Dice que -aunque lo intentó durante la pandemia- nunca ha aprendido a tocar bien la guitarra, aludiendo a ese viejo dicho que señala que es más fácil ser oposición que gobierno. El ministro Segpres, Giorgio Jackson, considerado el hombre fuerte de la debutante administración de Gabriel Boric, sin embargo, pide el “beneficio de la duda” a los críticos de las dos primeras semanas de instalación y sobre su propio estreno a la cabeza de la relación entre el Ejecutivo y el Parlamento sostiene que “hay muchas cosas que puedo mejorar”.

¿Cómo evalúa la instalación del gobierno?

Diría que ha sido una instalación muy acontecida, que ha tenido momentos tensos, pero también momentos de mucho significado político. Y al mismo tiempo, diría que fueron dos semanas muy expuestas, donde el debate propio de un gobierno, de sus coaliciones, en este caso, ha estado marcado por conocerse y crear vínculos de confianza. En eso hemos estado trabajando, teniendo como corolario de eso la actividad de este viernes con los parlamentarios y parlamentarias oficialistas y el gabinete ministerial, junto con el Presidente.

En el cónclave al que usted alude, la ministra Izkia Siches habló de un aterrizaje no muy sencillo. ¿Cuánta responsabilidad le cabe al Ejecutivo?

El gobierno recibió un Chile fracturado, que está con una lesión profunda de confianza, de distancia, de rabia. Y el primer antídoto es la esperanza, pero la esperanza no cura la enfermedad de fondo, sino que te permite de alguna manera poder armarte de cierta fuerza y recuperar un poquito la estabilidad. Pero inmediatamente, en las primeras semanas, nos damos cuenta de que hay heridas, grietas, conflictos bien profundos en el país, en las relaciones, por ejemplo, en la Macrozona Sur o Wallmapu o Araucanía-Biobío, como se le quiera llamar. Ya el solo hecho de que haya controversia por el nombre denota la polarización en uno de los tantos lugares donde existen heridas abiertas. Eso como un botón de muestra, pero llevamos tan solo dos semanas en lo que se ha intentado, decididamente, mostrar señales en línea de querer resolver esos conflictos. Seguro que hay mucho por mejorar, por ajustar tuercas para que esas acciones comprendan todas las aristas, para que esto no se quede tan solo en el esfuerzo o la voluntad de avanzar, sino que tenga resultados efectivos. Pero creo que nadie puede poner en duda que en estas primeras dos semanas el gobierno del Presidente Gabriel Boric ha mostrado iniciativa para resolver aquellos problemas con los que nos eligieron.

Se escucha sorprendido, ¿se encontraron con una grieta más profunda de la que esperaban?

Diría que entrar en el gobierno y comenzar a ver la visión panóptica que uno tiene que tener para abordar los problemas, te hace darte cuenta de grieta y los conflictos profundos que hay en el país, y de la complejidad de la fractura de la que estamos hablando. Quizá cuando uno lo habla de un ángulo en específico, cuando no está sentado de alguna manera en el espacio de toma de decisiones, en este caso desde La Moneda, se ven de forma parcial. Y yo diría que uno ahora puede observar, con quizá desde la sensibilidad que traemos, pero lo puede ver con mayor complejidad, lo difícil que es la tarea de recomponer las relaciones, sobre todo las relaciones interpersonales y la confianza que hay entre sectores de la población. Diría que ese desafío no se arregla con una medida, con un anuncio, es un tema mucho más de largo plazo, más sociológico, y creo que ahí las señales que vaya dando el Ejecutivo, los tonos en los cuales nos vayamos manifestando frente a los distintos sucesos, pueden ayudar a mitigar la polarización del grupo y tratar de volver a enfocarnos en que queremos que ojalá todo el país de manera unida salga adelante con todos estos desafíos, porque tenemos un potencial gigantesco.

Ahora, quienes exacerbaron la polarización fueron ustedes, ¿no? ¿Cuán responsables se hacen de esa fractura?

