Basta encender el televisor en Sao Paulo para darse cuenta de la penetración del fenómeno evangélico en Brasil. De las prédicas en TV Templo, que pertenece a la Iglesia Universal del Reino de Dios, se puede pasar al espacio del pastor neopentecostal Juanribe Pagliarin, fundador de la Comunidad Cristiana Paz y Vida, en TV Gazeta, no sin antes ver el programa SOS Espiritual en TV CBI. Y la oferta sigue.
En Brasil, un país donde viven 215 millones de personas mayoritariamente católicas, pero con una influencia creciente de las iglesias evangélicas, el 59% considera la religión como un factor importante a la hora de decidir el voto, según la consultora Datafolha. De ahí los esfuerzos de Luiz Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro por conquistar ese voto, en lo que la prensa denominó una “guerra religiosa”, esfuerzos que continuaron hasta la recta final de la campaña.
“Llevar el debate al campo de la religión y las costumbres facilita (a los candidatos) el trabajo para aumentar el rechazo del adversario con temas que apelan a lo emocional”, explicó Leandro Consentino, politólogo del instituto Insper, a France Presse.
“Los católicos no necesariamente van a la iglesia todo el tiempo, los evangélicos sí, y eso crea la sensación de que el voto no es individual y debe partir de una especie de comprensión identitaria”, explica a Ansa la antropóloga Jacqueline Moraes Teixeira, profesora de la Departamento de Sociología de la Universidad de Brasilia.
“Por eso, cuestiones como la libertad religiosa y el miedo a que se establezca el comunismo y prohibir las comunidades religiosas afectan mucho más al voto evangélico que al católico. Los evangélicos son más susceptibles a cuestiones vinculadas al conservadurismo y la derecha cristiana”, dice.
Desde el inicio del período de campaña legal en agosto, cuatro encuestadoras monitoreadas por Reuters -Ipec, Datafolha, AtlasIntel y Quaest- muestran a los evangélicos como el principal grupo de apoyo del presidente brasileño, donde Bolsonaro tiene el mayor porcentaje y la mayor ventaja sobre Lula en comparación con cualquier otro estrato social o de género.
En las proyecciones de todas las encuestas para la segunda vuelta de hoy, las cuatro encuestadoras proyectan que el candidato a la reelección obtendrá votos de más del 60% de los votantes evangélicos, estimado por los institutos en alrededor del 30% del total del electorado.
Más en detalle, una herramienta del Cebrap (Centro Brasileño de Análisis y Planificación) que reunió 146 encuestas electorales realizadas desde febrero hasta ahora, muestra que, en promedio, Lula cuenta con el apoyo del 54,5% de los católicos, y Bolsonaro, del 38,5%. En cambio, el candidato del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) se queda con el 31,5% de los evangélicos y su rival con el 60,5%. Entre los votantes sin religión, el 61% favorece al expresidente y el 29,5% al actual. En general, Lula tiene un 48,5% de apoyo y Bolsonaro, un 43,5%, situación similar al resultado de la primera vuelta.
Estos números no son nuevos para Bolsonaro, ya que la encuesta de Datafolha en vísperas de la segunda vuelta en 2018 proyectó que el excapitán de Ejército tendría una proporción similar de votos evangélicos en las urnas, pero demuestran el éxito del actual presidente y su campaña para mantener estos lazos.
“La creciente comunidad de evangélicos protestantes de Brasil votó fuertemente a favor de Bolsonaro en 2018 y está a punto de hacerlo nuevamente este domingo. De hecho, algunas encuestas sugieren que Bolsonaro puede ganar siete de cada 10 votos evangélicos. Dado que más del 30% de los brasileños pertenecen a iglesias protestantes, eso es significativo. En 1980, cuando el gobierno militar estaba llegando a su fin, solo alrededor del 7% de los brasileños eran protestantes”, comenta a La Tercera el periodista y consultor británico especializado en América Latina Richard Lapper, autor del libro Beef, Bible and bullets: Brazil in the age of Bolsonaro (Carne, Biblia y balas: Brasil en la era de Bolsonaro).
“Dado que la elección se puede decidir por poco margen de votos, crecer electoralmente en ese segmento social se transforma en un punto clave en la elección presidencial de este domingo”, apunta Rafael Duarte Villa, cientista político y académico de la Universidad de Sao Paulo. “Y Bolsonaro hasta ahora tiene más apoyo en ese segmento social religioso por dos motivos: los principales líderes evangélicos son partidarios de Bolsonaro, por lo tanto, las iglesias evangélicas fueron transformadas por el bolsonarismo en lugares de disputa electoral a favor de Bolsonaro, con fuertes presiones sobre los feligreses para que direccionen el voto en el presidente; y segundo, Michelle Bolsonaro es evangélica y la campaña ha concentrado fuertemente la participación de la primera dama, procurando fundamentalmente aumentar el voto evangélico de mujeres y sectores más pobres”, comenta el experto a La Tercera.
En efecto, Bolsonaro, que es católico (al igual que Lula), tiene a su lado a los principales pastores neopentecostales del país, como Silas Malafaia, de la Asamblea de Dios Victoria en Cristo, y Edir Macedo, de la Iglesia Universal del Reino de Dios y dueño de TV Record.
