El pasado 23 de enero se cumplieron 66 años de una fecha clave en la historia venezolana: la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. En un momento de celebración de los valores democráticos, sin embargo, una serie de grafitis aparecieron en sedes, residencias de opositores, gremios y ONG, que fueron interpretados como amedrentamiento. El lema “furia bolivariana”, con el que el régimen de Nicolás Maduro ha anunciado luchar contra conspiraciones en su contra.
En la misma semana, el chavismo bloqueó a través del Poder Judicial la candidatura de María Corina Machado, la principal líder de la oposición en las presidenciales que se esperan en Venezuela este 2024. Una inhabilitación hecha sin juicio, en la que la principal amenaza para la reelección de Nicolás Maduro fue sacada sin más de la carrera por el sillón del Palacio de Miraflores.
Sin embargo, Estados Unidos reiteró este miércoles a Maduro que “tiene hasta la primavera” (abril) para rehabilitar a políticos disidentes, entre ellos Machado, y honrar su compromiso por unas elecciones justas si quiere evitar la reimposición de sanciones por parte de Washington.
Intimidar a la oposición
Como indica el diario El País, lo de la “furia bolivariana” fue un “ataque coordinado”. “Se hicieron pintadas con amenazas y marcaje de fachadas en al menos 20 sedes de partidos políticos, universidades, emisoras de radio, organizaciones sindicales y gremios en todo el país. También se marcaron las viviendas de algunos activistas”.
La acción no se restringió a la pintura. Los servicios de inteligencia del régimen detuvieron también a cinco dirigentes políticos de Vente Venezuela, el partido de Machado, mientras que el fiscal general Tarek William Saab denunciaba cinco “supuestas conspiraciones” para matar a Maduro.
Al respecto, Machado denunció que al menos 10 sedes de su partido, en diferentes estados de Venezuela, fueron vandalizadas con mensajes de la “furia bolivariana”. Lo mismo tuvo lugar en una sede del Colegio Nacional de Periodistas y en una organización defensora de los derechos humanos.
“Lo que está ocurriendo en estas horas viola el acuerdo de Barbados que habla del desarrollo de una campaña electoral pacífica y participativa y de las garantías para que los candidatos podamos desplazarnos libremente por el país”, aseguró la candidata, que arrasó en las primarias de la oposición venezolana en octubre pasado.
“Quiero decirle a la comunidad internacional que aquí hay que ponerle un para’o, detener esta locura, porque eso es lo que la ‘furia bolivariana’ significa: agresión, desapariciones, persecución y obviamente refleja el miedo de un régimen a medirse”, aseguró Machado.
El lema “furia bolivariana” ya se había usado antes, durante la época del Covid-19. Esta vez, Nicolás Maduro uso la frase para llamar a sus seguidores y aliados a la reacción frente a los “planes golpistas” que, según él, están teniendo lugar.
El líder del régimen también hizo un llamado a las UPAZ -Unidades Populares por la Paz- a activar el “plan furia bolivariana”, asegurando que en cada estado, municipio, parroquia y barrio habría acciones. La idea sería poner en lugar un plan “cívico, militar y policial” para enfrentar terroristas.
Esto coincide con la serie de conspiraciones que el 15 de enero la Fiscalía General de Venezuela denunció. Fue el fiscal general, Tarek William Saab, el que anunció la detención de 32 personas y la orden de captura de otras 11, que supuestamente estaban involucradas en cinco conspiraciones contra el presidente. Según Maduro, los planes eran dirigidos desde Colombia por las bases locales de la CIA y la DEA, contando también con la participación de funcionarios de inteligencia del Ejército colombiano.
Al respecto, el fiscal Saab aseguró que los 32 detenidos están “convictos y confesos”, y que “toditos fueron sometidos a la prueba del polígrafo”. Uno de los planes que el chavismo acusa es el de un “asalto” contra el gobernador de Táchira, Freddy Bernal, que iba a tener lugar el 1 de enero, y que habría sido planificado en Colombia y Estados Unidos con un grupo de mercenarios. Según el gobierno, el grupo iría “en caravana” hasta Caracas para intentar derrocar a Maduro.
Para CNN, el director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, Benigno Alarcón, aseguró que la “furia bolivariana” es una estrategia de amedrentamiento, que empezó a usarse en 2017. “Se está utilizando el mismo nombre para generar terror y pánico, pero con una participación mucho más baja”, comentó.
Alarcón asegura que existe, desde el chavismo, “mucho miedo a que María Corina Machado empiece a convocar a movilizaciones”, y que estos rayados serían una herramienta para “mantener el control por el terror y por el miedo, que es mucho menos costoso que ejercer represión masiva”.
En declaraciones a El País, Mirla Pérez, del Centro de Investigaciones Populares, dijo que “después de las primarias del 22 de octubre, el gobierno entró en un período de suma debilidad, que lo obliga a echar adelante un proceso de mucha violencia y eso es la ‘furia bolivariana’”.
La activista Lexys Rendón, del Laboratorio de la Paz, asegura al respecto: “Lo que vemos ahora es la institucionalización de una política persecutoria desde el Ejecutivo. Es un plan para perseguir a quienes protestan, una política de control social que busca meter miedo y limitar las posibilidades de que la gente se organice en un año electoral, algo que violenta la garantía de derechos”.
Experta en marketing político de la Universidad de Navarra, la profesora Carmen Beatriz Fernández aseguró que la reaparición de esta “furia bolivariana” tiene que ver con la inminencia de un proceso electoral “en el que aspira a la reelección un mandatario que es un autócrata”.
En ese sentido, llegó a comparar la “furia bolivariana” con las camisas pardas de Mussolini, asegurando que es una herramienta para “intimidar, amenazar y disuadir” a la oposición.