No podemos negar que hemos sido parte de una crítica profunda al sistema político, económico y social, y nos hacemos parte de eso, no podemos esconder el brazo. Nosotros hicimos una crítica profunda, grande, que como bien lo enrostran en la pregunta, contribuyó con un clima de polarización. Pero nuestra intención siempre, y así se ve manifiesto en nuestras acciones, fue tratar de canalizarlo de forma institucional, que las diferencias políticas se canalicen de forma institucional. Y por eso nos la jugamos, porque hubiera en momento de las crisis más grandes que hay desde la vuelta de la democracia, un proceso constituyente que estuviera normado, que estuviera reglado, que fuera inclusivo. Y al mismo tiempo, a través de los partidos políticos nuevos, como los que tuvimos que crear, disputar la institucionalidad y la representación del Poder Ejecutivo. Así que sí me hago cargo, pero al mismo tiempo creo que de lo que doy cuenta es que no basta tan solo con la manifestación de querer ver los conflictos como para que las personas dejen de sentir esa polarización. Y eso en esta semana me ha llamado fuertemente la atención.

Una muestra evidente de lo que usted dice es la visita de la ministra del Interior a La Araucanía. Pero hay mucha gente que eso lo puede calificar de ingenuidad y hasta, los más duros, de improvisación...

Vamos a recibir críticas y está bien, hasta que no se logre demostrar avances en un camino, es lógico que existan voces críticas, no podríamos renegar de eso si también partimos nosotros así. Pero llevando 14 días en el gobierno, creo que esas críticas pueden también tener algo de beneficio a la duda. Eso permitiría que las acciones que queremos emprender, los diálogos que queremos obtener, puedan ser comprendidos dentro de un todo. Y eso, que es difícil de comunicar, porque es más complejo, creo que nos va a permitir alinear no solo al gobierno y al gabinete, sino que a los parlamentarios. Eso es solo una parte. Lo que necesitamos es que las personas en la casa entiendan por qué estamos haciendo cada una de las cosas que estamos haciendo, los obstáculos con los que nos encontremos y las vías de solución conjunta con los cuales queremos sortear esos obstáculos. Diría que ahí está el desafío particular y principal de nuestro gobierno. Y en ese camino, mientras la comunicación de esas vías, obstáculos y formas de resolverlo, mientras más explícitos, fluidos y claros sean, creo que vamos a poder conseguir un apoyo o mantener el apoyo ciudadano que nos trajo hasta acá.

La polarización a la que alude también ha quedado reflejada en la convivencia interna del oficialismo en estas dos semanas. ¿Cómo hay que enfrentar ese desafío?

Tenemos un pacto de gobierno que está estructurado en base a dos coaliciones políticas, y eso es una innovación. Lo que hemos estado tratando de hacer estas primeras dos semanas, e incluso antes de asumir, es poder invertir en las relaciones que tenemos que tener entre quienes somos distintos. Hoy día constatamos que somos dos coaliciones y se nos plantea un desafío, que es una provocación interesante, de si en este camino vamos dándonos cuenta de que estamos en un mismo horizonte estratégico en torno a los cambios que Chile debiese tener, si debiesen o no seguir siendo dos coaliciones o sencillamente siendo una.

Poco contribuye el gobierno a armonizar esa convivencia cuando, por ejemplo, le pone urgencia al proyecto de amnistía, donde hay diferencias en el oficialismo...

Ahí yo tendría un matiz en la premisa. No conozco una posición dentro de las dos coaliciones que sea contraria a aprobar ese proyecto. Lo que hay es una diferencia respecto del tiempo en el que se debería poner en votación por los efectos políticos que podría tener, ganar o perder esa votación.

La peor versión

Pero eso generó molestia. Lo vimos.

