Heraldo Muñoz no olvida la jornada del 19 de mayo -”uno de los días más bochornosos para la política”, dice. Tras varias peticiones, el exministro accedió a bajar su candidatura presidencial en favor de la abanderada del PS, Paula Narváez. Todo para competir en las primarias en las que también participarían Gabriel Boric (FA) y Daniel Jadue (PC). La historia es conocida: el veto de la izquierda más radical a la presencia PPD en la contienda terminó con Narváez como candidata única, pero fuera de las primarias.
Supongo que imaginaba un 2021 muy distinto. ¿Cómo ha vivido este proceso?
Han sido dos años muy intensos en términos políticos y personales. Y este año, con el despliegue de la candidatura y el hecho de que gané la primaria a un candidato potente como Francisco Vidal. Yo fui candidato presidencial en serio, quería llegar a noviembre y ganar la primaria de la Unidad Constituyente; lamentablemente, el 19 de mayo fuimos sorprendidos por la decisión del PS de inscribir a su candidata en la primaria con el FA y el PC. Lamentablemente, ni siquiera recibimos un aviso de que eso iba a ocurrir y ese fue un hito fundamental para mi candidatura.
¿Álvaro Elizalde (presidente PS) nunca le dijo nada?
No. Nunca me dijo nada. Para usar una frase conocida, “nos enteramos por los medios”. Se hizo insostenible entonces seguir adelante con mi candidatura, porque era inconcebible que el PS, por un lado, con su candidata, y el PPD con la mía fuéramos separados a competir con el PC y con el FA. Y, por otro lado, si bien es cierto que estaba disponible para ir a competir con la DC, era imposible imaginar que el PPD fuera a una primaria con la DC y el PS en otra.
¿Se arrepiente de haberse bajado ?
Lo que pasa es que hubo un momento, cuando sucede el veto del PC y de sectores del FA hacia el PPD, el PL y Nuevo Trato, cuando se viene todo abajo, que se reabre la posibilidad de ir en una primaria de la Unidad Constituyente, pero había reticencia en el PS y en sectores de mi partido a que compitiéramos con Ximena Rincón. Pero eso tenía como sustento que yo revisara mi decisión de no competir. Y me pareció que eso sería una inconsecuencia que la ciudadanía no habría sabido entender. Por eso digo que no. Soy una persona consecuente y transparente. Eso, además, habría significado que de todas maneras en la centroizquierda tuviéramos dos candidatos y terminar con una dispersión que debilitaría la opción de centroizquierda.
¿Cómo fue el día siguiente, sin ser candidato?
Fue muy difícil, porque recibí numerosas llamadas telefónicas y WhatsApps, de mucha gente independiente, haciéndome saber que estaban en total desacuerdo con que me hubiese bajado de la presidencial. Muchos me dijeron “yo estaba apoyándote a ti y no a tu partido”. Muchos que participaron en mi campaña me decían “yo soy independiente, y como tal participé en una propuesta que tú encarnabas y no entiendo por qué tus cálculos fueron partidarios”. Y, a nivel interno, hasta el día de hoy hay gente que me dice que están en desacuerdo con que me hubiese bajado. Todavía hay gente dolida, de hecho, después del debate de la UC recibí muchas llamadas de gente que decía “tú debieras haber estado allí”.
¿Y le ha costado explicar su decisión?
Cuesta explicarlo, porque la gente sabía que mi candidatura iba en serio. Que teníamos buenos números, mejores que varios de los precandidatos de la izquierda...
Mejor que Paula Narváez...
Claro, en la medida en que uno pueda creer en las encuestas. Pero la decisión la tomé en conciencia, sabiendo que la alternativa era hacerle un daño a la centroizquierda. Habría sido inexplicable tener dos candidatos.
¿Por qué usted tenía que hacer el sacrificio y no Narváez?
Porque el PS ya había planteado que iban a esta primaria. Ese era un hecho, entonces no podía decir “lo que ustedes han decidido, deben repensarlo y apoyarme a mí”. No tenía sentido. Así son las cosas en la política. Si yo no tomaba esa decisión íbamos a tener un partido que se iba a comenzar a quebrar.
