Esa madrugada del 19 de enero pasado, a Eduardo Quijada Pereira (41), más conocido por los vecinos como el “Colorín”, lo hallaron muerto en la calle. Tenía balas en su cabeza y en su pecho y, a su lado, otras dos personas yacían muertas junto a él. El “Colorín” era una de las personas en situación de calle más queridas de la toma Nuevo Amanecer, ubicada en el sector norponiente de la comuna de Cerrillos, en la Región Metropolitana. Vendía papelillos con droga en el Parque Lo Errázuriz y vivía dentro de un ruco allí.
Ese lugar, estratégico para el persistente narcotráfico en ese sector de la comuna, era dominado por “los Troncoso” y “los Soto”, dos clanes familiares de chilenos que tenían parentesco entre sí. Su centro de operaciones eran los bloques de departamentos de la Villa Oreste Plath, al frente de la toma de Cerrillos.
“La muerte del ‘Colorín’ fue un golpe para los vecinos. Era muy querido por todos. Ahí a los habitantes del sector les quedó claro que había una batalla por tomar el control del negocio de la droga en el barrio y decidieron empezar a colaborar”, relatan cercanos a la investigación.
En eso mismo se fijó el fiscal de Alta Complejidad de la Fiscalía Metropolitana Occidente, José Solís, cuando perseguían a “los Troncoso”. Se dieron cuenta de que eran muy frecuentes los enfrentamientos a tiros con otra banda.
-Había muchos lesionados, porque un grupo de dominicanos del campamento cruzaban la calle América Indígena -que separa la villa de la toma- con armas en mano -explica el persecutor-. Intentaban tomar el punto de venta de “los Troncoso” en el parque y alrededor de la toma. Eso fue lo que nos llevó a investigar lo que pasaba al interior de la toma.
En esos lugares, “los Troncoso” y “los Soto” usaban a indigentes como “el Colorín” para vender droga. Por ese trabajo no les pagaban con dinero, sino con dosis de narcóticos. Varios de ellos quedaron lesionados en esos enfrentamientos.
Todo eso llevó a la Brigada de Investigación Criminal de Cerrillos de la Policía de Investigaciones (PDI) y al Ministerio Público a indagar en la toma. Para ello, los policías tuvieron que aprender nuevos oficios para trabajar como agentes encubiertos en la zona, al mismo tiempo que escuchaban más de 70 teléfonos que estaban pinchados con autorización judicial.
Allí se dieron cuenta de que un apodo generaba temor y respeto: “el Ballantines”, un ciudadano dominicano de nombre Onnys Johel Moreno Consoro (45), líder de una banda de miembros venidos de ese país. “Se trata de una estructura organizada, robusta, con un liderazgo desde el extranjero, con roles específicos, desde el manejo de la distribución de la droga, su venta, la compra de armas y la salida del dinero hacia el extranjero”, relata la prefecta Macarena Millacoy, jefa de la Prefectura Metropolitana Occidente de la PDI.
Entre la serie de homicidios que iban ocurriendo en el sector -que hoy se estiman en 15- y las escuchas telefónicas, los policías también entendieron que la caída de los líderes de “los Troncoso”, en octubre de 2019, y la de “los Soto”, en noviembre de 2022, generó un vacío de poder en la venta de estupefacientes en el sector. Y que los dominicanos, que se hacían llamar “los Siete”, estaban dispuestos a todo por ocupar ese lugar. Poder de fuego tenían de sobra.
Por ello, emisarios de Onnys Moreno visitaron en la cárcel al líder de “los Troncoso” para buscar una salida “pacífica” al conflicto. En un principio, los chilenos se negaron a ceder el territorio. La represalia no se hizo esperar: los dominicanos fueron a balear directamente las casas de los narcos chilenos en la Oreste Plath a principios de 2023. En uno de esos ataques se registraron 50 balazos a las casas de “los Troncoso”.
Esto derivó en algo que el fiscal Solís no se imaginó.
-Los dominicanos les ofrecieron un trato: ser los proveedores exclusivos de la droga que vendían “los Troncoso”. Los chilenos aceptaron. Y como empezaron a vender la propia mercadería de los dominicanos, el conflicto terminó y pudieron seguir trabajando.
Estaba sellado: el dominio de los dominicanos estaba afianzado afuera de la toma. Pero dentro del campamento ya había sucedido meses atrás.
