Después de semanas sin lograr consenso y sin que ninguno de los bandos quisiera ceder, la izquierda francesa confirmó esta semana uno de los peores escenarios políticos: la posibilidad de revivir la segunda vuelta presidencial de 2017 a la que ningún candidato del sector logró llegar. El portazo a un proceso de primarias para definir una única candidatura de cara a la primera vuelta de las presidenciales el próximo 10 de abril hace casi imposible a los progresistas repuntar en las encuestas, en las que ninguno de sus abanderados supera el 10% de intención de voto.
En medio de esta encrucijada electoral, el Presidente Emmanuel Macron -en su camino por la reelección- mantiene el liderazgo, mientras los conservadores y la ultraderecha disputan voto a voto para asegurar su lugar en el balotaje del 24 de abril. Sin embargo, la izquierda aún puede jugar una última carta: que la exministra de Justicia, Christiane Taubira, quien ayer se sumó a la carrera por el Palacio del Elíseo, oxigene al sector y termine atrayendo a los votantes descontentos. De lo contrario, apuntan los analistas, la izquierda corre el riesgo de perder relevancia y comenzar a diluirse.
En una década el tablero político local vivió una serie de cambios. La última vez que los franceses eligieron un mandatario de izquierda fue al socialista François Hollande en 2012, cuando el partido controlaba ambas cámaras. Después de un cuestionado mandato, el PS puso como candidato a Benoît Hamon, que no logró superar el 7% de votos en 2017.
Ante su exitosa gestión en la alcaldía de París, la socialista Anne Hidalgo se instaló como una de las principales cartas opositoras para disputar los comicios de abril próximo. Sin embargo, al no lograr repuntar en los sondeos -donde no supera el 4%- la candidata intentó romper con la fragmentación que afecta a la izquierda proponiendo primarias, las que fueron desestimadas por el abanderado y líder de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, y el candidato de Los Verdes, Yannick Jadot, que apenas logran un 10% y un 5% de respaldo, respectivamente.
La lista de postulantes de izquierda continúa con nombres que no sobrepasan el 1% de apoyo, como es el caso de Fabien Roussel, del Partido Comunista, y el exministro socialista Arnaud Montebourg, que llamó a todos los postulantes para proponer primarias y publicó los videos en Twitter. Pero los principales candidatos del sector, que rondan el 20% de voto en total, se oponen a la idea de un aspirante presidencial único.
Para Amory Gethin, investigador de la Escuela de Economía de París y coautor -junto a Thomas Piketty, entre otros- del libro Political Cleavages and Social Inequalities, “varios factores explican por qué los candidatos de izquierda se han negado a unir fuerzas y organizar unas primarias amplias”. “Una de las razones es la naturaleza ideológica: los movimientos de izquierda siguen profundamente divididos en una serie de temas, en los que parece muy difícil llegar a un compromiso. Uno de ellos es Europa. Mélenchon se opone firmemente al marco neoliberal actual de Europa y no puede imaginar que Francia permanezca en la Unión Europa sin cambios importantes en las políticas de la UE con respecto al medio ambiente, la energía, la gestión de la deuda o incluso la política monetaria. Para los partidos de centroizquierda, por el contrario, permanecer en la UE no es negociable”, señala a La Tercera.
Además de las diferencias sobre el manejo interno y en política exterior que dividen a los partidos de izquierda, el experto francés explica que “muchos votantes de izquierda resienten profundamente las políticas económicas implementadas por el gobierno de François Hollande entre 2012 y 2017, como la “Loi Travail”, que se percibía como un fuerte perjuicio para los asalariados y un aumento de la inseguridad laboral. Esto hace que sea una fuerza poderosa que impide que los partidos de izquierda se unan y, como resultado, muchos votantes de La Francia Insumisa no pueden imaginar votar por una coalición que incluya a exmiembros del Partido Socialista. Existe un riesgo real de que estos electores pasen a no votar o a votar por la extrema derecha si se formara tal coalición”.