Lo que pasa, tal como lo conversé con la bancada del PS en el Senado y también con la bancada del PPD en un almuerzo que sostuvimos, es que cuando no hay relaciones humanas, cuando no nos conocemos, cuando no hemos trabajado juntos o juntas, hay veces donde las acciones que puede emprender la otra persona son leídas como la peor versión posible de lo que hizo el otro o la otra. Probablemente si es que es alguien muy cercano, alguien con quien has trabajado toda tu vida y hace lo mismo, tú vas a ver la mejor versión posible de lo que hizo. Así lo hemos conversado. No estamos acá para hacernos amigos de todos los que sean de distintas coaliciones, si eso viene de añadido, enhorabuena, pero estamos acá para ponernos de acuerdo en torno a aquellas cosas que como gobierno nos comprometimos a hacer, que sabemos que estamos de acuerdo en la mayoría de esas cosas, entonces el tono de la música, los tiempos es una cuestión que vamos a tener que mejorar en la comunicación, en la fluidez, y eso yo también lo asumo como autocrítica. Y, al mismo tiempo, vamos a tener que trabajar en equipo en las críticas, cuando salgan diferencias ver cómo las procesamos para que no se omitan, pero tampoco demos hacia afuera la sensación de que eso nos está fracturando, porque pueden ser diferencias que se manejen en otros tiempos, de otras formas y creo que pueden ser mucho mejor procesadas de lo que lo hemos hecho estas dos semanas.

¿El mensaje es entonces lavar la ropa sucia en casa?

Es que fue un consenso hoy día, lo dijeron los mismos parlamentarios en sus intervenciones, que las diferencias las tratáramos de procesar de manera interna.

Algunos parlamentarios han advertido la ausencia de una agenda clara del gobierno, acusan cierta improvisación también en la instalación de los ministros...

Discrepo en cuanto a la agenda; en dos semanas hemos logrado aprobar un proyecto de ley en todo su trámite, que es el proyecto de ley Mepco, que es importante para las personas que hoy día dependen muchas veces del uso del automóvil. También logramos convencer a la inmensa mayoría de los parlamentarios y parlamentarias de que era necesario tener una salida del estado de excepción constitucional en el norte, lo cual sabemos que para nuestro sector era algo sensible, pero logramos sortear también esa tarea. Ingresamos el proyecto de ley de Escazú para poder permitir que esto tuviera una tramitación y podamos recibir la Conferencia de las Partes en el mes de abril ojalá con este tratado ya ratificado por el Congreso. Por lo tanto, para dos semanas, que en la práctica son seis días legislativos, que si uno le resta los primeros que fueron de instalación, es bastante poco tiempo. Yo no consideraría que no hay agenda. Ahora lo que se viene para adelante es cierto, es una agenda mucho más atractiva que la que hemos tenido estas dos semanas. Hemos planificado ciertas cosas, nada de lo que me toca a mí realizar e imagino que les pasa a mis colegas ministros y ministras, la gran parte del día termino corriendo en cosas que uno no planificó, sino que van ocurriendo por la contingencia. Entonces, yo diría que tengo ocho horas de trabajo que son planificadas y se añaden unas cuatro horas de trabajo al día, por lo menos de contingencias. Entonces no hemos podido desplegar todo lo que teníamos planificado, algunas cosas son más complejas de lo que uno diseñó antes de tener los datos, antes de conocer el personal, todavía no logramos instalar todos nuestro equipos, porque sigue habiendo algunos, muchos ministerios, cargos que no quedan vacantes. Hay cosas tan básicas como contratas o personas que estaban trabajando y que se tomaron las vacaciones durante este mes, entonces estamos con equipos incompletos durante todo el mes de marzo, y recién en abril esos equipos se constituyen. Entonces, esa es una suma de cosas que uno no tiene necesariamente presupuestado y que yo diría van a empezar a funcionar de manera más fluida y mejor día tras día...

Pero hay designaciones que son propias del gobierno. Hay cargos pendientes...