Disciplina y poder en la Nuevo Amanecer
La toma Nuevo Amanecer surgió el 16 de julio de 2020. En plena pandemia, se corrió el rumor de que vecinos de la Oreste Plath, cansados de pagar arriendo, se iban a tomar ese terreno, abandonado tras el cierre del vertedero Lo Errázuriz. Pronto llegaron nuevos ocupantes: migrantes haitianos, venezolanos y peruanos de San Bernardo, Lo Espejo y La Cisterna. Ya no podían pagar sus arriendos en plena pandemia y necesitaban un lugar donde erigir una casa, recuerdan vecinos de la toma. El paño llegó a tener tres mil familias habitándolo.
En esos días, un nombre empezó a rondar entre la gente que quería tener un terreno en el sector norponiente de la toma: un tal “Ballantines”, como el whisky. Su nombre real era Onnys Moreno Consoro y con su venia, cada trozo de tierra del sector “dominicano” de la Nuevo Amanecer era entregado por cerca de $ 500 mil, con una conexión de electricidad asegurada.
-Cuando comienza la toma, ellos cobran por terreno. Y había un tipo que hacía de eléctrico y gásfiter. Entonces, al que no pagaba, no les instalaba ni luz ni agua, y al final los terminan echando de la toma, explica el fiscal Solís.
Moreno tenía una historia previa. Según su propio relato en causas judiciales, llegó al país el año 2013 por un paso no habilitado, vivió durante una semana en la calle y trabajó como vendedor en la Vega Central. En su país, República Dominicana, dejó cinco hijos. Allí, también, estuvo seis años preso en el centro penitenciario La Victoria de Santo Domingo por tráfico de drogas. En Chile, sus primeros antecedentes policiales lo sitúan el 2 de enero de 2017, en las afueras de la discotheque “Sofoque”, de Estación Central.
La madrugada de ese día fue detenido por tener en su poder un revólver Taurus calibre .38, con encargo por robo, que había sido disparado minutos antes. “Se desempeñaba como guardia de seguridad cuando ingresó el sobrino del dueño, con quien se produjo una discusión y extrajo un revólver con el el cuál lo encañonó”, fue la versión que siempre sostuvo Onnys Moreno, asegurando que el arma no le pertenecía. A pesar de ello, fue condenado a tres años y un día de libertad vigilada intensiva, y fijó como domicilio un departamento en calle Maruri, de Independencia.
En los informes emitidos por Gendarmería mientras cumplía su condena durante los años 2021 y 2022, Moreno dijo estar trabajando como mecánico de motos y como “repartidor de bidones de agua purificada”. A fines de 2022 se reclasificó su riesgo de reincidencia de “medio” a “bajo”. “Yo lo veía como alguien reservado, quitado de bulla, trabajador. Nada me hacía pensar de lo que se le acusa ahora”, reconoce una persona que conoció al “Ballantines” en ese periodo.
Al mismo tiempo que Onnys Moreno decía a la justicia que repartía bidones de agua, la PDI ya tenía una idea distinta de quién era realmente: un hombre de más de dos metros de altura, que en redes sociales ostentaba de sus lujosas vacaciones en República Dominicana. Su apodo se reiteraba en decenas de escuchas telefónicas. Esas conversaciones lo identificaban como el líder en Chile de “Los Trinitarios”, una poderosa banda transnacional que nació en el penal de Rikers Island, en Nueva York, Estados Unidos. Eso fue en 1993. Desde entonces, sus operaciones se han extendido incluso hasta España.
“El Ballantines”, explican fuentes de la investigación, tenía tres líneas de negocios que tenían como centro de operaciones la toma Nuevo Amanecer: la primera era la extorsión, principalmente a quienes le habían comprado un terreno.
“Incluso llegaron a quemar las casas de algunos que se negaron a entregar su dinero a la banda”, asegura el fiscal Solís.
Cuando ya no quedaban más terrenos que vender, indica el mismo fiscal, “Los Trinitarios” incursionaron con mayor fuerza en el negocio de la droga. Para ello, diseñaron un sistema muy organizado y jerárquico. En la extensa audiencia de formalización desarrollada hasta el martes pasado, se expuso que la droga, que se presume era traída desde Colombia, era transportada a un centro de lavado de autos o “carwash” al interior de la toma. Allí, el producto era dosificado y empaquetado en “bombas”: paquetes de 100 dosis que eran distribuidas en moto a los puntos de venta dentro y fuera de la toma.