Imagino que es difícil tomar esas decisiones con el 100% de seguridad...
Claro.
¿Se ha ido reafirmando que tomó la decisión correcta?
No miro hacia atrás. Uno no puede recomponer el pasado, ¡lo hecho ya está! Hay que, con templanza, hacerse cargo de las decisiones que uno toma y seguir adelante. Fue una decisión dura, pero la tomé con plena conciencia de que era la única que permitía tener una sola candidatura de la izquierda democrática, verde y moderna, a la cual me gustaría contribuir.
¿Quedó dolido con los socialistas?
No, mi sintonía con el PS sigue siendo la misma. Yo discrepé de la decisión que tomaron, pero había que pensar cómo podíamos tener una lista parlamentaria con el PS.
Viendo los números hoy, ¿cree que valió la pena?
El punto es en qué estamos hoy día. Yo estoy apoyando a Paula con total decisión. Entonces, reflexionar si valió la pena es mirar hacia atrás. Hay un dicho que me gusta: “Uno no puede definir el pasado, pero sí el futuro”.
¿Qué le pasó cuando vio el debate de los otros candidatos?
No me arrepiento de nada, francamente, podría decir que me hubiera gustado estar ahí, pero no. Yo tomé una decisión y, como digo, en política hay que tener templanza y consecuencia, porque si no la gente no cree. No sentí ningún arrepentimiento ni deseo de estar, lo vi como partidario de una de las candidaturas. Por supuesto, en cada una de las respuestas uno piensa “yo habría dicho esto” (se ríe).
¿Hay un llamado al “recambio generacional” en la victoria de Boric y Sichel?
Hay algo de eso, efectivamente, pero la señal es mucho más de la búsqueda de una alternativa más moderada, porque cuando uno mira que gana Sichel en la derecha, que es un transformista de la política, pero que claramente tiene una posición más moderada respecto de algunos temas valóricos. Y Boric tiene una actitud más moderada en varios temas comparativamente a Jadue.
¿Y usted coincide en que es momento de cambios en el sentido generacional?
Absolutamente. Eso es fundamental. Y por eso estoy tan contento con la elección de Natalia Piergentili en la presidencia del PPD. Es la hora de las nuevas generaciones y las mujeres. Ahora, eso no significa que gente de mayor edad no tenga ningún papel, porque lo tenemos y, por lo demás, la gente al final termina votando por las personas. Esto no es algo rígido.
Quizás es un tema de estar en la primera línea, más que irse para la casa.
Sí, claro, por lo menos yo pretendo seguir activo en la política, pero de manera diferente. Lo que quiero es contribuir a crear un espacio o un referente de izquierda democrática, verde y moderna, donde pueden estar militantes de partidos e independientes. Y, de hecho, ya hemos estado conversando con mucha gente sobre esa iniciativa. Me voy a empeñar en eso, en apoyar a la nueva dirección del PPD y en retomar algunas actividades académicas, yo vengo de ese mundo, no he sido un político tradicional. Una de las cosas que voy a hacer es escribir un libro sobre los entretelones del juicio por la demanda marítima boliviana en La Haya, eso lo tengo como proyecto desde hace tiempo y no he podido realizarlo.
¿Parte de eso es que tenga decidido no ir a un cargo parlamentario?
Lo que pasa es que yo estuve en la candidatura presidencial en serio y no como una manera de negociar una candidatura senatorial. No tengo interés en ser candidato senatorial, se los he dicho a mis colegas, me han insistido reiteradamente que considere ser candidato por la Región Metropolitana. A diputado tampoco.
El hecho de no competir como parlamentario lo va a alejar de la primera línea.
Sí, claro. Seguramente, pero uno puede estar en una línea relevante desde distintas perspectivas, puede estar desde la opinión. No voy a estar en la primera línea electoral y esa es una decisión que he tomado a conciencia y por eso que llega el momento que uno tiene que decir “sabe, voy a tomar un poquito de distancia y dedicarme desde una perspectiva distinta de abordar la política”. Hay que pensar la política desde distintos ángulos, no solo el electoral.