Es cierto el punto, y nos hemos tomado un poco más de tiempo, porque la complejidad de las coaliciones, es decir, su diversidad, sumado a nuestro principio de tener paridad también en el nombramiento, y poder generar una estructura que cumpla con cuadros técnicos calificados, con experiencia a nivel territorial, con validación de los ministerios y validación de género y al mismo tiempo con un balance de las fuerzas políticas que están acompañando al gobierno es algo difícil.

Escuchándolo, ministro, parece que le encuentra sentido a esto de ‘otra cosa es con guitarra’, ¿no?

Nunca he sido bueno para tocar la guitarra, hubo un tiempo en pandemia que traté de aprender, pero me parece que nadie dentro de nuestras filas, menos mal, dijo que esto iba a ser fácil, y que esto era “pan comido” como diríamos. Y que “como la gente era tan inepta de no poder gobernar bien”, no... alguien podría asumir que otra “cosa es con guitarra”, pero nosotros nunca dijimos que iba a ser sencillo, que es donde creo aplica un poco el dicho.

Dijeron que el gobierno de Piñera era el peor gobierno de la historia...

Bueno...

Ahora va a decir que mira de manera distinta, con más de indulgencia, al gobierno de Piñera...

Calificativos más o calificativos menos, la mala evaluación que tenemos del gobierno de Sebastián Piñera, por un lado, no nos convierte en peritos respecto de gobernar y tampoco nos exime del estándar que tratamos de expresar en materia valórica, programática, ideológica. Así que estamos manos a la obra. Pero quien quiera evaluar a un gobierno por las dos semanas de instalación, creo que se apresura un poco.

¿Asume improvisación -por ejemplo- en el viaje a La Araucanía de la ministra Siches?

Más que improvisación, lo que hay es un interés de algo complejo que es tratar de juntar a distintos mundos que durante mucho tiempo estuvieron polarizados y muy distantes, y tratar, al menos los que quieran contribuir, de presentar un relato común que nos permita sanar ciertas heridas. Algunas que son más recientes, desde el estallido, otras que son más lejanas, por todo el conflicto histórico entre el Estado de Chile y el pueblo-nación mapuche, y qué decir, la más reciente que es la crisis migratoria entre quienes habitan las comunas y quienes han ingresado al país en busca de nuevas oportunidades, y también quienes han venido a delinquir y que, por cierto, hay que abordarlo de una manera fuerte. Todas esas son situaciones donde el Estado está intentando mediar, y para poder mediar en general hay que tratar de empatizar con las distintas situaciones que ocurren, y eso muchas veces genera mensajes que puedan chocar a las audiencias contrarias. Pero vamos a insistir y a confiar en ese esfuerzo de resolución de conflictos más que de apertura.

Que de dos autoridades, una hable de presos políticos y otra niegue su existencia da la sensación, al menos, de desorden interno o falta de un relato común en el gobierno...

Después de que ocurrió esa controversia, todas las partes que han sido catalogadas como que estaban en partes distintas, tenemos una síntesis común: no hay presos de conciencia en Chile. Pero hay situaciones muy complejas de procedimientos policiales y/o judiciales, que son muy complejos, que no están resueltos y que nosotros decididamente queremos abordar. Las personas que están informadas de estos temas saben que han ocurrido episodios muy complejos de montajes policiales y de dificultades en materia judicial o de ejecución de penas que debemos abordar. Entonces, quizás pongamos lenguaje común. Puede que haya habido una dificultad que nos permite aclarar en lo que estamos de acuerdo como gobierno. Por lo tanto, ese episodio, que sí fue evidentemente un momento en el que se advierte una contradicción, nos permite hacer una síntesis de algo en lo que estamos profundamente de acuerdo.

“Ha sido ripioso el comienzo, lo concedo”

Su propio debut como ministro ha sido ripioso y lo que se nota es cierta resistencia de los senadores socialistas a su persona. ¿Usted lo nota así?