Según los resultados de la investigación, “Los Trinitarios” vendían casi todas las drogas que son comercializables en el mercado: cocaína, marihuana, pasta base, éxtasis, LSD, ampollas de ketamina e, incluso, jarabes para la tos que contienen codeína, un fuerte sedante. Entre los vendedores de las “bombas” estaban las personas en situación de calle, quienes trabajaban en sistemas de turnos y eran siempre vigiladas.
Al término de cada jornada, miembros de la banda llevaban el dinero de las ventas a las “casas de cambio” que operaba la organización en Colina, Estación Central y al interior de la misma toma de Cerrillos. Allí, las millonarias ganancias se almacenaban y se convertían en dólares y en criptomonedas para ser enviadas a Estados Unidos, República Dominicana y España. “Tenían la precaución de que los envíos no fueran mayores a US$ 10 mil, porque así no se levantaban las alertas de la Unidad de Análisis Financiero”, afirman fuentes de la indagatoria.
Este negocio les dio a “Los Trinitarios” una gran cantidad de dinero durante años. Según estimaciones, una “bomba” de droga se vendía en dos horas, entregando un retorno de casi $ 500 mil pesos. Así, todos los días, hasta completar ganancias cercanas a los $ 100 millones mensuales. El otro negocio en el que incursionaron “Los Trinitarios” fue el de los burdeles. Pusieron dos locales que funcionaban como restaurantes de día y como discoteca y prostíbulo de noche. Uno de ellos era la Dubai City, que incluso llegó a tener su propio punto en Google Maps.
Capaces de superar al Tren de Aragua
La muerte a balazos del “Colorín” en el Parque Lo Errázuriz el 19 de enero pasado marcó un antes y un después para los vecinos del sector. Y, de pasó, le abrió las puertas a la PDI para contar con una serie de informantes. Una escena resume esa colaboración: en una secreta reunión, repartieron hojas en blanco a los vecinos. Allí, sin nombre, escribieron todo lo que sabían: nombres, apodos, patentes de vehículos y redes sociales de los dominicanos.
La disputa por la plaza de venta de drogas ya había dejado otras víctimas. El 28 de junio de 2023, otros tres indigentes, vendedores de droga que habían comenzado a trabajar con “Los Trinitarios”, fueron baleados. “Los mataron ya que esas personas consumieron las dosis que tenían que vender. Aunque no era tanta plata, ese no era el tema. Los mataron por la traición que cometieron”, dice el fiscal Solís.
Una de las víctimas de ese ataque sobrevivió. Recibió un balazo en su glúteo y cayó hospitalizado hasta diciembre. Temiendo por su vida, el hombre se convirtió en un testigo protegido de la causa. En su relato del ataque dio dos datos clave: quien habría apretado el gatillo era “el Sapo”, un venezolano vinculado al Tren de Aragua, acompañado del mismo “Ballantines”, Onnys Moreno. Hasta ese momento, según Solís, manejaban pocos antecedentes de “Los Trinitarios”. Solo sobrenombres de algunos cabecillas. Pocos de ellos tenían RUT chilenos y tampoco registraban causas judiciales en el país.
Tras el doble homicidio y al enterarse de que su nombre ya estaba en el radar de los investigadores, la PDI presume que Onnys escapó del país. Huyó, dice Solís, a través de un paso no habilitado. Por ello, cuando cerca de mil efectivos de la PDI hicieron un masivo allanamiento en la toma y en decenas de otros domicilios en la Región Metropolitana el pasado 5 de abril, Onnys Moreno no apareció. Se presume que actualmente está viviendo en Estados Unidos bajo una nueva identidad.
La presión política y mediática tras la seguidilla de asesinatos ocurridos en los últimos años al interior y en los alrededores de la Nuevo Amanecer puso en riesgo la investigación de la PDI y la Fiscalía Occidente. De hecho, el plan original era irrumpir en el campamento el 22 de marzo pasado. Pero un día antes, en una señal de fuerza, la alcaldesa de Cerrillos, la independiente Lorena Facuse, entró a la toma con Carabineros y máquinas. Ante las cámaras de televisión, el restaurante-discoteca Dubai y otra construcción, que la PDI tenía identificada como un punto de acopio de armas, fueron demolidos.