Precisamente los beneficiados de la división en las filas progresistas son la derecha y la ultraderecha, que avanzan a paso firme en Francia, especialmente después que Marine Le Pen, del Frente Nacional (ahora Agrupación Nacional) pasó a la segunda vuelta en 2017. Aunque no venció a Macron, alcanzó casi un 34% de los votos, o sea, más de 10,6 millones de sufragios. El último sondeo de Elabe muestra que el actual mandatario, del centrista La República en Marcha, alcanza un 26% de intención de voto; la conservadora del partido Los Republicanos, Valérie Pécresse, llega a un 17%; Marine Le Pen a un 16%, y Éric Zemmour, una celebridad televisiva y condenado en dos ocasiones por incitar al odio racial y religioso, con su partido de extrema derecha Reconquista, logra un 13%.
“Ante las divisiones, llegar a la segunda vuelta podría ser cuestión de alcanzar solo entre el 15% y el 17% de los votos. Esto hace que los candidatos de izquierda, en particular Mélenchon y Jadot, imaginen cada vez más que, con una dinámica repentina y positiva, podrían alcanzar este umbral sin necesidad de formar una coalición”, sostiene Gethin.
Un ícono de izquierda al rescate
Con una izquierda desgastada y dividida a menos de tres meses de las presidenciales, la exministra de Justicia de Hollande, Christiane Taubira (2012-2016) podría ser un “antídoto contra el hastío del electorado izquierdista”. Ayer, en un acto en Lyon, Taubira -denominada el “ícono” progresista de Francia- confirmó su segunda candidatura por el Elíseo. En 2002, se convirtió en la primera mujer negra en presentarse a unas presidenciales en Francia.
Aunque el nombre de Taubira genera una alta expectación y es respeta en algunos sectores de la izquierda, en el Partido Socialista se le reprocha su individualismo. Según France 24, la economista y escritora de 69 años nacida en Guayana Francesa, es una inconformista que durante mucho tiempo ha cargado con la culpa del impactante avance de la extrema derecha tras el desenlace de la primera vuelta de las presidenciales de 2002. En esos comicios fue candidata del Partido Izquierda Radical y obtuvo un 2,3% de los votos cifra baja, pero suficiente para dejar al socialista Lionel Jospin fuera del balotaje, beneficiando al ultraderechista Jean-Marie Le Pen, padre de Marine Le Pen.
La activista antirracial es una exdiputada de Guayana Francesa, una excolonia en Sudamérica donde fue pieza clave para la aprobación de la legislación de 2001 que estableció por primera vez la esclavitud como crimen contra la humanidad. Además, Taubira fue eurodiputada y es recordada por los franceses por defender e impulsar el proyecto de matrimonio igualitario aprobado en 2013.
“Dado lo impredecible de las elecciones de los últimos años, no podríamos decir que es imposible que un candidato de centroizquierda llegue a la segunda vuelta. Aunque parece muy poco probable. El principal obstáculo que enfrentan Hidalgo y Taubira es que han sido miembros durante décadas del Partido Socialista y, por lo tanto, están directamente asociadas con este legado. El votante de clase media urbano que respaldó a Hollande en temas como el matrimonio igualitario es hoy el núcleo electoral de Macron, por lo que el espacio para captar esos votos ya está ocupado. Así, ambas son asociadas a uno de los partidos más odiados de Francia entre votantes de izquierda y, al mismo tiempo, son demasiado izquierdistas económicamente para muchos votantes de Macron”, sostiene Gethin.
Hidalgo y Taubira son las únicas candidatas que han respaldado participar en la Primaria Popular, iniciativa para realizar una votación ciudadana que obtuvo más de 300 mil firmas de apoyo. Según Le Monde, se prevé una “investidura” ciudadana online tras la votación programada entre el 27 al 30 de enero. En tanto, Arnaud Montebourg levantaría su candidatura para respaldar a la exministra de Justicia, lo que rearmaría el puzle político. No obstante, una posibilidad es que la izquierda llegue tarde a movilizar a los votantes, lo que mantendría los escenarios que hoy se prevén para el balotaje del 24 de abril: una disputa entre Macron y Le Pen o Pécresse.
“El verdadero riesgo para las próximas elecciones es la total falta de relevancia de la izquierda en Francia. Muchos electores de izquierda están tan desilusionados que están considerando no votar en absoluto. Esto reforzaría paradójicamente la debilidad de la izquierda. Como han subrayado los propios candidatos de izquierda, el total acumulado de votos recibidos por todos sus apenas alcanza el 25% en las encuestas de hoy. Por lo tanto, el principal problema de la izquierda sigue siendo su debilidad, no solo su fragmentación”, finaliza Gethin.