No tengo ningún problema y entiendo, después de la reunión, que producto de que no nos conocemos bien, de que no tenemos los vínculos de confianza, que son muy necesarios para enfrentar estos procesos que son intensos, es que ha sido ripioso el comienzo. Lo concedo. Pero estoy bastante convencido de que vamos a ir mejorando y pavimentando una relación para que deje de ser ripioso y sea mucho más fluido.

¿Asume que se equivocó en su propio debut, por ejemplo, cuando pretendió tener algún rol en la mesa de negociación del Senado con la urgencia al proyecto de indulto?

Hay muchas cosas que puedo mejorar y estoy súper consciente en general, me gusta que todas las críticas constructivas que me hacen poder procesarlas y mejorarlas. En eso, en mí los parlamentarios y también el gabinete van a encontrar a alguien receptivo, incluso con mis equipos también lo soy. Creo que en esos dos episodios que mencionas hay varias cosas a mejorar, a pesar de que lo primero, respecto de la negociación de la Cámara, tuve siempre una relación muy fluida con el actual presidente del Senado para informarle cada una de las cosas en las que yo estaba conversando. Las alternativas que estaban expuestas ahí no me correspondía a mí decidirlas, sino simplemente exponerlas y al mismo tiempo manifestar con mucha fuerza que era necesario generar el acuerdo más amplio posible, que eso fue siempre lo que yo al menos les manifesté. Respecto del tema de las urgencias, tuvimos una muy buena reunión el día lunes con los jefes de bancadas para ver las distintas urgencias y probablemente en un tema que fue sensible, porque lo mencioné al final, no lo mencioné como algo zanjado. Encontré en principio buena recepción respecto del hecho de que se discutiera lo antes posible el proyecto de amnistía, pero efectivamente no les confirmé que lo iba a hacer. Y ahí concedo que hay una posibilidad de haberles dicho en ese momento y probablemente se habría resuelto.

15 DE MARZO DE 2022/VALPARAISO El ministro de la Secretaría General de la Presidencia, Giorgio Jackson (d), se reúne con el Presidente del Senado, Álvaro Elizalde (i) y la vicepresidenta Luz Ebensperger (c), de cara a definir las prioridades legislativas. FOTO: LEONARDO RUBILAR CHANDIA/AGENCIAUNO

¿Le gusta el Senado? ¿Le gustaría mantenerlo en una nueva propuesta constitucional?

Me parece que es virtuoso lo que puedan llegar a lograr las y los convencionales a este respecto. Creo en la inteligencia colectiva, así que creo que lo que puedan hacer en conjunto y llegar como síntesis puede ser algo bueno.

El gobierno todavía no ha definido qué rol va a jugar justamente para la campaña del plebiscito. ¿Usted considera, por ejemplo, la llamada del convencional Barraza de que el gobierno y el Presidente Boric se la tienen que jugar por una de las opciones, en este caso del apruebo?

Creo que no hay nadie en Chile que crea algo distinto a que el Presidente Gabriel Boric está totalmente comprometido con la promulgación de una nueva Constitución.

¿Está preocupado por el devenir del proceso constituyente?

A mí en lo particular, viendo lo que ocurre en el proceso constituyente, me preocupa que las condiciones bajo las cuales han tenido que trabajar tanto convencionales como sus asesores, creo que no son las óptimas para poder llegar a los encuentros y acuerdos que necesitamos todos y todas. Por lo tanto, está muy estresado el proceso y eso, por cierto, me preocupa. Hasta ahora no hay ninguna norma en particular que haya sido aprobada, estamos a viernes, que yo diga que implica una preocupación mayor. Por lo tanto, hoy creo que el proceso se ha ido conduciendo.

¿Cuando escucha a Daniel Jadue, usted escucha a Daniel Jadue o escucha una sensibilidad del PC sobre la que hay que hacerse cargo?

No sé con quién ha llegado a la elaboración de lo que él transmite, pero por lo que tengo entendido, no es la visión de su partido político, sino más bien la visión que ha transmitido como líder y edil de la comuna de Recoleta. D