¿Está tranquilo con esa decisión? A usted le tocó negociar el acuerdo del 15 de noviembre, ser precandidato...
Sí, claro, estoy satisfecho con algunas de las cosas que hicimos, el 15 de noviembre es una de ellas, es un hito histórico o el hecho de haber sido elegido abanderado del PPD por primera vez a través de un mecanismo democrático. Conformamos la Unidad Constituyente con el PS y el PR, el PPD llegó a ser el partido más transparente. Pero también fuera de lo político partidario, cuando fui canciller estuve liderando el equipo que obtuvo el mayor triunfo diplomático de la historia del país, el voto de los chilenos en el exterior, la modernización de la Cancillería, el establecimiento de la mayor cantidad de áreas marinas protegidas de la historia de Chile. Estoy muy satisfecho con lo realizado y voy a continuar haciéndolo, no me estoy retirando, más bien estoy diciendo que voy a dar un giro y realizar otras tareas.
¿No cree que en la vida política le han faltado pasos, como haber sido parlamentario, por ejemplo?
Nunca me dieron ganas. El año 89 yo era presidente del regional metropolitano del PPD y tenía mucha influencia en la RM por razones obvias, y cuando vinieron las elecciones parlamentarias me dijeron “tú vas a ser candidato a diputado, decide luego por cuál distrito vas a ir”. Y yo dije que no, porque prefería el Ejecutivo. No siento que haya perdido algo en mi trayectoria y quién sabe más adelante, capaz que la Convención Constitucional decida tener una sola Cámara y eso va a significar que habrá que elegirla, no sé, entonces no puedo decir que a futuro no contemplaré alguna candidatura, pero hoy no.
¿Volver a algún trabajo internacional?
No lo he contemplado. No es algo que sea muy fácil de retomar, para eso generalmente hay que concursar.
¿Y el PPD? Le fue mal en las últimas elecciones y tiene un gran desafío en parlamentarias…
Dejamos a un partido que tiene desafíos, que es cómo ser una alternativa de izquierda democrática con ideas y propuestas de futuro. Yo recibí un partido en el suelo, que estaba muy golpeado por una mala imagen en el pasado y tanto así que muchos me dijeron “no presidas el PPD, vas a desgastar tu imagen”, y muchos se sorprendían de que mantuviera niveles relativamente altos de aprobación pese a ser presidente de partido, además con la mochila que teníamos que llevar a cuestas. Sacamos al partido de la situación extremadamente deteriorada en que estaba y volvimos a hacer que fuera un interlocutor político importante.
Esa mochila aún la siguen cargando, como con el tema de Rodrigo Peñailillo...
Por cierto, es que pasamos, además, por aquel periodo de la presidencia del partido donde SQM era una suerte de integrante del partido. Francamente repugnante. Yo estuve a punto de dejar el partido en ese momento, y si no lo hice era porque estaba fuera del país, pero afortunadamente esos tiempos pasaron y por eso mismo apoyo con mucha fuerza la decisión de la presidenta del partido de decir claramente que hoy una candidatura como la de Peñailillo no es aceptable para el partido. Entonces, y bueno, hay que tomar esas decisiones y no sé cuánto apoyo tenga, él ha dicho que va a ver esto en la región, tiene todo el derecho, pero a mi juicio no en una lista del PPD.
¿Ve que el sector se está jugando su sobrevivencia en noviembre?
La centroizquierda enfrenta el peligro de la irrelevancia si no somos capaces de tener una actitud unitaria, de refrescar nuestras ideas, de responder a las demandas ciudadanas de cambios estructurales de un nuevo modelo de desarrollo con gobernabilidad. Y, por lo tanto, hay que luchar por mantener la vigencia de la centroizquierda, eso es parte de lo que está en juego. Hay mucha gente que siente que es necesario que esta centroizquierda tenga vigor, las ideas y las personas que encarnen esas propuestas de futuro.