Sobre la mesa hay un artículo que -por estos días- el ministro del Interior, Gonzalo Blumel, ha puesto entre sus lecturas de cabecera: We’re not going back to normal, se lee en el título del texto firmado por Gideon Lichfield de la revista MIT Technology Review. Blumel lo hojea en momentos en que La Moneda impulsa la estrategia del “retorno seguro”. Pero el ministro sabe que nada volverá a ser como antes y que la convivencia cambiará por efecto de la crisis sanitaria. En esa línea, pide repensar el calendario electoral programado en el país y llama a la oposición a atenuar las diferencias con el gobierno para enfrentar los duros efectos económicos que dejará el paso del coronavirus.

La crisis sanitaria dio una suerte de aire nuevo al gobierno que enfrentaba con serias dificultades el estallido social. ¿Cómo lo ve usted?

Más que un aire al gobierno, este ha sido un momento muy especial para la sociedad, para los países en el mundo. La principal lección de la pandemia es la humildad... La experiencia del último mes y medio nos habla de la importancia de las instituciones sanitarias, de la institucionalidad fiscal, que ha permitido hacer un plan económico robusto, y también de las instituciones de seguridad, de las Fuerzas Armadas, de las policías, que han cumplido un rol esencial en la crisis sanitaria. Esta pandemia nos ha permitido valorar las instituciones, el rol que cumplen las autoridades y la importancia de recuperar su valor.

También les permitió recuperar la agenda, el gobierno subió en las encuestas…

Sí, lo que pasa es que cuando hay una crisis, el rol de las instituciones y el rol de la autoridad, en este caso ejercida por el gobierno, es fundamental. Finalmente, lo que ha hecho el gobierno ha sido actuar con la máxima prontitud e intensidad acorde a la gravedad de la crisis.

En su caso en particular está a punto de cumplir seis meses como ministro del Interior. ¿Qué evaluación personal hace? Le tocó liderar el tema del orden público…

A lo que he estado abocado desde el primer día ha sido a construir puentes de diálogo y acuerdo entre el gobierno y la oposición, pero también con distintos actores sociales para enfrentar las grandes crisis que nos ha tocado en estos seis meses que, sin duda, han sido los seis meses mas difíciles de las últimas tres décadas... Esa vocación de diálogo, de buscar acuerdos, se ha materializado en hitos que han sido importantes: el acuerdo constitucional, el acuerdo por la reforma de Carabineros y también la mesa social Covid, que ha sido una instancia necesaria y muy importante para poder canalizar, coordinar y reducir las diferencias en torno a la necesaria unidad que se requiere para la conducción sanitaria de la crisis. Y, en segundo lugar, en mi rol de ministro responsable de la seguridad pública, lo fundamental ha sido trabajar para abordar los graves desórdenes públicos y hechos de violencia que nos tocó enfrentar desde octubre, que fueron progresivamente reduciéndose hasta prácticamente desaparecer entre marzo y abril y, también hay que reconocerlo, influido por la pandemia.

¿Estaría controlado el orden público sin pandemia? Hasta antes de eso seguían focos de desórdenes…

Las cifras muestran que, de octubre a la fecha, se venían reduciendo los grandes eventos y hechos violentos en materia de orden público desde 100 aproximadamente por día en octubre, a 40 en noviembre. En marzo tuvimos un leve aumento, pero cuando se gatilló la parte más difícil de la pandemia, eso se redujo prácticamente hasta desaparecer. El gobierno se había preparado y estaba trabajando para tener mejores capacidades policiales, de inteligencia y de seguridad pública. Por supuesto, hemos seguido trabajando para poder asegurar no solo las medidas sanitarias, sino también para asegurar el orden público y reducir y combatir los delitos violentos.

El control del orden público se ha dado en medio de medidas de contención social muy duras: toque de queda y cuarentenas obligatorias...

Esta no es la normalidad en materia de funcionamiento de la sociedad y las instituciones de seguridad. Pero ha sido una oportunidad, precisamente, para avanzar en mejorar las condiciones de orden público y seguridad ciudadana.

¿Teme que exista un rebrote de la crisis social? Varios han advertido que eso podría suceder…

Ahora depende en gran medida de lo que hagamos, de lo que hemos hecho y de lo que vamos a seguir haciendo. Desde ese punto de vista, Chile no va a volver a ser lo que fue previo a octubre. No vamos a volver, por cierto, al 17 de octubre, porque ese país ya quedó atrás, pero tampoco podemos permitirnos volver a la polarización extrema y la violencia del 18 de octubre. Por lo tanto, para que no haya rebrote de violencia -junto con fortalecer y mejorar las capacidades policiales y el sistema de inteligencia de nuestro país- lo más importante es que tenemos que consolidar la respuesta política a esa crisis.

