Francisca Crovetto (27 de abril de 1990) está feliz. A su recientes oro y plata en la Copa del Mundo de Croacia, la tiradora skeet suma ser abanderada del Team Chile en los Juegos Olímpicos, junto al voleibolista Marco Grimalt.
¿Qué siente por ser abanderada?
Estoy muy feliz, muy contenta. Emocionada. La verdad es que, mientras estaba en la ceremonia y decían el nombre de Marco y el mío, sus lagrimitas se asomaron. Es un honor. Yo sé que siempre había estado como candidata en distintos megaeventos deportivos y obviamente pensaba que podía ser para estos Juegos, pero jamás esperé que se hiciera realidad para Tokio.
¿Qué significan para usted los Juegos Olímpicos?
Los Juegos Olímpicos para mí son un sueño, son una fiesta, son la gloria y la emoción. Yo veo cualquier final de Juegos Olímpicos, del deporte que sea, y lloro. Es emoción y alegría pura. Es gloria.
¿En qué momento llega?
Llego en un momento en que estoy pasándolo bien, estoy valorando este privilegio de poder trabajar en lo que me apasiona. Estoy disfrutando mucho el proceso, estoy aprendiendo, creciendo... Tengo un gran entrenador a mi lado, Christian Eluteri, que me ha ayudado mucho a madurar, a ser mucho más exigente, a construir mis competencias, y eso me ha llevado a poder disfrutar todo este proceso con los tragos dulces y también con los sinsabores del alto rendimiento.
¿Cuáles son sus objetivos en Tokio?
Mis objetivos son primero disfrutar de mis terceros Juegos Olímpicos, cosa que no logré hacer en Río, y hacer una linda clasificación; disparar plato a plato, construir esta competencia y ojalá eso nos lleve a la final, donde pasan las seis mejores. Pero, sobre todo, disfrutarlo y hacer mi trabajo.
¿Cuántos Juegos Olímpicos más proyecta para su carrera?
A mí me gustaría estar al menos en cinco o seis Juegos Olímpicos y poder acompañar la lista de las y los deportistas con más Juegos en el cuerpo. Afortunadamente, practico un deporte longevo, que me va a permitir ir en búsqueda de ese objetivo si así Dios lo quiere.
¿Cómo imagina el día de la inauguración?
Me imagino que va a ser un día que muchas personas en el mundo van a estar esperando. Estos son unos Juegos que se postergaron un año, y en todo el contexto mundial la gente necesita eventos como este, que porten esperanza, superación, compañerismo, excelencia...
¿Qué le pareció el anuncio de unos Juegos sin público?
Van a ser unos Juegos distintos. Y si bien es cierto el tema del público ha sido algo que ha cambiado a lo largo de la espera, trato de no lamentarme ni perderme mucho en la situación en que vamos a vivir estos Juegos, sino que adaptarme y tomar las cosas como vienen, con la alegría y el agradecimiento al universo, a todas las instituciones y personas que hicieron esto posible de que vamos a tener unos Juegos, que estuvieron en peligro de cancelarse. Eso no pasó, se postergaron, y prefiero quedarme con eso que perderme en estos detalles que sabemos que son impredecibles. La vida es impermanente, cada cosa que se planea va cambiando según la situación sanitaria y no queda más que adaptarse.
¿Cómo tomó el positivo de Arley Méndez?
Siempre un resultado adverso de dopaje de cualquier deportista es una pena, pero me pone contenta que la sanción le permita a Arley participar en estos Juegos y también que haya accedido a incluirse en este plan para el consumo de sustancias como la cannabis, que le propuso la Federación Internacional y sea parte de esta delegación histórica de 58 participantes.
¿Cómo maneja los nervios en instancias como los Juegos? ¿Tiene algún ritual?