En los últimos meses, las iglesias evangélicas de todo Brasil se convirtieron en los principales baluartes de la campaña del presidente y el escenario ideal para vender su pauta de costumbres, además de las falsas acusaciones de que Lula cerrará templos religiosos en un posible nuevo gobierno. De hecho, Silas Malafaia, ante sus 10 millones de seguidores en redes sociales, lanza ataques al petista, tildándolo desde “mentiroso” a “alcohólico”.
Y este viernes, en el último debate presidencial, transmitido por TV Globo, Bolsonaro aprovechó la oportunidad para atacar a Lula en temas valóricos. “Usted es abortista, pro-drogas y lo más grave, pro-ideología de género”, lanzó contra su rival. “Yo estoy en contra del aborto y mi esposa está en contra del aborto”, rebatió el petista.
“Una batalla velada”
“La batalla electoral por el voto evangélico en Brasil se debe a la enorme cantidad de evangélicos, cerca del 30% de la población, del electorado, esto representa algo así como ¡40 millones de personas, de votos! Cuando el candidato presenta programas de gobierno compatibles con la fe cristiana, el resultado es un retorno electoral garantizado”, dijo a La Tercera el pastor y diputado federal por Sao Paulo, Marco Feliciano, uno de los principales bolsonaristas del medio evangélico.
Feliciano pone en contexto la expectación por esta verdadera “guerra santa” por el voto evangélico. “Siempre ha habido una batalla velada por el voto evangélico en Brasil, solo que esta vez la disputa es más encarnizada porque ha sido más explotada. También está el hecho de que la izquierda ya ha expresado su apoyo a agendas anticristianas, como la aprobación del aborto, la ideología de género, la liberación de drogas y contra el encarcelamiento de delincuentes contumaces”, detalla.
Lapper ahonda más sobre ese punto. “Creo que se debe principalmente a la asociación del PT con la política liberal e identitaria. Muchos en la izquierda desprecian a los evangélicos como socialmente retrógrados y no han hecho lo suficiente para hacer campaña entre los miembros de la iglesia, muchos de los cuales son desesperadamente pobres. La campaña del Bolsonaro ha explotado esta ventaja con una campaña de fake news que alega que Lula planea cerrar iglesias”, argumenta quien fuera editor de América Latina del diario Financial Times entre 1998 y 2008.
A juicio del pastor y diputado del Partido Liberal, “el pueblo evangélico prefiere votar por el Presidente Jair Bolsonaro, porque es el único que está en sintonía con la abrumadora mayoría de los grandes líderes evangélicos, y por presentar un programa de gobierno acorde con las costumbres judeocristianas en defensa intransigente de la familia tradicional y los lineamientos denominados pautas de costumbres”.
Pero no se trata de una visión monolítica. Un grupo de 70 líderes religiosos de diferentes iglesias evangélicas publicó una declaración de apoyo a Lula en la segunda vuelta contra Bolsonaro. El documento incluye fuertes críticas al actual presidente, llamado “anticristo manifiesto por su odio a todo y a todos los que Jesús amaba y por los que murió y resucitó”.
El texto fue firmado por el colectivo Fraternidad del Evangelio, fundado en septiembre de 2021, ante las amenazas de golpe de Bolsonaro. El llamado fue hecho por Caio Fábio D’Araújo Filho, fundador del movimiento Camino de Gracia y una de las personalidades más importantes en la historia del movimiento evangélico en el país, habiendo presidido la Asociación Evangélica Brasileña durante casi 10 años.
“El bolsonarismo se apropia de fantasmas que no existen para intentar satanizar un posible gobierno de Lula”, dijo el expastor presbiteriano. “En este gobierno, algunos pastores se convirtieron en ayatolas, liberando fondos de los gobiernos”, denunció, en declaraciones citadas por el portal G1.
El propio Lula, en un intento por avanzar en el segmento del electorado dominado por Bolsonaro, lanzó una carta dirigida al “pueblo evangélico”, donde destaca su compromiso con la defensa de los logros del segmento. Señala la prioridad de ayudar a los más pobres y cita el pasaje bíblico “la verdadera religión es cuidar de los huérfanos y de las viudas en sus dificultades”.
“Todo el mundo sabe que nunca hubo ningún riesgo para el funcionamiento de las iglesias mientras yo era presidente. Al contrario. Con la prosperidad que ayudamos a construir, fue en nuestro gobierno donde más crecieron las iglesias, especialmente las evangélicas, sin ningún impedimento, e incluso tenían las condiciones para enviar misioneros a otros países”, dice un extracto de la carta, donde Lula también reitera que personalmente está en contra del aborto, pero recuerda que esta discusión no es del Presidente de la República, sino del Congreso Nacional.
“Brasil es -diría yo- bastante conservador socialmente, pero los evangélicos tienden a oponerse con mucha vehemencia a cosas como el matrimonio homosexual, la educación sexual en las escuelas, el aborto, y mucho menos a las preocupaciones identitarias marginales más radicales sobre los derechos de las personas trans”, opina Lapper. “Por el contrario, el partido de Lula, el PT, se ha vuelto muy abierto a todas estas cosas en los últimos años, agregando estas prioridades a demandas más antiguas de una mayor igualdad socioeconómica”, concluye.