¿Cuánto perjudica al gobierno tener un liderazgo en la crisis sanitaria como el del ministro de Salud, Jaime Mañalich, quien ha sido duramente criticado? Usted dijo que los ministros no deben enfrascarse en polémicas innecesarias.

Efectivamente, lo que tenemos que hacer es cuidar la unidad y la conducción. Tenemos que lograr una conducción unitaria y la máxima colaboración entre todos los actores para enfrentar esta crisis del Covid. Pero más allá de las polémicas, el ministro Mañalich ha hecho un gran trabajo junto a su equipo. Soy testigo de la seriedad, del profesionalismo, del rigor, el método científico que han aplicado para diseñar las estrategias sanitarias para Chile. Es el ministro adecuado, en el momento preciso y creo que es fundamental que todos apoyemos con fuerza a la autoridad sanitaria, porque es el único camino que tenemos para enfrentar eficazmente esta pandemia.

Esperan que no vuelva a protagonizar polémicas de este tipo...

Estamos trabajando activamente para lograr la máxima colaboración y unidad de propósito en torno a esta pandemia. El Presidente nos ha pedido actuar con sentido de unidad, evitar las polémicas y enfocarnos en lograr los objetivos que se han diseñado para enfrentar la pandemia.

¿Cree que la oposición durante la crisis sanitaria ha actuado de manera similar a como lo hizo durante el estallido social?

Hoy se requiere muchísimo más, dada la gravedad de la crisis y sus consecuencias. Se puede ser oposición a un gobierno, pero no se puede ser oposición a la lucha contra una pandemia. Por eso, hoy necesitamos dos cosas fundamentales para enfrentar esta crisis. La primera es la unidad de propósito en torno a los objetivos que tenemos que tener entre el gobierno y la oposición. Y, en segundo lugar, transmitirle certezas a la ciudadanía.

¿Cree que la oposición “no ha dado el ancho” en esta crisis?

Creo que puede ser muy duro lo que estamos enfrentando y lo que venga, por lo tanto, se necesita la colaboración de todos. Y esa es la decisión que tenemos que tomar: colaborar o enfrentar las graves consecuencias que esta crisis pueda generar, por lo tanto, llegó la hora de pausar o atenuar nuestras diferencias y trabajar en conjunto entre el gobierno y la oposición para enfrentar de la mejor forma posible esta pandemia.

¿En qué no ha habido colaboración?

No es tanto un problema de los votos en el Congreso, tiene que ver con la actitud que ciertos sectores de la oposición, no toda la oposición, adopta frente a cada medida o iniciativa que propone el gobierno, por ejemplo, cuando se plantea que son todas las iniciativas lentas o insuficientes...

¿Hace alguna una autocrítica como gobierno? Por ejemplo, impulsaron una estrategia de nueva normalidad sin consultarle a nadie y terminaron instalando un nuevo concepto de “retorno seguro” para explicarlo mejor…

No hay guión perfecto para enfrentar la crisis y la duración de la pandemia es incierta, pero tenemos que prepararnos y acostumbramos a vivir de una manera distinta... El plan del Presidente tiene tres criterios fundamentales: cuidar la salud de las personas y regirse por criterios sanitarios; tiene que ser en forma gradual y con flexibilidad, porque la situación es incierta, y lo tercero, es que tenemos que proteger el bienestar y el ingreso de las personas para darles certeza y seguridad para enfrentar esta crisis.

Llegó la hora de pausar o atenuar nuestras diferencias y trabajar en conjunto entre el gobierno y la oposición para enfrentar de la mejor forma posible esta pandemia.

Gonzalo Blumel

El problema -quizás- es que hay triunfalismo en el gobierno y se adelantaron a hablar de nueva normalidad...

La prioridad fue generar las condiciones sanitarias para aplanar la curva y eso ha permitido tener resultados por debajo de las primeras proyecciones, pero también el Presidente nos ha pedido que nos preparemos y nos anticipemos para enfrentar estos nuevos tiempos que vienen y las consecuencias de la pandemia. Lo que estamos haciendo es ir progresivamente preparando los planes para la nueva normalidad, pero no hay ningún triunfalismo, porque esta es una historia en desarrollo.

¿Cuánto compromete la crisis económica la agenda del gobierno que se venía trabajando a raíz del estallido social? Por ejemplo, la reforma a las pensiones.