Me gusta mucho que en la pregunta esté incluida la palabra ritual. Creo que son importantes en la vida, nos traen calma, tanto a las comunidades como a las personas en su individualidad, y soy muy de rituales en distintos ámbitos de la vida y también al momento de competir, siento que te ordenan los significados de la vida y del camino que uno quiere hacer. Antes de entrar a disparar, aparte de hacer toda la activación física correspondiente, trato de sincronizar mi mente y mi cuerpo, me hablo mucho. Trato de ver en qué estoy y trato de volver una y otra vez al presente, a mi cuerpo, a mi respiración. No juzgo mi pensamiento. Los pensamientos están, uno no puede controlar lo que piensa, pero sí puede controlar qué hace con eso que piensa. Mi psicóloga me dice que el problema no es que uno piense, sino que uno se cree lo que piensa. Le pido a todas las energías que estén disponibles para lograr mi mejor propósito y llegar a mi mejor destino; trabajo, construyo. Un plato a la vez, porque el tiro tiene mucho de eso, de estar lo más presente posible, disparando plato a plato, sin pensar en lo que pasó o en lo que va a venir.
¿Cómo siente que la perciben los demás deportistas desde su función de representante de ellos en la mesa del COCh?
Yo, la verdad, siento el cariño de todos mis compañeros y compañeras deportistas. Creo que ven en mí una persona que empatiza y que conecta con las necesidades que son colectivas. Lo tomo con humildad, lo valoro muchísimo y con el respeto que cada uno de ellos y ellas me merecen. Yo creo que tienen una buena impresión. No sé, me parece extraño hablar de lo que yo creo que los otros piensen de mí. No es algo que me resulte cómodo.
¿Cuánto le afectó la pandemia?
Yo creo que estoy chata de la pandemia, como estamos todos, nomás. Queremos que se acabe luego. A mí me afectó un poco, sobre todo porque estuve mucho tiempo entrenando sola y, si bien es cierto, rompía platos, tenía algunas mañas medias difíciles que Christian tuvo que trabajar harto para sacármelas. Afortunadamente, este año tuvimos la oportunidad de trabajar hartas semanas juntos, bien intenso, y eso ayudó a que Christian volviera a pulir todas esas mañitas que yo había adquirido sin su ojo detrás mío, y poder tener un buen nivel técnico ahora y sentirnos tranquilos con la técnica con la que estamos disparando.
¿Cómo van los preparativos para su matrimonio?
No hemos visto casi nada de matrimonio, nosotros nos queremos casar porque queremos hacer una gran fiesta. Creemos con Juan Enrique (Byers) que, cuando uno se casa, es uno de los pocos momentos en la vida donde uno reúne a toda la gente que quiere y queremos casarnos de esa manera. No queremos casarnos porque sí, preferimos no casarnos si es que no podemos hacer la gran fiesta que queremos. Así que, con esto de la pandemia, hemos preferido esperar que todo pase un poco, que haya un poco más de certeza, que los aforos se amplíen. Yo tengo una familia numerosa... Entonces, queremos casarnos tranquilos.
Cuando participó en La Divina Comida, usted mostró el “refrigerador de la diversión”. ¿Cómo es esa historia?
A mí me encanta recibir gente en la casa, es una de las cosas que más disfruto y Juan Enrique también. Entonces, me encanta que alguien llegue a la casa y que me diga qué quiere tomar y tener eso. Es un refrigerador de la diversión para tods nuestros amigos, amigas, familia, que quieran disfrutar de un copetito rico, ver un buen partido de tenis, de fútbol, jugar un buen juego de mesa, conversar y disfrutar un rico plato de comida. Eso siempre lo van a encontrar en mi casa.
¿Qué sueños le quedan por cumplir?
Muchos sueños. Yo creo que uno siempre tiene que tener un sueño en la vida. La otra vez me preguntaban si estaba en el mejor momento de mi carrera, y yo espero que ese momento nunca llegue, porque siento que cuando uno está en su mejor momento, tiene mucho que perder y poco que ganar, y yo quiero seguir siempre ganando, pero no medallas ni reconocimientos, sino que experiencia y aprendizaje; buenos momentos, gente linda en mi camino. Eso es lo que más valoro y lo que más me gusta de este camino del alto rendimiento, que es que hay veces que es difícil; uno llora y está súper expuesto, es súper frustrante. Son más veces las que uno pierde que las que gana, pero hace que valga la pena todo esto; conseguir los objetivos, trabajar por ellos, la gente que uno tiene en el camino y los aprendizajes. Para mí cada una de las competencias es una prueba de vida, cada uno de los viajes, de los entrenamientos. Espero nunca terminar de aprender, de crecer, que sea siempre un aprendizaje y un crecimiento exponencial.