“La entrada de la municipalidad interfirió en la investigación, ya que algunos blancos se fueron. Era inviable comentarle a la alcaldesa sobre la investigación, ya que era reservada”, explica el fiscal Solís. Fuentes policiales también comentan que tras ese operativo, “Los Trinitarios” entraron en pánico y dejaron de usar buena parte de los 70 teléfonos que estaban siendo intervenidos.
La alcaldesa hoy se defiende. Explica que la situación era insostenible, después de años de abandono del Estado. “Yo no sabía de la investigación -dice la alcaldesa Facuse-. ¿Y qué quieren que haga? Si están matando gente en mi comuna, necesito que se hagan presentes. No me puedo quedar de brazos cruzados. Vengo esperando desde el 2021 a que hagan algo”.
En el operativo, la PDI encontró un kilo de droga en un domicilio de la misma toma, pero otros 30 kilos en el resto de las comunas donde tenían presencia. Además, hallaron $ 40 millones en efectivo en una de las casas de cambio y se detectaron más de US$ 6 mil en criptomonedas. También revólveres y pistolas de 9 milímetros automáticas, con cargadores alargados. Pero no encontraron las armas largas que “Los Trinitarios” lucían por redes sociales y que, con sorpresa, habían sido vistas por los mismos investigadores en el trabajo de inteligencia en terreno.
También hallaron un contenedor enterrado, en cuyo subsuelo funcionaba un indoor de marihuana, además de locales de imprentas que, se presume, eran usados para fabricar documentos de identificación falsos. A pesar de que existían denuncias anónimas de inhumaciones ilegales de cuerpos humanos, la PDI no encontró nada: usaron retroexcavadoras para remover la tierra en dos sitios donde eso podía haber pasado, sin éxito.
Lo más inesperado que encontraron adentro fue una santería. Además de una casa dedicada completamente a esto, hallaron altares utilizados, presumiblemente, para magia negra, así como un frasco con aceite y carne debajo de una cama, para protección. La conexión de “Los Trinitarios” con lo bíblico es evidente, dice Solís. De ahí el “siete”, número que se repite en pasajes de la Biblia, que ellos mostraban en sus fotos en redes sociales.
Esa jornada, la PDI detuvo a 42 sospechosos de estar asociados a “Los Trinitarios”.
Después de un largo proceso que duró casi dos semanas, todos quedaron en prisión preventiva. Se les indaga por asociación ilícita, narcotráfico y homicidio. Varios tenían más de un documento de identidad, con nacionalidades ecuatorianas y colombianas al mismo tiempo.
“Los Trinitarios”, señalan fuentes policiales, no opusieron resistencia a sus detenciones.
El día siguiente al allanamiento, Luis Antonio González fue detenido por la PDI en el aeropuerto de Santiago mientras intentaba entrar al país. La prefecta Macarena Millacoy señala que cuando supieron que González venía en un vuelo de vuelta, se coordinaron con Interpol de Panamá, donde haría escala, para evitar que se bajara en ese lugar y así capturarlo en suelo chileno.
Mientras que 23 de ellos están siendo representados por la Defensoría Metropolitana Sur, el resto de los aprehendidos aún manejan dineros que les permiten financiar abogados privados, un hecho que preocupa a los investigadores.
Millacoy señala un dato inquietante.
-Tenemos 15 homicidios en investigación relacionados con la banda. Dos de los detenidos están imputados por ese delito. Son homicidios que se produjeron porque, en algunos casos, las víctimas no dieron cuenta de algunos pagos, o se quedaron con droga, o no cumplieron órdenes dentro de la estructura.
Mientras que al fiscal Solís le llama la atención el poder que tuvieron “Los Trinitarios” para volverse la banda más poderosa de Cerrillos. Es tanto, que miembros del Tren de Aragua trabajaban para ellos.
-El Tren de Aragua se pudo haber metido fácilmente en la toma, pero no lo hicieron. No se les quisieron enfrentar. Ni la banda chilena, que era poderosa, pudo con ellos. Eso se explica por la forma en que “Los Trinitarios” operan: tenían un alto poder de fuego y eran decididos.
El fiscal sigue su argumento.
-Para ellos, el valor de la vida parecía no tener ningún sentido. Porque cada vez que había un problema, ya sea con los miembros de la banda o con alguien externo, los mataban.