Por supuesto que afecta, cuando tengamos tasas de desempleo de dos dígitos se hace mucho más difícil hacer reformas sociales, pero no por ello va a ser imposible. Y, por lo tanto, completar el acuerdo previsional -porque ya se aprobó una primera ley, que es la que aumentó el pilar solidario- sigue siendo un propósito fundamental. Es la reforma social más importante que nos queda pendiente y la crisis económica y social nos tiene que llevar no a postergar esa reforma, sino que a abordarla con más flexibilidad y más inteligencia para compatibilizar ambos objetivos: mejorar las pensiones, pero cuidar el mercado laboral.

¿Harán modificaciones en el contenido?

Es posible que a la luz de las circunstancias tengamos que hacer algunos cambios.

¿A la baja?

Eso lo está trabajando el Ministerio del Trabajo y de Hacienda. No a la baja, sino posiblemente en torno a la gradualidad.

¿Pero se plantearán una reforma más modesta?

No necesariamente más modesta, sino que reformas que vamos a tener que hacerlas con la profundidad que se necesita, porque la pandemia no es excusa para hacer los cambios sociales que se necesitan, pero vamos a tener que hacerlo con más flexibilidad y apertura.

Este domingo se iban a enfrentar al plebiscito, donde la opción de una nueva Constitución era la alternativa más probable de triunfo, ¿cree que ese escenario ha cambiado?

Eso es algo que se va a decidir democráticamente cuando se realice el plebiscito y, por lo tanto, no creo que corresponda anticipar juicios.

¿Están las condiciones para realizar el plebiscito de octubre?

Lo primero es que el Congreso acordó un calendario constitucional que está vigente. Sin embargo, hoy día la prioridad es combatir la pandemia, que no sabemos cuánto tiempo se va a extender. Y, por lo tanto, en su minuto debemos evaluarlo, conversar republicanamente en función de la realidad sanitaria y lo primero, insisto, es cuidar la vida y la salud de las personas.

¿Cuándo debe darse esa discusión?

La campaña empieza 60 días antes, por lo tanto, el trimestre previo seguramente vamos a discutir si tenemos las condiciones, pero hay un calendario vigente, debe cumplirse sujeto a la realidad sanitaria.

El Presidente Sebastián Piñera con el ministro Gonzalo Blumel en los comités de emergencia por Covid-19.

El calendario vigente lo puso en cuestión el Presidente Piñera, quien dijo que había muchas elecciones simultáneas….

Pero no se refería tanto al calendario constitucional, que insisto, vamos a tener que mirarlo a la luz de la realidad sanitaria, sino a algunos casos particulares, que creo que es necesario discutirlo sin estridencias, como, por ejemplo, juntar la elección de los gobernadores regionales con la de los consejeros regionales, parlamentarias y presidenciales. Hoy día, el cronograma contempla siete u ocho elecciones en un período muy corto de tiempo, desde el plebiscito de octubre hasta la segunda vuelta presidencial del año 2021. Si podemos darle un poco más de racionalidad, por ejemplo, juntar procesos electorales que por naturaleza debiesen ir juntos, procesos de elección de autoridades regionales que están distanciados por solo seis meses. Obviamente ese es un debate válido que debiésemos evaluar en su mérito.

¿Pero están inclinados a mover esas elecciones?

Lo que pasa es que tiene varias ventajas. Lo primero es que permite juntar dos elecciones que son de la misma naturaleza; en segundo lugar, permite racionalizar el cronograma electoral, y en tercer lugar, evitaría acotar el período de los consejeros regionales, que en el cronograma actual se les acorta su mandato por seis meses. Porque primero se realiza la votación de los gobernadores regionales y después la de los consejeros regionales, y por ello, los consejeros regionales han apoyado la idea de usar ambas elecciones y, dado que hay solo seis meses de diferencia, tiene bastante sentido.

Mover la elección de gobernadores es un tema más allá de la pandemia, hay un trasfondo político…

Es un tema, por cierto, más político, pero como no sabemos con certeza cuánto tiempo se va a extender la pandemia, hace todo sentido el racionalizar el cronograma electoral si es que muy probablemente la pandemia se puede extender por lo menos por este año y parte del próximo año, al menos mientras no se descubre la vacuna para combatir el Covid.

¿Y no responde a que no tienen candidatos competitivos?

No tiene ninguna relación con ello. Tiene que ver con los procesos electorales, asegurar las condiciones para que sean lo más seguros, participativos posibles y darle una cierta racionalidad al cronograma electoral.

Pero igual les convendría…

No, no hay una decisión de conveniencia o inconveniencia desde la perspectiva de una u otra coalición. En esto lo que tiene que ir a regir es un principio de imparcialidad, que sea un criterio general democrático el que rige la decisión.