todo en política interna.
En cuanto a política externa, después del gobierno de Bolsonaro, durante el cual Brasil se aisló internacionalmente, Lula ha intentado reposicionar a Brasil a nivel global. ¿Cómo lo ve en esa tarea? ¿Lo observa como un líder regional, por ejemplo?
Sí, lo veo no solamente por las características de Brasil, por la dimensión, la economía y todo esto, sino, sobre todo, porque él tiene puntos de vista muy firmes. Por ejemplo, en la cuestión de Venezuela, que incluso creó alguna fricción con el Presidente chileno, con Boric, yo estoy con Lula. No puedes ahorcar, no puedes crucificar a un país, aunque tenga problemas internos con los cuales no estás de acuerdo, si es asediado, acosado y acorralado por Estados Unidos. Un Brasil democrático no puede sumar fuerzas con los bloqueos. Lula habló en Bruselas, diciendo muy claramente que no se puede acosar a un país y querer que negocie. Entonces, cuando Lula toma decisiones que pueden crear algunas fricciones con presidentes, dirigentes, líderes, que deberíamos considerar como nuestros socios, nuestros amigos, como el Presidente de Chile, para mí es absolutamente comprensible. Lula está diciendo en todos los foros en que participa que Europa no puede exigir que nosotros negociemos con ellos de rodillas. Tú no puedes negociar con alguien que tiene una pistola en tu frente. Entonces, estoy claro, yo si pudiera haría un gobierno más a la izquierda de lo que hace Lula, pero estoy absolutamente de acuerdo con las cosas que está haciendo, con la manera que está conduciendo tanto la política interna como la externa. No es por empatía, es por reconocer que la realidad es la realidad.
A propósito de las fricciones que ha tenido con Boric, ¿usted cree Lula se sorprendió con las declaraciones de su par chileno durante la cumbre sudamericana de mayo en Brasilia, cuando discrepó sobre la evaluación de la crisis en Venezuela al señalar que “no es una construcción narrativa, sino una realidad seria”?
Yo no sé cuál era la expectativa que Lula tendría de Boric. A mí no me sorprendió, porque al día siguiente de la toma de posesión, el primer día como Presidente, su primer discurso como Presidente, Boric ya dejó claras las cosas. No se puede decir que es un presidente de izquierda que comparta el pensamiento de los gobiernos progresistas de América Latina, pero no es un enemigo, no es un Pinochet, no es un Piñera. Es importante dejar esto claro. Aunque haya fricciones, aunque haya diferencias, Lula sabe que no está tratando con Piñera, no está tratando con un pinochetista. No, no, no. Él tiene sus convicciones. Él fue elegido. Hay que respetar esto. No está ahí por la fuerza, está ahí porque ustedes lo escogieron. E incluso mucha gente esperaba que él hiciese avanzar más la política extranjera de Chile en relación a lo que pasó, lo que viene pasando. Lula tuvo una posición muy correcta cuando Alemania se dispuso a enviar una cantidad de no sé cuántos blindados a Ucrania. Se descubrió que la munición de esos blindados era hecha en Brasil. Y Lula no tuvo ninguna dificultad de decir que de Brasil no saldrá nada que sea para estimular la guerra. Y en Bruselas dijo lo mismo. El dinero, la montaña, la cordillera de dinero que se está gastando con la guerra debiera ser utilizada para matar el hambre en el mundo. Creo que una persona que se dice de izquierda, que se considera de izquierda, que se considera progresista, que se considera humanista, tiene que estar al lado de Lula en ese momento.
Precisamente en la cumbre UE-Celac en Bruselas, Lula atribuyó a la “ansiedad” y “juventud” de Boric su llamado a condenar la invasión de Ucrania. ¿Usted considera que esas palabras fueron muy críticas o se trató de algo más bien superficial?
Ni muy críticas ni muy superficiales. Lula es un hombre de 77 años. No creo que lo haya dicho de mala fe, de desprecio por Boric, sino fue una consideración que me parece natural. Él es joven, Lula tiene más del doble de la edad de Boric. Es claro que Volodymyr Zelensky quiere el apoyo de donde venga, pero en un país que enfrentó una dictadura como la de Pinochet, un dirigente en el cual se deposita la esperanza de una transformación hacia un mundo mejor, hacia el fin de la miseria, se debería esperar que estuviera contra la guerra. Incluso creo que Lula fue cuidadoso con Boric. Fue una cosa como de padre a hijo, que él ya había ejercido con (Hugo) Chávez. Él era un poco padre de Chávez, y toda vez que avanzaba de más, él lo llamaba y le decía, compañero, hermano, y Chávez decía que Lula era como un padre, así como Fidel es un padre, yo tengo un padre como Lula. Entonces, yo pienso que estas palabras de Lula sobre Boric no son agresivas, son las de un padre de 77 hablando con un hijo de 37.
¿Cree que estos roces por el tema de Venezuela y ahora por Ucrania han dañado un poco la relación entre Lula y Boric o no?
No creo, y además de eso, además de la cosa formal, de la política formal, de la diplomacia formal, yo creo que seguiremos teniendo avenidas, alamedas abiertas entre Brasil y Chile. Yo puedo decir con toda la seguridad, yo conozco muy bien a Lula, muy bien, no solamente conozco al gobernante, conozco a la persona, y yo sé que no hay mala fe, soberbia ni arrogancia cuando él habla de Boric.
¿Lula tiene un aprecio especial por Boric?
Si él no lo tuviera, hablaría de una manera dura, y no lo hace, él se refiere de una manera, repito e insisto, como de un padre a un hijo. Yo creo que Boric debería oírlo sin prejuicio, Él habló más duro con el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, cara a cara, ahí en Bruselas, de una manera infinitamente más dura que las palabras que utilizó con Boric.
¿Visualiza alguna especie de rivalidad, de pugna en este momento entre Lula y Boric por ser el líder regional o no?
No, no lo creo. Esas cosas no se hacen, no se conquistan en pugnas. Los liderazgos nacen naturalmente. Los dos tienen pocos meses de diferencia de ocupar la presidencia, el tiempo va a decir. Ahora Lula tiene la diferencia de gobernar un país que tiene ya 200 millones de personas, que tiene una importancia natural. Sea quien sea el presidente, salvo un mentecato como Bolsonaro que no se considera, cualquier presidente de buen sentido, de claridad política en Brasil, tiene naturalmente la tendencia a ejercer algún liderazgo en América Latina y creo que Lula lo está haciendo bien.
A fines de mayo, la columnista del diario Folha de Sao Paulo, Mônica Bergamo, escribió que en el gobierno de Lula se veía a Boric “como un mal ejemplo para la izquierda de América Latina”. ¿Cómo piensa usted que se evalúa al Presidente chileno dentro de la izquierda regional hoy?
Quizás había mucha gente con una expectativa distinta de lo que es Boric, yo no me sorprendí, yo no tenía expectativas que pudieran decepcionarme. Esperaba un poquito más de él, pero yo no estaba esperando un Chávez en Santiago. Claro, había y hay todavía en la izquierda la expectativa de que él haga avanzar la posición de Chile a propuestas un poco más compatibles con el grupo progresista del mundo. No se puede comparar, por ejemplo, a Boric con Lenín Moreno, de Ecuador. No, son cosas distintas. Lenín Moreno se bajó los pantalones con Estados Unidos un día después de alcanzar la presidencia y fue elegido con el apoyo de Rafael Correa, y pasó la navaja por la carótida de Correa al día siguiente. No es esto, no es una decepción para quien lo acompaña desde antes. Yo sabía que no iba a ser una revolución socialista. Boric no es Salvador Allende, yo nunca tuve en mi cabeza esperar que Boric fuera a ser el nuevo Salvador Allende. Ahora, no estoy con la gente que lo quiere crucificar.